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Circuito Cultural Barracas: los hijos de Anita y Mirko
El Circuito lleva casi 30 años de teatro comunitario y sostiene una obra con más de 80 vecinos en escena que es un exitazo y a la vez una fiesta. Su fundador, Ricardo Talento, dejó la impronta de seguir tramando creación, arte y vínculos barriales, sumando a una juventud que arma su propio camino después de heredar ese tesoro: una política del hacer. Por Luis Zarranz.

La cosa es así:
Es lunes, el día va pasando de moda en el Circuito Cultural Barracas, universo de uno de los primeros grupos de teatro comunitario del país –el año que viene celebra 30 años–. No está por comenzar una función de El casamiento de Anita y Mirko, su obra emblemática, pero en un rato hay ensayo de los jóvenes nacidos y criados en los alrededores de esta experiencia.
Antes del ensayo improvisamos una ronda con parte del equipo que coordina el espacio (Corina Buzquiazo, Mariela Brodiano, Néstor López, Patricio Torras, Malena Lema, Tomás López Brodiano y Teo Escobar) para, entre otros temas, charlar sobre lo que implica gestionar un espacio comunitario en esta época y cómo incorporar en esa tarea a las nuevas generaciones.
Malena, Tomás y Teo son veinteañeros que forman parte del Circuito desde que tienen uso de razón. Empezaron a venir con sus mapadres desde muy chiquitxs. Desde hace un tiempo asumieron mayores responsabilidades, en un diálogo e intercambio intergeneracional que enriquece a todxs.
Hay un mate que va pasando de manos y hay un grabador que dice REC:
“Llevar una tarea como esta y que se pueda sostener a lo largo del tiempo ya es revolucionario, en un momento donde todo es inmediatez. Pero lo importante es asumir que no somos una isla, sino un archipiélago que genera un territorio de posibilidades”, arranca Néstor López, uno de los fundadores del espacio, para romper el hielo.
Sigue Corina, otra de las fundadoras del Circuito: “Atravesamos un tiempo donde está muy presente el individualismo y el sálvese quien pueda, además de algo que muchas veces no se pondera: disponer de tiempo para poder participar. Hay gente que dice ‘me encantaría’, pero sobre todo la franja etaria de entre 30 y 40 años tiene que sumarse trabajos para llegar a fin de mes y no tiene mucho tiempo. Pero tenemos la fuerza de lo comunitario y treinta años de recorrido”.
Mariana Brodiano, también partícipe necesaria de la creación del Circuito: “Siempre hay distintas oleadas de individualismo, pero ahora realmente hay una lógica de lo mío: mis ganas y mi necesidad, en desmedro de lo colectivo. No es que los espacios de teatro comunitario no valoricemos lo personal, por supuesto está, pero en función de lo colectivo”.
Miro el grabador. Van menos de dos minutos de charla y ya emergieron algunos de los conceptos que caracterizan la experiencia del teatro comunitario: el hacer con otros como un territorio de posibilidades, el tiempo como un valor, lo colectivo.
Paradigmas que disputan sentido con las lógicas del mercado.
Ya hablaremos del hecho teatral en sí mismo como la vigencia de El Casamiento de Anita y Mirko, la obra que es un éxito de taquilla desde su estreno, hace casi veinticinco años. Pero antes el diálogo recorre una arista urgente con forma de pregunta: ¿Cómo sostenerse? ¿Y cómo hacerlo en una época en la que la crueldad y la concepción del otro como un enemigo parecen estar de moda?
Y en el medio el Estado, abandonando todo hecho cultural transformador.
Sigue Mariana: “No tenemos ningún apoyo del Estado nacional. Entonces, de alguna manera nos hemos vuelto productores de funciones del Casamiento para poder subsistir. Nuestro proyecto es de arte y transformación social, siempre se sostuvo con un 50% de ingresos propios y la otra mitad de apoyos. Y ahora el apoyo no llega al 10%, gracias a la Ley de Mecenazgo de la Ciudad”.

Presos del éxito
Teatro comunitario significa una confabulación en la que vecinas, vecinos, familias enteras, se juntan para pergeñar, inventar cómo actuar, crear y funcionar en una obra también de impronta colectiva, lo cual implica estudios, ensayos, organización, gestión, luces, coreografías, música y canto, interpretación y todos los etcéteras que todo eso conlleva. Y al hacerlo, están juntos, proyectan, imaginan, se divierten, y se refuerzan las relaciones, la trama comunitaria, la vida.
El Casamiento de Anita y Mirko es la invitación a un casamiento. El público, ya en la cola esperando para entrar, funciona como los invitados a esa fiesta en la que además se come y se bebe, y las “familias” casamenteras se acercan desde ese momento para saludar, sacarse fotos y conversar con la gente ya como parte de la obra. La ficción empieza en la calle, sigue puertas adentro, y se transforma en una realidad de alegría e intercambio presenciando las peripecias de un casamiento que terminará convirtiéndose en decenas de casamientos.
La obra tiene una vigencia tal que ya están agotadas todas las entradas para este 2025. Ya superaron las 600 representaciones en 2023 y van a paso firme hacia las 700. Las reservas funcionan con casi seis meses de anticipación. Para un grupo de teatro comunitario ese es un enorme desafío, no solo para sostener la obra en medio de los avatares de los vecinos/as actores, sino por lo que implica quedar atrapados del éxito de taquilla.
Ahora es Patricio el que toma la voz: “En el medio hay mucha fuerza de los vecinos participantes del Circuito. En distintos momentos, las y los vecinos tienden a juntarse y a hacer. Entonces generan esto, un espacio de construcción”.
Corina: “Llenamos las funciones porque el público también valora lo artístico, que está siempre muy cuidado por nosotros. La gente viene a ver un espectáculo que tiene calidad. Algunas personas nos dicen ‘es la quinta vez que vengo’ o ‘vengo todos los años’. Ahí es donde se genera el hecho artístico, que es una preocupación constante”.
Patricio retoma la idea de gestión, pero no la piensa como la gestión de recursos, sino de lo humano: “Acá hay mucho de gestionar los vínculos, lo que le pasa a cada compañero/a. Cuándo viene, cuándo deja de venir, cuándo puede, cuándo no puede. Ese laburo de gestión es un trabajo que se hace artesanalmente y cotidianamente y es lo que permite que el proyecto funcione y trascienda”.
Néstor: “Por ejemplo, en el Casamiento es tan importante lo que pasa antes, en la preparación del hecho, que en la función. Entonces el tema es cómo se hace esa tarea vincular que después repercute en el espectáculo. Y ocurre en la función porque antes hubo ese trabajo colectivo”.
Talento eterno
El 1º de septiembre de 2024 el teatro comunitario, la cultura y hasta el mundo de las ideas tuvieron una pérdida irreparable: el fallecimiento de Ricardo Talento, fundador y director general del Circuito, y uno de los impulsores del teatro comunitario en Argentina. Al dolor que generó su enfermedad y partida se sumaron múltiples desafíos, entre ellos sostener, propalar y profundizar su inmenso legado. En ese casi año durísimo también hizo mella lo que siempre preocupó y ocupó a Talento: retransmitir los saberes, sobre todo a jóvenes, para que se irradien y el proyecto continúe en el tiempo.
Talento. El apellido perfecto.
Dice Corina: “Siempre fue muy generoso en la retransmisión de saberes, lo que fue un empoderamiento para todos”.
De a poco fueron involucrándose cada vez más y a recibir y transmitir esos saberes, en el hacer, en diálogo con quienes impulsaron el Circuito. Señoras y señores: con ustedes la célebre intergeneracionalidad que caracteriza al teatro comunitario.
Nuevo ramal
Con ese deseo de potenciar el espacio y abrir nuevas tramas constituyeron lo que denominaron “Ramal CCB”, un espacio integrado por casi veinte jóvenes, primero de investigación y creación musical, y luego también teatral. Un ramal para ramificar y potenciar la experiencia del Circuito. Un colectivo dentro del colectivo.
Tomás: “Nosotros crecimos con la lógica del Circuito porque venimos desde que nacimos. Cualquier persona que estuvo aquí, en algún momento nos cruzó, nos conoce. De golpe nos encontramos con que había pocos jóvenes y sentimos que la manera de cambiarlo era creando un espacio que nos convoque”.
Teo cuenta sobre una evolución: “Al principio éramos tres, después cuatro, después vinieron dos personas de Villa Crespo, y después se fue sumando más gente. Y el desafío fue retransmitir el conocimiento que nosotros habíamos ido aprendiendo, principalmente los valores que mamamos acá en el Circuito”.
Malena: “Y arrancamos de esa manera, experimentando diversos lenguajes artísticos que pudieran enriquecer a todo el espacio, entonces lo que hacemos va teniendo un sentido para el Circuito también”.
Tomás: “Apareció el nombre de ‘Ramal CCB’, porque en esta zona de la ciudad no hay subte, el tren queda lejos, pero pasan muchos colectivos con diversos ramales. Así que nosotros somos un ramal de este colectivo. La puesta de escena que estamos trabajando, justamente, es con un colectivo de fondo, hablando desde nuestra perspectiva a los individualismos de época”.
Dato de juventud: en el año 2001 ninguno había nacido.
Malena: “Ahora estamos armando las diferentes narrativas del espectáculo. Son perspectivas de nuestra generación a distintos fenómenos de época”.
Dice Patricio: “La pregunta para nosotros era: ¿cómo construimos con las nuevas generaciones esta experiencia que lleva 30 años? Haciendo. Ricardo decía que los melones se acomodan con el carro andando. La decisión de dar cabida a este proyecto va en esa lógica: hagamos y acomodemos, hagamos, reflexionemos, revisemos, hagamos, reflexionemos, revisemos, hagamos”.
Frente a esa política del hacer, Mariana acota: “Se genera algo totalmente virtuoso con el diálogo entre distintas generaciones, que es algo poco frecuente en el resto de la sociedad”.
Patricio va de nuevo: “En el hacer vamos a contracorriente de diversas lógicas que ubican a los jóvenes como una amenaza. O sea, esta noción de lo intergeneracional no es un capricho, sino todo lo contrario: es romper esa lógica de estratificación”.
Néstor: “Todo saber es transferible y se corporiza cuando lo puedo pasar a otro. Ahí es donde ese saber toma una forma”.
Corina: “Claro, si no es así, se da una desproporción de los que ‘saben’”.
La cadena que no ata
El REC sigue nutriéndose de voces y de ideas. Patricio: “Hay una anécdota de Ricardo que para mí es paradigmática y me marcó mucho. Una vez nos frenó porque estábamos descargando un micro y cada persona llevaba una cosa. ‘Paren, paren: compañeros, hay que hacer una cadena’, dijo. Claro, más allá de bajar un instrumento o una utilería, había algo ahí de la tarea colectiva, aunque no fuera algo artístico”. La cadena permitía que todos trabajaran menos, que lo hicieran articuladamente con el resto, y que el micro se descargase más rápida y fácilmente.
Néstor: “Eso después, naturalmente se aplica en lo artístico para romper también la asimetría entre la obra y quienes la reciben, para generar complicidad, un diálogo: comunicación”.
Tomás: “Por eso apostamos a esa manera de construir: porque vemos cómo funciona y es genuina y empática”.
Lugar en el mundo
El sábado 23 de agosto, el Circuito Cultural Barracas reestrenó su espectáculo No es lo que parece en el que, niñxs y jóvenes, en complicidad con adultxs, señalan con su mirada, no el bien, ni el mal sino algo diferente:
“Como pasa en los espejos
Entre la imagen real y su reflejo
Hay cosas que parecen ser…
Parecen… pero son otra cosa…”.
Con treinta años de recorrido en el teatro comunitario, les consulto por los desafíos que abre esa cifra redonda para lo que viene, para lo que es y para lo que parece ser:
Tomás: “Ese contexto sería un lindo momento para presentar algo terminado del ‘Ramal CCB’, donde se expresen lenguajes teatrales y musicales con un hilo narrativo. Pero, además, consolidar el espacio, que se siga sumando gente y se involucre en el Circuito”.
Mariana: “Un desafío muy grande es la continuidad, pero es algo permanente. Y en este momento lo que nos ocupa como cuestión futura es la sede. Venimos cargando sobre nuestras espaldas hace un montón de tiempo el hecho de que en abril de 2027 se termina el contrato de alquiler de nuestro espacio, y el dueño no quiere renovar. Quiere vender el lugar y nosotros no lo podemos comprar”.
Tomás: “Creo que es muy importante que la gente que conoce el Circuito, que alguna vez vino a ver algo o que sabe de nuestra labor, conozca esta situación”.
Agrega Corina: “Desde la creatividad, creo que de alguna manera le vamos a encontrar la vuelta, pero necesitamos el apoyo, por eso la necesidad de formar redes, de sostener y fortalecer la Red de Amigos del Circuito (una herramienta de apoyo económico) y de continuar con este proyecto transformador”.
Mariana: “Sabemos, porque Ricardo lo decía siempre, que el Circuito no es el espacio físico sino mucho más, pero también es nuestro lugar, por eso queremos sostenerlo”.
Corina: “Nuestro arraigo con este lugar es histórico. Hemos bautizado como Ricardo Talento a la plazoleta que está ubicada acá enfrente, (en Iriarte al 2100, entre Vieytes y San Antonio, Barracas), con el apoyo de vecinos, comerciantes, asociaciones civiles y colectivos culturales. Hemos presentado proyectos a la Legislatura para que se pueda formalizar”.
Patricio: “Por eso, siempre es importante tener claro que cuando hablamos de cambiar el mundo hablamos de una construcción, no de un enunciado. No es una frase: es una apuesta cotidiana”.
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