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Feliz día, o apunten al maestro

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“¿Por qué la mira sobre los guardapolvos?”. Una reflexión urgente y en primera persona sobre qué es ser docente en la Argentina de hoy. Por Carlos Melone, maestro.
Así empieza el Facundo, obra icónica del siglo XIX, nacida de la pluma del temible Sarmiento:
“¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo!”.
Posiblemente el destemplado sanjuanino haría otra invocación ante los fuegos cruzados del presente sobre su criatura predilecta: los maestros en particular, los docentes en general.
Impulsor de la conjunción Civilización y Barbarie, el controvertido Domingo Faustino contribuyó como pocos a crear un modelo identitario para el Magisterio Argentino.
En la sociedad desgarrada del presente, llena de cazadores y predadores, algunos han elegido a los maestros como presa. Lo hizo el anterior gobernador de la provincia de Buenos Aires, acompañado con algunos exabruptos del Gobierno Nacional. Lo hace el presente gobierno con un vigor llamativo, entusiasta con un 0-800 para preservar la pureza de los niños de esa caterva ideologizada, llena de vagos que no quieren trabajar e inútiles que en vez de derramar la sangre de la exigencia, son los choriplaneros de las notas aprobando a cualquier perejil suelto. Son los que se pueden reemplazar con voluntarios, total el trabajo lo puede hacer cualquiera.
De apóstoles y cruzados civilizatorios a bárbaros de toda barbarie que ni siquiera tienen el  tímido reconocimiento que Sarmiento tiene sobre Facundo.
De modelo y ejemplo de argentinidad (pensada por otros) a babeantes seguidores en manada de dirigentes sindicales.
De reservorios del saber y la moral a una bolsa de arena a la cual se les puede pegar desde todas las formas del golpe.
De Segunda Mamá a perra hija de puta.
Como en un péndulo fatídico, los propios maestros van y vienen, vamos y venimos en esa oscilación, la protagonizamos, la sentimos, nos habita, nos desconcierta, nos enoja. Y mientras tanto nos siguen pegando…
Algo pasó. Algo viene pasando.
No se trata de victimizaciones dolientes y teatrales. Se trata de cazadores y presas. Un maestro no es un cazador. Puede ser muchas cosas, incluso desagradables. Pero no es un cazador. Ni es un predador.
¿Por qué la mira sobre los guardapolvos? Nadie, seriamente, puede pensar que los docentes ponen en cuestión el orden establecido. Apenas y a pura pena acercan al pueblo algunos retazos de una cultura expropiada y otros retazos de una cultura pasteurizada para los postergados de todo mientras otros ya la tienen esos retazos y entonces devenimos zurcidores y tejedores de sentido con los unos y con los otros.
Por supuesto que a veces sale muy mal.
Por supuesto que algunos de nosotros somos torpes, incompetentes, incluso negligentes.
También hay indiferentes.
Pero hay distintos que nos alimentan, nos enseñan caminos, nos abren puertas y ventanas de mundos y de modos y ahí nos ponemos picantes.
No son tantos. La mayoría no somos tan distintos como quisiéramos ser. A veces tragamos sapos y creemos ser cosas que no somos ni un poquito.
Pero no somos cazadores. No somos predadores.
¿Será que Gobiernos y algunos sectores sociales se enojan de todos los enojos y golpean de todos los golpes porque tampoco somos presas estáticas y comida fácil?
¿Será que esperan de nosotros la docilidad vacuna en vez de la coz del caballo harto del maltrato y eso desconcierta e irrita?
¿Será tal vez  que los recorre una santa indignación porque los apóstoles niegan la santidad heredada y devenidos humanos corrientes, exigiendo reparación y consideración ante lo sacrificial?
Porque cuando la bruma aún no se levanta en la ciudad, cuando la montaña aún está ennegrecida, cuando el frío corta la cara en la inmensidad pampeana, cuando la nieve está blanca inmaculada porque aún nadie la ha pisado, un maestro anda caminando hacia algún lugar innombrable a tejer y destejer con otros. Ni con papeles ni con máquinas.
Con otros.
Otros frágiles, desolados, a la intemperie en una sociedad salvaje con quienes debe encontrar reparo y fuerza para su propia fragilidad y desolación.
¿Será que en tiempos de consumo como Deseo y CEOS de escolaridades lejanas y absurdas, de guetos y country, no se puede entender otra cosa que no sea la lógica de cazadores y predadores?
Alguien, alguna vez, habló de clases. No las del aula. Las otras… ¿Serán?
Mientras tanto, son los maestros los que ven la silla vacía del que ya no va a venir, perdido definitivamente en los laberintos de la jungla y se miran las manos y se quedan solos de toda soledad preguntándose si podrían haber hecho algo más; son los maestros los que el domingo están robando tiempo a los propios para esos Otros mientras escucha de fondo que “con los niños no”, que todo está bien pero no hay plata, que está obsoleto de toda obsolescencia…
Algunos, lejos, muy lejos de los postulados Sarmientinos. Otros no. Todos exigidos de la neutralidad absurda mientras el referente histórico fue, ante todo, un hombre político de tomar posturas con una ferocidad de difícil parangón.
Todos poniendo el cuerpo. Todos. Ese cuerpo que habla y que es atacado.
No somos ángeles, ni cruzados ni apóstoles. Tampoco somos aguerridos promotores del pensamiento crítico (aunque nos gustaría) ni feroces cuestionadores del orden establecido.
No estamos hechos a la medida del deseo de Gobiernos ni de algunos ciudadanos. Nadie está hecho a la medida del Deseo del Otro.
Somos tejedores, vacilantes y decididos, hábiles y torpes, comprometidos y negligentes, éticos y canallas. Somos el Mundo fusilado de Tuñón y su Luna con Gatillo.
El cielo nos puede ser negado.
El infierno es todo nuestro.
Nos han elegido como presas.
Y han cometido un error.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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