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Eduardo Galeano: Gracias por el fuego

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Eduardo Galeano en clave de futuro. La lógica de los partidos políticos y las viejas vanguardias, frente a los nuevos movimientos sociales. ¿Por qué los recursos naturales se transforman en maldiciones de la historia, y la dicha en desdicha? Las luchas de las mujeres, las técnicas para someter a las sociedades, y los modos en que éstas superan los límites del miedo y el autodesprecio. Murió Eduardo Galeano este triste trece de abril. Murió el periodista, escritor, y poeta que formó parte de la historia de toda una generación, pero cuyas palabras e ideas pueden comprenderse hoy para pensar el presente y el futuro. Esta es la nota que le hicimos en Mu, Gracias por el fuego, cuando llegó para conversar sobre pasteras, mineras, los modos actuales de la piratería, y las palabras para recuperar el sentido común.

Eduardo Galeano: Gracias por el fuego

Galeano, en la tapa de Mu, marzo 2010


Galeano recuerda algo, y ríe. Ojos claros, musculosa negra, y memoria divertida. Estamos hablando de política, futuro, historia, colores, economía y palabras, cuando ríe. Recuerda la historia de una señora de Montevideo que tenía la costumbre de usar palabras complejas, un poco pomposas, pero no le salían. Una vez comentaba cómo cierta infusión podían mantener vivo el deseo sexual: “Es muy afroasiática” dijo la mujer, frase objetivamente memorable. Ríe Galeano: “Teníamos un compañero con la misión militante de anotar lo que decía. La señora administraba un consorcio. Cuando le reprocharon algunos gastos del edificio, se ofendió: ‘¡Esto no va a quedar impugne! Voy a llamar a un perítono para que revise todas las cuentas’. Y nuestro amigo anotaba cada palabra”.
Eduardo Galeano hace eso desde siempre. Anota las palabras en libretas y cuadernos, anota las ideas, las investigaciones, los hallazgos. Está en Mu. Punto de Encuentro. Sobre la mesa hay un libro que el señor Chávez le regaló al señor Obama, se llama Las venas abiertas de América Latina, y su autor dice: “Lo escribí hace 40 años, en 1970, pero salió publicado a comienzos del 71. Cuando lo releo tengo sensaciones contradictorias. Por un lado celebro haber escrito cosas que no resultaron tan bobas, porque la realidad las confirmó y hasta las multiplicó. Pero por otro lado me duele, porque significa que un libro escrito para que el mundo cambiara, no ayudó tanto a cambiarlo. Las cosas siguen siendo como eran, o incluso peores”.
-La primera frase del libro es: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder”. Y pasa a hablar de la precocidad latinoamericana en ese sentido.
-Es un poco la división entre el jinete y el caballo, pero la distancia que separa a los que tienen de los que necesitan es muchísimo más abismal que cuando yo escribí el libro. Por otro lado, en esta parte de la región hay un lindo proceso que permite alimentar esperanzas.
-¿Por ejemplo?
-Bolivia, Ecuador, tienen procesos que provienen de pueblos muy mentidos, países indígenas, los más despreciados están dejando de escupir al espejo. Porque fueron entrenados para hacerlo durante más de cinco siglos. Entrenados para despreciarse. El autodesprecio desemboca en línea directa en la cultura de la impotencia.
-¿En qué consiste?
-En que te enseñan que no podés cambiar la realidad por la sencilla razón de que no podés ni siquiera entrar en ella. Sólo podés ser su mano de obra. Ahora hay lugares donde se está recuperando el derecho que no se ejerció durante siglos: a pensar con tu propia cabeza, sentir con tu propio corazón, y caminar con tus propias piernas.
-Es algo doble entonces: lo personal y lo social.
-Sí, porque nadie es mucho mejor ni mucho peor que la sociedad y de la realidad de la que proviene. Pero eso no hay que aceptarlo como un destino. La realidad no es un destino: es un desafío.

Maldiciones y Reyes Magos

Reconoce que hoy escribiría muchos fragmentos del libro de modo diferente. “Cuando hablo de las conciencia de los hombres… hoy escribiría: las mujeres y los hombres. Las venas fue un punto de partida, no uno de llegada. Fue el primero de los libros que hice con resonancia internacional, pero luego recorrí muchos otros caminos, y traté de descubrir otras realidades. Este es un libro sobre política económica, sobre recuperación de la memoria perdida y lo que pasó en el continente con los recursos naturales. Sobre cómo la dicha se transformó en desdicha y los bienes de la naturaleza terminaron siendo maldiciones de la historia”.
– O sea que podría editarse como nuevo esta semana. Tenemos las pasteras del lado uruguayo, las mineras del lado argentino.
-Desde el principio estuve en contra de las pasteras, porque Uruguay no tiene espaldas para eso, es un país con recursos naturales que tiene que cuidar, como su tremenda riqueza de agua. Y estas empresas chupan el agua, nos van a secar, y nos van a envenenar el aire y la tierra. Tampoco generan trabajo. Prometían 20.000 empleos, son los Reyes Magos. Te dicen: “Les vamos a arruinar el país, pero les vamos a dar trabajo”. Y resulta que ese empleo no existe. Hay que aprender de la historia, para evitar que se repita. Cinco siglos te muestran que los recursos se van y se van, y ni siquiera te dicen “gracias por la gauchada”.
-No es por competir, Eduardo, pero las mineras son iguales o peores.
-No hay industria más contaminante que la minería a cielo abierto, porque echan cianuro al agua, los ríos, los mares. Lo niegan, pero lo echan. Pero hay ejemplos contra esa cultura que te enseña que sos un castrado, un impotente. Tambo Grande, en Perú, es un pueblo chiquito, convertido en un vergel por el trabajo humano que lo rescató del desierto, productor de frutas deliciosas. El pueblo no sabía que dormía sobre un lecho de oro, hasta que supongo que por satélite las empresas se enteraron. Vía satélite descubren el cuerpo y el alma, el suelo y subsuelo (cualquier comparación con Andalgalá queda a criterio de los lectores). Saben todo.
-Antes decían que era Dios el que sabía todo.
-Ahora Dios le pregunta a las empresas. Se enteraron de que había oro, y el gobierno se lo regaló a una empresa de esas que se presentan como canadienses, pero en realidad son todas norteamericanas que se instalan en Canadá porque las leyes son más permisivas. La empresa llegó a Tambo Grande anunciando que se tenían que ir, porque tenía el permiso del gobierno para explotar una mina. De generosos, les iban a dar casas en otro lado. Durante años el pueblo resistió, al precio de más de una muerte y de amenazas y todo tipo de presiones. Yo creo que se acordaron de la historia de Francisco Pizarro, que capturó al cacique Atahualpa y prometió liberarlo a cambio de una habitación llena de oro y dos de plata. los indios pagaron ese rescate, pero los españoles no liberaron a Atahualpa, y además lo desnucaron. Fue toda una lección sobre el valor de la palabra. En Tambo Grande no escucharon las promesas, resistieron y lograron un plebiscito en el que el 99% votó contra la empresa. La empresa se fue. Ellos siguen viviendo de sus frutos y producciones, sobre un lecho de oro. Pero desprecian esa riqueza, porque saben que es una riqueza maldita.

De la guerrilla a los movimientos

-Aquí pasó algo similar en Esquel, con plebiscito contra otra minera canadiense.
-Porque este tipo de movimientos sociales muestran que la naturaleza no es moda, y que la gente no está condenada al silencio, ni a la obediencia. Es un cuento que te contaron desde que nacés. Pero sólo tenés que cumplir lo que tu conciencia te diga, no lo que los mandones te manden a hacer. Ese es un cambio grande que, creo, empieza a operarse en América Latina. Son procesos que el mundo entero mira con mucha atención. Para atacarlos, lo que tal vez los elogia, o para aprender de ellos. Es la primera vez que ocurre algo así. Antes los movimientos prestigiosos eran los armados, las guerrillas que intentaron tomar el poder para cambiar las cosas. Eso se desvaneció. Era una cosa más restrictiva, bastante dogmática, la idea de que había un grupo de portadores de la verdad que iban a iluminar a los demás al precio que fuera, aunque fuese convenciéndolos a tiros, es una idea que por suerte está quedando atrás. Ninguno tenía la modestia de estar en la retaguardia sino en la vanguardia: aunque fuese la vanguardia de uno solo.
-Así era el ambiente cuando nació Las venas abiertas. ¿Y ahora?
-Y ahora aparece el vigor asombroso de los movimientos contra la cultura de la impotencia. Como estos contra las minas. Y las mujeres. La insurgencia del mundo femenino, el movimiento feminista, la memoria de las mujeres para ayudar a que la realidad cambie y no repetir la historia. En los países musulmanes le atribuyen a Mahoma palabras que no dijo para justificar el desprecio de la mujer y los crímenes contra ellas. Nosotros tenemos lo nuestro, de niño yo quería ser cura, con eso te digo todo, pero la Iglesia no se portó mucho mejor. Durante siglos las mujeres no pudieron cantar en las Iglesias porque las voces de las hijas de Eva ensuciaban la pureza del aire. Eva había traído la perdición al mundo.
-Bueno, lo solucionaron castrando niños para los coros.
-Claro, podían cantar los castratti pero no las mujeres. Pero hay más. Yo no tengo religión salvo las que me invento para consumo personal, en el fondo soy un pagano irremediable, pero para laicos, la Revolución Francesa no trató mejor a las mujeres. En Espejos (su último libro) cito el caso de Olimpia de Gouges, que frente a los Derechos del Hombre propuso una Declaración de los Derechos de las Mujeres, que no podían votar ni participar en las discusiones públicas, asunto de machos. Olimpia propuso la declaración, y los revolucionarios le cortaron la cabeza en la guillotina, para que aprendiera. O sea que las revoluciones laicas de defensa de los derechos humanos, no se portaron mucho mejor. El machismo, el racismo, es no entender que estamos todos hechos igual: mitad basura, mitad maravilla. De lo que se trata es de la igualdad de oportunidades y de derechos y que haya un sistema universal que en lugar de estimular lo peor, permita el desarrollo de lo mejor que cada uno tiene.

Crisis, sentido común y el poder

Galeano y su compañera Helena, argentina, andan de capa caída tras la muerte de su perro Morgan. “Todos tenemos una vida fugaz, pero los perros más fugaz aún, entonces te toca vivir el dolor del compañero que ya no está. Morgan era mejor que buena parte de la gente que conozco”. Viajan a Buenos Aires con relativa frecuencia: “Pero vivo en Montevideo y me gusta, porque me gusta caminar y respirar. Las grandes ciudades no son caminables ni respirables”. Buenos Aires es parte de su historia de exilio político: “Y de mi memoria, porque fui uno de los que hicimos la revista Crisis, y todo lo que implicó aquello cuando éramos parte de la espuma de una ola muy linda y de mucha creatividad”. Vuelve a reírse, recuerda el día que llamó a Roberto Fontanarrosa para contarle algo que a su vez le habían dicho en Brasil: “Si el pelo fuese necesario, estaría adentro de la cabeza y no afuera”.
No quiere definirse ni que lo etiqueten: “Había un humorista uruguayo, Peloduro, al que le pidieron una autodefinición. Contestó: no tengo auto, ni definición. Yo tampoco. Cuando alguien te dice: sos tal cosa, te clasifica, de congela, te somete. Es una dictadura universal de mercado que necesita clasificarlo todo para dominarlo. Si no sos clasificable, no te someten. No sé si soy ensayista, narrador, poeta, ni quiero enterarme. Los géneros son uno de los inventos de los expertos, para ganarse la vida vendiendo sus fábulas en universidades y para omitir la verdad de la experiencia humana creadora. Ninguna experiencia de creación es clasificable. Entonces no quiero que me pongan una etiqueta en la frente, que me definan precio, valor y destino de mercado. Lo decía Machado: cualquier necio confunde valor y precio”.
Suele darle más relevancia a lo que pueda lograr el sentido común, que la ideología, la concientización y otras palabras acaso más prestigiosas: “Razonar con sentido común parece sencillo de decir… te cuentan que las mujeres son una minoría oprimida. El sentido común me dice: Eduardito, nunca fuiste fuerte en matemática, pero la mitad de algo no puede ser la minoría. Y es así. Hace poco estaba en España y vi la historia que se armó porque los piratas somalíes habían secuestrado barcos españoles. Sentido común: ¿quiénes son los piratas? ¿Esos muertos de hambre de Somalia? ¿O serán los pirateados por los barcos europeos y japoneses que pescan en aguas prohibidas, de modo ilegal, pero a los que nadie llama piratas? Y además, los somalíes pueden perjudicar a un barco o dos, pero los piratas de Wall Street hicieron naufragar al mundo entero, bandidos especuladores, pero recompensados por Obama como si fuesen héroes de la patria”.
El argumento se relaciona con las formas actuales de poder. Toma algo de cerveza, y sigue diseñando ideas: “El sistema de poder es tan omnipotente, sobre todo con los medios de comunicación, que logra emputecer al diccionario. Las palabras terminan significando lo contrario de lo que querían decir. Comunidad internacional es una expresión muy hermosa, que habla de un destino humano universal, y un mundo sin fronteras. Pero ahora lo usan para hablar de un club de generales y banqueros que se arrogan el derecho de exterminar a los demás. Otra palabra traicionada es mercado. Para mí y para muchos el mercado era un lugar maravilloso, donde la gente compraba verduras y frutas, intercambiaba chismes con los vecinos. Ahora el mercado es el poder de someter. Libertad era el nombre de la cárcel de la dictadura militar en el Uruguay. Y medios de comunicación en realidad son miedos de comunicación, que tienen por tarea primordial difundir gases paralizantes para que nadie se sienta capaz de cambiar la realidad”.

La verdad de la milanesa

Un tema que atraganta a Eduardo Galeano es la derrota en el plebiscito por la ley que mantiene la impunidad de los militares uruguayos por violaciones a los derechos humanos. “Hay una contradicción entre los partidos políticos de la izquierda y los movimientos sociales, ecologistas, feministas, de derechos humanos. Lo acabo de vivir de modo personal. Yo fui uno de los que impulsó los dos plebiscitos, el de los derechos humanos contra la ley de impunidad, que es una vergüenza nacional. Y por otro, el que les otorga el derecho de voto a los que viven afuera, expulsados, y a los que encima se les niega el derecho de votar. Me parece mezquino y miserable. Pero perdimos los dos. Estoy como Inodoro Pereyra, mal pero acostumbrado”.
¿Qué pasó con el Frente Amplio en esos casos? “Yo celebro la victoria, es mi partido. Pero no me gustó nada que el Frente no nos apoyara. Y eso fue la verdad de la milanesa: no apoyó. ¿Por qué? No sé, tal vez los partidos políticos tienden a inclinarse sobre la falsa idea de que todo se dirime entre los partidos, en la disputa por los cargos. Yo creo que no. Que la concepción de la política tiene que abrir pasa a la realidad, que te muestra cantidad de movimientos y experiencias nuevas, que surgen y se levantan contra los esquemas heredados”.
Cuando se está por ir, Galeano hace algo rarísimo: pide disculpas por haber llegado tarde (20 minutos). “Llegué angustiado por la tardanza, porque soy hijo de un lugar donde los acuerdos de palabra se cumplen. Ahora a nadie le importan. Te citan a las 3, llegan a las 4, pero el tiempo es parte del carácter sagrado de la palabra, del respeto al otro. En Uruguay la palabra empezó a ser desprestigiada por la dictadura. Yo me resisto a eso, pero es un reflejo prehistórico. Capaz que soy del paleolítico”.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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