Mu204
Arminera 2025: stand up minero
Organizada por la Cámara Argentina de Empresas Mineras, una exposición internacional reunió en La Rural a empresas y gobiernos en sus stands, sin comunidades ni trabajadores, para hablar sobre el desarrollo del sector con un RIGI, que no les resulta suficiente. Sus estrategias para un supuesto progreso: lavarse la cara frente a la sociedad, más mercado, menos Estado, más plata. Y menos puestos de trabajo. Winners, cianuro, robots y rulos. Por Francisco Pandolfi.

Acá los intervalos no son intervalos, ni descansos, ni unos minutos para ir al baño.
Los intervalos son break.
Acá a un panel no se lo llama así, como suena: “panel”, sin tilde porque la palabra es aguda y no termina en “n”, “s” ni vocal. En este confín minero se le llama pánel. Con tilde en la a.
En la á.
Acá hay páneles que se desarrollan íntegramente en inglés. Y hay un cartel en la puerta que dice bienvenidos y bienvenidas (¡hasta dónde llegaron las conquistas feministas/lingüísticas!) y al lado dice Welcome y vuelve a decir Welcome.
Porque no alcanza con una sola vez.
Acá es el complejo de la Sociedad Rural donde del 20 al 22 de mayo se realizó Arminera 2025, la exposición internacional de Minería Argentina organizada por la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM).
Acá el ingreso lleva a la zona de acreditaciones, en un pabellón llamado José Alfredo Martínez de Hoz, que recuerda automáticamente al ministro de Economía de la dictadura entre 1976 y 1981, y a sus premonitorias políticas neoliberales (liberación de precios, congelamiento de salarios, privatizaciones, aumento explosivo de la deuda externa) y a su padre homónimo, que presidió la Sociedad Rural a fines de los 40.
Acá se entra al predio con valijas –con rueditas– y hablando en otro idioma.
Hay mucho zapato y poca zapatilla. Hay lustre reciente. Hay sobredosis de taco ancho y taco aguja. Hay puro trajes en varones. Y brillo en mujeres.
Acá hay un pánel de “Transparencia y sustentabilidad de la industria minera”, donde modera un periodista (Martín Hazan) que lleva una gorrita bien canchera y dice que el desarrollo de la minería por el que todos tenemos un gran entusiasmo –lo dice así, en plural y generalizando–, no podrá plasmarse si la sociedad no visualiza que las empresas son transparentes y se respetan los derechos humanos de los trabajadores y de las comunidades.
Dice eso ante un congreso en el que no hay trabajadores como los que él menciona, ni comunidades.

Winners & Loosers
Lo que sigue no es ficción: el primer concurso sobre gestión de la biodiversidad en la industria minera. En criollo: una lavada (y cepillada y enjuagada) de cara entre las propias empresas.
Ganfeng Lithium (a cargo del Proyecto Mariana, en el Salar de Llullaillaco, Salta) se jacta del monitoreo y preservación de flamencos andinos. Glencore (Proyecto MARA –Minera Agua Rica-Alumbrera– que prevé producir en Catamarca más de 200.000 toneladas anuales de cobre durante 70 años) se jacta de la reforestación de botaderos y escombreras de la zona explotada. Su oficial de Medio Ambiente, Edgar Alderete puede cometer un sincericidio entre gente amiga: “El compromiso es ayudar a que el medio se vaya reconstituyendo, sin comprometerlo más de lo que ya lo hemos hecho”.
Mientras tanto, en la primera fila un señor con traje de alta gama escucha un audio de whatsapp como si estuviese solo.
Sigue el pánel.
La corporación Vicuña –integrada por las megamineras Lundin Mining y BHP– comanda el proyecto en la reserva de biósfera San Guillermo, San Juan. Se jacta de la translocación de dos especies de fauna silvestre: el tucu tucu y las lagartijas, en un ambiente donde explotarán el cobre.
Hablan de rescate.
La gente aplaude.
Y aplaude más cuando en el video que muestran con orgullo aparece una lagartija con el número 113 en blanco, pintado como con liquid paper.
De la primera fila sale un gemido desde un celular. El resto mira al dueño con ojos inquisidores.
Sigue el pánel.
La última participante: EXAR (empresa argentina conformada por Ganfeng Lithium, Lithium Argentina y Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado, productora de carbonato de litio). Se jacta de haber instalado un laboratorio de semillas para la restauración de la zona afectada.
Hay algo común en las ponencias: se menciona varias veces la palabra cianuro (contaminante usado en la industria), pero ninguna vez se habla de agua, de montaña, de tierra.
¿The winner is?
Proyecto MARA.
Se aplauden entre ellos, sonríen entre ellos y se sacan fotos entre ellos.
MARA se erige en Andalgalá, Catamarca, donde la asamblea El Algarrobo resiste a la megaminería desde 2009. Allí ya han extraído todo lo que había de Bajo Alumbrera, y se supone que venía la etapa de remediación ambiental. José Colica es ingeniero agrónomo y le dice a MU:
“De una superficie de 4.000 hectáreas, como máximo revegetaron 100, el 2,5% de la superficie impactada. Plantan tipo terraza sobre algunas escombreras con especies que no son autóctonas. No pusieron algarrobos, retamos cardones, los árboles originales de la cuenca. Además, lo están haciendo sin riego, por lo que la supervivencia es muy relativa. Si hubiesen querido hacer una restauración ambiental tendrían que haber tapado los open pit (cráteres a cielo abierto) que se utilizan para la extracción de minerales. Al contrario, dejaron dos lagos con agua ácida, no apta para ningún tipo de vida –salvo algunas bacterias– y enterraron todo tipo de basura y chatarra. Devastaron 4.000 hectáreas, las hicieron pedazos, y muchos animales que habitaban ya no están más. El premio que les dan es un sello de goma por hacer lobby, porque lo habrán pagado, porque todas las empresas y los gobiernos hacen lobby. Todo es una pantomima”.
Acá terminan los páneles de la mañana y se escucha el tintineo de copas. De repente, aparece un ejército de mujeres con bandejas repletas de empanadas, que vienen y van, sin parar, durante media hora. Hay de carne, jamón y queso, pollo y humita. “Voy por la número doce”, dice uno de traje, en un círculo de otros cinco hombres de negocios. Agarra una más, de carne. “Son las mejores”, dice.
Y tiene razón.
Acá el almuerzo viene con postre: un marquise de chocolate. Una señora agarra una porción, da el primer mordisco y ve pasar otra bandeja. Con la boca llena del bocado inicial, le ordena a (quien parece) su esposo: “Ezequiel, traeme uno más, mi vida”.
Acá hay mucho varón con corbata. Mucha mujer con pollera y colgantes ostentosos. Y mucha escarapela, de todo tipo. Las hay tradicionales, redondas, en tamaño moneda; pero también del doble y del triple de diámetro, como si fuera un rosal. Las hay en cintas, chiquitas, pertinentes. Las hay que parecen bufandas, enormes, ordinarias. Y hasta las hay con perlas y dijes en el medio, extravagantes, con el celeste y blanco fuera de foco.
Termina el break tras el lunch y retoman los páneles.

RIGI & Sponsors
Se viene un plato fuerte: El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) y la industria minera: necesidad de un régimen previsible y permanente.
Pispeo los nombres y acá tampoco habrá voz del territorio. Sí, por ejemplo, hay representantes de los dos estudios de abogados más grandes del país (Marval O’Farrell & Mairal y Bruchou & Funes de Rioja), ambos vinculados al gobierno nacional y tildados de haber pergeñado grandes tramos de la llamada Ley Bases.
Contexto: el RIGI es un programa estratégico aprobado por la Ley Bases en 2024 para atraer inversiones de gran escala. El incentivo enorme –para las enormes empresas transnacionales– es a 30 años, sin ninguna articulación con el entramado productivo nacional. Y con beneficios nunca antes vistos: reducción de la alícuota de ganancias del 35% al 25%; retenciones cero a las exportaciones que surjan de las inversiones, arancel cero a la importación de maquinarias y bienes de capital. Todo esto sin condiciones a cambio ni un requisito de compre nacional.
Arranca el pánel y parece que no les alcanza el RIGI. Quieren más.
Celebran “quitar al Estado del medio en las decisiones cotidianas”, “la libre importación y exportación”, “la eliminación de prohibiciones”. Dicen que “es fantástico”, que son “optimistas”, pero marcan la cancha: “Quizá haya algún ingrediente para agregar de forma tal que quienes desarrollen sus modelos financieros e inviertan el monto requerido (mínimo 200 millones de dólares), no se vean perjudicados por la incorporación de cargas impositivas provinciales”. Agregan: “Cuando hacemos la comparativa con otros países, no son demasiados los incentivos, está habiendo algunas demoras, hay cuestiones para hacer al RIGI más amigable”.
Break.
Acá la gente aprovecha y sale un par de minutos del auditorio principal. Unos charlan sobre paddle; otras aprovechan para arrimarse al stand de la revista estadounidense Forbes, especializada en finanzas y negocios (top) de todo el mundo; otros para sacarse fotos con un cartel gigante de fondo que muestra los sponsors de este congreso. En la gráfica están divididos según quienes pusieron más dinero o influencia o vaya a saber qué. En orden decreciente: sponsors diamante, sponsors platino, sponsors oro, sponsors plata, sponsors bronce y sponsors adherente. Uno de los sponsors diamante es la argentina YPF. Su nombre está en el cuello de todas las personas al figurar en las cintas que sostienen las acreditaciones. A quienes no la llevan puesta, las obligan a colgarlas. El presidente de YPF se llama Horacio Marín y suele repetir una frase como un mantra para hablar de su principal objetivo: “Ganar plata, minuto a minuto”.
Fin del break.

RULOS & Caras limpias
Otro pánel: “Tendencias actuales en el otorgamiento y mantenimiento de derechos mineros y permisos ambientales”. Participan el ministro y el secretario de gestión de Minería de San Juan, Juan Pablo Perea y Roberto Moreno; el Director de Minería de Mendoza, Jerónimo Shantal; y Marcelo Olivares, abogado chileno, especializado en asesoría en recursos naturales.
Arranca el chileno. Se queja de trabas para aprobar los permisos ambientales. “Es un nudo gordiano”, refunfuña. “Es una ciencia llamada permisología, un defecto evidente”, dice, y le echa la culpa a “la política”.
La señora que está a mi lado anota en un diminuto cuaderno y me mira contenta con lo que escucha decir al chileno, que agrega: “Cuando llamó a que lo votaran, el presidente Boric prometió que su gobierno iba a ser ecologista. Yo tenía el pelo liso, pero cuando dijo eso me quedó el pelo así”.
Señala su cabello enrulado; la señora de al lado lanza una carcajada y me mira gozosa de lo que escucha decir al chileno.
El chileno agrega: “También es muy complejo el relacionamiento comunitario. Necesitamos acercarnos a las comunidades originarias y hacerles ver que son parte de la atmósfera minera, invitarlas a que empujen del carro de la victoria, cuestión que no es fácil porque lo miran a uno con temor y sospecha. Y hay un por qué: mucho tiempo la minería actuó solo con el objetivo de generar ganancias, sin ver a la comunidad que estaba al lado”.
Al lado, la señora ahora me mira incrédula. Al auditorio todo lo envuelve un silencio incómodo. El chileno lo nota.
Aclara (como si no oscureciera): “Estoy hablando de Chile, específicamente”.
El chileno agrega: “Las comunidades se dieron cuenta de que tenían derechos y reclamaron. Ahora estamos tratando de limpiar nuestra mala prensa haciéndole ver a las comunidades que ellas son parte de esto. Algunas empresas siguen siendo mal vistas porque en algún momento nuestra industria lo hizo mal, como los caballos en el hipódromo que van hacia adelante, solo pensando en la utilidad. Pareciera que estoy haciendo una prédica política, diciéndoles ‘vayan a las comunidades’, pero no, lo hago desde una mirada económica: si queremos sacar adelante un proyecto debe haber un relacionamiento. Si somos capaces de mostrarnos con cara limpia, la comunidad va a estar con nosotros. Sé que puede sonar un poquito mercantilista, pero nos conviene”.
La señora de al lado deja de anotar. Me mira indignada y mueve la cabeza de un lado al otro, en desaprobación al chileno.
El chileno no dice nada más.
El ministro de Minería de San Juan dice que es muy creyente y cita un pasaje bíblico: “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Nosotros tenemos que cuidar y tutelar los intereses ambientales de los sanjuaninos y velar por el desarrollo sustentable”. El director de Minería de Mendoza presume haber iniciado una reforma del código minero que consiguió que la comunidad volviera a creer: “Significó la licencia social que tanto necesitamos como Estado y como empresas”.
Lo dice así, con ambos del mismo lado del mostrador.
Celebra: “La Legislatura ya aprobó 34 proyectos mineros y 27 ingresarán próximamente. Uno, ya explorado y prefactibilizado es el San Jorge en Uspallata, que presentó un nuevo informe de impacto ambiental y está siendo evaluado con resultados muy positivos. Las condiciones están dadas: la comunidad ha entendido que tenemos que hacer minería en Mendoza”.
Nora Moyano, de la Asamblea de las Heras por el Agua Pura de Mendoza e histórica militante contra la megaminería, ejerce ane MU su derecho a réplica:
“Se aprobaron los proyectos porque la Legislatura se convirtió en una escribanía. Lo que no es cierto es que haya licencia social. La ley provincial 7722 prohíbe el uso de sustancias químicas tóxicas como cianuro, mercurio y ácido sulfúrico en la minería metalífera. Pero la Corte Suprema determinó que es inconstitucional el artículo donde prohibía ‘otras sustancias tóxicas similares’. Ante esto, podrán usar sustancias peligrosísimas para separar la roca de los minerales, como el xantato, la poliacrilamida, el isobutil, el carbinol. Es gravísimo. Así que de ninguna manera hay licencia social, no sólo en las comunidades sino tampoco en las instituciones de salud”.
Sobre lo político: “Al gobernador (Alfredo) Cornejo no le interesa destruir la cordillera y pasarla por una sopa química. Además es un saqueo económico: por la ley de inversiones mineras, a Mendoza le queda el 3% de retenciones, pero al deducir los beneficios que las empresas tienen desde el menemismo, nos queda menos del 1%”.

Robots & Vacíos
Acá los cientos de stands de la feria más importante de minería en Argentina se emplazan sobre gigantes pabellones. Hay revistas y newsletter, indumentaria, repuestos para maquinarias, soluciones para ingeniería y topografía, últimas tecnologías en filtros, válvulas, mangueras industriales, fortificación de túneles, camionetas, excavadoras, grúas, etcétera, etcétera.
Acá hasta hay un robot caminando, saludando a la gente que pasea entre cubículos.
Acá hay stands de doce gobiernos provinciales: Santa Cruz, Río Negro, Neuquén, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta, Jujuy, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires. También hay delegaciones de 16 países. Latinoamericanos (Brasil, Chile, Perú), norteamericanos (Estados Unidos, Canadá), europeos (Alemania, Francia, España, Suiza, Finlandia, Croacia, Países Bajos, Polonia), oceánicos (Australia), asiáticos (China, Singapur).
Al stand de China, a diferencia del resto, pasa el tiempo y no se acerca nadie. Tres hombres chinos de traje no hablan español. Una china sí, es la traductora.
¿A qué atribuyen el vacío? ¿Repercute lo mal que habla de ustedes el presidente?
No sé. Ayer algunos vinieron. Pero es verdad que les escuché decir a varios que pasaban por al lado, que los productos chinos no tienen buena calidad.
Acá hay un lugar donde venden comidas: una medialuna, 3 mil, un té 5 mil, un tostado 18 mil pesos. El resto, mejor ni preguntar.
Acá ni en los páneles (hubo más de 100 charlas y conferencias) ni en ningún stand (más de 400 expositores) se habla de megaminería. El mega, acá, no existe (salvo en los megaprecios del bar).
Acá cae la tarde del tercer y último día de Arminera. En las mesas tapizadas de las empresas empiezan a aparecer copas, masitas finas, bon o bones, sandwiches de miga, cerveza, chocolates, picadas top y hasta champagne. En los stand de las compañías, se brinda. En los stands de los gobiernos provinciales, en cambio, solo circula el mate.
El paralelismo con el saqueo al que alude Nora Moyano es inevitable.
Un diálogo irrumpe la atmósfera calma de la feria.
–Es una vergüenza. Están enfermos con la prensa, nos tienen odio.
Quien lo dice es un periodista de la agencia de noticias Informar. Muestra un video grabado minutos atrás. Trabajadores de la empresa multinacional Secco –que brinda servicios y productos para la minería, con stand en Arminera– lograron ingresar a La Rural a reclamar por una veintena de despidos. El periodista –que pide reserva de su nombre– grabó la secuencia hasta que desde el Comité Organizador lo intimaron a dejar de grabar. “Vino Ezequiel Gorbarán, gerente de Proyecto de Arminera –hijo de Fernando Gorbarán, el CEO de Messe Frankfurt, empresa que montó la feria– a increparme, a decirme que no use el material, y que fuera a hablar con la empresa Secco para tener la otra campana. Eso hice, pero nadie me quiso contestar”.
En la puerta del predio Juan José Luis, uno de los despedidos, le dice a MU:
“Hace un año empezaron los primeros despidos y hoy ya somos 21. Buscamos el diálogo con la empresa, con el gobierno de Buenos Aires, con el ministerio de Trabajo, pero no funcionó. Atacan directo a los afiliados a la Fetera (Federación de los Trabajadores de Energía Eléctrica de la Argentina) y a la CTA. Por ejemplo, echaron a un delegado, a dos exdelegados, a mí que trabajaba en prensa. Secco es una empresa multinacional con 3.000 empleados sólo en Argentina, que opera en Chile, Brasil, Uruguay, que se está expandiendo y desde hace un tiempo ingresó en el negocio del litio alquilándoles a las empresas mineras los motogeneradores para dar energía eléctrica. Nosotros vemos otra realidad: una empresa que está flexibilizando y echando a los trabajadores”.
En el stand de Secco hay dos trabajadores que esperan que alguien les venga a consultar por sus servicios y no sobre despidos.
–Nosotros no tenemos nada que ver. Andá a que te lo diga el gerente que está allá –y hacen una mueca hacia la izquierda.
Ese gerente dirá, sin dar su nombre:
–Te voy a decir una sola cosa, y nada más –mientras, uno de sus laderos también de traje mira fijo la credencial con mi nombre y apellido; no mira a los ojos, nunca, solo se queda mirando el nombre y el apellido–. A esas personas se les terminó el contrato –dice, aunque las personas despedidas sean de planta permanente y no contratadas.
Salgo de La Rural.
Camino por la avenida Sarmiento hasta Plaza Italia cuando llega un mensaje por whatsapp. Es Juan José:
“Despidieron 5 compañeros más”.
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