Nota
Hoy es #FueraBarrick: Por qué marcha Jáchal
(lavaca.org en Jáchal, San Juan) Pasado, presente y futuro de un pueblo que hace un año gritó “Fuera Barrick” y hoy pide que no se instalen nuevos proyectos mineros en la zona. Lecciones sobre democracia, participación ciudadana y extractivismo, a un año del derrame de millones de litros y una consulta popular que pudo haber cambiado la historia. El WiFi que espía y otras maravillas del pueblo que ahora mismo está marchando para exigir que lo escuchen.
A las 12 de la noche en punto, el silencio de Jáchal explotó: los fuegos artificiales y las bombas de estruendo anunciaron la llegada del martes 13.
Hace 1 año, Miriam no se imaginaba conduciendo un Chancho Móvil para sortear un lechón y así recaudar fondos para el festival de hoy. Tampoco Don Carlos Ibarbe hubiera imaginado, jubilado a sus 70 años, hacer líos en juzgados y municipalidades. Saúl Ceballos, que se candidateaba entonces para diputado, terminó ejerciendo la política, pero junto a sus vecinos. Y Jorge Morales, al contrario, pasó de ser un periodista de radio a concejal para meter la asamblea adentro del Concejo Deliberante.
Muchas cosas pasaron y muchas vidas cambiaron desde el 13 de septiembre del 2015, cuando todos estos nombres y el resto de los 20 mil que viven en Jáchal recibieron el mismo mensaje de Whatsapp: se derramó cianuro sobre nuestro río.
Desde entonces, quienes se conocían de la asamblea del 2004 -previa a la instalación de la mina, anunciando sus desastres- se reagruparon y nuevos vecinos preocupados se sumaron para formar la Asamblea Jáchal No se Toca. Con el correr de los días fueron cada vez más: las mentiras de la empresa, que empezó diciendo que eran 15 mil litros y terminó aceptando 1 millón, avaladas por la justicia y el gobernador, demostraron al pueblo que estaba solo en la búsqueda de verdad y justicia.
Allá va.
Qué pasó ayer
La Asamblea Jáchal No Se Toca tuvo su bautismo de fuego dos días después del derrame, cuando una movilización de más de 5 mil personas – en un pueblo de 20 mil- inundó las calles bajo una consigna contundente: Fuera Barrick. Con el correr de los días la convocatoria fue menguando y las consignas, diluyéndose entre juzgados y despachos políticos. “Todavía no tenemos un informe firmado por el ministro de Minería de San Juan en el que diga cuál es la versión oficial de lo que pasó a un año del derrame”, plantea a lavaca Saúl Ceballos. Con la carpa de fondo que la Asamblea instaló frente a la Municipalidad, enumera lo que no se sabe aún:
“Cuánta fue la solución derramada en el Río Potrerillos; de qué compuestos químicos estaba hecha esa solución; no tenemos bien el detalle de qué se rompió… Nosotros no creemos que haya sido la válvula: eso se ha manipulado para que haya una sentencia que sea la letra definitiva como la única verdad, pero no es así. Todo nos comprueba que hay un ocultamiento sistemático del Estado”.
Jorge Morales no espera más: “No sabemos cómo murió John Kennedy, ¿te van a decir qué pasó en Veladero? Olvídate, no lo vamos a saber. Puede haber sido un accidente, pudo haber sido premeditado: no lo vamos a saber”.
Saúl insiste: “Nosotros necesitamos que haya una voz oficial que nos diga la verdad. Mientras no esté eso, nosotros no vamos a confiar en ningún control que sea administrativo o judicial”.
Para Saúl, el mensaje de la Asamblea se consolidó en función de que no existe información estatal. “La idiosincrasia del pueblo es de no meterse mucho, pero cuando hacemos algún evento, como ayer el Chancho Móvil, la gente sale a colaborar. Ahí nosotros vemos la adhesión”, dice, y remata e invierte la carga de prueba: “Por eso mismo nos negaron la consulta popular”.
La inconsulta
Jorge Morales inventó el portal Info Jáchal y condujo durante años un programa en Radio Nacional. Periodista de raza, se lo ve andando de acá para allá, siempre con un auricular en el oído, atento al minuto a minuto. “Sigo escribiendo, pero ya no me da el tiempo para hacer el programa de radio”, relata en la plaza antes de irse a llevar a las nenas al colegio. No le da el tiempo porque, a fines del año pasado, decidió postularse a concejal y hoy es uno de los seis que puede motorizar iniciativas como la que tiene en la mano: “Se declara el 12 de septiembre como el día de la Defensa de las Cuencas”. La declaración que se aprobó en abril, pero que aún no había llegado a los colegios ni a los actos institucionales, tardanzas que no son casuales en Jáchal.
Pero la iniciativa de Morales que estuvo a punto de cambiar la historia del pueblo fue la consulta popular que motorizó a mediados de este año, para que el pueblo de Jáchal pueda votar si quiere o no más proyectos mineros en las cuencas de los ríos. Explica por qué una consulta popular: “El discurso de Gioja es: San Juan me vota a mí, entonces vota la minería. Entonces, vamos a ver si eso es cierto, preguntémosle a la gente. Porque hay mucha gente que vota a Gioja, pero no quiere la minería. Es una locura, pero es así”.
El relato de Morales es imperdible porque demuestra a escala pueblo cómo funciona la llamada democracia: “El acuerdo lo teníamos cerrado, y los apretaron mal a los concejales”, empieza, y hay que decir que su propio partido lo llamó a él para que bajara la consulta: Morales los mandó a su casa, y renunció. “Así que soy un concejal sin partido”, dice con la carpa de fondo, su verdadero respaldo.
Cuenta el trasfondo de los aprietes: “El gobierno hizo una encuesta y la perdió 80/20. Entonces, si mandaban la consulta y la perdían, se metían 11 años de discurso pro minero en el traste”.
La consulta necesitaba de 4 votos para ser aprobada. Había 3 asegurados, y los otros tres, que responden al ex gobernador Gioja, al principio dijeron públicamente que acompañarían la propuesta. “Es más, vinieron a la carpa y se comprometieron”, relata Morales. El entusiasmo duró apenas unos días. “Cuando se enteró Sergio Uñac (el actual gobernador) dice: ´¿ah , sí?´ ¿Ustedes me van a hacer pagar el compromiso político a mí? No, páguenlo ustedes. Ha faltado nomás que llamen a Jáchal Maradona y el Papa para presionar”, dice Morales. “Tuvieron que empezar a desmentirse: bueno… que vamos a estudiarlo… empezaron a decir si era constitucional… Y cuando tuvieron que votar se abstuvieron y nos dejaron sin la mayoría. Bajaron la consulta políticamente porque sabían que la perdían”.
Los nombres y las caras de los tres concejales cambiantes hoy están pegados en la carpa blanca frente a la Municipalidad, bajo el título “Cobardes”.
¿Cómo quedó parada la Asamblea? “Bien. Porque si vos sabés que vas a perder un partido, no lo jugás. Y estos tipos no lo quisieron jugar. De todos modos hubiesen sido más contundentes las urnas. El punto principal es que Veladero se va a ir cuando quiera; pero vienen otros atrás. Uñac anda ofreciendo la cordillera en todo el punto: eso es lo grave”.
Saúl Ceballos reflexiona sobre la consulta truncada: “Uno se va encontrando con los mecanismos de poder político, económico, hasta del poder religioso. ¿Para qué? Para que nos decepcionemos. Después de la consulta popular las radios nos preguntaron “bueno, ¿ahora van a levantar la carpa”? No, ahora vamos a seguir más firmes que nunca”.
Qué democracia
Jáchal y los pueblos del norte de San Juan son pueblos autodefinidos pobres que no solo sufrieron un derrame hace un año, sino que ninguna de las promesas mineras se cumplió en décadas. Los empleados de Barrick no viven en Jáchal y tampoco la empresa hace sus compras en el pueblo. Las regalías mineras no están invertidas aquí. La teoría del modelo extractivo propuesta por Raúl Zibechi se ve clara: Jáchal e Iglesia son los departamentos sacrificados. Dice Morales: “El problema es que hay una estrategia política que nos ha llevado en un embudo a que sea solamente la minería en lo único que podemos trabajar. Nosotros no tenemos rutas, no tenemos calles, no tenemos gas, no tenemos energía como la gente. ¿Quién va a venir a hacer un emprendimiento acá? El gobierno nos ha ido llevando, sacando todo, para que aparezca la minería como la gran salvadora. Esa es una estrategia política desde hace 30 años”.
Compara: “En el conurbano bonaerense es una cosa similar: o agarrás un plan o no tenés nada. A la gente la ponen en una disyuntiva tremenda: yo soy más digno y me cago de hambre. ¿Cuánto te vas a cagar de hambre? Hay que se oposición con la panza vacía. Cuando no tenés para darle a tus hijos, vos decís: ¿hasta dónde sigo con el orgullo? De última si sos solo, te cagás de hambre solo, vivirás con mate. Pero si tenés hijos… Ese es el apriete social más grande que tenés en este pueblo”.
¿Cómo revertir este tipo políticas? “Con gente en la calle. Te van a decir golpistas… Pero en las elecciones te hacen bosta. Ponen el aparato, la guita, la amenaza. Tenés que entrar al sistema para ver que cambiar algo es imposible: o lo cambias con una revolución o intentás ganar algún puesto. Puede ser un camino que hay que seguir: Saúl Ceballos casi lo logra”.
Ceballos fue candidato a diputado en 2015 y, en las PASO, antes del derrame, saco el 4%. “Luego del derrame obtuve 24%”, cuenta. “Pero ahí se notó más el aparato: en mesas de la ciudad ganaba en alguna por 8, diez votos, pero en las zonas rurales perdía por 100. Y ahí es donde vos ves el poder del aparato político: hay que irse con bolsones, me dijo un candidato de otro partido. Bueno, esa realidad no se va a cambiar de un día para el otro. Nosotros estamos esperanzados. Yo no tengo ninguna aspiración política, entonces yo me puse a hacer política acá. Con mis vecinos”.
Futuro sin cianuro
Para Morales la discusión que hay que dar es de qué quiere vivir Jáchal. “Al fin y al cabo uno está en una asamblea no solo para decir ‘Fuera Barrick’, sino para imaginar otro futuro. Y tampoco uno tiene que tener la solución de eso. ‘Bueno dame la solución vos’, te dice el gobierno. No, para eso te elegí a vos. Cuando yo me sienta mal voy a decir ‘esto no me conviene’.
Se anima a proponer: “Acá hay 4 cultivos buenísimos en calidad, no en cantidad porque no tenemos mucha capacidad de riego, porque el sistema es arcaico. Tenemos la cebolla, el membrillo, el tomate perita y la aceituna. La pregunta es: ¿qué hubiera pasado si inyectaban toda la guita que le pusieron a las mineras o a la agroindustria, a la industrialización de esa materia prima?”.
Don Carlos Ibarbe vive en la zona rural de Jáchal, en Tambería. Hasta allí nos lleva para mostrarnos sus humildes producciones de cebolla, ajo, zanahoria y zapallo. Ibarbe es jubilado y tiene dos hectáreas para comer él, y regalar el resto. “El sistema de riego es muy difícil y no hay ningún tipo de incentivo”, relata, con su cuadernito del INTA con el que aprendió a cultivar sobre la mesa. Para Don Ibarbe, no hay mejor salida que el campo: “La mano de obra de la mina se la han llevado de ahí, y ahí tiene que volver. El campo mueve todo: mueve gente, mueve transporte, y mueve alimentos. La carne, la leche y la verdura vos la sacás del campo”.
Don Ibarbe intenta desde la Asamblea armar un grupo de revoltosos en Tambería, a 10 kilómetros de Jáchal. “Es difícil, el 80% tiene subsidios y no quiere perderlos”, relata y sigue sumando ejemplos: “Para el Día del Niño en Tambería repartieron chocolates y prometieron un playón de deportes. ¿Quién? Minas Argentinas S.A.”.
Pedidos de año nuevo
¿Qué reclama la Asamblea hoy? Morales: “Que se haga el inventario de la Ley de glaciares”. Ceballos: “Que el juzgado sostenga los monitoreos de agua”. El 12 de septiembre la asamblea presentó una carta documento exigiendo 3 monitoreos de agua y 1 de sedimentos en los mismos puntos de muestreo realizados en diciembre y febrero. ¿Por qué es importante? “Porque en el río Las Taguas, donde desemboca el Río Potrerillos sobre el que fue el derrame, en diciembre no se detectó cianuro y en febrero, sí. Queremos saber cómo está ahora”.
¿Cómo se imaginan el año que viene? Morales: “Va a ser decisivo, porque hay elecciones legislativas acá en Jáchal: a todos los candidatos que vengan, no hay que votarlos. O tal vez puede salir algún candidato de la carpa, aunque es difícil. Gioja va a presentarse como senador, o sea que las propuestas con aparato para ganar son todas pro mineras. Entre las propuestas del gobierno y las de la pseudo oposición van a juntar el 90% de los votos: van a decir que votaron la minería. Nosotros tenemos que revertir eso.
Ceballos: “No me lo imagino. Es más, si me preguntás cómo me imagino la semana que viene, no sé. A nosotros nos han pasado cosas que de un día para otro han cambiado muchísimo”.
Ibarbe: “Va a ser un año más duro, vamos a tener que buscar nuevas estrategias. Si el diálogo no funciona vamos a tener que hacer un trabajo de base, como hacen los políticos: casa por casa. Esperemos que la marcha de hoy nos de energías”.
Wi Fi o espionaje para todos
En Jáchal no hay señal de internet, quizá otro símbolo de la mentira que significa el supuesto progreso minero. “Uno está sujeto a la conexión de celulares”, dice Iván, que tiene dos aerosoles en la mano y está dale que dale pintando banderas y carteles. Hace una pausa para charlar y contar que intentó hacer una transmisión en vivo por Facebook, pero se le cortó al minuto por mala conexión. “Y en los celulares la señal va y viene, no se puede hacer mucho”.
Iván es un joven de menos de 30, integrante de la Asamblea. Nació en Jáchal y estudió en el pueblo hasta que egresó del secundario: “Llega un punto en el que tenés que irte, lo único que hay para hacer acá son los profesorados. Hace 4 años pusieron una sede de la Universidad de San Juan que tiene carreras fantasmas”. Un caso: “Hay una tecnicatura en páginas web, cuando en el departamento no hay Internet”.
¿Y las otras? “Están orientadas más que nada al tema megaminero: por ejemplo, exploraciones y voladuras”.
Iván, para colmo, quería dedicarse a las computadoras. “Soy uno más que se tuvo que ir a causa de eso”. Finalmente se recibió de Licenciado en Sistemas en la Universidad de La Rioja.
¿Qué pasa en Jáchal con Internet? “Más allá de que sea un derecho, estamos muy privados comunicacionalmente a nivel global. Hace 5 años se escuchaban radios de la provincia, que hoy en día no podés escuchar; tenés que estar sujeto a las radios que están acá. Y con los diarios lo mismo, llegan muy pocos llegan: el que más llega es el Diario de Cuyo y a destiempo, después del mediodía. Internet puede acercarte mucho más a la comunicación, pero no hay. Y si vos llamás a Claro o Movistar te dicen que hay congestión en las líneas. Obviamente: todos tienen celulares y todos están conectados al mismo tiempo».
¿Pasa lo mismo en otras partes de San Juan? «Particularmente se nota en el norte de San Juan. En Jáchal directamente hay lugares en los que no hay señal. Eso también te lleva a privarte de muchas cosas, entre ellas, la información: ahí es donde salimos nosotros a batallar como podemos tratando de llegar con la información verídica».
Por estos días hubo una novedad en Jáchal: la Municipalidad instaló Wi Fi en la plaza principal, anunciada con bombos y platillos. Iván: “Es muy loco: se venía corriendo desde el mes de marzo que llegaba Internet a Jáchal; que habían licitado 3 empresas para el servicio y había ganado una. Ahí se empezó a trabajar el tema de la fibra óptica”.
Ahora en la Plaza pueden verse jóvenes hipnotizados con el celular. Qué hay detrás: “Es gratis y a la vez no es gratis. Porque al conectarte te pide que vos te autentiques en una página de la Municipalidad. Con ese simple paso ya estás otorgando tus datos del dispositivo que tenés conectado. Como si fuese en el banco, ponés tu tarjeta, tu código y sacas 100 pesos: queda registrado. Ahí la pregunta: ¿Para qué está creada esa página? ¿Es para espiar? ¿Es para saber cuántos conectados, o quién conecta? Es jodido el tema. En el campo informático se llama vulnerabilidades, la cuestión de las violación del derecho a la privacidad».
¿Dónde se supone que van esos datos: a empresas o gobiernos? “Hay un informático en la municipalidad que es el que creó esa página, eso lo sé. Pero hay algo más tremendo: el servicio lo está brindando Interredes, una empresa fuerte acá en San Juan que pertenece a la cámara minera y que tiene como accionista al hijo de Gioja. Más allá de eso, la cuestión es la participación de las empresas más chicas: Interredes está acaparando toda la red de wifi de San Juan”.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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