Estos textos fueron paridos al calor de la urgencia y la contundencia de cada acción callejera y cultural en la que fuimos encontrando la manera y el tono de salir del parate producido por la pandemia. Con autogestión y cuidados, elaboramos junto a la artista trans Susy Shock y la agrupación Escena una serie de manifiestos que pueden leerse como gritos para sacudir y sacudirnos, para salir de las catacumbas, y comunicar la época a través del arte.
Buenos Aires, 4 de agosto de 2020, puerta del Teatro Alvear
(Parlamento a cargo de Ver Llover)
¿Por qué estamos en la puerta de un teatro vacío?
Estamos acá para realizar esta ceremonia de sanación, frente a un teatro que ha sido reducido a una escenografía vacía.
Estamos acá porque no vamos a acostumbrarnos nunca a esto ni vamos a negarlo ni vamos a hacer como si nada pasara.
Pasa.
Estamos acá porque si hay programa de chimentos debería haber teatro.
Estamos acá porque si hay supermercados debería haber teatro.
Estamos acá porque si hay peluquerías debería haber teatro.
Estamos acá porque si hay políticos debería haber teatro.
Estamos acá porque si hay control debería haber teatro.
Estamos acá porque si hay este mundo debería haber teatro.
Estamos acá porque queremos escuchar a nuestra experta en aislamiento social: con ustedes, la poeta Susy Shock.
(Toma el micrófono Susy Shock y recita su poema Catacumbas) :
Estamos en catacumbas
desde hace siglos
con la soga al cuello
y en la mano izquierda una flor.
Salvándonos de los fuegos
y los fierros
y los hielos
y de toda sobrevivencia.
Somos unas cuantas
tenemos poemas brazos
y cigarras canciones
y hermanas ojos
y cuñados sueños
y primas deseos
y putas miradas
y sucias acciones
y bellos jirones
de ropa ensuciada
de nuestras piruetas
y el olor del coito
recién hecho
y el pan horneado
y la mano amiga.
Tenemos la lista de amores
y compañeras
y del arco iris
que son la meta
y la pasión enfurecida
que se hace subte, indiscreta
pero busca la luz.
Sabemos que todavía
no es tiempo: arriba vociferan
el estiércol gesto
la tarada raza
de números y cuotas
de precios y desprecios
que gobiernan
desde sillas oxidadas
en oro y pelo
y mirada falsa
y whisky añejo falsificado
y tontitas platinadas
anoréxicas
de tanto concurso y pedo
televisivo
¡con éxito!
¡con mucho éxito!
Todavía no es tiempo
estamos en catacumbas
y desde allí olemos
conspiramos
y nos reproducimos.
Hasta estallar en inteligencia
y parir los agujeros
que abran la tierra
y que nos deje liberada
el alma.
Estamos detalladamente
haciendo la poesía
de los nuevos tiempos.
Buenos Aires, 11 de agosto de 2020, puerta del Teatro San Martín
Nosotres sabemos.
Sí, nosotres.
Sabemos por ejemplo por qué este inmenso teatro está vacío.
Sabemos también que este vacío está lleno de recursos ahora inútiles y sabemos también que hay muchas personas, demasiadas, que necesitan cuidarse del terror que ustedes siembran, ese miedo tan promovido y tan inútil, porque el temor no sirve para nada cuando lo que necesitás son cuidados.
Nosotres sabemos cuidarnos y por eso sabemos cuidar.
Nosotres sabemos que este teatro está vacío porque ustedes no tienen idea de cómo llenarlo de vida y de belleza y nosotres sabemos cómo en la más desolada de las intemperies hacer nacer ideas y belleza.
Nosotres sabemos porque aprendimos, porque entrenamos y porque practicamos cómo proteger la vida todos los días y en todos lados así como aprendimos ahora a mantener dos metros de distancia, a encontrarnos por zoom o a enredarnos por streaming y aun así hacernos sentir ese abrazo que tanto necesitamos.
Sí, nosotres, con esa “e” que tanto les irrita, sabemos todo lo que falta hoy y todo lo que sobra, siempre.
Nosotres sabemos y ese saber es lo que nos trae hasta acá, hasta este inmenso teatro vacío para señalar así que lo que sobra es lo que nos enferma y lo que falta es lo que nos cura el cuerpo, el alma y los sueños.
Nosotres sabemos que si hay programa de chimentos debería haber teatro.
Sabemos que si hay supermercados debería haber música.
Sabemos que si hay políticos debería haber poesía.
Sabemos que si hay control debería haber danza.
Nosotres sabemos que si hay este mundo debería haber arte.
Nosotres sabemos.
Buenos Aires 18 de agosto de 2020, puerta del Teatro Colón
¿Qué queremos?
Queremos que entiendan una cosa muy simple: que esta pandemia no nos permita llenar una sala no significa que no podamos hacer teatro.
Las salas de los espacios oficiales de la ciudad de Buenos Aires están vacías, pero eso no significa que allí no podamos hacer algo.
Estos espacios existen. Sus estructuras humanas, edilicias, simbólicas existen y todo eso no está funcionando. No nos referimos con esto a filmar cosas que se parecen al teatro y subirlas a las plataformas, aunque eso está muy bien, para empezar. Pero podemos hacer mucho más con estas estructuras, llenas de fantasmas, cerradas desde hace meses.
Podemos, por ejemplo, hacer un debate nacional para pensar cómo será la escena que vendrá, sin violencias, y con relaciones más sanas que las que estableció la cultura del mercado.
O podemos hacer un ciclo que rescate la memoria de la escena argentina y transmitirlo por esa tevé que hoy solo se dedica a contar muertes.
Podemos hacer un festival de improvisación que tenga como pauta transmitir las medidas de cuidado social y emitirlo por esas pantallas que hoy están infectadas de opinólogos.
Podemos llevar a esos barrios castigados por la desigualdad y paralizados por la cuarentena los mejores talleres de arte para que este tiempo sin empleo no sea un castigo sino una forma de recibir todo aquello que el trabajo agotador y mal pago les niega.
Podemos hacer una grilla para que las salas del complejo teatral Buenos Aires sean utilizadas por la escena independiente, de acuerdo a sus necesidades.
Podemos reunir a las personas que trabajan en el teatro oficial y a artistas de la escena independiente y armar mesas de trabajo donde se discuta cómo articular esos dos sistemas de producción.
Podemos tener radioteatros en las emisoras públicas dedicados a rescatar las obras que nos legaron las grandes compañías.
Podemos hacer lecturas de aquellas obras de teatro que forman parte de las currículas escolares, para ayudar así a tantos docentes que están haciendo maravillas para sostener el sistema educativo en medio de este aislamiento obligado.
Podemos también recordarle al Estado que la labor de les trabajadores de la cultura merece el mismo tratamiento que les están dando a las grandes empresas concentradas.
Podemos usar este tiempo para repensar nuestras prácticas y vínculos.
Podemos pensar a futuro.
Generar nuevas alianzas.
Inventar juntes cómo seguir.
Podemos hacer todo esto y mucho más.
Lo que no podemos es seguir paralizadas, quietas como liebres cegadas a la luz, con la gestión cultural pública abandonada como si en este contexto no fuera algo esencial.
Lo que no podemos es seguir sin existir.
Primero que nada porque existimos, tenaz y persistentemente.
Pero además porque, en medio de tanto dolor y pérdida, hacemos falta.
¿Es que acaso el Estado cree que el teatro y la danza no son importantes en este contexto?
¿Cómo es que vamos a reunirnos de ahora en más?
¿Cómo vamos a volver a mirarnos a los ojos?
¿Cómo nos vamos a vincular con el cuerpo de les otres?
¿Cómo vamos a volver a estar juntes?
Llevamos mucho tiempo pensando, haciendo y sintiendo cosas que giran sobre esas preguntas.
Trabajamos en comunidad y develando la belleza del mundo.
Hay que inventar un futuro y para eso somos esenciales
Dejen de ignorarnos.
Buenos Aires, 27 de agosto de 2020. Vidriera de Mu, Trinchera Boutique
¿Qué estamos pidiendo?
Todo.
Estamos pidiendo que abran el Congreso para hacer en ese palacio un Parlamento de Artistas. ¿Para qué? Para pensar esta época, para pensar este país, para pensar este mundo. Porque tenemos que pensarlo todo de nuevo. Hasta acá todo nos hizo mal, y no funcionó. Ahora, rescataremos solo aquello que nos hizo bien, no a mí o a vos, sino toda forma de vida, humana, animal, vegetal, mineral, porque todo eso junto, más los que soñamos, es lo que nos da existencia.
Y también para sembrar todo de nuevo y cuidarlo de tanto incendio, de tanto malestar, de tanta injusticia y mala repartija.
¿Y por qué les artistas tenemos que estar en un Parlamento pensando todo eso?
Porque llegó el momento de decir: gracias ciencia, gracias política burocrática, ustedes nos han traído hasta acá, hasta este fracaso. Ahora dejen pensar a quienes hasta ahora no hemos tenido protagonismo y, por eso mismo, no hemos sido parte del desastre.
Ahora, déjennos a les artistas, les intelectuales, les humanistas.
¿Para qué?
Capaz que el arte nos ayuda un poquito a aliviar esa angustia que es peste, capaz que nos ayuda también a no perder la lucidez que necesitamos en esta época. Nos apagaron todos los faros y ahora tenemos que recrear hasta las señales.
No siempre con los ojos podemos encontrar todo.
Necesitamos nuevos faros, nuevas señales para lo nuevo. Que venga entonces el arte a alumbrarnos.
En esta ciudad, por ejemplo, hay siete gigantescos edificios de teatro vacíos. Si no saben qué hacer con ellos en esta época, señores que administran la ciudad, dénnoslos. Nosotres sabemos perfectamente qué tenemos que hacer ahí: llenarlo de arte, de música, de belleza, de disidencia. Dennos las llaves de los siete teatros de la ciudad de Buenos Aires, y de cada teatro oficial de cada ciudad argentina, todos los que están cerrados: déjenlos en las manos de les artistas. Confíen en nosotres: sabemos cuidarnos.
Buenos Aires, 6 de noviembre de 2020, Mu Trinchera Boutique
Pequeño tutorial para el artista desprevenido, le artista asustade en esta época:
Volvamos al barrio, volvamos a la cuadra.
Acercate a la cuadra.
Mirá qué hay.
Acá tenemos una vidriera y siempre hay gente pero capaz que en tu barrio, en tu cuadra, hay un balcón, una ventana amplia, un pasillo como el del Tata Cedrón que canta en el pasillo de su casa.
Capaz que tenés una terraza, una plaza cerca.
Hay que re-crearnos.
Ese es el desafío.
Artista desorientado de tu pueblo que soñás con irte lejos.
Capaz que hay que habitar de nuevo la cuadra, el barrio, el pueblo, la ciudad.
Ser el artista de tu cuadra, volver ahí.
Porque el mercado nos enfermó y la salud la va a traer el arte, para dejar de tener miedo, para conocer al de la cuadra. Volvamos a esto que estás haciendo vos conmigo que me mirás a los ojitos.
Buenos Aires, diciembre 2020, plaza Congreso
Un cuerpo que baila es un cuerpo que sueña.
Muchos cuerpos que bailan pueden desatar la catarata del sueño colectivo.
Con zapatillas, zapatos de taco, calzado lustroso, raído o descalzos, los pies portan la información del ritmo y ese registro es tan antiguo como el fuego. Los pies conectan con la tierra y sus historias. Y así levantan vuelo y sacuden el aire.
Un cuerpo que baila es un cuerpo que lucha. Muchos cuerpos que bailan son la revolución.
Abrimos los ojos, sacudimos las penas, sentimos la música y a bailar la vereda.