Nota
Trabajadores del diario La Nación: «Hemos dado un mensaje claro: Nunca Más»
Una asamblea histórica reunió a 300 trabajadores y trabajadoras del diario La Nación que expresaron su repudio a la editorial que el matutino publicó estelunes post balotaje. “Los trabajadores del diario La Nación decimos sí a la democracia, a la continuidad de los juicios por delitos de lesa humanidad y decimos no al olvido”, denunciaron en un comunicado que se viralizó por las redes sociales. Qué dicen dos trabajadores integrantes de la Comisión Interna.
La diagramadora y delegada de La Nación Irene Haimovichi cuenta que se enteró por un whatsapp de una compañera. “¿Leiste el editorial de hoy?, me preguntó. Le dije que no. Llego, agarro el diario y dije: otra vez sopa”. La editorial se tituló No más venganza, y se publicó 24 horas después que Argentina eligiera en balotaje a Mauricio Macri como Presidente. El copete explicitaba su intención: “La elección de un nuevo gobierno es momento propicio para terminar con las mentiras sobre los años 70 y las actuales violaciones de los derechos humanos”.
El editorial sembró el rechazo de diferentes personalidades y referentes de organismos de derechos humanos. A media mañana, por tuiter, comenzaron a expresar su desacuerdo los propios periodistas del diario: desde los columnistas hasta el secretario general de redacción. Así se fue abonando el de las propias trabajadoras y los propios trabajadores del diario, que lo cristalizaron en una acción histórica. “Nos sentamos con los compañeros a escribir el repudio y convocamos a una asamblea que se hizo a las 4 de la tarde”, dice a lavaca Haimovichi. “Se aprobó sacarlo como texto colectivo. Había mucho enojo. Mucho”.
¿Cuál es la grieta?
“Este diario, hoy por hoy, es un espacio de la derecha, pero intenta convivir en democracia”, dice Haimovichi. “Es el mismo diario que en otra época tuvo, y sigue teniendo, 5 desaparecidos”, aclara y deja un silencio. El dato resuena.
Sigue: “Pero siendo un diario que mantiene su ideología y siendo una empresa como todas las periodísticas, que nunca favorecen a los trabajadores, hay límites que se intentan no volver a cruzar. Por lo menos, desde los trabajadores. Hay que gente que votó a Macri, otra que votó a Scioli, y en la misma foto de la asamblea conviven ambos grupos. Pero hay una convicción de que hay cosas que no tienen que volver a pasar y deben ser juzgadas correctamente”.
Haimovichi ejemplifica: “No se puede igualar un militante o guerrillero con el terrorismo de Estado”. ¿Cómo debe interpretarse la editorial? “No me parece casual que una después de una elección como la del domingo aparezcan voces que quieran marcar la cancha. Por eso era importante que saliésemos a decir que esa parte de la cancha no vamos a dejar que la marque nadie. Hasta el propio presidente electo dijo que iba a seguir habiendo juicios”.
Antonio Soriano, trabajador de la gerencia comercial, delegado y miembro de la Comisión Interna, suma su lectura: “La editorial es muy fuerte, muy grave. Hay que leer bien qué dice y qué no dice entre líneas. Después de muchos años, de mucho sufrimiento, la Justicia, la Memoria, el No Olvido, desde las generaciones como la mía, que lo han vivido hasta las más jóvenes que leen y conocen la historia, no quieren vivir ese espacio nefasto. La justicia está actuando, y muy bien”.
Contrariamente a lo que el diario comulgó en esta última década, Soriano afirma: “La editorial no contribuye para nada a la ´pacificación´ y a la famosa ´grieta´ de la que hablan. Del pasado siempre quedan resabios y el diario no es ajeno a ellos. Algunos no entendieron que las cosas han cambiado: confunden libertad de expresión con otro tipo de intereses que son mucho más peligrosos”.
Nunca Más
Haimovichi y Soriano destacan la masividad de la asamblea, que fue histórica. “Es una alegría personal. Es la primera vez que es tan masiva la respuesta”, se sorprende la diagramadora, que afirma ya había habido un antecedente cuando desde la editorial se comparó el kirchnerismo con el nazismo. “Allí sacamos un comunicado más fuerte, pero la respuesta de los trabajadores fue más impactante ahora. Probablemente, porque hubo un cambio de sentido. Hay cambios que se instalaron en estos 12 años que fueron más allá del mismo kirchnerismo. Va a ser interesante leer lo que publique el diario”.
Este martes, junto al comunicado y la contundente foto de la asamblea que reunió a cientos de trabajadoras y trabajadores, saldrá una “aclaración” de las autoridades en diario. “No sé qué va a pasar aquí dentro. Hay una interna. Es complejo. Ni siquiera esta editorial representa a toda la dirección del diario. Como las editoriales corren por otro camino que no es la redacción, quiero creer que se les pasó en medio del cierre post elecciones”.
Haimovichi repite: “Quiero creer”.
Soriano también se sorprende de la medida colectiva. “Fue increíble la asamblea. Había habido antecedentes, pero hoy fue más importante dada la significancia que tenían las elecciones del domingo. La editorial no nos sorprende ,pero nos llama la atención en cuanto al momento y la oportunidad. Está claro que dieron rienda suelta a todos sus sentimientos, a tirar cosas a la cancha y a jugarla así, pero no se dieron cuenta que los tiempos cambian. Fue masiva: la reacción fue espontánea. Estábamos todos. Y hemos dado un mensaje claro: Nunca Más”.
El comunicado
LOS TRABAJADORES DEL DIARIO LA NACION REPUDIAMOS AL EDITORIAL CONTRA LOS JUICIOS POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD
Los trabajadores de La Nación S. A. le decimos NO al editorial que, con el título “No más venganza” se publicó hoy, lunes 23 de noviembre de 2015, en la página 32 del diario.
Quienes trabajamos en el diario La Nación, en las revistas que edita la empresa, en las versiones online de todos los productos periodísticos, entendemos que la vida democrática implica la convivencia de distintas ideas, proyectos e identidades políticas. Convivimos entre estas paredes trabajadores que expresamos esa diversidad y desde nuestras diferencias construimos un sentido común.
Desde esa diversidad rechazamos la lógica que pretende construir el editorial de hoy, que en nada nos representa al igualar a las víctimas del terrorismo de Estado y el accionar de la Justicia en busca de reparación en los casos de delitos de lesa humanidad con los castigos a presos comunes y con una “cultura de la venganza”.
Los trabajadores del diario La Nación decimos SI a la DEMOCRACIA, a la continuidad de los juicios por delitos de lesa humanidad y decimos NO al OLVIDO.
Por MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA.
Trabajadores de La Nación S. A.
Comisiones Internas de Prensa y Gráficos.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.











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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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