Nota
Alé Alé: la cena del día después
Esta crónica se escribe con la panza llena. Y con la alegría de ver la alegría de 30 trabajadores trabajando a restorán también lleno. La Cena Del Día Después fue un éxito. Hasta la gente que le tocaba hacer la cola de espera estaba contenta.
Ya a las 21, el horario pactado de la “cena solidaria”, el restorán explotaba. Los más osados arrancaban con las ensaladas; los otros guardaban sillas para más gente y comentaban con los mozos de turno: “¡No, si no dormí!”
Los Alé Alé atendieron sin parar, sin dejar de sonreír y sin dormir.. Apenas se fueron a pegar un baño y saludar a sus familias a sus casas, muchas de ellas en la provincia. Pero el cansancio no se notó: al contrario.
La previa
lavaca llegó a las 19 para conversar con cocineros, parrilleros, mozos y encargados antes de la oleada de gente. La convocatoria del día anterior aseguraba el apoyo de hoy: si la gente se había bancado una noche en la calle con perspectiva de represión, ¿cómo no iba a acercarse a comer y brindar?
La lluvia pasajera y el ventarrón que sacudió la tarde parecieron una metáfora de lo que se insinuó ayer, y del sol que asoma ahora: “La calma que viene después de la tormenta”, dice un mozo mientras acomoda los cubiertos. Así se vive el ambiente en el restorán previo a la cena.
Las mesas vacías todavía, menos dos del medio: hay una transmisión en vivo del programa deportivo de Radio Esplendid. La situación es casi absurda: están hablando de los goles que se perdió San Lorenzo mientras el parillero acomoda los choris y el resto de los trabajadores se apronta. Está también, sentado ahí, el Pampa Biaggio, mítico delantero azulgrana. Está claro: cualquier excusa es válida para acompañar.
Lecciones de ayer: hay lugar para todos.
La trasnoche
Gabriel, cocinero de ensaladas, se hace a un costado para hablar. Sus compañeros lo miran asomándose desde la cocina, sonriendo. Gabriel – rozando los 30 años, 4 en Alé Alé- asegura que esperan mucha gente. “Ayer éramos como 400”, dice orgulloso. “Pero pensamos que no zafábamos”.
Sobre la 1 de la madrugada, Federico Tornarelli, presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados, decía lo mismo: “A esta altura necesitamos un milagro”. Gabriel, pasada la tormenta, da vuelta el sentido místico: “Gracias a dios la Metropolitana no vino”.
Desde la esquina de Estado de Israel y Rocamora, Gabriel señala: “Nosotros estábamos trabajando y de pronto, tipo 12 de la noche, vino acá en frente un camión a dejar vallados. Nos pareció sospechoso. Entonces llamamos a la comisaría y un policía amigo nos dijo que sí, que era para nosotros. Que ellos iban a hacer el vallado y la Metropolitana iba a desalojar”.
El domingo es un día de trabajo fuerte para el restorán. “Había gente, pero cerramos más temprano y esperamos que se vayan. Ahí empezamos a acomodar las mesas contra la ventana – relata Gabriel- y llamamos periodistas, canales, compañeros de otras cooperativas, vecinos. Gracias a dios vinieron todos”.
A la 1 de la mañana el vallado cortaba Estado de Israel, Rocamora y Guardia Vieja, con custodia federal. “La policía decía que no estaba informada, que tipo 7 u 8 de la mañana podían venir a desalojar. Nosotros pensamos que la Metropolitana podía caer en cualquier momento”.
Desde las 12 empezaron a asomarse vecinos a los balcones, luego bajaban, más tarde se fue acoplando mucha más gente. Para las 2, calcula Gabriel, ya había 400 personas, número que se mantuvo hasta las 8 de la mañana.
En los vallados, en determinado momento se impedía que pasara más gente: la viveza criolla pudo más. (Las malas lenguas dicen que también ayudó la tensa relación Federal – Metropolitana). Los que la tuvieron complicada fueron los canales de tevé: algunos pasaron temprano, pero la mayoría se tuvo que pelear con la policía para tirar los cables del otro lado. La gente ayudó a que pasen las cámaras y los periodistas retenidos, para garantizar la difusión. En cierto momento de la noche, rondando las 3, la sentencia federal fue: “Pasen, pero el que sale no puede volver a entrar”. El manejo patovica del espacio público parece una gentileza en estos casos.
Los trabajadores convidaban con gaseosas a los que se iban juntando, y para los que se quedaron hasta la madrugada organizaron un desayuno dentro del restorán. En el medio, improvisaron una conferencia de prensa, cubierta por todos los canales, en la que reclamaron un tiempo prudente para dejar ese local y buscar otro apropiado, para no discontinuar los puestos de trabajo; mientras tanto, y repitiendo una propuesta desoída por los dueños del inmueble, propusieron pagar el alquiler del local.
“Gracias a dios la Metropolitana no vino”, dice Gabriel, pero entiende que los verdaderos dioses son todas las personas que acompañaron ayer y hoy, y los artilugios que permitieron darle resonancia al reclamo y la propuesta de los trabajadores. “A las 8 de la mañana, cuando sacaron el vallado, dijimos ´ya está´”.
Gabriel aclara, sin intención de que a nadie le caiga mal el asado de hoy: “Por ahora”.
El vaciamiento
Fabiana y Micaela trabajan en la sala de juegos de Alé Alé, ahí donde los padres depositan a sus hijos para permitirse una comida más relajada.
Fabiana y Micaela son paladines de la paciencia, pero hoy tienen cara de asustadas: “Me asusté mucho – dice Fabiana mientras limpia el salón-. Había un hombre que contó que una vez en una fábrica eran 5 mil personas y la policía desalojó igual. Me asusté más”. Fabiana reclama formas más optimistas de transmitir las experiencias.
Fabiana es parte de los 28 asociados a la cooperativa, la única mujer. “Me llevo mucho mejor que antes”, dice por sus compañeros, pero igual es difícil, son muy machistas los chicos… – ríe- Yo los entiendo… Igual ayer me dijeron “che, flaca (a mí me dicen ´flaca´) andá a descansar a tu casa. También me cuidan”.
En 2 años en Alé Alé, Fabiana tuvo más de una compañera, y vivió el proceso de gerenciamiento anterior y la posterior toma del restorán y su autogestión. Dice, con el termómetro de su lugar de trabajo, que los pibes también se avivaron del cambio: “Sí, nos preguntan”, dice, e imita la voz de uno de sus niños: “´Mi papá me dijo que acá el dueño les robó a los empleados…´ o ´no veníamos porque mi mamá decía que los iban a desalojar´”. Había un nene que se sabía toda la historia y me explicaba que el dueño de acá era el mismo que el de Los Chanchitos. Eso yo no lo sabía”.
El niño se refería a otros tres restoranes recuperados (Don Battaglia, Los Chanchitos y Mangiatta) gerenciados por el mismo empresario – de apellido Lipovich- y que fueron siendo llevados lentamente a la quiebra. Estos otros tres lugares, sin embargo, lograron acordar un contrato de alquiler y hoy trabajan en forma de cooperativa sin la amenaza de desalojo que acecha a Alé Alé: ellos no pudieron negociar un contrato. El inmueble, aparentemente, estaría ya vendido, o por lo menos el empresario Lipovich se desliga de su propiedad, alegando que él lo alquilaba durante su gerencia, y que el alquiler sigue corriendo. Los trabajadores que investigaron esta versión aseguran que la firma propietaria del local es satélite de Lipovich, así como hacía con la distribuidora de alimentos que creó para proveer a sus cuatro restoranes: pagaba con sobreprecios (1 litro de leche a 15 pesos, ejemplo) para ventajearse a sí mismo. Una bicicleta financiera de vaciamiento.
Si todo esto te parece un capítulo de Los Simuladores, es porque no leíste la historia completa en https://www.lavaca.org/mu/mu-65-operacion-blue/ o no escuchaste Decí MU: https://www.lavaca.org/deci-mu/gourmet-gastronomia-sin-patron/
La propuesta
Después de charlar con los trabajadores, el cronista comió y bebió.
El menú era el clásico de Alé Alé: más de 30 ensaladas libres y asado con fritas o puré. Una bebida y postre.
El restorán estuvo lleno desde las 9 de la noche y hubo gente esperando más de 30 minutos para entrar. Tan lleno que faltaron sillas y algunos tempraneros con mesa recibieron a comensales desconocidos para compartir lugar.
Andrés Toledo, presidente de la Cooperativa Alé Alé, cenó a las 19 antes de ponerse a trabajar. Venía del Congreso Nacional, donde se encontró con el representante legal de la firma propietaria del local, junto a diputados y senadores. Cuenta entonces cómo sigue esta historia: “Les entregamos nuestra propuesta, que es un plan de pago de alquiler durante nueve meses hasta encontrar un nuevo sitio. El representante legal se la llevó a los otros socios para que la evaluarán, y mañana a las 4 nos darán la respuesta: sí o no”.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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