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El sentimiento de la calle: los jubilados se movilizaron contra el veto de Milei

Miles de personas acompañaron a los grupos autoconvocados de jubiladas y jubilados que se concentran en Congreso todos los miércoles a las 15:30. Esta vez, con la motivación del veto presidencial al magro aumento que sancionó el Congreso, decidieron movilizarse a Plaza de Mayo. Encontronazos con la policía, que reprimió con palazos y gases, en otro absurdo intento de aplicar protocolos ante gente agredida institucionalmente e indefensa. Los testimonios de manifestantes que aseguran estar siendo víctimas de un “genocidio silencioso”. La columna avanzó por Avenida de Mayo hasta la Casa Rosada a puro canto, con bocinazos de apoyo y gritos de aliento: el camino que marcaron hoy.
Por Franco Ciancaglini
En el Congreso
Todos los miércoles, jubiladas y jubilados marchan.
La cita es sobre la Avenida Rivadavia a la altura del Congreso a las 15:30. El horario de las Madres.
Hoy hay más personas y banderas que ningún otro miércoles. Alienta la convocatoria el anuncio presidencial de que se vetará el leve aumento en las jubilaciones que había promulgado el Congreso. Una forma de patear en el piso a un sector ya vapuleado desde el inicio de la Era Milei: se calcula que alrededor de 34% de lo que se “ahorró” el gobierno para paliar el déficit fiscal fue manoteado del fondo de jubilados.
“Siempre fuimos la variable de ajuste” define Jorge, en una evidencia que asume el propio actual Presidente al justificar el veto con la idea de lograr o no tocar el déficit fiscal, como si no existiesen otras cajas. Jorge calcula que, de mantenerse la propuesta del Congreso, él iba a ganar 26 mil pesos más, en el mejor de los casos. ¿Y qué representa ese aumento? “Una miseria de ley, y encima lo va a vetar. Es una violencia institucional”.
¿Por qué se la agarraron con ustedes? “Porque somos el sector más débil, los que menos estamos en condiciones de protestar. Como no trabajamos en la producción no podemos hacer huelga y, además, coincide con la mentalidad de Milei del sálvese quien pueda, de la ley del más fuerte”.
Paradójicamente, las y los jubilados son de los pocos sectores que ejercen la protesta, cada vez con más fuerza. Todos los miércoles marchan.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Expensas y promesas
Otro de ellos, Rubén, dice que está re caliente; su apodo de el Tano le calza a la perfección con la bronca que respira hoy. Una bronca que no dirige solo contra el gobierno de Milei sino también contra el edificio legislativo que tiene a sus espaldas: “Están arreglando todo con los diputados, la va a vetar y la votan otra vez pero con menos porcentaje, vas a ver”.
El Tano no cree en lo del déficit fiscal: “Es verso, contá cuánta guita entra de IVA, de exportaciones, de Ingresos Brutos: ahí está el grueso. Los exportadores no ponen toda la guita que tienen, y se la agarran con nosotros”. El por qué, también, lo tiene claro: “Para pagar la deuda. Al gobierno lo único que le interesa es quedar bien con los de afuera”.
Estela, 80 años, de Caballito, vino sola y por primera vez a esta marcha de miércoles. Agrega una dimensión a lo que dice el Tano: “Gobiernan para el poder económico”. Cobra alrededor de 400 mil pesos. “Desde enero nunca más me alcanzó para llegar a fin de mes”. ¿En qué la gasta? “En alimentos. Y mi hijo me ayuda a pagar las expensas”. Estela vive en un dos ambientes que compró junto a su marido, ya fallecido, en los 70. “No compro más medicamentos. Por eso ando así, porque me duelen las piernas”, dice señalando con sus ojos al bastón que la sostiene.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
¿No le cree al gobierno cuando dice que más adelante finalmente, todo mejorará? “No, no. Es un verso. Ya nos lo hicieron otros”.
Hay varios diagnósticos de la realidad que en esta manifestación toman la forma de recuerdos, o mejor dicho, de pesadillas recurrentes. Las y los jubilados se encargan en sus testimonios de urdir esa trama circular que representa la historia de nuestro país. Otra metáfora puede ser la de esta mujer sosteniendo un andador dado vuelta hacia arriba, con un cartel pegado que dice: “No al Veto. Arriba lxs jubiladxs”. Las y los camarógrafos le sacan fotos, pero ella llora. “Ya pasamos tantas…” murmura.
La hora de los gases
Le pregunto si quiere hablar. Acepta: “Tengo 66 años. En el 73 prohibieron el partido donde yo empezaba a militar. Después ingresé a una universidad, en marzo del 76. Cuando empezaron las clases, dos meses después, estaban todos los murales tapados. A la mitad del año echaron a todos los profesores que yo más quería. Recuperamos la democracia, pasamos 2001, y cuando asumió Macri nos la pasamos en la calle. Y ahora ¡otra vez!” dice tapándose los ojos, desde donde le vuelven a brotar las lágrimas.
“Nosotros no podemos esperar mucho, no podemos esperar 30 años, no puedo esperar más, no puedo esperar más”, repite. Deja de contar su historia no solo porque llegó hasta hoy (y hasta un límite) sino porque la multitud a su lado se empieza a agitar. Qué pasa: la Policía Federal se encapricha con encosertar a los miles de manifestantes arriba de una vereda de 4 metros de ancho. Otra muestra del intento de aplicar un protocolo absurdo en el cual la propia policía termina cortando el tránsito y generando empujones que derivan en hechos violentos, como el que vivió Tabaré, 57 años: lo acaban de gasear en la cara.
Dice a lavaca con los ojos –también– llorosos: “Siempre buscan una excusa, uno agarra, nos golpea, y ahí se nos vienen todos encima. De una forma impresionante, no miden nada. Ahí obviamente la gente explotó y se cortó el tránsito. Los policías se pusieron peor. Empezaron a pegar a diestra y siniestra. No contestos con eso, nos tiran gases. Todos los que estábamos ahí estamos gaseados. Pegaban con los palos y los escudos, te empujaban. Yo soy más joven, pero hay gente de 70, 80 años, y no midieron nada”.
La movilización es larga y ocupa toda una cuadra; si hay represión, es porque hay lucha; por eso, mientras de un lado hay palos, en la otra punta la movilización se decide no entrar en el juego y gambetear a los empujones a la Policía, en dirección a Plaza de Mayo:
Y van.
Entre el cielo y los infiernos
Las distintas banderas empiezan a organizarse detrás de este grupo de jubiladas y jubilados autoconvocados que comienza a marchar; las hay de todos los partidos de izquierda, de algunos sindicatos (también de izquierda, como el SUTNA o el de Aceiteros, pero también La Bancaria) y muchas asambleas vecinales de distintos barrios de capital y el conurbano.
Allí está Tito, que vino desde Laferrere con una bandera de su asamblea, aunque dice haber perdido a sus compañeros. Arranca sin vueltas: “El gobierno nos está reventando. Prácticamente los jubilados no tenemos los medios como para poder subir sobrevivir. Yo, después de haber trabajado más de 30 años, estoy cobrando la mínima”.
¿Cuánto? “Casi 200 000 pesos”.
¿Qué hacés con eso? “Me alcanza 15 días, decí que tengo familia, me están ayudando mis hijos, pero también ellos tienen su familia: también está complicada para todos”.
Más cuentas con mucho déficit: “A un vecino mío le vinieron 120.000 pesos de luz. ¿Cómo hace para pagar? Pasa lo mismo con el gas, pasa lo mismo con el agua, el transporte, y el servicio es malísimo”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Adriana y Vilma van por la vereda del brazo. Adriana lleva una pechera naranja con la leyenda del “Plenario de trabajadores jubilados”. Es una organización ligada a partidos de izquierda que todos los miércoles se concentra en Congreso. “Y nos movilizamos en todas las marchas, no solo en las de jubilados”, aclara ella.
Juntas cuentan sus historias, turnándose para hablar y superponiéndose algunas veces.
¿Cómo se les degradó la vida desde la asunción de este gobierno? “Es desde hace rato, no solo este gobierno. Nunca tuvieron en cuenta los jubilados, pero este fue peor: nos hundió del todo, ya no damos más. Entre los que tenemos que estar pagando los servicios, los remedios que antes muchos los teníamos gratis, ¿qué nos queda para vivir?”.
¿Qué queda? “Mis hijas alquilan, cuando pueden vienen y me ayudan, pero tampoco es su culpa, yo trabajé 32 años, ¿para qué? ¿Para depender de mis hijas? Es una vergüenza para nosotros eso”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Vilma ríe irónicamente: “Antes era al revés, les dábamos nosotros. Pero ahora ellos no pueden hacer frente a tanto: estamos todos en la misma”. Los jubilados, peor: “Porque es más fácil meter la mano en el fondo de garantía, no es dinero que manejamos nosotros: si los jubilados manejáramos eso, la cosa sería diferente”.
Los abuelos de la nada
¿Qué les parece la fórmula que votó el Congreso? Vilma: “No es nada, no era nada pero por lo menos eso es nuestro, es nuestro, ¿entendés? Aunque sean dos pesos, son nuestros y los vamos a pelear: esa plata la hicimos aportando”.
¿Ven algo de esperanza u optimismo ante todo este panorama? Adriana: “Siempre hay que tener esperanza”. ¿En qué? “De allá arriba ya va a venir el castigo de todo” asegura en señal a (otras) fuerzas del cielo. Vilma en cambio tiene modos más terrenales: una bronca con cada vez menos límites. ¿Contra quién? “¡Hay muchos candidatos!” dice y, ahora sí, estallan las dos en una carcajada, empezando a pisar la Plaza de Mayo.
Juan Manuel (legado que le dejó su madre en honor a Rosas) es una de las estrellas de la movilización, ya que lleva un cartel con un poema que dice:
Milei, paparulo
Metete el veto en el culo.

Foto: Franco Ciancaglini para lavaca
Hace ya varias manifestaciones que trae textos originales escritos en carteles para llamar la atención. Cuando hablamos de varias, son varias: lavaca lo ha fotografiado en tiempos macristas, y desde diciembre en todas las manifestaciones de la era Milei. A la anterior manifestación, por ejemplo, llevó 5 carteles con distintas consignas: “Una más humorística, otra más revolucionaria, otra más seria, y voy viendo cuál llama más la atención”. Algunas veces también viene los días de semana, solo, a Plaza de Mayo. La semana pasada trajo un cartel que decía: “Mejor ser zurdo que absurdo”. Confiesa que los oficinistas no se rieron ni un poco, a diferencia de las sonrisas que generó el de hoy.
En tiempos de redes sociales, este hombre que dice no saber prender una computadora es tal vez quien mejor comprende cómo mover el algoritmo con los pies: sus fotos en manifestaciones tienen miles y miles de likes. “La bandera, el bombo, esas son cosas viejas, no le movés la aguja a nadie ya con eso”, plantea él, que esta vez volvió a mover la aguja de varios fotógrafos y fotógrafas que lo eligieron como blanco por su breve poema.
Cuenta este autor contemporáneo: “Bueno, saqué el baúl de los recuerdos palabra “paparulo”, porque esta es una manifestación de jubilados, y además para demostrar que no somos unos maleducados como él”.
Según la RAE, “paparulo” es un adjetivo coloquial que remite a alguien torpe, ignorante o ingenuo. “Si tengo que poner lo que en realidad corresponde, me meten preso –sigue– otra que los dos que están hace 70 días presos”, dice en referencia a los casos de Roberto de la Cruz Gómez y de Daniela Calarco, cuya liberación se selló horas después de esta movilización (https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1828888596100866456).
¿Cómo hacer para mantener la poesía y cierto humor ante semejante niveles de violencia, económica, simbólica y de todo tipo? Juan Manuel no pierde la calma: “A mí me hicieron un reportaje a los 10 días de comenzado el gobierno y yo dije que (a Milei) había que colgarlo en la Plaza de Mayo”. Dice que avisó temprano, pero que no le dieron bola, siempre jodiendo, aunque algunos usuarios de la red social X se lo hayan tomado en serio: “Un tipo subió el video ese diciendo que había que meterme preso por terrorista, diciendo que cómo no hay ningún fiscal que actúe de oficio” cuenta como explicando su paso de la literalidad a la metáfora, siempre desde el humor, en medio de un clima caldeado.
Ahora prefiere hablar a través de sus carteles, que se reproducen más que las amenazas de trolls pagos de las redes: “Para ellos la realidad son las redes, y la vieron bien porque la verdad que sí, sin propaganda ni nada ganaron”. Asegura sin embargo que “detrás de Milei, Lemoine y todos esos cuatro de copas, hay gente muy pesada”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Lo sabe porque los conoce de cerca: Juan Manuel tiene un hermano que se llama Jorge Rafael, en honor a Videla, que es candidato por La Libertad Avanza en un municipio de la provincia de Córdoba. “No hablo con él desde 2015, ni para Navidad”, cuenta mientras agradece a la vida que le haya tocado en la repartija de nombres el del caudillo federal.
¿Ve algún grado de salida, optimismo o esperanza ante tanto paparulo? “No. Los únicos que están poniendo lo que hay que poner son los jubilados, no me jodas”, termina y repite: “Todo eso con el bombo y la marchita, no sirve para nada, eso quedó en el siglo 20, no va más: hay que ser más creativos”, repite antes de que lo interrumpa un pedido de selfie.
Jorge tiene una bandera más seria y roja que dice “Jubilados Insurgentes”. Es parte de este grupo (https://lavaca.org/mu191/jubilados-as-insurgentes-viejos-meados/ ) que sostiene las marchas de todos los miércoles, los semaforazos alrededor del Congreso, y organiza movilizaciones como ésta, en articulación con partidos, sindicatos y otras organizaciones de jubiladas y jubilados. Analiza: “El tema central es que tenemos el gran freno de la CGT que, como los dirigentes son empresarios, no están defendiendo los intereses de los trabajadores. Esa es la mayor traba que hay ahora. Si no, estaría toda la gente en la calle hace rato”.
Le pregunto a Jorge cuál es la capacidad de aguante, según la teoría presidencial de que si la gente se estuviera muriendo de hambre, se moriría realmente. Jorge aclara que eso es exactamente lo que sucede: “En realidad ya existe el genocidio silencioso. Muchos jubilados se han muerto por falta de medicamento, por falta de nutrición, pero esas estadísticas no aparecen como muerte violenta: son silenciosas. Milei ha instrumentado el genocidio silencioso, de acuerdo a su ideología, que es el de sálvese quien pueda y que sobreviva el más fuerte; lo ha dicho explícitamente e implícitamente muchas veces”.
Le pido que grafique cómo funciona esa ley para ellos, los jubilados, acaso los más desprotegidos de la selva: “Hay dos niveles, el índice de indigencia y el índice de pobreza. Bajo el índice de pobreza hay aproximadamente, 4 millones y medio a 5 millones de jubilados; bajo el índice de indigencia, ya hay un millón de jubilados”.
¿A cuál pertenece? “Y yo estoy en el límite, cobro la mínima entre la indigencia y la pobreza, o sea tengo que hacer algún trabajito extra, algo para poder comer simplemente. El tema es que, además, aunque nos aumenten, las tarifas suben por el ascensor, mientras nosotros subimos por las escaleras. Y las tarifas están haciendo ese genocidio silencioso, de no poder usar electricidad, de no poder usar el gas, de no poder comer bien, haciendo que la calidad de vida se vaya deteriorando de una manera absolutamente impresionante”.
¿Qué ve hacia adelante? Todo mal: “Que los próximos 6 meses van a ser terribles, incluso peores de los que vinieron, si es que no hacemos algo”. Todos los miércoles, jubilados y jubiladas marchan.
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Otro ataque a la salud pública y al Garrahan: las movilizaciones que se vienen

No solo no soluciona el problema, sino que lo empeora: el gobierno difundió un reglamento que degrada las condiciones laborales de los profesionales de la salud residentes en hospitales nacionales al buscar convertirlos en “becarios”. Asambleas y la decisión: paro y un abrazo al Garrahan el próximo jueves 10, y la convocatoria a una gran marcha federal por la salud el jueves 17 de julio.
Por Francisco Pandolfi
Residentes sí, becarios no. Ese es el nuevo lema que hoy levantan (y denuncian) residentes de los hospitales nacionales del país, ante el nuevo reglamento que dictaminó el 2 de julio el ministerio de Salud de la Nación para las residencias médicas.
¿Qué son las residencias? Tienen como objetivo capacitar y especializar a egresados de carreras como medicina, enfermería, psicología y bioquímica, entre otras, en el marco del trabajo asistencial y académico.
¿Qué aduce el gobierno nacional para la formulación del nuevo reglamento? “Recuperar su rol formativo y permitir que los residentes puedan elegir bajo qué modalidad realizar este tramo de su formación y cómo administrar el monto de las becas percibidas. A fin de jerarquizar el carácter formativo de esta etapa, el nuevo reglamento recupera el concepto de beca (excluyendo cualquier encuadre como empleo público, relación laboral o contratación de obra o servicio) y ofrece a los residentes la posibilidad de elegir entre dos modalidades diferentes: Beca Institución (el hospital otorga la beca) o Beca Ministerio (contrato con el Ministerio de Salud). No es empleo público, no es una relación laboral. Es una etapa formativa con financiamiento estatal”.
Ante la Resolución 2109/2025, las y los residentes del Hospital Garrahan a la cabeza, y todos los profesionales de la salud del sistema de residencias nacionales realizaron ayer una conferencia de prensa en Plaza de Mayo, donde denunciaron: “Este modelo de residencias, ampliamente utilizado a nivel global y que rige en Argentina desde hace más de 30 años y que fue perfeccionándose en el tiempo, garantizó profesional altamente capacitado en cada rincón del sistema de salud. La nueva normativa desmantela las bases fundamentales del sistema, se nos atribuye libertad de elección ante dos opciones de las cuales ninguna resuelve la problemática salarial de base, y además ambas implican la pérdida de múltiples derechos laborales adquiridos; pretende transformar lo que hasta ahora era un régimen formativo en servicio, remunerado y con derechos reconocidos, en un esquema de becas sin vínculo laboral claro, ni aporte y con importantes recortes en licencia, descanso y condiciones de trabajo”.
Entre los puntos “más alarmantes”, destacaron:
- Aumento de la carga horaria y del número de guardias (de 70 horas semanales a 93).
- Eliminación del descanso post guardia (lo que implica pasar de 24 horas de corrido a 30).
- Reducción del valor de la hora trabajada: en caso de la Beca Institución, $3.200 de cobrarse un bono hospitalario. En Beca Ministerio: $2.200.
- En la Beca Institución, mayor dinero en mano, pero a expensas de la pérdida del aguinaldo, aportes previsionales y obra social.
- En la Beca Ministerio, menos dinero en mano, obra social estatal y sin posibilidad de cobrar bonos institucionales.
- En caso de rescisión de contrato, no se contará con indemnización.
- Renovación de contrato de forma anual a pesar de concursarse por formación de 3 a 4 años.
Como cierre de la conferencia, sentenciaron: “No se puede aludir a la libertad cuando se nos acorrala entre dos opciones de precarización extrema. La residencia sí es un trabajo. Exigimos la inmediata derogación de la resolución y la apertura urgente de instancias de diálogo con las y los residentes de todo el país. Sin residencia como fuente de personal capacitado, no hay futuro posible para la salud de Argentina”.
Abrazo y marcha federal
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 37 años recién cumplidos y hace 16 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. Además, es delegado de la junta interna de ATE. Habla con lavaca: “La modificación en las residencias no sólo es una degradación de las condiciones laborales de las y los residentes, sino también implica la degradación del sistema de salud completo, porque cambian la forma de contratación quitando derechos laborales. Lo que decretan es que dejan de ser trabajadores, para hacer las tareas por una especie de bono, a través de una metodología de becas”.
Esta nueva medida se enmarca en una política de ajuste a la salud pública en general, y al hospital Garrahan en particular. El miércoles pasado, en la Cámara de Diputados se estaba tratando la emergencia para el Garrahan, pero la sesión se levantó por discusiones entre el bloque oficialista de La Libertad Avanza, y el peronismo. La emergencia quedó sin tratar…
¿Cuál es la emergencia? Josmar Flores plantea cuatro puntos clave:
- Una recomposición salarial del 100%.
- Que la persona que recién ingresa cobre lo mismo que estipula la canasta básica familiar: un millón ochocientos mil pesos.
- El aumento del presupuesto del hospital.
- Mejora en las condiciones de trabajo: que se reconozca un régimen de insalubridad especial para el hospital.
¿Cómo sigue la cuestión? “Todos los trabajadores del hospital, incluidos los residentes, hacemos asambleas conjuntas y acabamos de decidir ir a paro los próximos dos jueves –cuenta Josmar–. El 10 llamamos a un abrazo solidario al hospital, en la puerta sobre Combate de los Pozos; y 17 convocamos a toda la población a una gran marcha federal, que en la Ciudad Buenas Aires irá desde Congreso a Plaza de Mayo”.
Cierra: “Este gobierno nos ataca por muchos ángulos y la única manera de cambiar la realidad es seguir por este camino”.
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Marchas de jubilados: Congreso + Obelisco para hacer cada vez más visible el reclamo

Otro miércoles novedoso, como siempre. Se realizó la marcha alrededor de la Plaza de los Dos Congresos, y además algunos grupos zarparon luego hacia el Obelisco, con la policía corriéndolos para evitar que bajaran de la vereda. En Diputados, mientras tanto, los papelones del oficialismo para impedir el debate sobre el financiamiento universitario, y el otro gran símbolo de estos días: el Garrahan. Las nuevas modalidades entre jubiladas y jubilados, los refuerzos de la prensa y del teatro, y la convocatoria para el miércoles 16 a una gran marcha unificada de Congreso a Plaza de Mayo.
Por Francisco Pandolfi
Fotos: Juan Valeiro, Tadeo Bourbon y lavaca.org

Una vez culminada la marcha de este miércoles (en el que hubo más gente que el anterior, en el que hubo más gente que el que lo antecedió) uno de los grupos, Jubilados Insurgentes, siguió caminando –inesperadamente– por Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio. Allí, pese al bloqueo policial, fueron por la vereda para evitar el “protocolo” y llegaron hasta el Obelisco para hacer un acto complementario al habitual.
De ese modo lograron hacer visible el conflicto fuera del corralito (o “marchódromo”) que impuso la ministra de Seguridad Patricia Bullrich para blindar el Congreso, incumpliendo su propio protocolo de no entorpecer las calles y fomentando caos de tránsito en esa zona del centro porteño.
Zulema, de Jubilados/as Insurgentes, cuenta a lavaca: “Cuando Bullrich cierra todo con vallas no tenemos quién nos vea y a quién hacerle el semaforazo que muestre cómo estamos viviendo. Hoy estuvimos en la radio abierta que siempre hacemos todos los grupos, marchamos con el resto de los sectores para sostener la unidad, y una vez terminado, decidimos venirnos vinimos al Obelisco donde hicimos el cierre de la jornada”.
No fue el único hecho creativo.
Tampoco el único hecho distinto o nuevo. La lógica de estos tiempos invita a enlazar, conectar, unir reclamos y luchas, crear lo diferente, inesperado y operativo.

El “hecho fortuito”
En el “palacio” legislativo la sesión para tratar el financiamiento universitario y la situación del Garrahan tuvo quórum pero finalmente cayó en medio de otro papelón generalizado, del que siempre suele resultar que las medidas que serían positivas para la sociedad, quedan relegadas.
En la calle, previo a la convocatoria de las organizaciones de jubilados, hubo dos movidas para seguir haciendo ruido: trabajadorxs de prensa, por un lado; y de las artes escénicas, por el otro; que luego se enlazaron dándole mayor músculo a la movilización tradicional de los miércoles.
“El momento es ahora”. Eso decía la convocatoria de trabajadorxs de prensa, fotógrafxs y comunicadorxs que realizaron en la Plaza Congreso una acción performática colectiva, autoconvocada y apartidaria para denunciar el cierre de la investigación interna de Gendarmería Nacional sobre el ataque al fotorreportero Pablo Grillo, herido por un proyectil de gas lacrimógeno disparado a su cabeza por el cabo Héctor Guerrero que lo dejó al borde de la muerte.

Gendarmería determinó que fue un «hecho fortuito» y responsabilizó al joven por estar parado en la línea de fuego. Según esta lógica, el responsable del casi homicidio de Pablo Grillo sería… Pablo Grillo.
«Basta de ataques a la prensa», fue el grito de una ronda gigante reunida alrededor de una pintada con la consigna «FUE BULLRICH», entre cámaras, cascos y máscaras desparramadas, para reflejar que la prensa está siendo silenciada a golpes. Tadeo tiene 32 años, es fotógrafo desde los 20 y fue uno de los que participó del encuentro. “Cerraron el caso sin investigar, cuando hay pruebas contundentes de que hubo alevosía y un intento de dañar de las fuerzas de Bullrich. Por eso entendimos que más allá de replicar en las redes, debíamos estar en la calle haciendo acciones concretas. Hay que unirnos, enlazarnos distintos actores sociales para construir una alternativa a la realidad actual”.

Entre la caca y el crimen
Emiliano es el hermano de Pablo Grillo y le dice a lavaca: “No sorprende para nada la decisión de Gendarmería, de hecho era algo que estaba esperando. Tuvo que haber un allanamiento en la GNA para incautar lo que el juzgado ya venía pidiendo hace rato, entonces si se tuvo que llegar a esa instancia es porque algo estaban encubriendo. Da muestra de que construyeron un relato, el mismo relato que dijo Bullrich, Adorni, que el cabo Guerrero actuó en forma a lo que le ordenaron y que Pablo estaba ahí porque tenía ganas. Obviamente que da bronca e impotencia, pero tengo la certeza de que más tarde o más temprano habrá justicia y la van a terminar pagando, aunque no creo que Bulrrich, porque es difícil que lleguemos tan alto y ella tiene varios cadáveres encima”.

Agrega: “Esta semana quedó clara la distinta vara de la Justicia. Mandan a la cárcel a una piba por una contravención municipal (en referencia a la concejala del kirchnerismo Eva Mieri, por participar en el ataque con caca a la casa del diputado libertario José Luis Espert), para eso la Justicia actúa rapidísimo pero al cabo Guerrero ni siquiera lo llamaron a indagatoria”.
Actor frustrado en presidencia
Trabajadorxs de las artes escénicas se juntaron en la puerta del cine Gaumont a las dos de la tarde para marchar hacia el Congreso, pedir que se trate la derogación del decreto 345/25 que le quita autarquía al Instituto Nacional del Teatro y provocaría su desmantelamiento si sigue vigente. “Es nuestra escena, es nacional, la defendemos porque es nuestra identidad”, cantaron mientras avanzaban a puro golpe de redoblante hacia un Congreso vallado en plena sesión. Al llegar el canto fue: “Qué vergüenza, qué vergüenza, ser un actor frustrado y ocupar la presidencia”.

Con el edificio legislativo de fondo y detrás de la bandera del Festival Teatral ENTRÁ —que se llevará a cabo del 3 al 9 de julio para visibilizar la crisis del sector de la cultura y defender al INT— leyeron al unísono un texto escrito por el dramaturgo Mauricio Kartun:
“Vení, mirá, discutí, escuchá. La Ley Nacional de Teatro le cambió la cara a la escena nacional, la hizo crecer. Se hizo escuchar. Asombrosa, preciosa Escena Nacional. Vení. Escuchá. Nuestra escena reclama la derogación ya. Somos muchos, somos miles que encontramos allí nuestra vocación, nuestra profesión, nuestro medio de expresión. Hoy, esta camándula siniestra que tenemos de gobierno lo desmantela. Son 70 años de lucha. Somos muchas generaciones solicitando, pensando, proponiendo, peleando. Del libre mercado no nos sorprende. De Sturzenegger tampoco; de Milei, menos. Es propio de su naturaleza fanática. Pero que haya allí gente de teatro que ponga la cara, que lo sostenga con su acción o con su falta de reacción, es deplorable. Leonardo Cifelli (secretario de Cultura) y cada uno de los funcionarios cómplices”.
Y termina con: “Te lo digo yo. La asombrosa y preciosa Escena Nacional”.
El grupo, unido y entusiasta, llegó frente al Congreso y una vez finalizada la acción, dijo en el altavoz: “Nos sumamos a lxs Jubiladxs, escuchemos la radio abierta”.
Lo mismo hicieron lxs trabajadores de prensa.
Y las luchas quedaron imbricadas.
Hasta ser solo una.

El poder a la imaginación
Lo creativo no estuvo solo en la acción colectiva, sino también en la imaginación individual.
Juan Manuel tiene 64 años y una inventiva sin techo. Cada miércoles camina solo, por toda la manifestación, mostrando carteles distintos, según los temas de cada semana. Esta vez redactó prolijamente:
“Tirarle soretes a Espert no es delito, sólo es redundante”.
E incluso una frase de Macbeth: “Te colocaremos, como a los monstruos raros, ante una barraca y debajo escribiremos, ¡aquí puede verse el tirano!”.
Sobre su proceso de creación, dirá: “El cerebro rumia aún dormido y así salen las frases”.
Otro ejemplo: “Estamos viviendo una distopía sin sentido, vivimos en un delirio con un presidente cómico; el problema es que no es chiste”.

¿Quién es responsable del casi asesinato de Pablo Grillo, fotógrafo que sigue recuperándose tras haber sido atacado por un proyectil de gas disparado a su cabeza? La respuesta desde el aire, en esta acción colectiva organizada para no olvidar.
Otro que trajo varios carteles es “El nono de Boedo”, como firma cada uno de las decenas que tiene. Algunos están colgados en su bicicleta:
–¿Sabés cómo se saca el óxido de la parrilla? No votando gobiernos de mierda.
–Que hoy no seas jubilado es cuestión de tiempo; que no me entiendas es cuestión de empatía.
–Cuando te digan que bajaron las ventas, no les creas. En menos de una semana se vendieron muchos diputados.
–Si el presidente que vos votaste te dice que el peso ($) es un excremento; tu salario es una cagada.
–Clarín hace más daño que el paco.
Jorge, el Nono de Boedo, cuenta que se despierta seguido a la madrugada con una idea para el cartel y no puede esperar a la mañana; se levanta, va a la cocina y escribe: “Es un estado de ánimo. A veces son carteles que muestran más bronca, otros de más esperanzas, aun en este momento donde gana la desilusión y en el que hay tanto odio. Por eso yo hice el cartel de Clarín, y se lo discuto a cualquiera. El paco hace mucho daño, incluso me toca familiarmente, pero con asistencia podés recuperarte; del odio no te recuperás más, el odio labura permanentemente, y entra a tu casa todos los días”.

Panorama junto al Obelisco, por la marcha de jubilados hacia allí.
Verónica como Tarzán
Acaba de empezar julio, y las jubiladas y jubilados fueron homenajeados con el aumento de 1,5% (menos de 5 mil pesos), que lleva el haber mínimo a $379.295. Verónica es pensionada y viene “del barrio más olvidado de la ciudad de Buenos Aires”; hace un respiro, y suelta: “De Constitución”. Explica que viene “a pata” y que está cansada, pero no de caminar.
Lleva un cartel: “El aumento es una burla; traidores”. Explica la bronca, y la burla: “No me alcanza ni para ir a comprar a la Salada. Cobro y a los pocos días me quedo como Tarzán, en bolas y a los gritos”, cuenta en criollo.
No llega a los 300 mil pesos, y una sola medicación para una afección a los pulmones le cuesta 120 mil. Se pregunta, nos pregunta, te pregunta: “¿Qué hago? Si me compro el remedio, me cago de hambre; y si compro comida, me agarra un ataque de asma que me manda al cementerio. No se puede concebir la vida así”.

Rubén conforma el Movimiento Activo de Trabajadores y Jubilados, una de las 14 organizaciones que hoy integran la Mesa que lucha por un aumento en el haber mínimo, la suba del bono congelado de 70 mil pesos, el retorno de la moratoria previsional y la gratuidad de todos los remedios. Analiza los pro y los contra de haber ganado la plaza y marchar libremente ahí, pero al mismo tiempo estar vallados, sin que la gente los vea: “Nos encierran y nos impiden estar en la puerta del Anexo del Congreso, sobre Avenida Rivadavia. Pero no sólo podemos verlo de una forma negativa: nos dejan afuera porque tienen miedo de que sigamos haciendo lo mismo y saben que ya no nos pueden reprimir, porque aumentan nuestra capacidad de visibilización, transformando nuestro espacio en algo mucho más grande, y hoy se vio reflejado en muchos sectores que vinieron a acompañarnos”.
–¿Cómo sigue la historia?
–Hasta ahora, todas estas luchas están atomizadas, pero empiezan a darse cuenta de que no pueden resolver el problema por separado. Por eso, apuntamos a hacer una gran marcha el 16 de julio, de Congreso a Plaza de Mayo, entre todos los sectores en lucha. Las 14 organizaciones de jubilados aspiramos a constituir un organismo más dinámico, completo, con muchas más creatividades, que logre una verdadera marcha masiva y de unidad. Si lo logramos, siento que puede representar una bisagra”.
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Educación: ADN y velas para resistir en la calle

Por Francisco Pandolfi
Desde que empieza a hablar, Micaela tarda menos de un minuto en empezar a hacerlo a través de esos ojos oscuros que primero lloran por la universidad pública.
Que después pasarán a tener rabia, por el desguace de la universidad pública.
Y que luego contagiarán fuerza, por el futuro de la universidad pública.
Esos ojos simbolizan lo que está pasando con la educación superior, que este jueves y viernes continúa con su plan de lucha: paro de 48 horas y diferentes actividades; actos y movilizaciones en todas las ciudades del país donde funcionan universidades públicas.

¿Qué está en juego? La aprobación de la ley de financiamiento universitario que incluye “salarios dignos para todos los trabajadores del sistema”, la actualización de becas para estudiantes y la asignación de “recursos mínimos e indispensables” para garantizar el funcionamiento institucional”. La convocatoria fue impulsada en conjunto por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), los gremios del Frente Sindical de Universidades Nacionales y la Federación Universitaria Argentina (FUA).
En la ciudad de Buenos Aires, a la mañana se hizo un abrazo simbólico al Hospital de Clínicas para denunciar los bajos salarios y un presupuesto para el funcionamiento de los hospitales universitarios que no fue actualizado en los últimos 13 meses. Por la tarde, se realizó una marcha de antorchas con el lema “Prendete a defender la Universidad Pública”, desde la Plaza Houssay (ubicada entre las facultades de Economía, Medicina y Odontología de la Universidad de Buenos Aires) hacia el Palacio Pizzurno, donde se emplaza la actual Secretaría –ex ministerio– de Educación nacional.

Acá está Micaela Rueda, con una vela en la mano, con esos ojos que dicen tanto y sus 28 años. Es Licenciada en Relaciones de Trabajo de la UBA, donde se recibió en 2021. Continúa estudiando –ahora un curso, gratuito– en la misma facultad. “Me sigo forjando, me sigo especializando”, dice orgullosa. No se golpea el pecho con las manos pero sí con las palabras. Entra en un subibaja de emociones. “Me genera un dolor ver a la universidad así, con docentes que desde hace un año y medio tienen que buscar otros trabajos porque no les alcanza, ni aunque hagan un montón de horas. Se rompen el lomo e igual no llegan”. La contrapartida: “Me genera tanta emoción vernos de nuevo en las calles, contra un gobierno del que no podés esperar nada, si hasta se rió de chico autista”.

Plantea una duda y una certeza: “No sé a dónde vamos a parar, pero estoy segura que la única manera de frenarlo es acá”.
Pese al frío hay cuatro cuadras atiborradas de personas, banderas, sindicatos, centro de estudiantes, docentes, estudiantes, autoconvocadxs.
Se canta para amainar los 9 grados de sensación térmica que entre la masa se disimulan bien. “Traigan al gorila de Milei, para que vea, que este pueblo no cambia de idea, pelea y pelea por la educación”.
Otro tema que suena en loop y al ritmo de “llegando está el carnaval”: “Si el presupuesto no está, qué quilombo que se va armar”, en referencia al reclamo sobre el proyecto de ley de financiamiento educativo universitario presentado el pasado 28 de mayo ante el Congreso de la Nación, y que busca garantizar los fondos necesarios para el funcionamiento del sistema universitario y científico con un aumento progresivo que alcance el 1.5% del PBI en 2031. Hoy, según denunció la comunidad educativa, lo destinado a inversión en educación superior es el 0,45 % del PBI.

Aunque aún no está confirmado, las autoridades universitarias esperan que el miércoles 2 de julio en Diputados se trate la iniciativa, que además plantea que los docentes y no-docentes recuperen el poder adquisitivo tomando como base la inflación acumulada desde diciembre de 2023. Cabe recordar que en septiembre de 2024 el Senado sancionó la Ley de Financiamiento Universitario, pero veinte días después fue vetada por el presidente de la Nación Javier Milei.
Entre velas en vasos de plásticos y botellas cortadas, se llega a la puerta de la secretaría de Educación, a cargo del poco conocido Carlos Torrendell (55 años, porteño, doctor en Ciencias de la Educación; egresado en la Universidad Católica de Chile). Se hace un acto breve y concreto. Hablan representantes de la Conadu, la Conadu Histórica y CTERA-UTE. Dicen: “Le decimos al secretario de Educación que estamos vivos, aunque nos quieran muertos. Y les exigimos a ustedes, funcionarios que no funcionan, paritarias ya, progresivas y con buena fe. Hace un año la ministra Pettovello nos dijo que si en una semana no obtenía la plata para empatar nuestros salarios con la inflación, que saliéramos a la calle. Hace un año perdíamos un 40% con la inflación, hoy hay salarios que pierden un 91%. A la crueldad de este gobierno y su ajuste salvaje, seguiremos respondiendo con la pedagogía de la ternura y del amor, y con nuestro ADN: estar en la calle, de pie, y luchando”.

Acá, el objeto que se repite es la vela, encendida, alumbrando el futuro. Y la palabra que se repite –arriba y debajo del escenario– y que ensombrece el presente es “deterioro”.
Mercedes y Martín son docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y hablan con lavaca.
Mercedes: “Estamos asistiendo a un deterioro permanente en todas las universidades y en todo sentido. En las condiciones en las que trabajamos docentes, en las condiciones en las que estudian las y los estudiantes, y también en las condiciones en las que se produce conocimiento e investigación”.
Martín: “No es solo un reclamo salarial, justo y necesario porque el deterioro es muy grande, sino que es imposible sostener lo cotidiano, repercute en el propio mantenimiento de los edificios, en los servicios de luz, de gas. La agresión y el deterioro es muy importante”.

¿En qué perciben ese deterioro en lo diario?
Mercedes: Las facultades necesitan un presupuesto para mantener los edificios, los salarios, la limpieza y el presupuesto no se actualiza desde hace un año y medio. Todo el sistema está sufriendo mucho, y cuando las universidades sufren en términos de su infraestructura y docentes, los pibes y las pibas también porque hay menos recursos para becas, para iniciación en las vocaciones científicas, para desarrollar actividades de extensión; la formación se resiente, es un círculo vicioso, lejos de ser virtuoso.
Martín: Las facultades tienen que estar limpias, los baños son algo elemental. Los artículos de limpieza aumentan y las empresas que limpian también, en un 50, 60%. Mientras que a las facultades se les asignó un 0% de incremento. Eso se refleja cuando los estudiantes van a los baños y no hay papel higiénico, lo que desalienta a estar en la facultad. Además, en verano debemos restringir el uso de ventiladores por el gasto, y ahora en invierno pasa lo mismo con las calderas.
Mercedes: Lo mismo ocurre con el mantenimiento de los ascensores, que necesitan un service mensual por seguridad. Para pagar eso debemos sacar plata de otro lado, que no hay. Tapamos un agujero y destapamos otro. En el medio, nuestro salario que cada vez representa menos. En este año y medio perdimos más el 50% de nuestro poder adquisitivo.
Martín: Perdimos la mitad del ingreso, o un poco más. En la docencia existen muchas categorías, pero por ejemplo los ayudantes, que muchos son doctorados y sostienen cada comisión de trabajos prácticos que es la base sobre la que se asientan las cátedras, no llegan a los 200 mil pesos.
Mercedes tiene 57 años y desde hace 36 da clases en la Universidad de Buenos Aires. Martín dice que tiene “algunos años más que ella” y que está en la docencia desde 1978. “La educación es nuestra vida, nuestra identidad, y estamos acá para defenderla”, dicen, con el acto terminado y una vela prendida llamada esperanza.

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