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Elecciones porteñas 2: del catering a la calle

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Ferro congregó a Es ahora Buenos Aires, el frente que logró el segundo lugar en las elecciones. Las voces y los silencios, las empanadas mordidas, los frutazos y lo que mostraban las pantallas. La diferencia de clima humano entre el adentro y el afuera. Esta crónica se complementa con los otros escenarios que muestra lavaca sobre este domingo de elecciones legislativas en las que el candidato del gobierno Manuel Adorni tuvo poco más del 30% de los votos, el opositor Leandro Santoro superó el 27, el PRO algo menos del 16%, y en el que el 47% de la gente no fue a votar. Misterios y certezas de un acto que no se hizo.

Por Lucas Pedulla

Foto de portada Edgardo Gómez/ Tiempo Argentino

Son las 17:06, faltan sólo cincuenta y cuatro minutos para el cierre de los comicios, y en la sala de prensa del búnker de Es Ahora Buenos Aires, en cuyas gráficas predomina un color verde flúor acorde al verde más oscuro del club Ferro Carril Oeste, en el barrio porteño de Caballito, la única información que circula –y circulará- es que el armador de la lista que encabeza Leandro Santoro, el presidente de la Auditoría General de la Nación, Juan Manuel Olmos, será la voz oficial cuando aparezcan las primeras tendencias de los resultados, a las 19.15.

Falta mucho. 

La decisión de muchos periodistas parece, entonces, prudente: cruzan la sala –una cancha de fútbol cinco– en dirección a la mesa de catering, donde hay jugo de naranja, café, peras, manzanas rojas, manzanas verdes, ciruelas, naranjas, mandarinas, budín de chocolate, budín de banana, medialunas de grasa, medialunas de manteca, y en un ratito llegará lo salado, anuncian los jóvenes contratados para el evento. Uno de ellos no es de CABA, sino de González Catán, y confiesa, por lo bajo, que le gusta Adorni: “Es algo distinto, al menos”, dice, mientras ofrece jugo en vaso de plástico o de vidrio, si es que se quedan en la mesa. Alrededor, algunos periodistas que se ven las caras todos los miércoles en la marcha de los jubilados se preguntan cómo están: “Qué lindo poder comer una medialuna y no correr por los gases”, dice uno, en toda una definición actual del oficio. 

Elecciones porteñas 2: del catering a la calle

La mesa es precedida por una hilera de diez televisores RCA que sintonizan nueve canales –América, El 9, TV Pública, El Trece, LN+, Crónica, TN, A24 y C5N- expectantes de la definición, salvo Canal 26, que informa: “Di María confirmó su salida tras perder el campeonato a manos de Sporting”. Un colega dice que se les rompió el móvil.

En un lateral del búnker hay movimiento: personal de organización va y viene armando el escenario donde Santoro le hablará a la militancia. Una trabajadora de la empresa de seguridad invita a pasar al cronista de lavaca, que ve un microestadio vacío, a la espera de un gran acto. Uno de los que mira de reojo el armado es otro trabajador de seguridad, a quien tampoco le interesan mucho las elecciones porteñas porque es de Quilmes, sur conurbano: “Me parece que son todos lo mismo”, dice con desdén, pero destaca el trabajo de su intendencia que todas las semanas limpia el arroyo Las Piedras, aunque la gente siga tirando basura.

De vuelta a la cancha, la charla es con otro empleado de la empresa, que llegó a las 10 y al menos hasta la medianoche tiene que estar. Este varón sí es porteño, de Villa Luro, y dudaba entre “el Chino” (Alejandro Kim, de Principios y Valores, que sacó el 2,03% de los votos) o Santoro.

Pero votó por Santoro: “Más vale perro viejo conocido, a ver si podemos frenar al presidente”, dice y pregunta a la prensa si se sabe algo de los resultados. Por el búnker no circula mucha info, y a algunos periodistas se los ve fastidiosos porque los candidatos llegan por otro ingreso. En los pasillos, algunos organizadores comentan mensajes que le llegan. “Para mí esto es un frutazo –dice uno-, porque tengo a Santoro dos puntos arriba”. Otro le contesta: “Me llegó otra cosa, pero también sospecho: empate técnico con Adorni”.

A las 17.33 empiezan a probar los micrófonos. Las teles siguen mostrando sus títulos:

  • C5N: “El peronismo va por el batacazo”.
  • A24: “Elección local con impacto nacional”.
  • Crónica: “Todos creen que pueden ganar”.
  • Canal 26: “Según la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, Racing es el mejor equipo del fútbol argentino”.

El tiempo pasa. El cierre de los comicios aumenta las ansiedades. “Somos los únicos que no tenemos algo para decir”, rezongan los periodistas que preguntan cuándo va a bajar alguien, mientras miran por los televisores a sus colegas hablando desde otros búnkers. Algunos mensajes empiezan a llegar. “En mi mesa de migrantes en Almagro ganó Adorni”, avisa una militante peronista. Otro mensaje sobre la baja participación: “Ninguna mesa llegó a 60 personas”. El dato se confirmaría: la participación (53,14%) fue la más baja en 28 años. 

Son las 19.15, hora programada para que hable Olmos, y llegan los primeros resultados: Adorni arriba, segundo Santoro, tercero Lospennato. Al microestadio empieza a llegar la militancia.

Maia, 20 años, acepta hablar con lavaca, aunque reconoce que está “recaliente”, y explica por qué: “Pensé que nos iba a ir mejor. Que iba a ser al revés: primero nosotros con 30, segundo ellos con 27. Estuve fiscalizando todo el día”, dice y revolea los ojos. En su mesa hubo empate, pero en la escuela –en Parque Chacabuco– ganó Santoro. El barrio queda en la Comuna 7, donde Adorni terminó sacando apenas una leve ventaja. En tanto, la alianza Santoro, político que se asume alfonsinista, con el peronismo porteño, se impuso en seis comunas.

Maia sobre el tercer puesto de Lospenatto: “Es la muerte del PRO. Para mí les va a pasar lo mismo que le pasó al radicalismo en Juntos por el Cambio: el PRO va a terminar cooptado en La Libertad Avanza”. Le gustaba la composición de la lista de Es ahora Buenos Aires: un radical, la vicedecana de Medicina de la UBA (Claudia Negri), el titular de la Juventud Universitaria Peronista (Federico Mochi), una militante social (Mariana González), un militante de La Cámpora (Juan Pablo Modarelli), una sindicalista (Noemí Geminiani), otro militante territorial (Pitu Salvatierra), entre otros. Maia milita con Negri, en la organización 100 Barrios: “Es la única forma de ganar en la ciudad, con un peronismo más amplio. Siento que en la ciudad es la única forma de competir”, dice Maia y agradece la nota, aunque confiesa: “Me contuve”. 

Son las 19.33 y hay movimiento. La prensa se acomoda. Casi veinte minutos después, el cronista del Canal de la Ciudad advierte “ahí vienen” y entran en escena no sólo Olmos, sino el propio Santoro con toda la tropa.

Habla Santoro: “Las urnas han expresado una decisión inapelable. En esta elección se ha cerrado un ciclo político que permitió que durante años las demandas históricas queden insatisfechas. Es necesario poner en contexto: el PRO ha dejado de representar a la mayoría de los porteños”. También dice que compitieron contra dos gobiernos –el nacional y el porteño– y celebra que, con estos resultados, se convirtieron en la primera minoría de la Legislatura, no sólo renovando las ocho bancas en juego, sino ganando dos nuevas. 

No hay lugar a preguntas y todos se retiran. El único que saluda a la prensa es Pitu Salvatierra: “El sur ganó”, dice celebrando a esos barrios porteños, los más pobres de esta ciudad con más 3 millones de almas.

Pasadas las 20 horas, mientras la prensa come empanadas de carne recién llegadas (“están frías”, susurra una cronista, que apoya la suya, mordida, sobre la mesa), afuera hay revuelo. Las mismas personas que habían llegado durante la tarde al microestadio, se retiran. “¿Fiscalizamos todo el día para esto?”, dice una militante, enojada ya no sólo con el resultado, sino porque cancelaron el acto previsto. Enrique, de 74 años, levanta los brazos: “Salimos segundos, sí, pero al menos hablemos y pensemos juntos, loco”. Esperaban algo más, en esta noche tan fría después de las tormentas que arrasaron varios pueblos y ciudades.  

Pedro, también de 74, dice que se quedó pelado militando en política, como reclamando algún tipo de explicación: “Nos convocaron a un acto de cierre, sabiendo que no fue el mejor resultado, pero vinimos a escuchar las palabras de los dirigentes por quienes trabajamos todo el día. Ha habido un desplante de la conducción, una falta de respeto cívico, más allá de lo ideológico. Es cívico. Me da una mezcla de indignación y, lo peor, de no entender”. Pedro saluda triste y se va, mientras explica qué pasa a cantidad de militantes que recién están llegando a Ferro, después de fiscalizar, como él.

Sin embargo, en la calle Avellaneda al 1200 se canta la marcha peronista. El clima es otro. Pitu Salvatierra recibe abrazos porque los votos permitieron que él pueda ocupar una banca. Está asimilando el resultado y, también, la decisión de levantar el acto: “Fue una elección normal para el peronismo –dice a lavaca-. Si hace un año y medio nos decían que íbamos a salir segundos a dos puntos del primero, firmaba cualquiera, pero en el último tiempo nos ilusionamos con la posibilidad de poder ganar. Por eso el resultado te golpea un poco, pero fríamente no es un mal resultado. Los grandes perdedores son los del PRO”.

¿Por qué entonces levantaron el acto?

-Son decisiones que a mí me superan. La verdad es que cada candidato se empezó a ir y la gente empezó a llegar: creo que hay más efusividad en la gente que en nosotros. Creo que nos equivocamos, porque veo a la gente más contenta que algunos candidatos. 

¿Vos estás contento?

-Estoy contento, capaz es un poco mezquino, porque tiene que ver con que, por primera vez en la historia de la ciudad un villero va a estar sentado en una banca de la Legislatura. Por primera vez los 300.000 villeros van a tener a alguien que los represente. 

-¿Qué pensás del resultado del PRO?

Es un proyecto político agotado, la gente se ha cansado de verlo haciendo negocios para los amigos y está buscando otra cosa. Está en nosotros saber interpretar qué está buscando la sociedad porteña para poder acercarle, en las próximas elecciones, una propuesta que esté más en sintonía con lo que desea. 

En la mano de enfrente también hay celebración: es por Mariana González, militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), acompañante de personas en situación de calle y con consumos problemáticos de drogas. Como Pitu, es otro rostro, otra realidad social, que va a ocupar una banca. Y en medio de un clima apático y de derrota, Mariana sonríe a cientos de militantes que la fueron a apoyar: “Los luchadores nunca se sienten perdedores, y yo no voy a ser nunca una perdedora. Que se sientan perdedores otros. Les agradezco todo lo que caminamos juntos: corrimos una maratón. Somos solidaridad, somos amor, somos un proyecto que no tiene que ver con esta elección sino con ideales. Y la idea es que otra vida feliz, justa, mejor, y con derechos, es posible”. 

Todo un contraste entre el afuera y el adentro. El análisis de qué significa ese mosaico vendrá con el correr de los días.

Mientras tanto, hay militancia que sigue llegando. Varios no quieren hablar, sino juntarse y encontrarse con otros, y pensar y conversar en ronda.

“Mucho no entiendo”, se sincera una joven, cansada de todo el día, que solo necesita un abrazo, sentarse en el cordón de la vereda de un Ferro ya oscuro y semivacío, y abrirse una lata de cerveza.

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Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

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Un miércoles con marchas separadas, y gente buscando recuperar la iniciativa, la creatividad y la fuerza de reunirse. Imágenes sobre Boca, el peronismo, las traiciones, la CGT, el Garrahan con aumentos, y algunas ideas para salir del corralito.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro

“Miércoles de jubilados”, anuncia un grafiti pintado de rojo en medio de la plaza de los dos Congresos. La proclama denota una costumbre. Lo habitual. Algo que se hizo norma y, como tal, tiene su costado positivo y otro que no tanto. 

Este “miércoles de jubilados” tiene algo particular, distinto al resto, que rompe la costumbre, lo habitual, lo normal: esta vez, un grupo convoca a las 14, otro a las 15 (como venía sucediendo) y otro a las 17. En conjunto (y separados) forman una síntesis de lo que es hoy la fragmentación de las luchas en Argentina.

Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

La calle y lo colectivo.

La organización de Jubilados Insurgentes es la que llega primero. Pasadas las 14, ya andan haciendo semaforazos y marchando alrededor de la plaza. Las canciones, esta vez, sobre todo apuntan a la CGT (Confederación General del Trabajo), que en esta misma jornada eligió su nueva conducción hasta 2029, que seguirá en forma de triunvirato: Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Solá (Seguro) y Cristian Jerónimo (empleados del vidrio). La elección llega en medio de los crecientes rumores por parte del Gobierno nacional de avanzar con una reforma laboral. 

Boca River y el recibo

Armando, vecino de Barracas, tiene 75 años y dos esperanzas: “La primera es ganarle a River el domingo”. Boca –su Boca– siempre le genera ilusión, aunque la situación del equipo a veces lo tira para atrás: “Ver a algunos jugadores me la quita”.

Cualquier comparación con la política no es mera coincidencia, se ríe, y por eso cuenta lo otro que lo esperanza: “Venir a marchar todos los miércoles”. Su jubilación ya no le alcanza y pregunta si hace falta mostrar su recibo: “Son 390 mil pesos en la mano”, dice, moviendo la cabeza. “Se hace re imposible. Por eso venimos: aunque nos den un palazo en las elecciones, vamos a seguir luchando”.

Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Asamblea a megáfono abierto.

Su análisis: “El peronismo no está unido porque hay mucho traidor. Hay una CGT quieta, que hoy se renovó, pero muchos sindicatos no aportaron nada. Recién ahora el Garrahan consiguió algo, pero a los jubilados nos siguen pisando. Encuentro el déficit en la falta de unión del pueblo porque somos pocos los que venimos todos los miércoles. Necesitamos más apoyo. El único apoyo es la prensa”.

Se pregunta por qué no hay más políticos que acompañen: “Si ellos nos representan, ¿por qué no pelean con nosotros? Como dijo Perón, con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Por eso perdimos: pelean por un cargo pero cuando hay que salir a pelear de verdad, no los veo”.

Entre Boca y la CGT, Armando mueve la cabeza. Pero mantiene su esperanza.

Asamblea en el corralito

Una vez que los jubilados terminan de dar la primera de las varias vueltas que hoy se caminan, proponen algo no habitual, no normal, distinto, “porque algo diferente tenemos que hacer, así no va más”. Un concepto que representa una buena dosis de sabiduría: “Es bueno reconocer cuando no sabemos bien qué hacer”.

Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Zulema agarra el megáfono y dirige la batuta. En 3, 2, 1 se arma una asamblea espontánea en la calle con un objetivo: “Que hable quien tenga alguna propuesta concreta para pensar qué hacemos y definir cómo seguimos, coordinados, para que no quede cada uno con su librito”.

Así empieza a pasarse el megáfono de mano en mano, como un ejercicio de democracia participativa en peligro de extinción.

Uno invita a reunirse “todos juntos” en la CTA Autónoma, este próximo viernes y pensar “entre espacios que pensamos distinto un plan de lucha común a encauzar”.

Otra dice que ya no alcanza con esta concentración de los miércoles, que hay que pensar “acciones más allá de esta vuelta a la plaza que nos obliga a hacer este gobierno cada miércoles y entre vallas”. Alguien agrega: “Esto parece un corralito. Cortan todo el tránsito del centro y nos dejan adentro para que marchemos”.  

Otro aporte: “Pero no podemos irnos de acá, lugar emblema de nuestra resistencia; quizás hay que buscar otro espacio, pero en las inmediaciones del Congreso”.

Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Nunca se deja de marchar.

Un jubilado propone ir a Tribunales. Pero ni bien termina de formular la idea, plantea el primer problema: “Aunque claro, ir allá a las 5 de la tarde no tiene sentido, ahí a partir de las 3 no queda nadie”. 

La CGT y el aumento al Garrahan

Alguien sugiere aprovechar que la CGT tiene nueva conducción y marchar hacia allá “por lo menos un miércoles”. No termina de formular la iniciativa que llueven los insultos a la Central sindical. “Pongan a quien pongan es lo mismo, porque el problema es la dirección que tienen y ya sabemos que van a pactar por la reforma laboral. Son unos traidores”. Debe aclararse que la definición de “traidores” es la más suave y elegante que se propinó a la central sindical.   

Otro se envalentona: “¿Alguien cree que ahora nos van acompañar? No vinieron nunca a luchar con nosotros, son ellos quienes nos empujaron a venir acá por las nuestras, porque les importamos tres carajos. Esta mañana solo cambiaron figuritas”.

Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Le da pie a un jubilado con el pelo color ceniza que en menos de tres minutos resume la historia del sindicalismo argentino y hace un homenaje: “Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Agustín Tosco, uno de los referentes del Cordobazo, que logró evitar lo que buscaba la dictadura: implementar la jornada laboral de 12 horas. Con este gobierno estamos retrocediendo medio siglo”.

Tras el desahogo contra la CGT, el enojo sigue: “Ayer se conoció el aumento a los trabajadores del Garrahan y hoy ellos tendrían que haber mandado alguna delegación solidarizándose con nosotros. Su aumento fue un logro colectivo por tantos espacios que los apoyamos”.

Obelisco y tres ideas

La asamblea vuelve al tenor inicial propositivo. “Otra opción es concentrarnos en el Obelisco”, dice uno, pero otra con más canas y experiencia le recuerda: “Enfrente hay una base de la Policía de la Ciudad. No es el punto más estratégico”.

Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Acuerdan tres puntos:

1) seguir viniendo al Congreso, pero seguir pensando el cómo y el dónde;

2) hacer otras acciones por fuera del Palacio Legislativo;

3) pensar nuevas estrategias para el próximo miércoles.  

Termina la asamblea espontánea y Zulema de Jubilados Insurgentes le dice a lavaca: “Todavía no decidimos nada en concreto, será un proceso de pensar qué es lo mejor. Lo que se viene es muy groso y el gobierno está envalentonado con la última elección, por eso no queremos dejar que se asienten, este tiempo es clave para seguir reclamando por nuestros derechos. Nuestra responsabilidad es no dejar este espacio vacío que venimos llenando hace tanto”.

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Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

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La noticia del día: el próximo 18 de noviembre fue citado a indagatoria el policía Pablo Alexis Aldama, sospechoso de haber agredido a la jubilada Beatriz Blanco (foto principal) haciéndola golpear de nuca contra la vereda. Fue algo de lo mucho que dejó este miércoles en el que jubiladas y jubilados marcharon pese a la habitual fumigación de gas pimienta por parte de las fuerzas de seguridad, que vallaron toda la zona de Congreso impidiendo el tránsito. Reflexiones pos electorales, propuestas de exportación, dilemas complejos, carteles lúcidos, cómo combatir el EPOC, y la certeza de seguir en la calle.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Beatriz Blanco (en la foto de portada) es la jubilada que fue gaseada y empujada por la Policía Federal el 12 de marzo pasado –el mismo día que el fotógrafo Pablo Grillo fue atacado por una granada de gas lacrimógeno, y Jonathan Navarro por un disparo que le hizo perder la vista de un ojo–.

La imagen de Beatriz golpeándose la nuca contra el suelo dio la vuelta al mundo por lo violento: le causó un traumatismo encéfalo craneano, una herida cortante y problemas oculares permanentes.  

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Pero está viva para contarla. Beatriz tiene 82 años y un empuje que no merma ni con un golpe ni con una elección adversa. Este miércoles –como siempre– vuelve a caminar con su bastón cobrizo entre manifestantes y fuerzas de seguridad –federales, gendarmes y policía porteña–.

Sobre el domingo: “La gente ya no cree en soluciones porque ya no cree en nada, hace mucho que no se le da nada. Y además tiene miedo, y eso se nota en que cada vez hay menos gente involucrada, con temor a la represión, a quedarse sin laburo, y ahora encima a que le suban las horas de trabajo. Se van corriendo los límites, así estamos”.

Pero hay un lado positivo del “así estamos” de Beatriz. Este martes 28 de octubre el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1 llamó a declarar al presunto policía que la agredió: “Existiendo en autos motivo bastante para sospechar que Pablo Alexis Aldama ha participado en la comisión de un delito de acción pública, cíteselo a los efectos de recibirle declaración indagatoria, fijando audiencia para el día martes 18 de noviembre de 2025”.

Dice Beatriz: “Lo quiero ver, le quiero hablar y decirle gracias. Gracias por pegarme, gracias por romperme la cabeza y el ojo; y gracias por romperme la cadera”. Lo dice con su voz suave y tranquila de siempre, y enfila con su bastón hacia la marcha.  

“Será largo lo que viene”

Detrás de Beatriz la Policía Federal va cercando a la gente que reclama en la vereda sobre la plaza de los Dos Congresos a la altura de Rivadavia y Callao, y la intima a pasar del otro lado de la valla.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

La frontera en Congreso. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Un hombre –con un gorro en el que se lee “jubilado testarudo”–, se acerca a Beatriz y suspira: “Será largo esto, muy largo”. No habla de hoy sino de lo que vendrá. Habla de la época. Mientras, los federales se acercan un poco más. La mayoría sin identificación. Se arrima otro jubilado y se arma una especie de asamblea que reflexiona sobre los comicios recientes: “Nos va a costar un pulmón o dos todo lo que viene, todas las reformas que el gobierno intentará hacer”. Otra voz plantea entre el sonido de redoblantes y trompetas: “La mayoría del pueblo eligió seguir estando mal por miedo a que se descontrole todo esta semana”. 

La Policía Federal termina de acorralar a los pocos manifestantes –y a los muchos fotógrafos– que aún quedan del lado del Congreso hasta terminar de cerrar la hilera de vallas. A la tensión le sigue una serie de gaseadas que deja a 11 personas heridas, según la Comisión Provincial por la Memoria.

Otra jubilada, señalando a la policía: “A esta gente la compadezco: sus dirigentes haciéndose los guapos en canales de stream y ellos acá poniendo el cuerpo”. 

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Geopolítica. Foto: lavaca.org

La pierna de Fernando

Fernando Quintero caminaba por la vereda y fue atropellado hace 9 años por un colectivo que había perdido el rumbo. Le amputaron la pierna derecha.

“Pero hace cuatro meses me sacaron la pensión” cuenta a lavaca, y al contarlo se le inundan los ojos celestes. Fue una segunda amputación.

¿Cuánto era la pensión? “263.000 pesos”.

¿Y cómo sigue la cuestión? “Me dieron un turno para que un médico certifique que no tengo una pierna. El turno es para abril”. Todo ocurre en órbita de la ANDIS, agencia de discapacidad de notoriedad pública. Gracias a la aplicación de este tipo de motosierra, el gobierno sostiene que logra equilibrio fiscal.

Tal vez esta foto sirva para que alguien certifique antes de abril que a Fernando Quintero le falta la pierna derecha. Y que le devuelvan la pensión.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Fernando Quintero. Le amputaron una pierna, y la motosierra oficial también le mutiló la pensión de 260.000 pesos. Lo citaron en abril, para certificar que le falta la pierna derecha. Así se logra el equilibrio fiscal. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

“Llenar las calles de pasos”

Mientras tanto, dos drones de las fuerzas de seguridad sobrevuelan la escena. Filman desde arriba lo que expresa otro jubilado en un cartel: “Derrotados son los que dejan de luchar”. 

También graban a Carlos, 73 años , con un cartón en las manos pensando en lo que pasó en las elecciones, pero sobre todo mirando a futuro: “Acá no se rinde nadie”. Lo justifica cuando habla: “Por un resultado electoral en contra no se desarma el reclamo. Al contrario. Hasta que no haya una mejora en los remedios y en las jubilaciones esto va a seguir y se va a incrementar porque seguirán mandándose cagadas. Yo confío en que el pueblo va a reaccionar”.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Jubilado gaseado. Hubo un total de 11 heridos. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Alicia, de Jubilados Insurgentes, resume cómo estamos: “En las ciudades inundadas, como Bahía Blanca, Milei no les dio un peso y ganó igual. Es difícil de comprender. Somos masoquistas”. 

Y comparte su alternativa: “Hay solo una salida: llenar la calle de pasos”.

Motosierra, medios y comercio exterior

Eduardo tiene 79 años, cumple 80 el 30 de marzo. Leva un gorro piluso y un cartel que es una propuesta de comercio exterior: “La solución argentina: exportar libertarios a los Estados Unidos ¡hasta agotar el stock!”

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Eduardo. A los 9 años lo mandaron del colegio a su casa porque se producía el bombardeo de las FF.AA a Plaza de Mayo. «Así que estamos acostumbrados, siempre peleando».Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Es un hombre de sonrisa fácil: “Los medios de comunicación hacen un aporte importante a la confusión, a que la agente no razone. Te dicen que es mejor esto que lo otro, pero no está muy claro qué es lo que está bien o lo que está mal. Te hablan del peronismo, y yo pregunto: ¿se entiende qué es el peronismo? Entonces es difícil. Por eso lo que me parece importante es seguir acá, sin resignarse, tratando de lograr lo mejor”.

Cree que es una época complicada. “Pero mirá: cuando yo tenía 9 años iba al colegio que está frente a Plaza Lavalle, al lado del Colón. Y un día nos mandaron a todos para casa. Habían empezado el bombardeo a Plaza de Mayo de 1955. Duró cuatro horas. Mataron como a 300 personas o más que iban por la calle tranquilamente. Uno no se puede olvidar nunca de algo así. De cómo mataron. Pero se peleó, se peleó después cuando fue la proscripción, cuando estuvieron los militares, cuando estuvo Menem, después en el 2001”.

Fernando trabajó en mil oficios. Fue empelado en casas de cambio, vendedor en comercios, y tuvo un oficio por el que merecería un lugar en el gabinete nacional: vendía y reparaba motosierras en el Once. “Pero eso me enfermaba, por el humo de los motores”. Tuvo otro negocio de venta de repuestos de autos. “Pero me fundí en la época de Menem, con todo lo importado”.

Pone una mano en el hombro del cronista: “Así que estamos acostumbrados. Siempre peleando”.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Cacerola y máscara antigas. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

Un camino entre quienes piensan parecido

Rubén y Mario integran el Movimiento Activo de Trabajadores y Jubilados (MATyJ). “Hay una clase media y un sector muy pobre con miedo a perder lo poco que tiene”, piensan. Recuerdan la época de Carlos Menem: “En el 95 le llamamos el ‘voto cuota’, muchos sectores votaron por miedo a que todo explote”.

Keiko, también de Jubilados Insurgentes: “El peronismo no tiene programa. La Libertad Avanza tiene: te vamos a hacer mierda. Es su programa. ¿Y los otros? ‘Freno a Milei’, te dicen. Eso no es un programa. Hasta Menem tuvo una propuesta, con salariazo y revolución productiva, que después fue todo mentira. Y otra cosa: ¿cómo el candidato va a ser Taiana, que tiene mi edad? ¿Por qué no ponen a otro pibe como vos?”. Alguien la escucha y observa: “La derecha sí se renueva”.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

El sacerdote Francisco Olveira, o padre Paco, está frente a la policía. Piensa dos cosas: “Una es que el apoyo de Trump y Estados Unidos influyó mucho porque hasta yo, si no pensara como pienso, votaría a Milei porque la sensación era que se iba todo a la mierda, lo cual no quita que eso ocurra, pero más adelante”.

¿Y lo otro? “Lo otro es que hay muchos hijos de puta, con perdón de las chicas de AMMAR que quiero mucho, que les importa un carajo el 3% de Karina, que promulguen leyes sin financiamiento, lo que le hacen a la gente del Garrahan, a los jubilados, a las personas con discapacidad”. Sintetiza: “Muchos que solo votan a otro hijo de puta”. 

El padre vive en el asentamiento Esperanza, en Merlo, oeste del conurbano. “Los sectores más pobres que habían votado a Milei se dieron vuelta, salvo este sector que te marco. Te cuento un ejemplo: la provincia está completando una obra que tenían que hacer las ISU (Integración Socio Urbana) a nivel nacional, y un vecino que es mileísta sacó fotos trucadas diciendo que como habían perdido las elecciones, se estaban llevando las máquinas”.

Paco mastica bronca, pero dice que la salida es seguir estando en la calle. ¿Y hacia dentro? “Me gustaría que Bregman y Grabois se sentaran a charlar. Debería ser un camino, entre quienes pensamos más o menos lo mismo. Pero no sé si pueda darse en nuestra Patria”. 

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org

“Si tirás la toalla, perdemos”

Guillermo, 77 años y vecino de Ituzaingó, es jubilado metalúrgico. Estuvo algunos miércoles sin venir porque tiene EPOC y está medicado. Tiene un cartel con dos palabras: “Voto luchar”. Piensa que hay mucha gente que sabe que está mal, pero no quiere estar peor: “Saben que el peronismo no es alternativa porque no luchó en dos años. La CGT, tampoco. Pero la izquierda algo creció: siempre está acá y eso se paga. Conozco muchos peronistas: hay gente enojada con su dirigencia, porque perdieron y se dividieron más: se peleaban por octubre, ahora se van a pelear por las elecciones de 2027, pero no están peleando con la gente acá. Si hubieran hecho algo, ganaban con todo el apoyo”. 

-¿Por qué seguís viniendo con tu EPOC y todo este contexto?

-Venir acá te cura, te da pila, es un remedio. Te mantiene ligado con tu realidad. ¿Voy a sentarme en una silla de paja a ver cómo pasan los vecinos por la ventana? ¡Me pego un tiro! Hay que creer en la lucha, creer en las calles. Hay que subir al ring aunque te caguen a sopapos, porque si tirás la toalla, perdemos. Nosotros vamos por el round final.

Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

Imagen en la plaza de Congreso.Foto: lavaca.org

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Mapumundi: Lef y una cartografía de la situación mapuche

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Lefxaru Nawel es ciudadano argentino de nacionalidad mapuche, werken (vocero) de la comunidad, abogado, profesor universitario, rockero y papá, entre otras cosas. Fue uno de los detenidos en julio por reclamar que se cumplan las leyes. Su mirada sobre el gobierno de las corporaciones, Occidente, el fin del cinismo, los cascarudos, el racismo y el odio, el progreso, el fracking, la pobreza, el agua, Vaca Muerta, la democracia y algunos datos sobre las utopías y el futuro. Por Sergio Ciancaglini.

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