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Elecciones porteñas 1: “Hay que sufrir”

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El bunker libertario volvió a ser el hotel del megamillonario Eduardo Elsztain. La motosierra y la anunciada presencia del perro Conan. El Zorro libertario, la fuerza del cielo, y un peloteo con un jubilado que de algún modo explica el presente. Alfredo Casero una feliz víctima de todos. Esta crónica se complementa con los otros escenarios que muestra lavaca este domingo de elecciones legislativas en las que el candidato del gobierno Manuel Adorni tuvo poco más del 30% de los votos, el opositor Leandro Santoro superó el 27, el PRO algo menos del 16%, y en el que el 47% de la gente no fue a votar. Las reflexiones y los hits libertarios.

Por Franco Ciancaglini

Cae la tarde y cae el frío frente al Hotel Libertador: el búnker de la Libertad Avanza deja a periodistas y público afuera. Y adentro, solo la casta, compuesta por una rara mezcla de pocos políticos y muchas celebridades tuiteras de cuarta y quinta categoría. Mientras cae la noche los únicos que serán reconocidos al entrar serán Lilia Lemoine, El Gordo Dan, Espert, y el actor Alfredo Casero, que tuvo una exclusiva con lavaca.

Afuera, ocupando desde temprano el vértice del vallado para estar lo más cerca posible de la puerta (a unos 15 metros) el núcleo duro de la militancia despliega su color:

  • Llegan el Zorro Libertario,
  • Jaqui y su hija Isabela con una careta de Adorni primero y de Conan después;
  • está Santiago, el de la pala gigante;
  • aquel que tiene un cartel escrito a mano sobre la fuerza del cielo que dice Virrey del Pino;
  • y un joven con un parlante gigante que pasa en loop la marcha militar Avenida de las Camelias.

Estas personas están siempre en todas las manifestaciones. Son los seguidores geeks que avivan las cámaras y hacen disparar flashes; detrás, jóvenes vestidos de negro y de traje los acompañan más o menos silenciosamente; los más organizados son aquellos que llevan remeras y banderas que los lectores de lavaca han sabido describir como de estética Harry Potter con el lema “las fuerzas del cielo”.

Uno de los primeros que descubrió a esta especie fue Damián, vendedor de merchandasing desde hace casi diez años.

Elecciones porteñas 1: “Hay que sufrir”

Damián y el merchandising libertario (fotos Juan Valeiro).

Cuenta que en la pandemia salió a vender banderas argentinas y escarapelas en las marchas anticuarentena. “Ahí me di cuenta de que había un grupito de jóvenes que tenían su propia marca” dice señalando a la Bandera de Gadsden que muestra una víbora y la leyenda “Don´t tread on me” (no me pisotees o, más libremente, no te cagues en mí)  que paradójicamente fue símbolo de un grupo de autodefensa LGTBQ en la década de los 90. “Empecé a seguirlos y cuando salió Milei, yo ya estaba ahí”.

Con visión de negocios, Damián es entonces uno de los que aplicó la marca Milei a variedad de pines con algunas frases tristemente célebres (“No la ven”, “Esto es exactamente lo que voté”) o que encarnan memes: por ejemplo el de la cara del Ministro de Economía y la leyenda “Caputo masterclass”. Los pines que más salen: el que dice “Las fuerzas del cielo” y el de la cara de Milei. Sobre las gorras: “Antes me las sacaban de las manos a 15 lucas. Hoy las puse a 6 y no vendí nada”. ¿La calle está así? “En los recitales hay más plata, la gente compra. Aquí ni se acercan”.

Fernando confirma la teoría. Vino para el recital de Eugenia Quevedo al Movistar Arena acompañando a su mujer, que eligió también hospedaje: el Hotel Libertador. “La verdad está buenísimo”, cuenta. 600 mil pesos el finde. Jamás se imaginó que su paseo coincidiría con el bunker libertario, propiedad del megamillonario Eduardo Elsztain que se lo cedió a Milei durante la campaña electoral de 2023 no se sabe a cambio de qué.  

Fernando tiene una carnicería en Coronel Suárez (a 600 km de CABA) con cinco empleados, aclara que trabaja mucho y sugiere que no apoya a este gobierno. Post recital, cuenta, se fue a comer una pizza y quedó espantado con los precios: “Una grande de muzza, una levité y un agua, 40 lucas”. A su lado, un compañero ocasional lo escucha y suma: “¿El Fernandito sabés cuánto está? ¡3.500 pesos!”.

Ambos están chusmeando cerca de las vallas, observando la situación. Antes de irse para adentro, el carnicero anuncia un invierno duro en Suárez. Él tiene su negocio bien ubicado en el centro, pero ya siente una baja en los bolsillos golpeados. “La verdad, no sé qué va a pasar” dice y apaga su cigarrillo para entrar al hotel donde, asegura, está un piso abajo del 21 donde se hospeda Santiago Caputo. “Eso me dijo mi señora; yo solo lo conozco a Milei”.

Elecciones porteñas 1: “Hay que sufrir”

Eduardo es un veterano de 78 años, vive cerca, sobre Avenida Libertador, lo abriga una campera uniqlo, una banderita argentina y, también, mira por curiosidad. ¿Le gusta Adorni, o Milei, los dos? “El conjunto me gusta. Mientras no vuelvan los que estuvieron antes…”.

¿Pero qué le gusta más, este gobierno o que no esté el kirchnerismo?

-Primero, es eso. Son antripatria, anti todo. El peronismo nunca acepta a nadie que no sea peronista.

¿No se parece esa descripción a lo que pregona Milei?

-Hay que darle una oportunidad, nada más.

¿La economía?

-Muy bien.

¿Usted está mejor que antes?

-Hay que sufrir, soy jubilado, pero bueno, hay que sufrir. No queda otra.

¿Piensa que en adelante será mejor?

Pienso que sí, se va a ir sintiendo la mejoría. Brillante la idea de ir cerrando ministerios, empezando por el de la Mujer.

¿Pero los jubilados no fueron los principales recortados?

-Pero, ¿por qué? Porque llevaron millones para el ministerio de la Mujer, porque eran todos parásitos. Ahora este hombre va a empezar de a poquito con la anticorrupción.

¿El caso de la criptomoneda Libra, cómo lo ve?

La gente siempre le va a buscar algún motivo para criticarlo. Yo mientras combata la corrupción lo veo bien. Y lo otro que siga su curso, para eso está la justicia, entre comillas. Acá no hay justicia, acá la justicia la manejan los oficialismos.

¿O sea, ahora, este gobierno?

-Bueno, por eso.

¿Por eso…?

-Por eso.

¿Macri le gusta?

-Mirá, yo lo voté a Macri. Pero cuando él ganó, dejó en manos no sé si era Sturzenegger… y si yo pagaba 100 de gas, pasé a pagar mil. Entonces la gente votó con el bolsillo; yo voté con el bolsillo, y le voté en contra.

¿Y ahora con qué votó?

Acompañándolo a este hombre.

De repente sale alguien desde adentro del hotel y desde unos 10 metros grita 4 números y vuelve corriendo hacia adentro: ¡31 a 27! Algunos escucharon, la mayoría pregunta qué dijo: “Que vamos ganando”, aclara el del cartel de Virrey del Pino a la tropa. Entonces se desata el primer hit de la jornada, la famosa canción arrítmica compuesta por Inteligencia artificial con melodía de Dragon Ball llamada “Me chupa la pija la opinión de los kukas”.

En pleno entone, que no superará el pogo de una canción melódica de Euge Quevedo, sale Lilia Lemoine y se pliega a los cánticos. Dura unos pocos segundos esa euforia: la diputada agarra el cartel de Virrey del Pino y lo sacude para lograr así algunas fotos y videos, y vuelve a meterse al hotel de Elsztain.

Elecciones porteñas 1: “Hay que sufrir”

Con los números se disparan las primeras interpretaciones: una mujer dice que está aliviada porque “estaba toda cagada” con que ganara Santoro; el hombre de la uniqlo de la calle Libertador dice que todavía hay que esperar el escrutinio final; otra mujer calcula que lo positivo es “la cantidad de votos que tienen en contra” en clara referencia al kirchnerismo; un joven se acerca y sentencia: “Murió el PRO”.

Otra de las estrellas del no-bunker libertario es una niña llamada Isabella. Su madre la lleva a todas las marchas y le da una motosierra hecha con cartón y le hace poner distintas caretas de personas, y también de un perro: Conan. Su madre es Jaqui.

¿Por qué las caretas a tu hija?

-Lo hago por apoyo al Presidente desde siempre.

¿Desde cuándo?

-Las marchas de las 2 vidas. Él estaba, yo estaba ahí también, una persona común, yo le dije que el aborto tiene que dejar de existir, y también le pedí por los animales. Soy activista por los animales. Tengo la careta de Adorni, de Milei, y también la de Conan.

¿Qué te representa el perro Conan?

-Tengo algo personal con Conan. De haberlo visto en mi casa. Ella (señala a la hija) lo vio en mi casa. Ojalá se lo pueda contar al Presidente.

¿Cómo fue ese momento?

Isabella me dijo que estaba Conan en el comedor. Yo me quedé. Mi perro ladraba. Y ahí me quedé asustada y dije: no puede ser. Por eso para nosotros Conan nos acompaña todo el tiempo.

¿Todo el tiempo?

-Exactamente. Es un mensaje. Cada vez que yo voy a buscarlo al presidente, Conan aparece.

Jaqui, esta vez, no contó con la llegada del perro fallecido en 2017. Su hija sonríe.

Llegan números cada vez más definitivos: sigue arriba Adorni, debajo Santoro, detrás lejos Lospennato, mucho más allá Larreta y el resto. Las interpretaciones: “Liquidamos a dos, al kirchnerismo y al PRO”, “ahora hay que ir por Buenos Aires que es el último bastión de los kukas”; “con una mano en el corazón quisiera que vuelva Marra”; “en provincia, Espert”; “no, Bullrich”.

Desfilan nombres pensando en elecciones futuras: Laje, Santilli, el Gordo Dan, que luego pasará saludando del otro lado de las vallas.

De este lado sigue el Zorro, que hoy fiscalizó en una escuela en Balvanera, siendo él de Almirante Brown. “Cero pesitos, de onda, para toda la gilada que fueron a pudrirla a Palermo”, arranca picante, nada a tono con el aristócrata Diego de la Vega.

¿Te enojó que haya salido que a les pagaron a algunas personas por ir al cierre de campaña? “Sí, pero se notaba a la legua que eran altos orcos”.

¿Fue una operación? “Obvio. Yo lo sigo a MIlei desde que éramos 40. Nuestra cabeza es otra, no nos metemos en política para estar rapiñando”. El Zorro se llama Juan Pablo y es jardinero. ¿Sería candidato? “¡Yo le gano a Moreno!”.

Con los números puestos, la euforia aumenta y antes justo de que hable Milei, llega el ex actor Alfredo Casero:

¿A qué viniste al bunker? ¿Te invitaron?

Sí, vine a verlo.

¿Estás contento?

Claro que estoy contento.

¿Qué te gusta, que haya ganado Adorni o que el PRO haya perdido?

Me importa un pedo la derrota del Pro, me importa la victoria de Adorni.

¿Y cómo la ves para la elección nacional?

Me parece que tendría que haber sido más. Fijate, son los tres tercios de Cristina. Adorni tendría que haber ganado por muchísimo más. Lo que pasa es que se separan, lo mismo pasó la otra vez: mientras tengamos a Macri y todo eso…

¿Por qué pensás que votó tan poca gente?

No tienen idea lo que se juega. Son unos pelotudos, porque se podrían haber quedado un moco muy grande. Es una verdadera pena que la gente no entienda que tiene que votar. Son culo pesado. Mucha gente no fue, gente amiga mía no fue. No tienen idea lo que se pierden.

¿No es al revés, la baja participación tal vez favoreció al gobierno?

Vos sos muy joven, a mí me cagaron muchas veces. Es única la posibilidad. Me voy a jugar. Y en realidad me juego porque lo creo. Porque ya me cagaron todos.

Si te invitan a ser candidato, ¿te gustaría?

¡Voy a ser candidato para presidente! ¡Chau!

Después de la ironía Casero sortea la valla.

Detrás suyo una joven morocha con trenzas dice “soy candidata” pero no la dejan pasar.

Una nenita grita Milei Milei.

Se sigue escuchando el hit arrítmico que dice: “Para hablar hay que ganar”.

Se avecina una larga y fría noche de memes.

Fin.

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Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

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Por Claudia Acuña

Empecemos por el final, que es el principio de todo.

La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.

Su joven hija la observa en silencio.

“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?

Repite:

¿Dónde están?

Suspira:

“No doy más”.

Llora.

La abrazo.

Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.

Sigue:

“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.

Su joven hija la ubica:

“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.

Se refiere a un cronista de La Nación+ que tuvo un gesto hacia las mujeres y fue repudiado por las manifestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.

La mujer sigue:

“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.

La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo que se mueve

Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.

Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.

Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Dina Sánchez, de la UTEP.

Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué  expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:

Lara.

Morena.

Brenda.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.

Ya está.

Recuperemos el eje.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:

“Yo sabía,

yo sabía

que a los narcos

los protege la policía

¡y la justicia!”.

Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.

Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

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El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org

“La timba de la city es la tumba del país”.

Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial.  Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.

El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

La Prefectura gaseando a jubilados.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.

Para la foto

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Editorial sobre la actualidad argentina.

Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.

A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Teatro antidisturbio

Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.

Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Sin palabras

Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El Himno al sol

Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

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La multitud y el palacio

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El gobierno de Javier Milei siguió cosechando derrotas en un miércoles en el que la Cámara de Diputados tuvo bastante más que los dos tercios de votos necesarios para desactivar los vetos presidenciales a la Ley de Financiamiento Universitario (174 a 67) y a la de Emergencia Pediátrica (181 a 60). Una clave del día estuvo otra vez en la calle, en una manifestación masiva y con muchísima gente joven. El símbolo que siguen representando los jubilados y el camino que muestran. El cerco sobre el Congreso, aunque esta vez la policía quedó prudentemente al margen. Y detalles sobre los alcances del número 3.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Juan Valeiro

Si el domingo 7 de septiembre el gobierno nacional tuvo un freno en las urnas, este miércoles lo tuvo en la calle primero, y en la Cámara de Diputados después, donde se rechazaron los vetos del presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario y de Emergencia Pediátrica, pasándole la posta al Senado.

Tres frenos en sólo 10 días, a los que hay que sumar el rechazo total en el Senado al veto de la Ley de Emergencia en Discapacidad.

La multitud y el palacio

Cerco al gordo

El pueblo ya se había anticipado a los congresistas pariendo un marco imponente. La convocatoria era a las 17, pero una hora y media antes ya no se podía caminar por los alrededores de un Congreso cada vez más cercado, todo un símbolo de época. No es una exageración: a diferencia de marchas anteriores, donde el vallado abarcaba todo el tramo de la avenida Entre Ríos frente al Congreso, hoy la disposición fue doble, porque al cerco habitual el Gobierno le agregó uno complementario, a media cuadra de Rodríguez Peña, sobre la plazoleta.

En el medio, un enorme vacío apenas era habitado por un grupo de efectivos de la Policía Federal. Desde adentro del Congreso, una fuente informaba a lavaca: “Afuera es una fiesta y acá sólo hay tensión”.   

Carlos, 72 años, jubilado de la mínima, vino desde Lanús, y se pregunta ante tal despliegue: “¿Por qué no vallan al Gordo Dan?”. Sigue haciendo changas pese a su edad –“soy chapista”– y tiene una hija de cuya leucemia la salvó el Garrahan: “Sintetizo dos luchas”, dice y arriesga su proyección para lo que viene: “Si las provincias se ponen los pantalones largos, van a tener una paliza peor”.

Carlos saluda y se sumerge en esa marcha gigantesca.

Un dato: la multitud.

Otro: la alegría de esta multitud, aún en el espanto.

Un hecho: no hubo policía reprimiendo ni intimidando.

Y uno más: la cantidad innumerable de jóvenes y adolescentes. Un mensaje de unidad, que conlleva un límite: el gobierno no podrá seguir avanzando contra la educación ni contra la salud. Y ese triunfo es en gran medida el que comenzó con la sostenibilidad que los jubilados y las jubiladas ponen a disposición cada miércoles.

La multitud y el palacio

Reflexiones sobre el 3

Una de esas miles de adolescentes se llama Tiziana. Tiene 18 años, estudia en la UBA y está descubriendo un mundo nuevo que le hace brillar los ojos. “Estoy encantada”, comparte con una fusión de palabras y sonrisas. “No entiendo cómo pueden meterse con una  de las cosas más hermosas que tenemos como país”.

Mira al pasado y analiza el presente: “Mucha juventud votó a Milei y hoy está arrepentida. Conozco a muchos que están pagando las consecuencias y no van a repetirlo”.

En una Argentina donde está de moda el número 3, desde que impuso la tendencia el ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, la tercera Marcha Federal Universitaria llegó en el momento justo para darle otro golpe a un gobierno nacional cada semana más desorientado. Esta vez, las calles no sólo las llenó la comunidad educativa: las rebalsaron junto a las y los trabajadores de la salud, además de sindicatos y organizaciones de derechos humanos, políticas, sociales, de jubilados. Y la invasión fue con música y batucada. Se bailó mientras se caminaba y hasta arriba de los kioscos de diarios.

La multitud y el palacio

El ya famoso 3% de Karina Milei no sólo entró en la escena pública para delatar un posible caso de corrupción. También irrumpió para cambiar la historia. O por lo menos, para hacerla un poco más llevadera.

Así lo cuentan algunos de los cientos de carteles que acompañan la marea humana:

Con el 3% de la pastelera, financiamos la educación.

Educación pública sí, negocios del 3% no.

Milei, auditá a la coimera de tu hermana.

Que el equilibrio fiscal lo devuelva Karina. 

La multitud y el palacio

Ideología sin remedio

Camila (25) y Milagros (27) llevan otra pancarta dedicada al gobierno: “Quieren 3% de futuro; 97 de miseria”.

Son estudiantes de Medicina en el Hospital de Clínicas que depende de la UBA. En un puñado de oraciones sintetizan lo que pasa: “No hay medicamentos para los pacientes. Faltan muchísimos insumos. Ya no pueden sostener tanta cantidad de alumnos. Nos tienen que recortar los días de cursada: en vez de hacerlo de lunes a viernes como en otros hospitales, cursamos tres días a la semana. Y muchos docentes trabajan ad honoren”.

Creen saber el porqué: “El desfinanciamiento que plantea es exclusivamente ideológico y exclusivamente sin sentido”.

La mayoría de la gente marcha en grupo. Iván no. Está solo y callado. Está parado observando, atentamente. De la mochila que tiene en su espalda le cuelga un cartel. “No somos 1, 2, somos millones”.

Iván habla bajito. Casi que no se le escucha. Tiene 37 años y llegó hace pocos meses de su Perú natal a estudiar derecho en la universidad pública argentina. “Este es mi primer cuatrimestre”, dice. Y cuenta que está ahí, tan tímido como convencido, “porque la educación es la fortaleza de cualquier ciudad, de cualquier sociedad. No es justo lo que está haciendo este gobierno. Quien se queda en casa un día como hoy, no es consciente de lo que está pasando”.

Traza un paralelismo: “La calidad de la educación en Argentina es mejor que en mi país, por eso hay que defenderla. Para mí, como para muchos otros extranjeros, la universidad de acá es una oportunidad para nuestras vidas”.

Abrumados por la tecnología

Victoria (22), Camila (25) y Lucía (22) son estudiantes de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Matanza. A diferencia de la marcha multitudinaria del año pasado, las tres coinciden en que si bien hay un ambiente “más pesado”, también es “más esperanzador”, gracias a los resultados de las últimas elecciones, más acá o más allá de cualquier filiación partidaria.

Victoria: “Todavía hay incertidumbre, queda un largo camino de este gobierno y sus políticas que vienen a arrasar, pero en la calle se contagia el sentimiento de comunidad”. Lucía: “Cuesta volver a recuperar la calle porque el gobierno lleva todo a las redes. Estamos abrumados por la tecnología. Tenemos que ver cómo modificarlo para comunicar genuinamente lo que está pasando”. Camila responde: “Estoy convencida que es por acá, generando lazos y que por más malos momentos que haya, hay que seguir la marcha porque la salida la vamos a encontrar en el camino”. 

La multitud y el palacio

El like o la plaza

Natalia tiene 29 años, es profesora de Geografía y está estudiando la licenciatura en la Universidad Nacional de Luján. Su amiga Noelia, 27 años, es licenciada de Biología por la Facultad de Exactas de la UBA. Ambas viven en Tigre, zona norte del conurbano. A comparación con el año pasado, notan “más bronca” en esta marcha: “Muchos tienen tres trabajos para bancar sus estudios. Pero al menos veo gente que votó el gobierno y hoy se está arrepintiendo”, dice Natalia. Noelia vio el ajuste en su carrera: “Se notó mucho la falta de insumos, sobre todo con los tips, que son las puntitas de las micropipetas. Trabajamos con las herramientas contadas porque todo es plata y no tenemos ingresos”. 

Golpazo electoral y golpazo en Diputados: ¿qué ven hacia adelante? Natalia agarra el guante: “Siento que estamos en un proceso de reflexión y que hay gente que está siendo muy tibia. El año pasado estaba muy en la negación y muchos no querían hablar. Ahora hablan, pero espero que se pongan en situación de tomar acciones. Veo mucha tibieza de subir fotos en las redes y eso no vale una mierda: vení con los jubilados, con los del Garrahan, con los profesores. En vez de hacer marketing por un like, vení a la plaza”. 

La multitud y el palacio

Lo que ganó

¿Qué establece la ley universitaria? La actualización mensual por inflación de los sueldos y los gastos de funcionamiento de las universidades públicas. También la recomposición salarial de docentes y no docentes retroactiva a diciembre de 2023.

¿Qué establece la Emergencia Pediátrica? Otorgaría un gasto adicional de $65.573 millones entre julio-diciembre.

Ahora, el Senado definirá el destino de ambas leyes. 

En Congreso la gente exhibió sus mensajes:

  • “Se cursa, se rinde, pero sobre todo se defiende”.
  • “La universidad pública es más de lo que imaginás”.
  • “La conquista más grande fue que la universidad se llenó de hijxs de obrerxs”.
  • “Estudiá para no ser alta coimera”.
  • “Estudiá, no seas Adorni”.
  • “Qué libertad de mierda que vendiste, Milei”.
  • “Ahorrar en educación enriquece la ignorancia”.
  • “Buscado: Mario Lugones, ministro de Salud. Roba la salud pública para negocios privados”.
  • “Los cadáveres vamos por los amos”.
  • “Las fuerzas del aula contra las fuerzas del cielo”.

Álvaro Pérez, 32 años, abogado de la UBA recibido en diciembre. “Primera generación universitaria”, es lo primero que dice, orgulloso. No da vueltas: “Milei se mete con las universidades porque viene a cambiar la matriz del estado nacional, ni más ni menos”.

¿Un antes y un después tras las últimas elecciones? “Fueron un voto castigo hacia el gobierno, así que Axel no debería subirse al barco de la victoria. Debemos estar todos juntos para derrotar a este gobierno que es totalmente antipatria, antinacional, oligárquico aristocrático, y que se maneja siempre al margen de la ley”. 

Milei presentó el lunes por la noche en cadena nacional el Presupuesto 2026, que le asigna 4.8 billones de pesos a las universidades nacionales, con un aumento para Educación de un 8% y de Salud de un 17% por encima de la inflación.

Opina Álvaro: “La suba es paupérrima y para lo único que serviría es para equiparar los gastos del año anterior y del anterior también, porque no nos olvidemos que hace dos años que gobiernan sin ley de presupuesto”. 

Hay muchas banderas argentinas. Grandes y chiquitas. Muchas remeras de la Selección Nacional. Hay un solazo impresionante que presagia un día sin nubarrones. Y hay dos votaciones en la Cámara de Diputados.

De nuevo, un cartón escrito con fibrón expresa mucho de lo que pasa:

“La motosierra no piensa, la universidad pública sí”.

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