Negra, una propuesta donde la obra sos vos

La compañía Monomujer, Teatro para unx espectadorx cumple cinco años y lo festejan todos los sábados de agosto en MU Trinchera Boutique con la presentación de su obra Negra, con las actuaciones de Olave Mendoza y Melina Cruz. Basada en el poema Me gritaron negra de la compositora afroperuana Victoria Santa Cruz, es una pieza que cruza lenguajes –el teatral y el musical- para plantear el tema de la inmigración. Las entradas pueden adquirirse aquí.

Es una estructura de madera de poco más de un metro de ancho y tres metros de largo -como una caja negra que envuelve un misterio dispuesto a develarse-  y basta con ingresar para vivir una experiencia teatral única. ¿Cuántas personas entran a ver la obra? Solo una por vez.  ¿Cuánto dura? Diez minutos.  Cada expectadorx es mucho más que eso. Es parte de lo que sucede. Observa y es observadx. Su presencia es fundamental para que se produzca ese intercambio personalizado que por un corto –pero intenso- lapso le mantendrá suspendidx en un microuniverso, una caja de resonancia que invita a despojarse de corazas, entregarse al relato y explorar la propia sensibilidad.

La compañía Monomujer, Teatro para unx espectadorx cumple cinco años y lo festejan todos los sábados de agosto en MU Trinchera Boutique con la presentación de su obra Negra, con las actuaciones de Olave Mendoza y Melina Cruz. Basada en el poema Me gritaron negra de la compositora afroperuana Victoria Santa Cruz, Negra es una pieza que cruza lenguajes –el teatral y el musical- para plantear el tema de la inmigración. Componen el equipo creativo de Monomujer las actrices Virginia Curet, Jimena García Conde, Mica García, Julia Sánchez, Olave Mendoza y Luz Moreira, que vive en Chile.

Luz fue “la maga”, como dicen las actrices, que las unió hace un lustro, antes de regresar a su país. Junto al actor y director Felipe Rubio montó Gabinete, Teatro para un espectador en la sala de espera del teatro Timbre 4.  Cuenta Virginia: “Empezamos a hacer algunas pruebas en la sala de espera de Timbre a la gorra, en el marco de esas investigaciones a nosotras se nos fue ocurriendo hacer un ciclo de micromonólogos y así nació Monomujer, Teatro para un espectador, con el tiempo, le agregamos las x. Había diferentes micromonólogos dentro de un gabinete en la sala de espera y esto era en los momentos en que vos ibas a ver una obra, tenías que esperar y te invitábamos a pasar, veías cinco minutos de micromonólogo a la gorra y te ibas a ver el espectáculo para el que habías ido”.

Suma Mica: “Hacíamos de diez a quince funciones por día. Teníamos el público de la sala de espera y después también el nuestro, se conjugaban los dos públicos”. Las Monomujer heredaron la estructura que les dejaba Gabinete y lanzaron una convocatoria de dramaturgia en la que seleccionaron dos obras. Siguieron creando juntas y estos cinco años fueron de labor ininterrumpida. Solo pararon las funciones durante la cuarentena, aunque de manera virtual establecieron rutinas de trabajo conjunto.

Al tiempo de iniciada la compañía, sumaron obras cortas y tres estructuras para contenerlas. En el Festival Temporada Alta de 2017 la propuesta sumó el ciclo Migrantes, con tres obras en un total de 33 minutos y llegaron a hacer 18 funciones por día. Virginia: “Descubrimos con esta experiencia que éramos quince artistas actuando para unx solx espectadorx cada vez. Era muy loca esa ecuación porque por lo general buscás el público masivo, si no, no funciona. Pero no perseguimos ese fin sino otro, que es el acto de comunicación que sucede con esx únicx espectadorx”. Describe Olave la lógica que las mueve a confiar en este formato corto e intimista: “Cuando vas al teatro oficial o comercial, estás resguardada porque vas a una sala grande, estás mucho más protegida, la mirada no está interpelándote. Lo que  hacemos también es anticapiltalista, no buscamos lo masivo, ahí estás sola con tu alma, siendo parte. Acá no hay manera de que pases desapercibida, nosotras te vamos a cuidar estando adentro de la caja, en esta experiencia”.

Lo que sucede después

Este colectivo de actrices adquirió y sostiene una forma horizontal de encarar su labor artística. Algunos roles se van intercambiando de acuerdo al deseo de cada una. Julia entró como productora y luego le dieron ganas de actuar: “Son desafíos, terminamos escribiendo, dirigiendo y haciendo toda la puesta. Todo entre todas. Vamos probando, modificando procesos, siempre buscando trabajar juntas”. No hay cabeza de compañía sino que todas toman decisiones y las consensúan en asamblea. Para afianzar lo comunitario, hicieron un seminario de creación grupal con Piel de lava, el colectivo artistico formado por las actrices, directoras y dramaturgas Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes.  

Julia: “Fue la primera vez que actuamos todas juntas porque en este formato podés actuar sola o con alguna otra, pero nunca estuvimos actuando todas juntas. Eso estuvo buenisimo porque nos descubrimos como actrices, entre todas. Nos conocíamos escribiendo, dirigiendo, pero en el seminario estábamos actuando todas al mismo tiempo”.

Antes de que arrancara la pandemia, estaban por reestrenar el ciclo Migrantes en el Centro Cultural San Martín y a punto de viajar a Brasilia. Durante la cuarentena, Julia se fue a Venado Tuerto y Olave a Chaco. Se mantuvieron conectadas, incluyendo a Luz desde Chile y crearon el ciclo Interior, que estrenaron en el verano pasado en el Centro Cultural San Martín. Olave: “Queríamos probar y actuar nosotras, siempre convocábamos actores y actrices, la pandemia nos permitió hacer Interior y fue el primer ciclo donde solo actuó la compañía. Era más íntino porque no nos podíamos juntar a ensayar con  nadie. Es el primer ciclo con nuestros cuerpos, nuestras voces y nuestras miradas”.  

En el micromonólogo La Perla hay arena en el piso del cubículo. “Había espectadorxs que se sentaban en la arena, y no en el banquito, otrxs se sacaban las zapatillas”, recuerda Virginia. En María, alas de Caráu, hay plantas que recrean un patio correntino. Cada micromonólogo tiene su ambientación, su atmósfera particular. “En cada escena siempre pensamos en invitar al público con algo. En la escena del conventillo en Migrantes, se le daba un tereré, o en otra obra les dábamos un paquetito de pochoclos. Estaba esa experiencia no solo visual, sino sensorial, desde el gusto, el olfato. Ahora no podemos dar nada. Ahora es texto, mirada, acontecimiento”, afirma Jimena.

Con la llegada de los protocolos, se replantearon cómo continuar. Después de analizarlo, decidieron sacarle el techo a la caja y alargar la profundidad para que haya más distancia física entre actrices y espectadorx. “Nosotras focalizamos en la mirada, es importante porque sentimos la entrega. Además, ahora es solo mirada, porque la gente entra con barbijo, entonces es como si se focalizara mucho más”, advierte Julia. Una vez finalizada la obra, está la posibilidad de volcar la vivencia por escrito en un cuaderno. La lectura compartida de ese cuaderno se convirtió en ritual al término de cada función.

En esta oportunidad, la propuesta es la experiencia Negra. Olave y Melina –tocando el cajón peruano- ponen materia, voz y sentimiento. Olave: “Ese ´negra´ queda resonando. Puede tomar otras variantes, como gorda, puta, trava, fea, chaqueña, negrita. Muchas personas nos dijeron ´a mí me pasó´. Te afecta la vértebra que te tiene que afectar. Es el acto de discriminación puesto en una palabra, que pueden ser mil palabras. Y en lo personal, que yo haya venido del Chaco a Capital, con esa migración interna, no es menor, en mi experiencia”. Las cinco coinciden en que la obra es la persona espectadorx tras el hecho teatral, lo que le pasa después.

Para sumergirse en Negra, habrá que descender algunos escalones hasta llegar a la sala del subsuelo de MU Trinchera Boutique, anque estos pasos no serán a solas. Un banquito ubicado en el extremo de la caja nos espera para acomodar el cuerpo. Lo que le sigue es una vivencia en comunión, que les sucede a las tres personas que respiran allí dentro. El cajón peruano late en la madera y en el pecho. Seguirá sonando cuando subamos las escaleras y cada une verá qué le pasa después.

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Foto: Martina Perosa.