Nota
Hoy es #FueraBarrick: Por qué marcha Jáchal
(lavaca.org en Jáchal, San Juan) Pasado, presente y futuro de un pueblo que hace un año gritó “Fuera Barrick” y hoy pide que no se instalen nuevos proyectos mineros en la zona. Lecciones sobre democracia, participación ciudadana y extractivismo, a un año del derrame de millones de litros y una consulta popular que pudo haber cambiado la historia. El WiFi que espía y otras maravillas del pueblo que ahora mismo está marchando para exigir que lo escuchen.
A las 12 de la noche en punto, el silencio de Jáchal explotó: los fuegos artificiales y las bombas de estruendo anunciaron la llegada del martes 13.
Hace 1 año, Miriam no se imaginaba conduciendo un Chancho Móvil para sortear un lechón y así recaudar fondos para el festival de hoy. Tampoco Don Carlos Ibarbe hubiera imaginado, jubilado a sus 70 años, hacer líos en juzgados y municipalidades. Saúl Ceballos, que se candidateaba entonces para diputado, terminó ejerciendo la política, pero junto a sus vecinos. Y Jorge Morales, al contrario, pasó de ser un periodista de radio a concejal para meter la asamblea adentro del Concejo Deliberante.
Muchas cosas pasaron y muchas vidas cambiaron desde el 13 de septiembre del 2015, cuando todos estos nombres y el resto de los 20 mil que viven en Jáchal recibieron el mismo mensaje de Whatsapp: se derramó cianuro sobre nuestro río.
Desde entonces, quienes se conocían de la asamblea del 2004 -previa a la instalación de la mina, anunciando sus desastres- se reagruparon y nuevos vecinos preocupados se sumaron para formar la Asamblea Jáchal No se Toca. Con el correr de los días fueron cada vez más: las mentiras de la empresa, que empezó diciendo que eran 15 mil litros y terminó aceptando 1 millón, avaladas por la justicia y el gobernador, demostraron al pueblo que estaba solo en la búsqueda de verdad y justicia.
Allá va.
Qué pasó ayer
La Asamblea Jáchal No Se Toca tuvo su bautismo de fuego dos días después del derrame, cuando una movilización de más de 5 mil personas – en un pueblo de 20 mil- inundó las calles bajo una consigna contundente: Fuera Barrick. Con el correr de los días la convocatoria fue menguando y las consignas, diluyéndose entre juzgados y despachos políticos. “Todavía no tenemos un informe firmado por el ministro de Minería de San Juan en el que diga cuál es la versión oficial de lo que pasó a un año del derrame”, plantea a lavaca Saúl Ceballos. Con la carpa de fondo que la Asamblea instaló frente a la Municipalidad, enumera lo que no se sabe aún:
“Cuánta fue la solución derramada en el Río Potrerillos; de qué compuestos químicos estaba hecha esa solución; no tenemos bien el detalle de qué se rompió… Nosotros no creemos que haya sido la válvula: eso se ha manipulado para que haya una sentencia que sea la letra definitiva como la única verdad, pero no es así. Todo nos comprueba que hay un ocultamiento sistemático del Estado”.
Jorge Morales no espera más: “No sabemos cómo murió John Kennedy, ¿te van a decir qué pasó en Veladero? Olvídate, no lo vamos a saber. Puede haber sido un accidente, pudo haber sido premeditado: no lo vamos a saber”.
Saúl insiste: “Nosotros necesitamos que haya una voz oficial que nos diga la verdad. Mientras no esté eso, nosotros no vamos a confiar en ningún control que sea administrativo o judicial”.
Para Saúl, el mensaje de la Asamblea se consolidó en función de que no existe información estatal. “La idiosincrasia del pueblo es de no meterse mucho, pero cuando hacemos algún evento, como ayer el Chancho Móvil, la gente sale a colaborar. Ahí nosotros vemos la adhesión”, dice, y remata e invierte la carga de prueba: “Por eso mismo nos negaron la consulta popular”.
La inconsulta
Jorge Morales inventó el portal Info Jáchal y condujo durante años un programa en Radio Nacional. Periodista de raza, se lo ve andando de acá para allá, siempre con un auricular en el oído, atento al minuto a minuto. “Sigo escribiendo, pero ya no me da el tiempo para hacer el programa de radio”, relata en la plaza antes de irse a llevar a las nenas al colegio. No le da el tiempo porque, a fines del año pasado, decidió postularse a concejal y hoy es uno de los seis que puede motorizar iniciativas como la que tiene en la mano: “Se declara el 12 de septiembre como el día de la Defensa de las Cuencas”. La declaración que se aprobó en abril, pero que aún no había llegado a los colegios ni a los actos institucionales, tardanzas que no son casuales en Jáchal.
Pero la iniciativa de Morales que estuvo a punto de cambiar la historia del pueblo fue la consulta popular que motorizó a mediados de este año, para que el pueblo de Jáchal pueda votar si quiere o no más proyectos mineros en las cuencas de los ríos. Explica por qué una consulta popular: “El discurso de Gioja es: San Juan me vota a mí, entonces vota la minería. Entonces, vamos a ver si eso es cierto, preguntémosle a la gente. Porque hay mucha gente que vota a Gioja, pero no quiere la minería. Es una locura, pero es así”.
El relato de Morales es imperdible porque demuestra a escala pueblo cómo funciona la llamada democracia: “El acuerdo lo teníamos cerrado, y los apretaron mal a los concejales”, empieza, y hay que decir que su propio partido lo llamó a él para que bajara la consulta: Morales los mandó a su casa, y renunció. “Así que soy un concejal sin partido”, dice con la carpa de fondo, su verdadero respaldo.
Cuenta el trasfondo de los aprietes: “El gobierno hizo una encuesta y la perdió 80/20. Entonces, si mandaban la consulta y la perdían, se metían 11 años de discurso pro minero en el traste”.
La consulta necesitaba de 4 votos para ser aprobada. Había 3 asegurados, y los otros tres, que responden al ex gobernador Gioja, al principio dijeron públicamente que acompañarían la propuesta. “Es más, vinieron a la carpa y se comprometieron”, relata Morales. El entusiasmo duró apenas unos días. “Cuando se enteró Sergio Uñac (el actual gobernador) dice: ´¿ah , sí?´ ¿Ustedes me van a hacer pagar el compromiso político a mí? No, páguenlo ustedes. Ha faltado nomás que llamen a Jáchal Maradona y el Papa para presionar”, dice Morales. “Tuvieron que empezar a desmentirse: bueno… que vamos a estudiarlo… empezaron a decir si era constitucional… Y cuando tuvieron que votar se abstuvieron y nos dejaron sin la mayoría. Bajaron la consulta políticamente porque sabían que la perdían”.
Los nombres y las caras de los tres concejales cambiantes hoy están pegados en la carpa blanca frente a la Municipalidad, bajo el título “Cobardes”.
¿Cómo quedó parada la Asamblea? “Bien. Porque si vos sabés que vas a perder un partido, no lo jugás. Y estos tipos no lo quisieron jugar. De todos modos hubiesen sido más contundentes las urnas. El punto principal es que Veladero se va a ir cuando quiera; pero vienen otros atrás. Uñac anda ofreciendo la cordillera en todo el punto: eso es lo grave”.
Saúl Ceballos reflexiona sobre la consulta truncada: “Uno se va encontrando con los mecanismos de poder político, económico, hasta del poder religioso. ¿Para qué? Para que nos decepcionemos. Después de la consulta popular las radios nos preguntaron “bueno, ¿ahora van a levantar la carpa”? No, ahora vamos a seguir más firmes que nunca”.
Qué democracia
Jáchal y los pueblos del norte de San Juan son pueblos autodefinidos pobres que no solo sufrieron un derrame hace un año, sino que ninguna de las promesas mineras se cumplió en décadas. Los empleados de Barrick no viven en Jáchal y tampoco la empresa hace sus compras en el pueblo. Las regalías mineras no están invertidas aquí. La teoría del modelo extractivo propuesta por Raúl Zibechi se ve clara: Jáchal e Iglesia son los departamentos sacrificados. Dice Morales: “El problema es que hay una estrategia política que nos ha llevado en un embudo a que sea solamente la minería en lo único que podemos trabajar. Nosotros no tenemos rutas, no tenemos calles, no tenemos gas, no tenemos energía como la gente. ¿Quién va a venir a hacer un emprendimiento acá? El gobierno nos ha ido llevando, sacando todo, para que aparezca la minería como la gran salvadora. Esa es una estrategia política desde hace 30 años”.
Compara: “En el conurbano bonaerense es una cosa similar: o agarrás un plan o no tenés nada. A la gente la ponen en una disyuntiva tremenda: yo soy más digno y me cago de hambre. ¿Cuánto te vas a cagar de hambre? Hay que se oposición con la panza vacía. Cuando no tenés para darle a tus hijos, vos decís: ¿hasta dónde sigo con el orgullo? De última si sos solo, te cagás de hambre solo, vivirás con mate. Pero si tenés hijos… Ese es el apriete social más grande que tenés en este pueblo”.
¿Cómo revertir este tipo políticas? “Con gente en la calle. Te van a decir golpistas… Pero en las elecciones te hacen bosta. Ponen el aparato, la guita, la amenaza. Tenés que entrar al sistema para ver que cambiar algo es imposible: o lo cambias con una revolución o intentás ganar algún puesto. Puede ser un camino que hay que seguir: Saúl Ceballos casi lo logra”.
Ceballos fue candidato a diputado en 2015 y, en las PASO, antes del derrame, saco el 4%. “Luego del derrame obtuve 24%”, cuenta. “Pero ahí se notó más el aparato: en mesas de la ciudad ganaba en alguna por 8, diez votos, pero en las zonas rurales perdía por 100. Y ahí es donde vos ves el poder del aparato político: hay que irse con bolsones, me dijo un candidato de otro partido. Bueno, esa realidad no se va a cambiar de un día para el otro. Nosotros estamos esperanzados. Yo no tengo ninguna aspiración política, entonces yo me puse a hacer política acá. Con mis vecinos”.
Futuro sin cianuro
Para Morales la discusión que hay que dar es de qué quiere vivir Jáchal. “Al fin y al cabo uno está en una asamblea no solo para decir ‘Fuera Barrick’, sino para imaginar otro futuro. Y tampoco uno tiene que tener la solución de eso. ‘Bueno dame la solución vos’, te dice el gobierno. No, para eso te elegí a vos. Cuando yo me sienta mal voy a decir ‘esto no me conviene’.
Se anima a proponer: “Acá hay 4 cultivos buenísimos en calidad, no en cantidad porque no tenemos mucha capacidad de riego, porque el sistema es arcaico. Tenemos la cebolla, el membrillo, el tomate perita y la aceituna. La pregunta es: ¿qué hubiera pasado si inyectaban toda la guita que le pusieron a las mineras o a la agroindustria, a la industrialización de esa materia prima?”.
Don Carlos Ibarbe vive en la zona rural de Jáchal, en Tambería. Hasta allí nos lleva para mostrarnos sus humildes producciones de cebolla, ajo, zanahoria y zapallo. Ibarbe es jubilado y tiene dos hectáreas para comer él, y regalar el resto. “El sistema de riego es muy difícil y no hay ningún tipo de incentivo”, relata, con su cuadernito del INTA con el que aprendió a cultivar sobre la mesa. Para Don Ibarbe, no hay mejor salida que el campo: “La mano de obra de la mina se la han llevado de ahí, y ahí tiene que volver. El campo mueve todo: mueve gente, mueve transporte, y mueve alimentos. La carne, la leche y la verdura vos la sacás del campo”.
Don Ibarbe intenta desde la Asamblea armar un grupo de revoltosos en Tambería, a 10 kilómetros de Jáchal. “Es difícil, el 80% tiene subsidios y no quiere perderlos”, relata y sigue sumando ejemplos: “Para el Día del Niño en Tambería repartieron chocolates y prometieron un playón de deportes. ¿Quién? Minas Argentinas S.A.”.
Pedidos de año nuevo
¿Qué reclama la Asamblea hoy? Morales: “Que se haga el inventario de la Ley de glaciares”. Ceballos: “Que el juzgado sostenga los monitoreos de agua”. El 12 de septiembre la asamblea presentó una carta documento exigiendo 3 monitoreos de agua y 1 de sedimentos en los mismos puntos de muestreo realizados en diciembre y febrero. ¿Por qué es importante? “Porque en el río Las Taguas, donde desemboca el Río Potrerillos sobre el que fue el derrame, en diciembre no se detectó cianuro y en febrero, sí. Queremos saber cómo está ahora”.
¿Cómo se imaginan el año que viene? Morales: “Va a ser decisivo, porque hay elecciones legislativas acá en Jáchal: a todos los candidatos que vengan, no hay que votarlos. O tal vez puede salir algún candidato de la carpa, aunque es difícil. Gioja va a presentarse como senador, o sea que las propuestas con aparato para ganar son todas pro mineras. Entre las propuestas del gobierno y las de la pseudo oposición van a juntar el 90% de los votos: van a decir que votaron la minería. Nosotros tenemos que revertir eso.
Ceballos: “No me lo imagino. Es más, si me preguntás cómo me imagino la semana que viene, no sé. A nosotros nos han pasado cosas que de un día para otro han cambiado muchísimo”.
Ibarbe: “Va a ser un año más duro, vamos a tener que buscar nuevas estrategias. Si el diálogo no funciona vamos a tener que hacer un trabajo de base, como hacen los políticos: casa por casa. Esperemos que la marcha de hoy nos de energías”.
Wi Fi o espionaje para todos
En Jáchal no hay señal de internet, quizá otro símbolo de la mentira que significa el supuesto progreso minero. “Uno está sujeto a la conexión de celulares”, dice Iván, que tiene dos aerosoles en la mano y está dale que dale pintando banderas y carteles. Hace una pausa para charlar y contar que intentó hacer una transmisión en vivo por Facebook, pero se le cortó al minuto por mala conexión. “Y en los celulares la señal va y viene, no se puede hacer mucho”.
Iván es un joven de menos de 30, integrante de la Asamblea. Nació en Jáchal y estudió en el pueblo hasta que egresó del secundario: “Llega un punto en el que tenés que irte, lo único que hay para hacer acá son los profesorados. Hace 4 años pusieron una sede de la Universidad de San Juan que tiene carreras fantasmas”. Un caso: “Hay una tecnicatura en páginas web, cuando en el departamento no hay Internet”.
¿Y las otras? “Están orientadas más que nada al tema megaminero: por ejemplo, exploraciones y voladuras”.
Iván, para colmo, quería dedicarse a las computadoras. “Soy uno más que se tuvo que ir a causa de eso”. Finalmente se recibió de Licenciado en Sistemas en la Universidad de La Rioja.
¿Qué pasa en Jáchal con Internet? “Más allá de que sea un derecho, estamos muy privados comunicacionalmente a nivel global. Hace 5 años se escuchaban radios de la provincia, que hoy en día no podés escuchar; tenés que estar sujeto a las radios que están acá. Y con los diarios lo mismo, llegan muy pocos llegan: el que más llega es el Diario de Cuyo y a destiempo, después del mediodía. Internet puede acercarte mucho más a la comunicación, pero no hay. Y si vos llamás a Claro o Movistar te dicen que hay congestión en las líneas. Obviamente: todos tienen celulares y todos están conectados al mismo tiempo».
¿Pasa lo mismo en otras partes de San Juan? «Particularmente se nota en el norte de San Juan. En Jáchal directamente hay lugares en los que no hay señal. Eso también te lleva a privarte de muchas cosas, entre ellas, la información: ahí es donde salimos nosotros a batallar como podemos tratando de llegar con la información verídica».
Por estos días hubo una novedad en Jáchal: la Municipalidad instaló Wi Fi en la plaza principal, anunciada con bombos y platillos. Iván: “Es muy loco: se venía corriendo desde el mes de marzo que llegaba Internet a Jáchal; que habían licitado 3 empresas para el servicio y había ganado una. Ahí se empezó a trabajar el tema de la fibra óptica”.
Ahora en la Plaza pueden verse jóvenes hipnotizados con el celular. Qué hay detrás: “Es gratis y a la vez no es gratis. Porque al conectarte te pide que vos te autentiques en una página de la Municipalidad. Con ese simple paso ya estás otorgando tus datos del dispositivo que tenés conectado. Como si fuese en el banco, ponés tu tarjeta, tu código y sacas 100 pesos: queda registrado. Ahí la pregunta: ¿Para qué está creada esa página? ¿Es para espiar? ¿Es para saber cuántos conectados, o quién conecta? Es jodido el tema. En el campo informático se llama vulnerabilidades, la cuestión de las violación del derecho a la privacidad».
¿Dónde se supone que van esos datos: a empresas o gobiernos? “Hay un informático en la municipalidad que es el que creó esa página, eso lo sé. Pero hay algo más tremendo: el servicio lo está brindando Interredes, una empresa fuerte acá en San Juan que pertenece a la cámara minera y que tiene como accionista al hijo de Gioja. Más allá de eso, la cuestión es la participación de las empresas más chicas: Interredes está acaparando toda la red de wifi de San Juan”.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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