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Fútbol para todas

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Las Aliadas, el equipo de la Villa 31. Es uno de los equipos femeninos de ese barrio, ganador de varios torneos. Autoestima y pases cortos es la fórmula de este juego que las hace sonreir. Como los profesionales, hacen polémicas declaraciones sobre política, noticias, drogas y el aborto.

Fútbol para todasLe tiran un pelotazo alto. Mira hacia arriba. La pelota parece rebotar en la luna que se asomó a ver el partido por atrás de las casas de colores. Cuando cae, con un movimiento la deja inmóvil sobre el pasto sintético. Le veo una sonrisa color luna. Sonríe todo el tiempo, como el resto de quienes habitan esta cancha. Toca de derecha al medio y sale buscando la devolución, mientras se derrite en mi cabeza una de las repeticiones de Alzheimer del ambiente deportivo: el fútbol es cosa de hombres.
No. En la canchita del barrio Güemes de la Villa 31, el fútbol también es cosa de mujeres. Ana es la 10, Tamara es una carrilera incansable que debe jugar con lentes de plástico, como el holandés Edgar Davis. Natalí tiene 16 años, defensora: “No me pasa nadie”. Eli cambió los guantes de cocina por los de arquera. Liz organiza al equipo. Constanza Conti es de las que se hacen respetar en el barrio. Karen, 17, mira pero no juega porque está embarazada de un varón que se llamará Lionel. La mamá más veterana es Tuti, mediapunta de 19, un hijo de un año.
Unos jóvenes del llamado Barrio Chino se acercan con intenciones inhóspitas, golpeando palos en las columnas del alambrado, hasta que una de las chicas les grita algo sobre dónde colocará dichos palos, sus señoras madres, y algunas lecciones de anatomía. Vuelve la normalidad. Conti: “Si a los chabones no los parás, te bardean todo el tiempo. Ya aprendimos a hacernos respetar”.
¿Qué diferencia al fútbol femenino del masculino? Después del partido, en un salón que les prestan para que se reúnan, una de las jugadoras sintetizó: “Ellos corren con algo que les cuelga. Nosotras no”.
Aliadas Villa-USA
Mónica Santino es la entrenadora. Directora Técnica, ex mediocampista de All Boys: “Fui militante de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) pero volver al fútbol fue una materia pendiente, una pasión”. En 2005 la norteamericana Allison Lasser estaba en Argentina haciendo su tesis de Sociología. Conoció la villa, le contaron que no había actividades deportivas para chicas, y decidió instalar el fútbol en una canchita de tierra del barrio. En los Estados Unidos el fútbol femenino tiene dos mundiales ganados y lidera el ranking de selecciones de la FIFA: en un país en el que mujeres y hombres empezaron al mismo tiempo, son ellas las que llegaron más lejos.
Mónica y Cecilia Antolini continuaron el proyecto (futura asociación civil La Nuestra): “Del laburo nació un torneo barrial, las chicas armaron un equipo y le pusieron Las Aliadas porque juntaron distintas comunidades y edades”. Juegan también Las Pibas, Albirroja, Güemes, Cangrejillo, y Barracas, entre otros. Ponen 150 pesos por equipo. Las campeonas se llevan la mayor parte. En 2012 Las Aliadas ganaron más de la mitad de los torneos. Falta mencionar al resto de sus integrantes: Clara, Princesa, Camila, Denis, Antonella, Stefa, Anahí, Abril, Bebita. La DT define: “Lo grupal, lo físico, genera un cambio tremendo en las chicas. Denis es jujeña. No juega tan bien, pero siempre andaba con la cabeza baja, mirando al piso. Fijate ahora”. Está plantada en la mitad de la cancha, cabeza alta, atenta a cada jugada e interviniendo a puro corazón. “Autoestima. Así empezó a plantarse también en la vida”.
Pases cortos
Del fútbol nació el encuentro grupal de cada jueves, donde hablan sobre todo, sobre nada, o sobre lo que quieran. “Estamos preparando el baby shower (reunión de regalos) para el bebé de La Pela”. Pero la charla termina siendo un retrato intenso, vital y crudo (como todo en la villa) sobre cómo funciona la realidad.
¿El principal problema del barrio? Ana: “La delincuencia”. Nati: “No, porque eso lo ves hasta en el barrio más lindo. El tema es que asfalten las calles, urbanicen”. Otra voz: “Para mí es la droga. Está en todos lados. Casi que te la regalan y todos sabemos dónde”. Karen, la embarazada: “Me gustaría que mi hijo se críe en otra parte”. Conti: “Pero vos no lo vas a criar así. Hasta en los colegios privados está la droga. Es tu mentalidad: agarrás o no”. Nati: “Oime boluda, también es la organización social. Si ustedes se drogan, pero me dicen que no se juntan conmigo porque no me drogo, ¿qué pasa? ¿Cuántos se drogan para caerles bien a los demás?”. Conti: “¿Sabés cuántas veces me lo dijeron? Pero estoy por terminar el colegio de adultos, y ellas siguen fumadas abajo del puente (la autopista). Para mí lo que no tienen es el amor de la madre ni del padre”. Sin embargo, ella misma un rato más tarde me dirá: “Mi sueño es tener una familia que no sea como la mía”.
Las madres de las chicas no trabajan, o lo hacen como empleadas domésticas. Oficios paternos: mayoría de obreros de la construcción y portuarios, colectiveros, y varios de quienes no se sabe nada desde hace mucho. ¿Y ellas? Todas piensan terminar la secundaria. Karen: historia o educación física; Ana, publicidad; Nati, contadora; Conti, fotógrafa y chef; Tamara despachante de aduana; Camila, maestra jardinera o policía. Hasta no hace mucho era impensable escuchar este tipo de proyectos en la villa. Una de las chicas me retruca: “¿Y usted, qué va a ser cuando sea grande?”. Con el almanaque agradecido por la broma, percibo que es la misma pregunta que David Harvey propone en otro lugar de esta revista.
Aborto & política
Mónica, la entrenadora: “Hubo chicas que vinieron a hablar con nosotras porque querían abortar. Las derivamos a la línea de Aborto Seguro, a ellas y a las familias. Y también acompañamos si quieren continuar el embarazo. Yo estoy a favor de la despenalización, pero justamente el tema es que ellas decidan. Claro que aquí hay una cultura muy arraigada en la que ser madre es recibirse de mujer. Pero son estas chicas pobres las que más sufren el problema, agravado por esa cultura que les mete culpa”.
En la reunión grupal, Nati: “Yo estoy en contra del aborto. ¿Qué culpa tiene el bebé?”. Conti: “Vos no te ponés en el lugar de la chabona. La que tiene que decidir es ella. Y mirá si la violaron”. Nati: “Pero al violador no lo matan, al bebé sí”. Conti: “Pero todavía no es un bebé, por eso no tiene que ser ilegal el aborto”. Otra voz: “No es ilegal: todo el mundo aborta”. Nati: “Es ilegal boluda. (Mirándome) Voy a decir algo vulgar, pero si una piba tiene la cajeta para abrirse de piernas con un chabón, que tenga la cajeta para tener al bebé”.
Conti: “Está de moda, te comiste tu guachito y si no, sos una re-gila. Pero si no te pusiste un preservativo sos una boluda”. La mayor parte del grupo calla. Cada quien debe aprender a escuchar ese silencio. Y eso también es este equipo: una oreja.
¿Y la política? Conti: “Son todos garcas. Todo es plata. El año pasado vino la delegada de la manzana: `te pagamos 100 pesos si lo votás a Macri´. Me llevaron en remis. Entré, metí todos los volantes de Macri en la mochila, y voté a Filmus. Salí, me pagaron y listo”. Las chicas reconocen que había diferentes tarifas, 50 o 100 pesos “según tu cara”. Camila: “Pero no son todos garcas, con Cristina todo está un poco más para adelante, hay planes, asignación por hijo, no me jodas. No estamos todos matándonos y sacándonos los ojos entre nosotros”. Conti: “Todos ‘lucrean’ para ellos, pero Cristina por lo menos le saca los subsidios a los que viven en Recoleta y así pagan acá los planes sociales”. Camila: “Para mí los garcas son Macri y la Carrió”. Nati: “Y el de bigotitos que imita al padre” (no hubo mención a otras fuerzas o debilidades políticas).
¿Cómo se informan? Camila: “Canal 13 te vende cualquiera, dicen que acá somos todos chorros y todo contra Cristina. El 7 ni habla de nosotros, y dice que está todo bien”. Nati: “Yo miro, saco mi propia idea, y después miro el 11 que por lo menos explica mejor las cosas”.
Se ríen a las carcajadas cuando les pregunto qué las hace felices. Nati: “Jugar al fútbol. Estar con las chicas. Ni el colegio, ni mi casa, ni ninguna otra cosa. Sí, pensar en sacar adelante a mi mamá que se rompió el alma por mí y mis 5 hermanos”. Conti: “Jugar al fútbol y ser alguien en la vida. La plata no me importa. Igual, lo que no hay que hacer es empacharse: hablar demasiado. Mejor vivir que empacharse”.
 

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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