Nota
Berazategui movilizada: Los patos de la boda
Domingo por la tarde. Asamblea en la intersección de la Ruta 2 y la Ruta 36. Los vecinos de la localidad de El Pato están en alerta debido a la intención del municipio de Berazategui de instalar una Planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos. Javier Techera, integrante de la organización Pueblo Verde llama a las cosas por su nombre: “Ellos le ponen palabras lindas pero lo que quieren instalar es un basural, en una de las zonas más productivas de la región sin tener en cuenta que ahí vive gente”.
José Campusano, cineasta y miembro de Pueblo Verde cuenta a lavaca cómo se enteraron del proyecto: “La concejal Ana María Cioch nos informó que el Concejo Deliberante votó una carta intención para la compra de 30 hectáreas que serían destinadas a la instalación de un basural. Hay mucha gente viviendo a 2 kilómetros de ese predio que sería afectada por las dioxinas y los metanos. Cuando le planteamos las dudas en una reunión al intendente Juan Mussi, no supo responder ninguna de nuestras preguntas, trajo unos técnicos que tampoco sabían qué responder, y nos volvimos más tristes de lo que fuimos porque ni siquiera ellos tienen idea. Ya están asfaltando los accesos al predio. En estas plantas de tratamiento por cada 100 toneladas de basura se recuperan 40toneladas”
Campusano hace una cuenta y una pregunta sencilla: “¿Qué va a pasar con las 60 toneladas restantes? Van a quedar amontonadas.”
Lombrices poco felices
El estado de alerta preventivo de los vecinos tiene como antecedente las andanzas de la empresa Lombrisur S.H. Amanda, una vecina cuya casa limita con la empresa explica: “El olor es impresionante. No se puede respirar, provoca náuseas. Supuestamente la empresa se dedicaría a la cría y venta de fertilizante derivado de la lombricultura pero es solamente una fachada que ellos han pintado para la gente, y esconde una realidad muy sucia. Durante años entraron cantidad de camiones con deshechos, provenientes de otras industrias. Los vecinos comenzamos a denunciar y la han clausurado dos veces pero con recursos judiciales la vuelven a habilitar, a poner trabajar, los primeros tiempos de noche, luego más de veinte camiones por día. Hoy en día sigue clausurada. Si se habilita el basural, esto que les cuento es sólo una muestra, se puede multiplicar por un montón de veces”.
Amanda explica algo relativo al progreso: “Yo escucho que de parte del gobierno están promocionando mucho, que la tecnología, que la industria, que las empresas, que va a haber más mano de obra, más gente ocupada, me parece bárbaro pero tendrían que fijarse a costo de qué va a ser todo eso porque no sirve de nada ese discurso del progreso porque es una imagen, algo que nos puede fascinar en un primer momento pero suena a un gran engaño.”
Vecinos ácidos
Daniel Martins, otro miembro de Pueblo Verde, se cuestiona la actitud de los funcionarios para con la lombricera como antecedente del basural: “Si no pudieron controlar 3 hectáreas, ¿cómo van a controlar 30? El emprendimiento de lombricultura funcionó durante 12 años escondiendo todo tipo de residuos, con el visto bueno de las autoridades. Cerró porque los vecinos lo denunciamos ante todos los organismos que pudimos.”
Vanesa Pérez, vive a cinco cuadras de la lombricera “Los olores ácidos entran a tu casa. Todo eso lo estamos aspirando nosotros. Yo no quiero que mis nenes o mis viejos estén soportando esto. Ni ellos ni nadie, porque nadie se merece estar viviendo así.”
Con respecto a problemas en la salud aclara a lavaca: “Por ahora sólo los animales que se acercan a tomar agua de un arroyito tienen problemas en la piel y se les cae el pelo”. Vanesa es nacida en El Pato y tiene un nene chiquito. Esa descripción es suficiente para entender porqué está una tarde de domingo al costado de una ruta, charlando, pensando, escuchando, ¿democraciando tal vez? Vanesa: “Estamos tratando de que nos dejen vivir”.
Hacinópolis
La expansión demográfica del conurbano bonaerense no es ajena a la localidad de El Pato, que cuenta con 16.000 habitantes. Con la concentración habitacional surgen nuevos problemas: se saturan los servicios sanitarios, hospitalarios, escasean las vacantes en las escuelas públicas y aumentan los delitos. “Al no haber vacantes para nuestros hijos tenemos que pensar en enviarlos a colegios privados, la unidad sanitaria ya nos quedó chica y tenemos que ir a atendernos en otros municipios como Florencio Varela y La Plata” relata Vanesa.
El destacamento policial de la zona ya recibió una multitudinaria visita de la asamblea de vecinos que, como sugiere Martins, reclaman ante cada artefacto que tenga algún parecido con la idea de “institución”.
Cómo secuestrar el agua
Otra de las medidas del gobierno municipal que los vecinos ya definen como “agresiones constantes”, fue la de realizar 28 pozos para la extracción de agua del lugar y llevarla a otros barrios del partido.
Daniel: “Este es el único municipio del conurbano bonaerense que no está afectado a la red general de agua y saneamiento ambiental (AYSA). Tiene su propia red de agua y como se agotaron los pozos y el agua del Parque Pereyra donde ellos tenían los pozos está todo contaminado, entonces no tuvieron mejor idea que venir acá a El Pato a hacer las perforaciones para llevarse el agua. Se están llevando millones de litros de agua a diario, eso perjudica a los habitantes de la zona que hemos tenido que cambiar las perforaciones. No queremos ser el pato de la boda ni ser los hijos desquiciados del partido de Berazategui”.
Javier: “Si fuesen un poco más vivos consultarían antes las cosas. A 35, 40 metros de profundidad ya no tenemos agua, tenés que pensar en hacer una perforación nueva, irte más abajo y esto te significa un costo en una bomba sumergible de 9.000 pesos. ¿Por qué uno se tiene que hacer cargo del perjuicio que ellos te ocasionan?”
Ir para atrás
Carlos, habitante desde hace 16 años de El Pato, lugar al que define como un “edén”: “Lamentablemente está dejando de ser eso por todo lo que está pasando. Antes a 20 metros tenías agua, hoy lo mínimo son 65 metros. Ahí tenés idea de la cantidad de agua que se están llevando por día. La bronca es general. Si ahora vivimos así dentro de 15 años va a ser peor, si no hacemos nada.”
¿Qué significa El Pato para Carlos?: “Yo tengo hijos, los pienso criar acá, pero están jugando con nosotros. El tema de la basura, el tema del agua, la seguridad, en lo socio-ambiental cada vez vamos para atrás, en vez de ir para adelante vamos para atrás.”
Pronóstico sobre la basura
La asamblea transcurre entre nuevas informaciones y propuestas de difusión. “Cuando volanteamos o pegamos afiches a ellos les duele”, remarca José. Se propone pedir una audiencia al juez que permite abrir nuevamente la lombricera. Se analiza el contexto político y se hace una vaquita para costear volantes y pasacalles.
Daniel relata la situación actual del reclamo: “Estamos en una convocatoria a los vecinos para ver qué medidas vamos a tomar. Lo principal es que el basural debería estar mínimamente a una distancia de 8 kilómetros de cualquier centro urbano, de donde haya gente”. Javier reflexiona sobre la ubicación estratégica del predio. “Todo hace pensar que van a traer la basura de otros lugares hasta aquí. Cuando terminen de colapsar los dos CEAMSEs que están abiertos ¿A dónde van a llevar la basura? A donde haya una planta de tratamiento: Acá. A menos de 2 kilómetros de una zona totalmente poblada.”
Ecuación: $ x vidas = ?
José Campusano enumera las irregularidades: “No hay estudio de impacto ambiental, no hay proyecto. Unos días antes de las elecciones se decidió la compra de este predio. En muy poco tiempo la población llegará hasta los bordes mismos del emprendimiento. También se está cerca de lo que será la Autopista Presidente Perón, nada evita que empiecen a bajar camiones y camiones con la basura de otras zonas que ya no tienen espacios verdes para poner una planta de este tipo”.
¿Qué pasa cuando los vecinos denuncian la situación? “Les molesta mucho que estas cosas se difundan. Especulan con que no hay organizaciones y por ello creen que pueden proceder impunemente. Hay otros terrenos, pero los tienen reservados para emprendimientos inmobiliarios. El Secretario de Gestión y Relaciones con la Comunidad, Julio Ravelo nos preguntó si teníamos idea de cuánto sale un terreno allá y acá. Nosotros le dijimos: “Es evidente que la ecuación para vos es de cambiar plata por vidas, porque allá no molestás a nadie y acá sale barato pero perjudicás a la población, te importa dónde es más caro y dónde no. Entonces a vos te importa el dinero y no las vidas humanas.”
Daño en encías oficiales
Entre las propuestas de los vecinos, para no quedar como paralizadores del progreso está la de utilizar trenes para el transporte de los residuos hacia lugares sin población para ser tratados allí. Dicha propuesta no sería viable debido al daño que causaría en encías y dientes de los funcionarios: “Están habituados a la mordida”, diagnostican los vecinos. Otra propuesta es que cada barrio se haga cargo de su basura, no que todos los habitantes del municipio envíen su basura a un solo barrio. “Nosotros tenemos que hacernos cargo de nuestra basura”, proponen en la asabmlea.
¿Autogestión de los residuos?
Autoconstrucción del mensaje
Luego de la asamblea comienza el programa de radio Pueblo verde. Se transmite los domingos a las 19.00 por FM 90.5 de El Pato, ya cumplió 50 emisiones y cuenta entre sus más fieles seguidores a las autoridades municipales que cuando tienen que recibir a los vecinos ya están preparados acerca de las consultas vecinales.
Es muy escuchado por la gente de la localidad. Daniel: “No tenemos afinidad ni somos representados por ningún partido político. Somos parte de la vecindad y luchamos pensando en el bien común para que este sea un lugar donde se pueda vivir”. Más de una vez los funcionarios no saben qué responder ante las problemáticas que quedan fuera del programa por cuestiones de tiempo y de inteligencia. El programa es una herramienta de contagio tan eficaz que el propio municipio mandó a producir otro, que va tres veces por semana, para intentar contrarrestar la fuerza de las denuncias vecinales.
Los propios vecinos podrán definir dónde está la legitimidad, y dónde los intereses que van en contra de su salud.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


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Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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