Mu206
Mapumundi: Lefxaru Nawel y la situación mapuche
Ciudadano argentino de nacionalidad mapuche, werken (vocero) de la comunidad, abogado, profesor universitario, rockero y papá, entre otras cosas. Fue uno de los detenidos hace pocas semanas por reclamar que se cumplan las leyes. Su mirada sobre el gobierno de las corporaciones, Occidente, los cascarudos, el racismo y el odio, el progreso, el fracking, la pobreza, el agua, Vaca Muerta, la democracia y algunos datos sobre las utopías y el futuro. Por Sergio Ciancaglini.

Unos seres blindados con cascos, escudos, escopetas y borceguíes, se acercan a otros seres pertrechados con vinchas, ponchos y una extraña idea: no consideran que deban ser serviles, domados ni resignados, y se escuchan junto a la casa de gobierno, gritos y detonaciones mientras los efectivos (?) blindados siguen pegándoles en el piso a hombres mayores, zamarreando y castigando mujeres y a menores de edad, y cuando otras mujeres intentan ayudar a las capturadas los blindados las empujan, las agreden, las provocan, mientras un hombre de poncho se acerca para intentar liberar a una joven de esos seres con manoplas antidisturbios con nudillos reforzados, pero al hombre lo sacuden y le apuntan específicamente a la cabeza y por la espalda, conducta heredada al menos desde que en 2007 le reventaron el cráneo –también por la espalda– al docente Carlos Fuentealba, pero esta vez el efectivo (?) no alcanza a descargar el arma en medio de la confusión y los otros blindados detienen a la joven y a un total de 18 personas, una de ellas menor de edad, que manifestaban pacíficamente en reclamo de otra de sus extrañas pretensiones –que se cumplan la leyes y la Constitución– cuando dos de los detenidos, Lefxaru y Umaw, son obligados a sentarse en el piso con los brazos esposados a sus espaldas como delincuentes rodeados de policías, y les toman una foto que permite que un diario porteño que alguna vez creyó ser nacional tenga su tapa del día siguiente (21 de julio) mostrando a ambos con un título revelador de cierto fracking cognitivo: “Otra vez los mapuches”.
Esposado, vigilado, en el momento de esa foto Lefxaru está por hacer y decir algo.
Rock & power
Lefxaru Nawel (Lautaro Nahuel según el DNI) nació en 1987. Su mamá Noemí era empleada en el Poder Judicial. Su papá Jorge era tornero y hace mucho es logko (autoridad y referente) de la Confederación Mapuche de Neuquén. Jorge, 62 años, es quien intentó liberar a la joven de los policías, poniendo su propia cabeza en la mira policial.
Lef no habla inmerso en el yo o el ego: los mapuche no usan las prótesis autorreferenciales que impregnan estos tiempos selfies. Cuenta las cosas con una voz cultivada en otro ecosistema mental: “Vivíamos en el oeste de la ciudad, la zona más pobre. En la primaria y secundaria más de la mitad de los chicos y chicas éramos mapuche. Las mujeres de la comunidad dijeron: ‘además de la escuela, los pibes tienen que estar en contacto con su identidad’. Armaron de la nada un centro cultural. Enseñaban alfarería, a trabajar en el telar, y aprendíamos allí también nuestra historia y el idioma mapuche que es el mapudungun. El telar y la alfarería no eran lo mío, y por suerte hay grandes artistas en la comunidad. Lo que sí aprendí fue el idioma y la historia, como le pasó a muchísima gente mapuche. Pero además ese centro era un espacio de encuentro para nosotros casi todas las tardes y fines de semana, eso era una alegría”.
Si viajásemos a los 90, podríamos ver a un Lef de 10 años de edad, a su familia, sus amigos y amigas, a la comunidad entera desde abuelos hasta bebés, parando el gasoducto de Loma la Lata o recuperando tierras que intentaban quitarles pese a lo que dictaban la Constitución y los tratados internacionales firmados por el país como reconocimiento a los pueblos indígenas.
Si el viaje fuese 15 años atrás veríamos a Lef como werken (vocero) mapuche, organizando con su hermano y colega Umaw y varios compinches tomas y luchas: la palabra “lucha” anda a veces malversada, pero para la comunidad es un ejercicio territorial y físico permanente, no una metáfora, una expresión de deseos o un emoji.
Además, los veríamos creando una experiencia asombrosa, Puel Kona (guerreros del este), un conjunto que hace música que puede tejer rock con ska, reggae, cumbia, chamamé o con toda la diversidad latina y folklórica o no del alimento orejístico de quienes dinamitaron muchos prejuicios. Teclados, batería, guitarra, saxo y trompeta se mezclan con instrumentos tan sonoros como sus nombres: xuxuka, kulxug, xompe, pivika. Umaw (que además es periodista) explica que nada de esto es música étnica: “Ni de ninguna de las etiquetas de la industria. Lo nuestro es rock mapuche, no somos indiecitos tocando la guitarra. Te venden culturalmente la imagen del indio derrotado, triste, borracho o artesano. Tampoco somos una caricatura con plumas, poncho y sikus. La realidad es distinta: tomamos nuestros instrumentos, luego los del rock, decimos lo que queremos decir, y podemos hacer un ska en mapudungun, y temas en castellano con una diversidad de instrumentos, musicalidades, idiomas, para que se difunda el mensaje”.
En algunos geriátricos se supone que el rock podría estar colonizándoles la cultura. Amaru, otro de los integrantes de la banda: “A los referentes mayores les pareció algo bueno y positivo. Si tenés el apoyo de tu gente, lo que opinen los demás no interesa”. Podría planearse que son ellos los que se adueñan y recrean el rock y otros estilos, y no al revés: “Es que somos parte de un pueblo vivo”. Una vez en el escenario lo suyo no es una ceremonia: es una fiesta. “Siempre muy arriba: mucho power”. El poder, en el idioma que se quiera, atraviesa toda esta historia.
Su primer disco fue producido y grabado por Goy Ogalde, de Karamelo Santo, y tiene un tema ilustrativo: Clandestino.
“Clandestino en tu propia tierra.
Extranjero en tu propio origen.
Es nacer y ya estar condenados,
existir, pero ser invisibles”.
Cuando Lef lo escribió tal vez no sabía que esa letra sobre lo mapuche podría terminar siendo aplicada a una creciente porción de integrantes de la tribu argentina. Puel Kona no apoya la causa mapuche: es la causa mapuche. “O una partecita”, dice Lef, que jamás pierde de vista el todo. Fueron teloneros en los dos descomunales shows de Roger Waters en el Estadio Único de La Plata (2018) ante 50.000 personas cada vez y, cuando la irrealidad nacional y neuquina lo permiten, salen a recorrer con sus recitales power las comarcas a las que los invitan. Acaban de difundir el tercero de sus discos, Weftun, que se puede escuchar en las redes y muestra que este viaje de Puel Kona no apunta para atrás sino al futuro.


10.000 personas apoyando a los mapuche. Umaw y Lef esposados en el piso por la policía, por reclamar que se cumplan las normas constituciones y legales de reconocimiento a las comunidades.
El doctor y las promesas
Otro salto en la vida: Lef estudió Derecho. “En un momento dejé, me parecía una farsa, y me concentré en aprender cada vez más el idioma, pero finalmente por el impulso de la comunidad que fue muy importante para mí, retomé la carrera y me recibí”. Es abogado de la Confederación e integra el Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas dedicado principalmente a las causas de los pueblos patagónicos mapuche y mapuche-tehuelche, en el que trabaja con apoyo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Es profesor de Derecho Indígena en la universidad.
¿Cuál es el conflicto que esta vez desató la represión, con Lef y Umaw esposados y detenidos? Explicación breve: “Nos despojaron hace 140 años de las tierras fértiles para mandarnos a las áridas, pero ahora esas son las tierras codiciadas por el modelo y las corporaciones. La historia es circular”. Tanto el Estado argentino como el neuquino reconocieron el derecho mapuche. Un interesante libro de autoría colectiva llamado Constitución Nacional, artículo 75, inciso 17, plantea entre otras cosas “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios”, garantizar el respeto a su identidad y “la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan”.
Otro volumen, la Constitución de Neuquén (2006) va más allá. Asume la preexistencia indígena “como parte inescindible de la identidad e idiosincrasia provincial”. Anuncia que reconocerá la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que no serán enajenables, “asegurará su participación en la gestión de sus recursos naturales y demás intereses que los afecten, y promoverá acciones positivas a su favor” (políticos, petroleras y policías podrían estar padeciendo dificultades en comprensión de texto). En ambas constituciones se habla de “propiedad comunitaria”, que no es “propiedad privada” y que implica un uso para la vida, no para el mercado. Lef: “Yo vivo en el Lof Newen Mapu. Si un día me voy a vivir a otro lado no puedo vender la casa como si fuese mía. Queda para la comunidad, para otra familia”.
Para materializar ese reconocimiento constitucional se estableció la necesidad de hacer un relevamiento de las tierras para otorgar la personería jurídica a las diferentes comunidades, hecho que en varios casos se ha concretado, y en otros sigue pendiente. Las cuatro comunidades que reclamaban ante la gobernación neuquina son Newen Kura (Rincón de los Sauces), Fvta Xayen (paraje Tratayén, Añelo), Kelv Kura (Portezuelo) y Ragilew Cárdenas (Picún Leufú) que arrastran la situación desde 2013 cuando la Corte Suprema de Justicia ordenó a Neuquén regularizar el reconocimiento y entregarles las personerías. “Fue un fallo importante pero los gobiernos se negaron a aplicarlo y solo buscaron entorpecer la aplicación de este derecho” relata Lef.
Para que cada quien elija dónde está la violencia: “En 2023 se aprobó la ley provincial de consulta previa, libre e informada a las comunidades indígenas con personería jurídica y se puso un plazo para el registro de las que faltaban. La provincia no cumplió, por lo que en 2024 seguimos reclamando con acciones directas. En septiembre de ese año, el gobierno firmó un acta de compromiso de reconocimiento legal a las comunidades en un plazo de dos semanas. Tampoco lo cumplió. Semanas atrás, se comprometió en un acta a dar una respuesta en cinco días. Y otra vez lo mismo, siendo que tenemos todos los requisitos cumplidos: esa nueva mentira no fue admitida por las comunidades que definimos encadenarnos a la gobernación. Lo que falta es que el gobernador firme el decreto, pero no quiere hacerlo, porque entregar la personería obliga a que ante cualquier proyecto que involucre las tierras indígenas, se debe consultar y contar con la aprobación comunitaria”.
El reclamo duró cuatro días. Lo que se pedía es cumplir con la Constitución, las leyes, el fallo de la Corte Suprema y el cúmulo de acuerdos y promesas de la propia provincia, pero la gestión encabezada por Rolando Figueroa mandó como respuesta al Grupo Especial de Operaciones Policiales a atacar a la comunidad mapuche.
Lef, capturado y esposado, hizo dos cosas.
Mientras la policía seguía pegando y persiguiendo, cantó a capela Cinco siglos igual, de León Gieco, tema que habla de soledad, ruinas, soberbia, mentiras, lealtades, tumbas, sueños del mal, tinieblas, flores, revoluciones, e informa: “Y aunque muchos no están, nunca nadie pensó besarte los pies”.
Luego ante un teléfono que le acercaron Lef brindó la clave de la situación: “Esta es la respuesta del gobernador a la lucha histórica del pueblo mapuche, a la entrega de las personerías jurídicas que tienen fallo de la Corte Suprema y todos los requisitos reunidos. Este es el blindaje a las petroleras por parte de Figueroa que es ni más ni menos que un bufón de las empresas. Por eso a toda la gente que apoya a Figueroa, manifiéstense a favor del pueblo mapuche. Que nos dé las personerías jurídicas. Que cumplan los relevamientos. Que cumplan con los estudios de impacto ambiental y que no perforen el (lago) Mari Menuco. Mientras estuvimos acá estos días, hubo 10 sismos en la zona de Añelo (centro urbano del área de fracking para extraer petróleo y gas de Vaca Muerta, actividad que provoca los sismos). (Horacio) Marín de YPF, y Tecpetrol (del grupo Techint encabezado por Paolo Rocca) son responsables de todo lo que está pasando. Están matando la tierra, apaleando la tierra y así apalean a los que la defendemos”.
La policía lo levantó del piso para llevárselo. Lef alcanzó a decir “marici wew”. Significa “diez veces venceremos”. Mientras lo trasladaban a la cárcel la gente reunida cantaba: “El pueblo mapuche vive, la lucha sigue y sigue”. Los ex medios de comunicación podrían conservar el título “otra vez los mapuches” porque promete seguir funcionando.

Teoría cascaruda
Pasaron cuatro horas en la cárcel con las preocupaciones al revés: “Adentro estábamos preocupados por cómo estaría la gente afuera, nuestras familias. Aquí se usó la misma estrategia que en Buenos Aires: atacar primero a quienes registraban la represión para que dejaran de filmar. Después siguió la cacería, incluso contra personas que pasaban por ahí. Hemos visto a los gendarmes y demás integrantes de estos grupos y ninguno tiene la pupila sana cuando están ahí. El que me había agarrado y me aplastaba la cabeza contra el suelo con la rodilla me dice ‘quedate tranquilo’. Y yo le respondí: ‘Quedate tranquilo vos, que te tiemblan las manos’. Re alterados estaban. Vamos a presentarnos judicialmente contra el abuso policial en el operativo”.
La policía actuó contra 60 personas que se manifestaban. Al día siguiente hubo una reunión en la ruka (casa) de la CMN que no dio abasto para 300 personas. Una semana después una marcha en Neuquén capital en apoyo a la comunidad reunió a 10.000 personas, una de las mayores de los últimos tiempos. “Sentimos mucho apoyo. Hay odio y racismo que se transmiten más que nada por las redes y los medios, pero no en la convivencia. Y hasta algunos que te atacan, después te ven en la verdulería y vienen a saludarte”.
Días más tarde otra comunidad mapuche, Lof Kaxipayiñ, de la zona de Loma la Lata, alertó la llegada de las petroleras y la policía. Nótese la mesura del comunicado que firmó el logko David Cuerqui: “Queremos manifestar total desconformidad por carecer de información, de consulta previa libre e informada como lo establece la Ley 3401 de la provincia del Neuquén y el Convenio 169 de la OIT y por tratarse de lugar sagrado para la comunidad tal como se lo anticipamos a YPF en reiteradas oportunidades. En tal sentido y para evitar futuros conflictos solicitamos a los organismos de control de la provincia del Neuquén y de YPF S.A. se establezca un espacio de diálogo para analizar de qué trata su proyecto y la garantía de no afectación a nuestra vida comunitaria, salud y seguridad”.
El logko pide diálogo. “Eso es lo que no quieren las petroleras. Saben que la razón está de nuestro lado y no tienen argumentos para debatir en serio” describe Lef. “Por eso nunca nos invitan a mesas ni a paneles sobre estos temas. Saben que no pueden discutirnos”. Si los mapuche no pueden participar, hacerse oír, escuchar, exponer sus razones, solo queda el prejuicio contra ellos.
“Estamos en un gobierno de corporaciones. El caso de Marín en YPF es una demostración, trabajó siempre para Paolo Rocca, Techint y Tecpetrol. Las empresas escribieron el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) y tenés hasta al futuro embajador o los militares norteamericanos diciendo qué quieren que hagamos. Ya hay ni enmascaramiento”.
Un hallazgo: “Con todo el furor de El Eternauta, yo decía que Milei y Patricia Bullrich no son los que deciden o gobiernan. Son los cascarudos. La democracia está controlada por los sectores de poder que se aseguran negocios por décadas apoyados por los medios. Es un pacto extractivista que no es cuestionado por la política, ni siquiera por los más audaces de los periodistas famosos, digamos. Son debates vedados. Por eso nos pasa que no estamos muy enfocados en discutir la última barbaridad que diga Milei sino el plan económico que hay atrás, que es lo que realmente nos está jodiendo la vida”.
El gordo y el flaco
¿Qué sería el pacto extractivista? “Desde el gordo Dan hasta Pedro Rosemblat te dicen que hay que usar los recursos naturales, como si la agenda fuera usarlos o no. Es un falso debate. Lo que proponemos discutir es para qué y para quién usás esos recursos, quién decide y cómo los vas a usar. No es una discusión ambiental solamente, que es con lo que quieren bajarle el precio. Es una discusión económica, de soberanía y sobre todo de proyección. Porque si vos contaminás el agua del lago Mari Menuco que abastece a toda la ciudad de Neuquén, como quieren hacer metiendo 400 pozos incluso bajo el agua, no tenés alternativa productiva pero tampoco de vida, porque no va a haber agua”.
En estos temas no se percibe la grieta: “Hay una situación de continuidad. Nosotros nos hemos plantado contra el acuerdo con Chevron, y todos estos años hemos confrontado con los proyectos apoyados por todos los oficialismos. El peronismo se victimiza, ‘no somos lo mismo que la derecha’. No se trata de eso, sino de cuestionar qué modelo de país estás planteando cuando hablás de Vaca Muerta, del litio, de la megaminería, poniendo siempre adelante a las empresas para que revienten el agua. Me hace acordar a Mad Max, la película donde la gente iba con los tachitos buscando que les dieran gotas de agua. Esto lo planteamos hace mucho y ahora hay una profundización que nadie discute. No es igual que gobierne la ultraderecha o el peronismo que tiene una idea de distribución de la renta. Eso no lo minimizo porque puede ser la diferencia entre que mucha gente coma o no. Pero es preocupante que las fuerzas que tienen posibilidad de gobernar tengan una actitud de entreguismo y servilismo, pensando que esa es la única forma de relacionarnos”.
Preexistentes a Marx
La idea: si lo propio es valioso, ¿por qué no hacerlo valer? “Un caso que discutimos es el de las regalías. La propia Constitución neuquina plantea que deben ser usadas para buscar modelos energéticos alternativos, cosa que jamás se hizo”. Un caso llamativo es el de Noruega, potencia petrolera que cobra el 78% de regalías, entre ocho y diez veces más de lo que cobra Argentina (que tiende a dejar de cobrar hasta limosnas para que haya más inversiones extranjeras). Con esos fondos y lo que recauda la empresa estatal, el pueblo originario vikingo acumuló un descomunal fondo de pensiones con el que surfea las crisis del neoliberalismo. “Lo que hacen aquí con los recursos es como quemar tu casa para cobrar el seguro porque no tenés plata: vivís 6 meses, y te terminás quedando sin la plata y sin la casa”.
Explica Lef: “Dicen que Neuquén es la provincia con más ingreso per cápita, pero no dicen que es la más endeudada del país, con pobreza, desocupación cada vez más altas (segunda en la Patagonia), es imposible alquilar, no hay gas, o es carísimo. En las escuelas nos contaban el gran ausentismo de chicos que se enferman porque las familias para calentarse queman basura, que es lo único que les queda. ¿De qué progreso hablan? Ese modelo no es solo de Milei, es de las empresas apoyadas por toda clase de gobiernos incluido el peronismo. No se debate el extractivismo ni tampoco el alcance de la democracia y la partidocracia que plantean elegir un gobierno, cosa que es fundamental, pero se olvidan de todos los derechos”.
Conviene aclarar que ese razonamiento no es de izquierda partidaria. Alguna vez Umaw planteó a MU: “No existimos para ellos, toman al pueblo mapuche como parte de la clase obrera, pero para nosotros no es así: somos un pueblo preexistente al Estado y también al marxismo”. Esto tampoco significa hostilidad, sino que los mapuches tienen la actitud de pensar por su cuenta, cosa que suele sorprender ingratamente a quienes los miran desde arriba.
Datos sobre la utopía
Diagnóstico de Lef: “Occidente entró en la etapa del fin del cinismo y está mostrando su verdadero rostro. Te dicen en la cara lo que quieren, y no puede ser que eso no nos interpele. En Argentina hay una élite blanca porteño-centrista y pro-norteamericana que nos ha llevado a creer que lo único que hay que hacer es conseguir inversiones. Lo han hecho todo el tiempo y seguimos siempre igual o peor, en una realidad de mezquindad, empobrecimiento y miseria humana”.
¿Y entonces? “Los que estamos cuestionando al extractivismo tenemos que corrernos del ‘noísmo’, de decir solamente no, para animarnos a plantear debates. No alcanza con un discurso autocomplaciente que nos haga valorar nuestras propias palabras como quien se mira al espejo, sin cuestionar lo que se está haciendo. Capaz que alguno tiene una forma mejor, pero nosotros buscamos eso”.
¿Por ejemplo? “Teníamos la fantasía de que con las redes se iba a pluralizar el pensamiento, y pasa lo contrario. Frente a ese cinismo y la crueldad, reivindicamos la solidaridad de la comunidad no como un planteo ingenuo sino como una construcción práctica y cotidiana”.
Los mapuche usan las redes y la comunicación, pero no quieren ser usados por ellas. “Queremos salir de la situación de supervivencia y plantear de qué manera queremos vivir un proyecto político que represente el küme felen, el buen vivir pensado como una manera de relacionarse con la naturaleza que no sea destructiva y que permita una proyección de vida. Donde haya participación en la gestión de los recursos y los bienes y las decisiones. Somos ciudadanos argentinos de nacionalidad mapuche. No somos el problema, somos parte de la solución. El pueblo argentino, como nosotros, sufrió un genocidio, pero las propuestas políticas siempre son elegir el mal menor, vivir dentro del neoliberalismo, resignarnos. Un pueblo resignado es un pueblo muerto. Necesitamos otros modos de existir si queremos un futuro”.
Enumeración de posibilidades: “No nos va a salvar la oposición, no nos va a salvar el Congreso ni Comodoro Py, ni Clarín y TN. Lo que tenemos que defender con toda la fuerza es nuestro derecho, con la verdad por delante pero también poniendo el cuerpo y la energía no solamente en resistir esta realidad difícil, sino en proyectarnos”. Defiende algo que llama “la renovación de las utopías”. Pero en modo mapuche todo tiene otro significado. La utopía es por definición el no lugar, el lugar ideal, pero que no existe. En este caso las utopías se refieren a lugares y territorios concretos. Y a acciones: “El desafío es unir las luchas y desde abajo plantear alternativas que realmente cuestionen lo que está pasando”.
Cachetes y planes
A Lef la sonrisa se le abre al infinito al hablar de donde vive, en la periferia de Neuquén: el lof Newen Mapu (energía de la tierra, o tal vez la tierra de la energía). “Ustedes vinieron y conocieron esto cuando no había nada. Hemos construido mucho, con una potencia enorme y mucha fuerza. Nuestros hijos se crían aquí. Mi hija Liq se crio aquí y ya es una mapuche que nació en un territorio libre”.
Liq tiene dos años, una mirada que está tratando de comprender al mundo, y cachetes XL. Lef me cuenta cómo la comunidad Kaxipayiñ logró echar por segunda vez a YPF, dejando que realice tareas de mantenimiento, pero impidiendo que intenten convertir al embalse Mari Menuco en un colador de contaminación.
Me habla de Weftun, el disco de Puel Kona con canciones dedicadas al agua y las semillas sin venenos, a lo plurinacional y a ese enigma llamado amor. El nombre del disco reúne en una palabra muchas cosas: resistencia ante los problemas, pero también reconstrucción, personal y colectiva. Frente a la descomposición, recomposición y revitalización. Frente a lo pasivo, lo activo. La noción de recuperar el poder de proyectar y de hacer. Y una idea que sobrevuela todo el álbum: renacer. Seguirá la conversación mucho más allá, pero más acá Lef aclara: “Por eso hay algo que está en nuestra cosmovisión: frente a los planes de muerte, los planes de vida”.
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