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Histórico: condenaron a 10 años al policía que torturó a Luciano Arruga

Se conoció la sentencia por unanimidad a 10 años de prisión contra el policía Julio Diego Torales, acusado de haber torturado a Luciano Arruga, detenido durante varias horas en el destacamento de Lomas del Mirador.

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“Punto tercero: imponer a Julio Diego Torales la pena diez años de prisión, accesorias legales y costas del proceso, por resultar coautor penalmente responsable del delito de torturas, según hecho ocurrido el día 22 de septiembre del año 2008 en la localidad de Lomas del Mirador, de esta jurisdicción del que resultó víctima Luciano Nahuel Arruga”.
En esa frase pronunciada por el secretario del Tribunal Oral en lo Criminal n° 3 de La Matanza se sintetizó la condena en el caso de torturas sufridas por Luciano Arruga, provocando una indisimulable emoción entre quienes asistían a la lectura de la sentencia. Luciano tenía 16 años cuando ocurrió el hecho.

Histórico: condenaron a 10 años al policía que torturó a Luciano Arruga

Familiares de Luciano Arruga. Foto: Daniel Davobe/Télam


El TOC n° 3, presidido por la jueza Diana Nora Volpicina, con Liliana Logroño y Gustavo Navarrine como vocales votó en forma unánime tras escuchar durante las audiencias los testimonios de los familiares de Luciano, principalmente su mamá, Mónica Alegre, y su hermana, Vanesa Orieta.
En un tramo de los fundamentos los jueces plantearon: «Mientras el Oficial de Servicio (Torales) ejerciendo un poder real y de hecho sobre la custodia (de la víctima), tras omitir la implementación de los postulados de la Convención de los Derechos del Niño (…) le infligió intencionalmente sufrimientos físicos, mediante golpes con un elemento duro o romo, mientras otro funcionario policial lo retenía»,
Desde el comienzo
Cuando el juez Gustavo Navarrine llegó al Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de La Matanza, en la calle sonaba “Ya no sos igual”, de la banda punk 2 Minutos. “Ya no sos igual / ya no sos igual / sos un vigilante de la Federal. / Sos buchón, sos buchón”, cantaban, agitando las manos hacia la policía que custodiaba detrás de las vallas el Tribunal, cuando el juez pasó adelante de una mano fervorosa. Miró, se rió y luego entró al Tribunal donde en una hora daría a conocer junto a Diana Volpicina y Liliana Logroño la sentencia del juicio por torturas a Luciano Arruga.
De a poco fueron llegaron los periodistas, las cámaras, las organizaciones políticas y sociales y cientos de personas que se acercaron a escuchar el fallo, reproducido por la transmisión en vivo que comenzó a armar la Red de Medios Alternativos en Mendoza y Almafuerte, pleno San Justo. Mónica Alegre, mamá de Luciano, en un momento tomó el micrófono. Primero agradeció a todas y todos por acercarse, y luego dijo: “Les pido por favor que no hagan lío, que hagamos un buen nombre de Familiares y Amigos, como en cada marcha”.
Era casi el mediodía cuando la que habló fue Vanesa Orieta. La prensa, del otro lado de la valla, comenzaba a acreditarse para ingresar al Tribunal.
-Gracias -dijo Vanesa-. Es muy importante que estén afuera. Es fundamental que se respete el fallo. No queremos que sea un punto de disturbio, no queremos darle el gusto a la Justicia. Hoy lo que queremos escuchar es una condena. Quedó bien plasmado lo que dijimos los testigos. Todos sufrimos nuevamente recordar todo lo que Luciano vivió, el sufrimiento, el verdugueo. Luciano estuvo detenido 10 horas, eso no se puede negar. Espero que la justicia entienda que eso no es una normalidad. Si la condena es justa, solamente por respeto a otras causas, nos vamos a levantar e ir. Acá no hay nada que agradecer, porque es la justicia que merecemos. Esto no se trata de una manzana podrida, es una institución que está destinada a controlar a los más jóvenes.
A las 12 estaba prevista la lectura del fallo.
Eran las 12:01.
Histórico: condenaron a 10 años al policía que torturó a Luciano Arruga

El ex policía Julio Diego Torales, condenado a 10 años de prisión. Foto: Daniel Davobe/Télam


Adentro
La sala era chica, la expectativa enorme. Dentro del Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de La Matanza había aproximadamente 100 personas entre público, periodistas, camarógrafos, fotógrafos, familias, abogados, fiscal, una diputada, un bebé, secretarios y gendarmes en una audiencia del tamaño de un monoambiente. Tres ventiladores (el del medio tambaleaba) hacían lo posible para hacer circular el aire, mientras algunos ojos voraces miraban con entusiasmo los 10 vasos con agua (3 para los jueces, 4 para la fiscalía y los abogados, 2 para la defensa, 1 para el secretario del Tribunal) que estuvieron un largo rato quietísimos e inmóviles hasta que las partes se sentaron.
Los minutos parecían años. Mónica Alegre entró al Tribunal a las 12:20. Cuatro minutos después lo hizo su hija, Vanesa. Los gendarmes la requisaron. Vanesa se reía. La inspección, en general, fue exhaustiva, incentivando comentarios que incluían desde apertura de cosméticos hasta palpar las calzas.
A las 12:42 seguían entrando personas. Afuera había una multitud. La bandera “Ni ausente ni perdido, detenido desaparecido”, con el rostro de Luciano, colgaba del toldo de una verdulería. Los policías que regulaban la entrada del Tribunal hablaban con los secretarios. “Hay mucha gente”, dijo alguien. El secretario observó el panorama en la sala: los fotógrafos estaban por delante del público. “Los fotógrafos hacen la toma y después se corren”, respondió el secretario. “Ese es el compromiso”.
Todos asintieron.
A la izquierda del público ya estaban ubicados el fiscal José Luis Longobardi y los abogados Maximiliano Medina y María Dinard (del CELS), y Juan Manuel Combi (APDH-La Matanza). Enfrente, la defensa: Juan Grimberg e hijos, y Gastón Jordanes.
Del lado de la defensa había 14 personas entre familiares del acusado y abogados. Pero faltaba alguien. “¿Vendrá?”, era la pregunta que circulaba en la sala. La presencia de la familia indicaba que sí, aunque todavía no había señales del policía Julio Diego Torales, y cuando a las 13:02 cerraron las puertas del Tribunal, el silencio comenzó a correr.
Torales finalmente entró. Eran las 13:15. Los agentes del servicio penitenciario bonaerense le sacaron las esposas como en cada una de las audiencias del juicios. Las fotos lo acribillaron. Torales se sentó, se estiró las mangas y recibió el saludo de su abogado Juan Grimberg, que le palmeó la espalda y le dio un beso. Gastón Jordanes, más sobrio, le extendió la mano.
Sólo faltaban los jueces Diana Volpicina, Gustavo Navarrine y Liliana Logroño.
El tiempo de espera real no fue mucho: tan sólo seis minutos. Pero la sensación en el pecho era otra, de inquietud, de nerviosismo, y las puertas cerradas, y los tres ventiladores derrotados en esa sala colmada, cerrada, mientras los 10 vasos de agua seguían allí, y las partes en su lugar, y los familiares, y el acusado.
Los jueces entraron a las 13:21. Diana Volpicina, con el cabello rojo furioso, pidió silencio. Le dio paso al secretario del Tribunal para que leyera el fallo.
Histórico: condenaron a 10 años al policía que torturó a Luciano Arruga

La condena. Foto: Daniel Davobe/Télam


La sentencia
-¿Se escucha bien? -probó, y se acercó al micrófono-. En la ciudad de San Justo, Partido de La Matanza, a los 15 días del mes de mayo del año 2015, reunidos los integrantes del Tribunal (los nombra), para dictar veredicto en la causa 550/14 registro interno 3277, que por el delito de torturas se le sigue a Julio Diego Torales.
El secretario hizo un silencio enorme. Nadie hablaba. Sonaba alguna foto.
“Un poco más alto, por favor”, dijo alguien de prensa.
El silencio siguió unos segundos más.
-En mérito al resultado que arroja la votación de las cuestiones precedentemente planteadas y decididas, el Tribunal pronuncia veredicto condenatorio respecto de Julio Diego Torales…
Cuando la audiencia escuchó la palabra “condenatorio” hubo un suspiro generalizado. Miradas cruzadas. “¿Lo van a condenar?”, parecían decir, como si hablaran. Algunos ojos empezaron a encogerse, los oídos a agudizarse, las manos a temblar. Torales se cubrió el rostro.
El secretario habló sobre la calificación legal del delito, sobre el cambio de tipificación, sobre lo que el Código Penal entendía por torturas, sobre lo que entendía la Constitución Nacional, sobre lo que entendía la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles y la Convención sobre los Derechos del Niño, sobre lo que entendía la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sobre los fallos internacionales que los abogados citaron en sus alegatos, sobre que “cabe agregar que Luciano Arruga era un niño de 16 años”, sobre que “tantos las lesiones infringidas al niño Arruga como el sufrimiento psicológico, la intimidación y la coacción deben ser imputados tanto objetiva como subjetivamente a la imposición de torturas”, sobre que los tres jueces adherían a esa lectura, y así durante casi 8 minutos.
Luego, se calló. Iba a leer la pena. Todas y todos lo sabían.
-En consecuencia -arrancó-, por unanimidad, el Tribunal resuelve.
Murmullos.
Primero rechazó un planteo de nulidad que había pedido la fiscalía.
Luego rechazó los pedido de imputación solicitados por la defensa de Torales sobre Vanesa Orieta y Juan Gabriel Apud por falso testimonio.
-Punto tercero: imponer a Julio Diego Torales la pena diez años de prisión, accesorias legales y costas del proceso, por resultar coautor penalmente responsable del delito de torturas, según hecho ocurrido el día 22 de septiembre del año 2008 en la localidad de Lomas del Mirador, de esta jurisdicción del que resultó víctima Luciano Nahuel Arruga.
Algunos suspiros se transformaron en sollozos.
10 años a un policía por torturar a física y psicológicamente a un niño de 16 años en un destacamento.
En democracia.
En La Matanza.
Desde afuera, en la calle, donde verdaderamente se construyó justicia, llegaban los gritos.
Los fundamentos
El fallo del Tribunal no deja margen de dudas. Dio por ciertos cada uno de los testimonios que desfilaron a lo largo de las audiencias y pudo establecer la cronología de los hechos. Los jueces, en varios momentos, fueron lapidarios con la defensa de Torales, que como remarcó lavaca en cada una de las audiencias, sólo buscaron embarrar, confundir, golpear bajo.
De la lectura de la sentencia, se desprende:

  • Luciano Arruga fue detenido promediando las 11 de la mañana del 22 de septiembre de 2008.
  • Fue trasladado y alojado en la cocina del destacamento policial de Lomas del Mirador (“impidiéndole todo contacto con su progenitora y su hermana”) en la franja comprendida entre las 11 y las 19 horas.
  • Estuvo detenido “mientras el oficial de servicio ejerciendo funcionalmente un poder real y de hecho sobre la custodia del menor, tras omitir la implementación de los postulados de la Convención de los Derechos del Niño, vulnerando la eficacia de todos los derechos que le asistían, le infligió intencionalmente sufrimientos físicos, mediante golpes con un elemento duro o romo de superficie lisa, mientras otro funcionario policial lo retenía sujetándolo del brazo y actuando ambos mancomunadamente, le ocasionaron un traumatismo en la región facial, en la frente y pómulo izquierdo, a la par que le generaron un sufrimiento psíquico al proferirle amenazas, humillaciones y menosprecios que degradaron su dignidad y le ocasionaron una angustia moral de tal magnitud, que se prolongó durante el lapso temporal que estuvo demorado”.
  • El Tribunal acreditó todas las frases dichas por Luciano, y que su mamá, su hermana y su amigo Juan Gabriel Apud reprodujeron. “Vane, sacame de aca que me están matando a palos”, “fue él quien me agarró y él quien me pegó (señalando a Torales)”, “negro rastrero”, las amenazas con llevarlo al “pabellón rosa” y a la “comisaría 8va donde estaban los violines”.

El fallo señala que Luciano se volvió “cuidadoso” tras esa detención, que “cambió mucho”, que “ya no quería salir”, que tenía “miedo”. Recordó las palabras de Mónica, resaltándolas en negrita: “Lo amenazaban, le pusieron una escopeta en el pecho. No podía ir a trabajar, su hermano lo había tenido que ir a buscar a la comisaria algunas veces”. Y, en este sentido, resaltó como “significativas” las palabras de Rocío Gallegos, la joven que vivía con Vanesa al momento de los hechos juzgados. “No sé qué hacer porque la policía no me deja circular por la cuadra de mi casa”, le dijo Luciano tras la detención.
Se dejó constancia de otra frase de Mónica: “Todo se inició cuando él se negó a robar (para la policía) y ahí empezó la persecusión” y se citó el informe de Margarita Fontela, la médica del Cuerpo Médico Forense, quien especificó que Luciano no tenía “lesiones traumáticas” al momento de la detención. Es decir, antes de ingresar al destacamento.
A su vez, citó el informe de Gabriel González, el médico que lo atendió a las 23 horas del 22 de septiembre en el Policlínico de San Justo. Allí especificó que el joven tenía “traumatismo facial en la frente y pómulo izquierdo”, que no era un simple cachetazo (“por la hinchazón”), y que el tiempo transcurrido desde el traumatismo para que persista tiene un máximo de 12 o 13 horas.
Al Tribunal también le consta, expresa en el fallo, que Vanesa Orieta habló con Torales y le recriminó por las amenazas de violación, por los golpes, por el sándwich escupido y por los 20 pesos que Luciano tenía al ingresar. “Lo que le hicieron a Luciano fue quebrarle la vida”, remarcaron la frase de Orieta los jueces. Y, en medio de citas a los testimonios de la hermana del joven, remarcan: “El menosprecio y humillacion hirientes de la dignidad de ese menor- de ese niño-que estaba demorado son relevantes y notorias”.
Y consta también a los jueces, lo que Luciano les dijo de Torales a sus familiares: “Era un hijo de puta, un gil, un forro”.
Sobre Miguel Angel Olmos y Mónica Viviana Chapero (el primero, el policía que lo detuvo y lo llevó al destacamento; la segunda, la oficial que reconoció haber estado con él en la cocina ese día), acreditaron que ambos señalaron que Luciano Arruga estuvo detenido en la cocina del destacamento y que apuntaban a Torales como el oficial a cargo.
“Si estas conductas del menor no se refieren a una angustia moral de tal grado que puede ser considerada tortura psicológica; ¿cuáles son las que revisten esa entidad? (la pregunta está en negrita). El elemento orientador para afirmar que hubo torturas está dado por la intensidad de las mortificaciones y la causación del dolor físico, ¿cómo sostener que la víctima no fue torturada, como lo arguyó la defensa? No más comentarios desde que afirmar tal tesis roza con la falta de respeto a la jurisdicción ante la contundente evidencia contraria”.
Expresa el fallo: “Luciano se encontraba sumergido en un notable estado de nerviosismo, angustia y miedo, su percepción cuando estaba dentro del destacamento y escuchaba la voz de su hermana, la única persona que lo contenía, la desprotección que sintió al no poder contactarse con la misma resulta fundamental, ese sentimiento de extremo temor que padeció en el cual claramente el contexto en el que los padecimientos fueron infligidos: este es el lugar de alojamiento, la edad que tenía, la calidad del Funcionario a cargo, contribuyeron a la sensación de mortificación que experimentó”.
“No es dato menor, la falta de responsabilidad con la que manejaba Torales el destacamento que se vio reflejada en la primer secuencia cuando desconoció que la persona demorada era un niño, los derechos que le asistían (…) Deshonró el mandato con el cual lo insitituyó el Estado para ejercer el cargo que ostentaba”.
Sobre la defensa: “No encuentro razones valederas para compartir las dudas que pretendió introducir y que en dirección opuesta, no alcanzan hacer mella para conmover el abundante material incriminante rendido en el debate o arrimado al mismo por via de lectura”.
Los jueces desacreditaron lo que Torales había declarado en sede fiscal: “(Luciano) Estaba medio puesto, como drogado, balbuceaba”. Lo comparó con el informe de la médica legista: “Se encontraba lucido, orientado en tiempo y espacio, con funciones psíquicas conservadas”.
En medio de los casos de la CIDH citados (fueron los mismos que Maximiliano Medina, del CELS, expuso en los alegatos), concluyó que “la coacción psicológica” al impedir que Mónica y Vanesa vieran a Luciano “no tiene calificativo”, y puso de manifiesto la “inhumanidad” y lo “inescrupuloso” del “despliegue conductual ilícito”.
Sobre Mónica Viviana Chapero, la oficial que reconoció haber estado con Luciano Arruga en la cocina del destacamento, la fiscalía y los abogados habían pedido su desestimación como testigo porque debía considerarse como sospechosa: mientras ella estuvo allí ocurrieron las torturas.
El Tribunal confirmó ese hecho: estuvo en el lugar. ¿Qué significa? De la causa por torturas se desprendió otra actuación cuya pesquisa debe determinar quiénes acompañaron a Torales como coautores de la tortura de Luciano. Es el juez de esa causa quien deberá -ahora- valorar la prueba de Chapero ubicada en la cocina del destacamento donde se probó que Luciano Arruga fue torturado.
De hecho, el Tribunal comunicó el fallo a la Fiscalía General Departamental en base a esa causa. También lo comunicó al Juzgado de Morón donde radica la causa por la desaparición de Luciano, al Registro de Condenas por casos de Torturas y Otros Tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes, y al Comité contra la Tortura.
Teoría política
Los secretarios, policías y gendarmes empezaron a aconsejar al público y la prensa a dejar la sala. Vanesa Orieta y Mónica Alegre se abrazaban entre sí y abrazaban a otros familiares que estuvieron presentes, como Angélica Urquiza (mamá de Jonathan Kiki Lezcano, asesinado por un policía federal en 2009) y Leonardo Santillán (hermano de Darío, militante piquetero asesinado en 2002).
Minutos más tarde, en la puerta del Tribunal, Vanesa Orieta habló en rueda de prensa.
“Dejamos expuesto las torturas psicológicas que sufrió Luciano. Esperábamos esta condena. Es un fallo ejemplificador, se ha condenado al teniente primero (Torales) por torturas a 10 años de prisión. Podemos estar en diferencia con los años penalizados (habían pedido 16), pero es importante el fallo. Como sociedad tomemos conciencia que es terrible: estamos condenando a un policía por torturas que sufrió un joven de 16 años estando detenido, y esto ojalá obligue a todas las instituciones del Estado a plantearse seriamente sobre este sector social, que existe la violencia institucional, que la sufren nuestros jóvenes en los barrios humildes, y que para poder terminar con esto necesitamos fallos ejemplificadores como este, pero además una acción concreta por parte de los funcionarios del Estado”.
Vanesa respiró y siguió.
“Vamos por los responsables políticos -remarcó-. Acá tienen nombre y apellido: el gobernador Daniel Scioli, el Ministro de Justicia Ricardo Casal, el exministro (Carlos) Stornelli. Esos son los responsables del sufrimiento que sufrió Luciano el 22 de septiembre de 2008 y también sobre lo que le ocurrió a Luciano el 31 de enero de 2009 cuando fue desaparecido. Estas personas, que hoy no hablan de esta causa, que prefieren estar bailando un show de televisión, son los responsables de la muerte de los pibes de los barrios. Hay que llevar estos micrófonos a esos lugares, a preguntarle al gobernador Daniel Scioli por qué la policía controla los barrios, por qué discrimina y criminaliza a los pobres. El caso de Luciano es un ejemplo, pero hay muchos más”.
Luego Vanesa se dirigió hacia la calle.
Como los nazis
La calle explotó. “Como a los nazis/ les va a pasar/ a donde vayan los iremos a buscar”, cantaban. La que agarró el micrófono primero fue Mónica, que agradeció a cada una de las personas que se habían acercado. Entre el público ya se hablaba del “fallo Arruga”, y los abogados también señalaban la importancia de una sentencia que marcará un precedente en los procesos por violaciones a los derechos humanos, sin olvidar de remarcar que aún hay otra causa para determinar la coautoría de las torturas físicas y psicológicas que sufrió Luciano, además de la causa madre por la desaparición del joven.
Luego volvió a hablar Vanesa Orieta, de cara a la multitud:
“No es fácil hablar de este tema. No ganamos nada. Lo que acá se condenó es una situación muy cruel, muy dura que vivió Luciano. Tengámoslo siempre en la cabeza. Luciano no está. El 31 de enero lo detuvieron, lo desaparecieron. Este fallo es importante para avanzar en esa otra causa que todavía sigue investigándose, que espero también tenga un castigo, porque durante 5 años y 8 meses estuvo desaparecido y fue encontrado como NN en el Cementerio de la Chacarita”.
Hizo un silencio. Siguió.
“Para mi familia es importante porque demostramos que lo que decíamos era verdad -subrayó-. Cuando empezamos a denunciar, Luciano era el lider de una mafia, era un pibe vinculado con drogas, era lo peor. Estábamos solos, visibilizando, queriendo lograr justicia, y hoy avanzamos, pero siempre tengamos en cuenta que empezamos solos, que nos costó muchísimo llegar hasta acá, y que fue el esfuerzo que fuimos aunando entre todos que esta causa se hiciera visible, que no la pudieran ocultar, que no pudieran hablar de un pibe de 16 años como si fuera el responsable de su propia desaparición. Pudimos sacarle la careta a funcionarios políticos, judiciales, que lo único que hicieron fue mancharle la figura a Luciano. Pudimos ganarle al discurso de los grandes medios de incomunicación.
Vanesa recordó cada uno de los otros chicos asesinados y desaparecidos por la policía.
“Es imposible que no pensemos en todos esos pibes. Es la misma cara de Lu, la misma ropa, la misma forma de hablar, el mismo sufrimiento, la misma discriminación, la misma criminalización. Cuando desapareció prometí que no iba a dejar de visibilizar la causa, después limpiar su imagen, y después condenar a las basuras que lo hicieron sufrir. Y ahora vamos por más. Que sea el ejemplo que existe una problemática, que se llama violencia institucional, que tiene que ver con la policía que mata y desaparece a nuestros pibes. Se ha condenado una tortura. Marca un precedente para que todas esas causas tomen como ejemplo ésta”.
Vanesa agradeció a todos los familiares de víctimas de la violencia policial y estatal que la acompañaron. Agradeció a cada uno de sus abogados (Dinard, Combi y Medina). Agradeció a los medios comunitarios, populares e independientes.
Y cerró:
“Ahora vamos por el resto, porque otros policías ya se ubicaron en la cena. Hablaron que estuvieron ahí, dieron cuenta de los gritos de la familia. Vamos por ellos, ahora. Todos tienen que estar condenados”.
 
 
 
 
 
 

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Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

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Gabriel González, 45 años, pintor, fue asesinado por personal de la Policía de la Ciudad el jueves navideño en el barrio de Lugano, en un nuevo caso de gatillo fácil que además fue registrado por las cámaras de los vecinos. Gabriel intentó intervenir cuando la policía le estaba pegando a uno de sus hijos. Estaba sin remera, descalzo, desarmado. Lo fusilaron a corta distancia, las imágenes que aquí reproducimos están disponibles y se observa perfectamente quién le disparó. En el barrio sostienen que hubo violencia policial, además, sobre algunos de los testigos, para que hagan el silencio necesario para permitir la impunidad del y los autores.

En la foto de portada se ve a la derecha a Gabriel en el momento en el que es impactado por los disparos policiales.

Además de su trabajo como pintor, Gabriel se dedicó especialmente a la contención de jóvenes con consumos problemáticos. Presentamos la información publicada por el diario Tiempo Argentino, integrante junto a lavaca de la Unión de Medios Autogestivos, un símbolo y una realidad sobre la violencia institucional de estos tiempos.  

Amigos, allegados y vecinos de Gabriel González, el muchacho de 45 años que murió en medio de una violenta represión de la Policía de la Ciudad, ocurrida en Navidad en Villa Lugano, marcharon en reclamo de justicia. La familia aseguró que fue asesinado a mansalva y denuncia un nuevo caso de gatillo fácil. 

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Las lágrimas de Nelly, la viuda de Gabriel González. (Foto: Gentileza Pablo Lecaros)

Nelly, la viuda de Gabriel, aún habla de su marido en tiempo presente. En diálogo con la prensa que se movilizó hasta Cruz y Escalada, en Lugano, donde se concentró la movilización, expresó: “Hace más de 25 años que comparto con él, que vivo con él, que la luchamos, salimos a laburar todos los santos días. Tanto él como yo, salimos a trabajar para tener las cosas que tenemos y lo que pudimos construir. La peleó siempre. No es una mala persona. No se merecía morir de esa forma. Quiero justicia por la vida de Gabriel”. 

La mujer recordó que llegó a la escena del crimen cuando a su pareja “ya le habían pegado. Tenía toda la cara ensangrentada. En todo momento traté de pararlo y que no le sigan pegando, porque lo estaban lastimando. Escuchaba cómo lo incitaban a pelear con ellos. Todo el tiempo lo incitaban a pelear. Él estaba enojado y ellos eran cada vez más. Le dieron un tiro muy de cerca”. Nelly también recibió heridas en las piernas y en los brazos. 

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

Entre sollozos, la viuda pidió a sus vecinos que no la dejen sola. “Luchemos. No es la primera vez que pasa algo así. Ellos vienen a matar, no vienen a apaciguar las cosas, a tranquilizar, sea lo que sea que esté pasando. Al amigo de él lo cagaron a palos, lo llevaron a la comisaría y le dijeron que no diga nada”. 

La mujer se refiere al amigo de Gabriel que en los videos, donde quedó registrada toda la secuencia, se advierte que intenta calmar a la policía. Gerardo, el hermano de la víctima, también mencionó “al muchacho que se llevaron preso, lo golpearon y lo amenazaron que lo iban a matar, le dijeron que conocían a su familia y a su casa. Para que no declare”.

Según pudieron reconstruir, el amigo de Gabriel fue liberado de la Comisaría 8º a eso de las 5 de la madrugada de este viernes. “Le aflojaron todos los dientes, le pegaron en las costillas entre el policía que disparó y había otro peladito. Todo para encubrir la cagada que se mandaron ellos”.

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

Por su parte, la abogada de la familia, Romina Ávila, precisó que “cuando le tiran a Gabriel, le tiran estando totalmente desarmado, indefenso y a una distancia prudencial del personal. Esto quiere decir que en ese momento no estaba agrediendo al personal. Tampoco se puede argumentar que hubo un exceso en legítima defensa, es lo que nosotros llamamos gatillo fácil”.

La asesora de la familia señaló en Radio Con Vos que esperan los resultados de la autopsia y las pericias, cuyos análisis preliminares deberían estar para este sábado. “Está documentado que quien dispara es un policía que bajó del patrullero. Tenemos su rostro, imagen por imagen. Ahora a pedido de la justicia, la Policía de la Ciudad, debería identificarlo”, esgrimió.

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

Gabriel era pintor y solía contener a los chicos del barrio que padecen consumo problemático. De hecho, comenzó con esa tarea social tras un contexto de abuso de drogas por parte de su hijo. “Era una persona humilde, hijo de migrantes, muy pujante, una persona que trabajaba y en ocasiones como esta, un festejo popular, participaba. Lo grave de su conducta ayer fue salir a la vereda a compartir con los amigos, sus vecinos. Es común eso acá. Los encuentros se comparten por más que a ellos no les gusten. Es parte de la cultura”, analizó la abogada. 

“Acompañaba a chicos con consumo, porque con su hijo dio una larga lucha por esa misma situación”, añadió Ávila, quien concluyó: “La Policía de la Ciudad sigue deambulando y caminando por acá. Son los mismos policías de la Comisaría Vecinal 8º que ayer estaban tomándole declaración a sus mismos compañeros que horas antes habían ido a herir de muerte a GabrielConviven con nosotros y el miedo es grande y está”

Respecto a la autopsia, la mujer indicó que los restos fueron trasladados este viernes a las 8 a la morgue judicial y que los resultados «van a ser sumamente clarificadores de lo que creemos y que sostenemos como teoría del caso, que para nosotros se trató de un hecho de violencia institucional. Que no tuvo ningún tipo de defensa, ni exceso en legítima defensa por parte del personal policial».

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

“Mi primo asesinado por la policía era un chico trabajador, nacido acá en el barrio, en la Villa 20. Era papá de Dante y Ángel de 24 y 17 años. Re familiero. En cumpleaños o reuniones familiares él siempre estaba en la parrilla haciendo el asado. Le encantaba compartir, era fanático de la pesca, un arquerazo del equipo del barrio que hace poco salió campeón. Cariñoso, amable, sencillo, solidario. Gabriel era muy valiente, no le tenía miedo a nada”, dijo a Tiempo Oscar Villaverde, primo de Gabriel y docente de la Escuela Técnica N° 13, Ingeniero José L. Delpini de Villa Lugano.

Fue el propio Oscar quien publicó en las redes en la tarde noche de ayer el asesinato de su primo: “Hoy en un forcejeo con la policía tras defender a su hijo asesinaron a quemarropas a mi primo Gabriel González e hirieron de bala a su mujer”.

El video filmado por un vecino dejó en evidencia el asesinato a quemarropa denunciado por quienes fueron testigos del brutal crimen. Se lo ve Gabriel sin remera, defendiéndose de los golpes contra media docena de efectivos policiales que lo golpean sin piedad.

De golpe, uno de ellos saca su escopeta y le dispara. La muerte fue instantánea y uno de los disparos hirió a la compañera de vida del asesinado y a otros vecinos que observaban con asombro la brutalidad policial.

https://twitter.com/mapadelapolicia/status/2004682374236569608?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E2004682374236569608%7Ctwgr%5Eac1d97fec004d4b6f43c539db126fd40cbc95cf4%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.tiempoar.com.ar%2Fta_article%2Fgatillo-facil-en-lugano-no-es-la-primera-vez-que-pasa-algo-asi-ellos-vienen-a-matar-no-vienen-a-apaciguar-las-cosas%2F

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Se confirmó el procesamiento del gendarme Guerrero por el ataque al fotógrafo Pablo Grillo

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El gendarme Héctor Guerrero será procesado por el ataque que hirió gravemente en la cabeza al  Pablo Grillo el 12 de marzo pasado (la foto de portada muestra a Pablo durante su recuperación, que aún continúa). La Sala II de la Cámara Federal porteña ratificó la decisión de la jueza María Servini que había sido apelada por el acusado. Además, pidieron investigar las posibles responsabilidades de quienes estuvieron a cargo del operativo. Presentamos aquí la información del diario Tiempo Argentino, uno de los integrantes de la Unión de Medios Autogestivos.

La Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones confirmó el procesamiento del gendarme Héctor Guerrero por las lesiones gravísimas producidas al fotógrafo Pablo Grillo y por el abuso de armas en otras cinco oportunidades durante la manifestación de los jubilados del 12 de marzo pasado.

Se confirmó el procesamiento del gendarme Guerrero por el ataque al fotógrafo Pablo Grillo

El gendarme Héctor Guerrero el día de su declaración ante la jueza María Servini.

El fallo de la Cámara lleva las firmas de los jueces Eduardo Farah, Martín Irurzun y Roberto Boico. En su voto, Boico además, exigió que se profundice la investigación por las eventuales responsabilidades de las autoridades a cargo del operativo.

La situación del gendarme Guerrero había llegado a la cámara de apelaciones luego de un planteo de la defensa del acusado en la que pidió revocar el procesamiento como presunto autor del disparo con una pistola lanza gases contra Pablo Grillo, quien sufrió heridas gravísimas durante la represión policial a aquella protesta de jubilados en el centro porteño.

El planteo de la defensa se produjo en el contexto de varias resoluciones judiciales polémicas que se dieron durante en la semana posterior al triunfo electoral de La Libertad Avanza (LLA), que tuvieron como principales beneficiarios a Mauricio Macri y Javier Milei, y como principales perjudicados a Cristina Kirchner y Guillermo Moreno. Sin embargo, el oportunismo no funcionó y este viernes los tres camaristas le dio un revés al gendarme al entender que el acusado debe ir a juicio.

Guerrero, asistido por los abogados Martín Sarubbi y Claudio Nuncija, solicitó revertir el procesamiento que oportunamente había sido dictado por la jueza federal María Servini. La defensa sostuvo que no está acreditado que el gendarme haya sido el autor del disparo y afirmó que su conducta se ajustó a los protocolos vigentes para el uso de armas lanzagases.

En tanto, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que interviene como querellante, respaldó la resolución de Servini y la validez de las medidas de prueba, entre ellas el relevamiento en el lugar del hecho, un informe balístico de la Policía de la Ciudad y la reconstrucción denominada “Mapa de la Policía”, elaborada por realizadores audiovisuales y peritos forenses.

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MU 210: La batalla final

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MU 210: La batalla final

El femicidio de Lucía Pérez a manos de dos narcos de Mar del Plata motivó el primer Paro Nacional de Mujeres. Tras una larga luchar familiar y social se logró la condena, pero ahora una nueva maniobra judicial puede dejar impunes a los culpables. Un ejemplo de que todo lo que conseguimos está en peligro. ¿Podrán?



Las notas de esta edición:

MU 210: La batalla final

Negacionismo de Estado: Informe 2025 del Observatorio Lucía Pérez

¿Qué hay detrás de la avanzada oficial para negar los femicidios? Radiografía de cómo cada poder del Estado, por acción u omisión, busca ocultar las causas y consecuencias del asesinato de mujeres. Y por qué lo hace. Por Claudia Acuña


MU 210: La batalla final

El Aleph (versión putas): Entrevista a Georgina Orellano

¿Cuánto cuesta la vida? ¿Cuánto vale? La dirigente de AMMAR y la actualidad desde la esquina: lo que se ve, lo que no se escucha, las falsas soluciones progresistas, lo que hay que abolir. Lo narco, la revolución, el cuerpo, la salida. Una recoridapor sus tatuajes, y todo lo que significa ser puta. Por Claudia Acuña y Lucas Pedulla



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Carla Soggiu: La impunidad avanza

Carla recibió un botón antipánico por las agresiones de su pareja, que la ató, golpeó y violó delante de su hija de dos años. Semanas después de ese hecho, accionó cinco veces ese botón pero la policía no la encontró. Apareció muerta en el Riachuelo. Las complicidades, las burocracias, el rol de Diego Santilli y la lucha de una familia que define el caso como un femicidio de Estado. Por Francisco Pandolfi



MU 210: La batalla final

Alma y vida: El femicidio de Lucía Pérez, hoy

¿Qué es la justicia? ¿Cómo enloquecer a una familia? ¿Por qué buscan eliminar la figura de
femicidio? ¿Cuál es el rol práctico del Estado y el negacionismo? El Tribunal de Casación resolvió que el de Lucía Pérez no fue un femicidio. La política de la misoginia como aversión hacia las mujeres y el paralelismo con lo narco que vende droga junto a las escuelas. Las “sumisitas”, la violencia y el sometimiento. Marta y Guillermo: una familia que trabaja en comunidad, y las claves para que las pesadillas no sigan asesinando a los sueños. Por Sergio Ciancaglini



MU 210: La batalla final

Crónicas del más acá: Al trote

POR CARLOS MELONE



MU 210: La batalla final

El Caliban y las brujas: La obra Fuerza mayor, protagonizada por jubiladas

La alianza entre Jubilados Insurgentes con integrantes del Teatro Caliban parió está obra que pone en escena lo que pasa todos los miércoles frente al Congreso. Una forma creativa de elaborar la actualidad con las herramientas del teatro, para hacer sentir, pensar e interpelar a los más jóvenes. Por Franco Ciancaglini



MU 210: La batalla final

Sin berretines: Lo que nos cuenta la cárcel

Estudiantes de Sociología y Trabajo Social que cumplen condena en la cárcel de San Martín comparten sus reflexiones sobre la libertad, el encierro, y la actualidad más acá de las rejas. ¿Cómo funciona lo narco? ¿Qué implica buscar plata fácil? Lecciones sobre educación, berretines y prejuicios, el sentido de la vida, y la teoría de la bobalización. Por Sergio Ciancaglini



MU 210: La batalla final

Sin protección: Ley contra el Acoso y después

Perdió estado parlamentario el proyecto de ley de acoso en ámbitos laborales y académicos: una muestra de la desidia y el abandono de las políticas de género. Del caso Brieger a Milei, cómo sigue la organización de las mujeres para empujar lo imposible en tiempos de motosierra, fascismo y un Congreso estancado. Por Evangelina Bucari



MU 210: La batalla final

Con horizonte: 38º Encuentro Plurinacional en Corrientes

Cien mil personas participaron del 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades. MU lo registró con crónicas día a día, que pueden leerse en lavaca.org. Compartimos aquí parte del registro fotográfico y una mirada sobre la trastienda de debates que explican mucho de lo que pasó en un evento extraño y extraordinario. Por Claudia Acuña. Fotos de Line Bankel



MU 210: La batalla final

Sin cuerpo: La ¿impericia? en la causa de Cecilia Basaldúa

A lo largo de este 2025 la nueva instrucción que investiga el femicidio de Cecilia Basaldúa, ocurrido en el año 2020 en la localidad cordobesa de Capilla del Monte, Cambió fiscales, tomó nuevas pruebas y amplió testimoniales. Sin embargo, en el marco de un proceso judicial que avanzaba, una noticia coronó la impunidad en esta causa: hace cuatro años que el cuerpo de Cecilia fue retirado de la morgue judicial sin el consentimientode la familia. Por María Eugenia Marengo


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Femicidios, narcotráfico y Estado