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La flor más bella
Cooperativa de recicladores Bella Flor. Son 205 personas en San Martín dedicadas a la gestión de residuos: la empresa más grande de la zona. Crean trabajo y comunidad con lo que otros tiran. Hicieron una escuela, un centro comunitario, comedores, convirtieron la cárcel en un lugar de convivencia y educación. Lo narco y lo electoral. La imagen de los espejos y las reflexiones sobre la belleza. Por Francisco Pandolfi.
«Los dos premios principales de la vida son la belleza y la verdad; encontré el primero en un corazón amoroso y el segundo en manos de un obrero”. Khalil Gibran.
Esta historia ostenta belleza por todos lados. Por donde se la mire, chorrea belleza.
No importa que el recibimiento a la planta de reciclado lo dé en la puerta una rata muerta, aplastada sobre el piso de tierra, con las tripas afuera y la sangre a la luz de la mañana calurosa que empieza a apretar a ese grupo de trabajadoras y trabajadores sumergidos en el CEAMSE, en la localidad bonaerense de José León Suárez, entre los desechos de quienes habitan la provincia y la ciudad de Buenos Aires.
No importa, tampoco, ese olor a basura que se impregna en la nariz y en la piel. Porque en esta organización vecinal, laboral, cultural, escolar, agroecológica, política, académica, comunitaria tan bien llamada Bella Flor, brota belleza.
Despilfarra belleza.
Contagia belleza.
Bella Flor es mucho más que una cooperativa de trabajo que separa residuos para reciclar. “Ustedes están en una de las empresas más grandes de San Martín, conformada por 205 socios. Andá a encontrar en este municipio otra empresa que tenga esa cantidad de trabajadores y en las circunstancias que están. ¿Cómo lo logramos? Con saberes populares. Saberes populares que deben ser reconocidos”.
El que comparte belleza cuando habla es Ernesto “Lalo” Paret, “un ciruja” de 54 años, como se define, que pasó de cirujear a enseñar, en el barro, en el barrio y en la Universidad de San Martín. Pero vayamos por partes.
Reciclar historias
«Lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza”. Charles Baudelaire.
Para entender la magnitud de la belleza y la potencia del hacer, hay que hacer historia. Una historia que lleva más de un cuarto de siglo.
Como brevísima síntesis: década del 90. Pobreza extrema. Pleno desempleo. Sierras y cerros y montañas de residuos como almacén, un autoservicio de miles de personas sumergidas en la desesperación del no tener. Familias sin techo que ocuparon una pequeña partecita del basural y que levantaron un barrio como fueron pudiendo. Lo llamaron “8 de Mayo”, por el día de 1998 en que comenzó la organización vecinal con una mujer como lideresa, musa inspiradora de la creación y, claro, también de la belleza: Lorena Pastoriza.
A la constitución del barrio le siguió una olla popular para alimentar los sueños y los cuerpos. También un centro comunitario. Un jardín maternal. Una cooperativa de reciclaje, que se ramificó a los municipios de Merlo y de Hurlingham. Una escuela secundaria. Un trabajo revolucionario en la cárcel de San Martín. La articulación permanente con la Universidad. Un campo agroecológico para materializar la soberanía alimentaria de los comedores populares. Un centro de jubilados. Y el futuro como objetivo para seguir proyectando, por ejemplo, una mutual para la cobertura en la salud.
Todas las voces que hablen en esta nota, desde el basural, la planta de reciclado, el centro comunitario, la escuela, el 8 de Mayo, están atravesadas por el duelo del reciente paso a la eternidad de Lorena (la MU anterior contiene un homenaje), el orgullo por lo construido y la responsabilidad de continuar su legado.
Rocío está desde el inicio de la cooperativa. Lleva una camiseta de fútbol que no es de ningún equipo conocido. Predomina el verde, pero no es de Ferro ni de San Miguel. “Es la de Bella Flor”, cuenta con la pasión que otorga el sentirse parte: “Nuestro trabajo no se trata solamente de laburar en la basura, nuestro principal propósito es reciclar historias de vida. Si siempre amamos nuestro trabajo y nos pusimos la camiseta, hoy con el dolor en el alma nos la ponemos mucho más. Para nosotros, Bella Flor lo es todo”.
Lorena
«Aunque le arranques sus pétalos, no quitarás su belleza a la flor”. Rabindranath Tagore.
Parece mentira, pero no. Exagerado, pero no: hay belleza incluso en el dolor. Aun en la ausencia. Hay belleza en el recuerdo porque todas las anécdotas, y las proezas, conducen a ella. Desde la cotidianidad de la vida compartida, hasta los hitos de crear empleo digno, tejido social, contención permanente partiendo de la basura. En plena jornada laboral se arma una ronda para evocarla. Rocío: “Yo llevaba a mis nenes al comedor cuando eran chiquitos así –dice y señala llorando una altura de menos de un metro–. Lore fue la persona que me ayudó en la crisis”. Toti: “Fue una luz en la oscuridad, en cada uno de nosotros dejó una enseñanza”. Nora: “Ella llegó para abrazar”, susurra. No haría falta más, pero agrega: “Abrazar a muchísima gente. Porque nosotros éramos todos cirujas, muchos no teníamos techo, ni trabajo, vivíamos de la quema. Su llegada fue una llave para un mejor futuro de muchísima gente”. No haría falta más, pero sigue: “Al principio, nosotros no sabíamos ni lo que significaba reciclar. Cartoneábamos, separábamos materiales, pero ni idea de esa palabra. Ella nos enseñó a creer en nosotros. Nunca me voy a olvidar cuando propuso hacer la planta de reciclado. ‘Creé, negra, creé’, me dijo, y acá estamos”. No haría falta más, pero Nora cree que sí: “De Lore aprendí algo muy grande: mirar al otro. La necesidad tiene cara de hereje; la carencia te pone hereje, porque nosotros al venir a la montaña (de basura) lo único que pensábamos era juntar para la familia, que coman mis hijos, no me importaba el resto. Y ella nos hizo cambiar la mirada: el otro estaba en la misma situación. Así aprendí a escuchar, a sentir la necesidad ajena”. No hace falta más. El resto, lo narran sus ojos.
Laura hace 17 años que está en la organización, justo la mitad de su vida. En la nuca tiene un tatuaje que denota la belleza del amor y el sentido de pertenencia. En tinta negra se lee: “Bella Flor”, arriba de una persona tirando el carro. Explica el porqué: “Tuve muchos problemas y por agradecimiento a lo que me sostuvo, me hice el tatuaje”.
Y un detalle descriptivo: “Mi hija también lleva el nombre de la cooperativa, aunque escrito todo junto: Bellaflor”.
Ante la sorpresa, muestra la prueba: la foto de su nena, sonriendo, soplando las seis velitas de su último cumpleaños. “Fue una promesa que le hice a Lore, mi compañera, que fue como mi mamá. Cuando quedé embarazada fue la primera que se enteró. Le dije que su historia iba a continuar, al menos por muchos años más y que si era nena le iba a poner Bellaflor. Así fue”.
Gira el mate, que fluye; gira la palabra, pero en un momento se traba. Cintia no puede hablar. Cuando lo intenta, no le sale la voz. Solo brotan las lágrimas. Un rato después, un poco más calma, exterioriza algo de todo lo que tiene adentro: “Lore fue una persona que creyó en mí, cuando ni yo creía en mí misma. Fue la mamá de todos nosotros; hoy hace dos meses que no está y se siente muy fuerte. Nos marcó el camino de la confianza y de la lucha, y también nos dejó un buen legado”, dice entre sollozos y con la cabeza señala a Facundo, uno de los tres hijos de Lore, y quien quedó a cargo de la cooperativa.
Facundo tiene 28 años y cuando se inauguró la planta de reciclado era un nene de 8, que aparece en la foto arriba de la cinta antes de que la cortaran. Mientras “transiciona el duelo”, y atraviesa “el aturdimiento”, recuerda a su mamá como “un prócer”. Y cuenta, con una belleza única: “Siempre la admiré muchísimo y me emociona escuchar lo que la gente siente por ella, como si su presencia se esparciera. Lo que quedó excede a su cuerpo; es increíble que alguien logre trascender a su vida misma”.
Hechos pipa
«El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme”. Friedrich Nietzsche.
En la cooperativa de reciclaje el día arranca a las 7 de la mañana. Algunos sacan las tapitas de las botellas, otras separan el papel blanco; varios limpian. El primer grito es el de “cinta”, que marca que la pala elevadora ya juntó suficiente basura, la metió en la elevadora y los desechos están a punto de empezar a pasar por la cinta transportadora, donde 16 personas, ocho de de cada lado, separan en tachos altos según si son botellas, latas, cartón, bidones, papel, sifones o vidrio. Con la división hecha, cada tipo se compacta y se coloca en fardos enormes. Es una belleza ver esa alfombra de distintos colores, formas y materiales apretados en las múltiples bolsas ya listas para vender. A las 9 se grita “desayuno” y a las 9.20 “hora”, para volver a las tareas. Se almuerza al mediodía y se trabaja hasta las 15. Dentro del CESAMSE, además de Bella Flor, funcionan otras ocho plantas de reciclaje. “El 90% son coordinadas por mujeres”, dice Lalo. “Cuando Lore luchó por formar una planta, pidió que se constituyeran el resto también; todo lo que hizo fue pensando más allá de lo propio”, cuenta Andrea, la coordinadora del Centro Comunitario 8 de Mayo que la cooperativa sostiene en el barrio. El CEAMSE les manda entre 10 y 15 camiones diarios de residuos domiciliarios, que pesan entre 5 mil y 10 mil kilos cada uno. A eso se suman las 30 empresas privadas a las que les recogen sus sobras.
La cooperativa enumera dos problemáticas centrales de esta era.
La baja de los materiales a reciclar, por la baja del consumo.
La caída de los precios para la venta.
Sobre el punto 1 dirá Lalo: “Hace un año, año y medio, vendíamos 200 toneladas de PET (Polietileno Tereftalato: el plástico de las botellas de gaseosa, agua y aceite), hoy menos de 170 y a la mitad de lo que valía. Ese combo te hace pipa”. Dirá Facundo: “Esto viene de la mano de la crisis económica, hay menos consumo de plástico, de cartón. Es marcada la baja”.
Sobre el punto 2 dirá Nora: “Bajaron los precios de todos los materiales”. ¿A qué se debe la caída? Facundo apunta a la apertura de importaciones: “Las bobinas compradas a Brasil, de materia vegetal, papel, cartón, son mucho más económicas. En junio llegamos a vender el kilo de cartón a 300 pesos y ahora está a 150. Es un 100% la baja”. Toti: “Las importaciones no pagan impuestos y a nuestro sector lo está arruinando”. Nora: “Saquemos la cuenta, en un fardo de 200 kilos, ¿cuánta guita perdemos?”. La cuenta: si en junio el fardo lo vendían a 60 mil, ahora lo comercializan a la mitad.
Lalo, además, señala a la cartelización: “El papel y el cartón en Argentina lo monopoliza el Grupo Arcor a través de su empresa Cartocor. Lleva adelante una actividad ilícita, una gran estafa con la que bajan el precio mediante la complicidad del gobierno. La especulación es total y se aprovechan de que los trabajadores jamás van a parar de reciclar, paguen lo que paguen”. Agrega Facundo: “Arcor es una empresa enorme que maneja el mercado. Nosotros intentamos vender esquivando intermediarios, pero te ponen trabas grandes para que sea imposible. Con regulaciones y demás estrategias, regulan el precio de venta y bajan los precios. A nosotros no nos queda otra porque les vendemos a intermediarios de intermediarios, es una cadena larguísima hasta llegar al comprador grande”.
Hay un tercer punto conflictivo que es la relación con el CEAMSE: “Notamos una falta de consideración. En las condiciones de laburo, en el arreglo de la infraestructura y en aporte de la vestimenta, que son las tres condiciones pactadas desde un principio, estamos a la deriva”, sentencia Facundo, que segundos después escuchará a Lalo continuar su descargo: “Hay casi mil personas trabajando en condiciones de inhumanidad. Esta es una de las mejores plantas que hay, pero en otras hay montañas con basura de más de cuatro semanas, bajo el sol, donde se caen los bebés de las ratas de los galpones. ¿Cómo puede ser que en una sociedad del Estado suceda eso?”.
Índices de (des)precios
«La belleza, cuanto menos vestida, mejor vestida está”. John Fletcher.
Lorena Pastoriza decía que la basura era el indicador de cómo estamos socialmente consumiendo. Y que a partir de esta, se podía medir la política y la economía. En la organización barrial se tienen índices por mirada propia de la realidad. Mira Facundo: “Así como la baja del consumo se traduce en la menor cantidad de fardo de PET, en la calle veo diariamente el crecimiento de cirujas nuevos. Lo noto recorriendo el territorio. Te das cuenta el que cirujea desde hace diez años y el que es ciruja hace unos meses. Está creciendo el movimiento cartonero; básicamente todo el trabajo informal está creciendo muchísimo”.
Cintia tiene dos atributos que no se compran en ningún mercado: ver y escuchar. “Acá todos los días vienen a buscar trabajo adolescentes que hace poco terminaron la secundaria. Nos dicen que tiran sus currículums por todos lados, pero no hay laburo. La gente está desesperada. Ya no existe eso de terminar el colegio para conseguir empleo en blanco y muchos de esos pibes después terminan delinquiendo. En la planta estamos completos, pero a veces tratamos de meter alguno”.
Mientras una habla, el otro piensa, y terminan intercambiando info sobre los índices de vulnerabilidad. Mira Facundo: “Otro gran indicador es el crecimiento del consumo de falopa en el barrio. Y de paco, que cada vez es más normal”.
Aporta una estadística más: “Todas las semanas se agarran a tiros por la venta de droga y muere una persona”.
Otro dato lo expresa la cantidad de viandas que entrega el comedor y el registro en el paso del tiempo. En 2016 comían 23 familias. En 2018, 47. En diciembre de 2023, 200. “Ahora cocinamos para 600 personas”, precisa Andrea, la coordinadora del Centro Comunitario 8 de Mayo. ¿Quién banca la olla? “La cooperativa Bella Flor, nuestra pata productiva”. Más allá de los números, ¿qué está diciendo el barrio?: “Que está muy desesperanzado, que no cree, que está triste, aquietado, callado. Hay pocos proyectos comunes; antes mucha más gente te hablaba de la necesidad del encuentro, hoy eso hay que provocarlo. Nuestra misión sigue estando ahí. A pesar del descreimiento, generar momentos de juntada, de mate, de abrazo”.
De lo narco a lo educativo
«La belleza se define como la manifestación sensible de la idea”. Friedrich Hegel.
Andrea también es la vicedirectora de la secundaria de la Universidad Nacional de San Martín, que nació en 2013 al fragor del pedido de la organización barrial. La necesidad de crear esta escuela, así como la planta de reciclaje en 2008, tuvo un origen, un punto bisagra de no retorno el 15 de marzo de 2004, que si algo no tuvo fue belleza: la desaparición de Diego Duarte. Nora pone en contexto: “Era un chico de 15 años que venía al centro comunitario a merendar y al basural a buscar comida. No hacía mucho tiempo su hermana lo había traído desde Formosa, luego de la muerte de sus papás”. Ese día, junto a su hermano mellizo había ido a la monaña de basura, al outlet de la resaca ajena, a buscar zapatillas para empezar la escuela. Cuando quisieron salir, ya de noche, dos efectivos de la Policía Bonaerense que custodiaban el CEAMSE los amenazaron. Los chicos escondieron entre los desechos y los agentes ordenaron encender las retroexcavadoras y sepultarlos con toneladas de desperdicios. El hermano pudo salir, pero el cuerpo de Diego Duarte jamás apareció. Y jamás hubo justicia.
“Esta escuela tiene que ver con la cooperativa, con Lorena, que empezó a reclamar con mucha más fuerza al CEAMSE por un trabajo y un vivir más digno. Diego era un pibe más de muchos otros que iban a buscar algo para hacer que su presente sea menos duro. En ese caso eran zapatillas para ir a esa escuela donde nunca llegó”, siente Andrea, con los ojos empañados, mientras recorre el colegio que capacita como “Técnico en Industria de Procesos”, con foco en el cuidado del ambiente.
Lalo aporta un concepto que atraviesa toda esta construcción: “Territorio educativo”, como síntesis de una búsqueda a corto, mediano y largo plazo. Así, también, se llama la materia optativa que hoy da en el Centro Universitario San Martín (CUSAM), espacio educativo de la Universidad Nacional de San Martín en la Unidad Penal N° 48, cerquita del barrio 8 de Mayo. “En esto Lorena también tuvo mucho que ver”, dice Lalo, quien hoy es el articulador entre el barrio y la cárcel, en una experiencia revolucionaria en la que aprenden juntos presos y policías.
“En lo que llamamos Área Reconquista –porque uno de los límites es el Río de la Reconquista– hay un montón de gente que labura, se organiza, piensa proyectos, entonces nos propusimos dejar de ser territorio narco para mutar en territorio educativo”, explica Andrea.
Complementa Lalo: “La academia debe valorar nuestros saberes populares, combinándolos con los formales. No había antecedentes en que estudiaran juntos el chorro y el vigi, así que no creo que exista un proceso más interesante que el CUSAM en términos de la ciencia social, de la disciplina sociológica-antropológica. En muchos casos, el chorro y el vigi viven en el mismo barrio, en condiciones parecidas de pobreza, de clase. Lo que estamos haciendo es profundo: no solo en cuanto a garantizar un derecho, sino reflexionando sobre la mayor demanda de la sociedad, que es la seguridad. ¿Y con quiénes lo hacemos? Con los mayores expertos. Este trayecto formativo, de acá a 30 años, va a estar más legitimado y aportará mucho sobre cómo construir seguridad o cuidado”, avizora quien se define como “para el mundo de las academias: ciruja malformado”.
Cierra, con la belleza de lo transformador: “Lo que pasa en el CUSAM y desarrollamos en la Mesa Reconquista junto a otras organizaciones territoriales es un modelo pedagógico que rompe con lo viejo, con la cultura o subcultura del encierro/castigo. No había un proyecto de educación que le garantice al último orejón del tarro, al más quebrado y fisurado, que en la cárcel encontraría un lugar para modificar su destino. Sin embargo, acá está y nosotros comprobamos el impacto que tiene esta experiencia en nuestras comunidades, cuando quienes estudian salen afuera y se consideran zurcidores de su propio origen y comunidades. Estamos seguros de que es una alternativa para reconstruir la descomposición que vivimos hoy”.
Pornografía y votos
«Sacar belleza de este caos, es virtud”. Gustavo Cerati.
Cuando Lalo habla de descomposición, por un lado generaliza y por el otro sectoriza. Habla de tragedia. Habla de pornografía. “El hoy es trágico para los sectores populares, porque el tejido está roto. La descomposición llegó a todos los sectores sociales, la diferencia es que acá es pornográfico”. ¿En qué sentido? “Lo diferente lo generan los núcleos familiares, porque la falopa es una cuestión general, interclase, pero lo que cambia es el alrededor. En los barrios populares somos hijos de una clase desclasada, que tuvo la cultura del trabajo pero se degradó. En la clase media hay un mayor sostén”.
Facundo sintetiza lo que ve en los jóvenes: “Tienen cerradas todas las puertas y el único que se las abre es el transa. Así terminan soldaditos del narcotráfico”.
Lalo desmenuza lo que no deja de descomponerse, día tras día: “La clase media en Capital compra la merca por Mercadolibre, por Rappi. Acá vos tenés que hacer cola para todo. Es muy fuerte esa imagen, la espera permanente, el hacer la cola. El transa es el Estado, satélite de la policía, que regula toda la venta. Cuando quiere la pudre; cuando no, genera tranquilidad. La droga en Argentina no es el transa del barrio, ese es como el que les compra el cartón a los cirujas, anteúltimo en la cadena. Acá el narcotráfico es un unicato: el poder político, el poder policial y el poder judicial. ¿Qué duda hay?”. Otra imagen de lo obsceno: “Hay pibitos que nacieron en la montaña de basura y que hoy siendo adolescentes siguen estando ahí”.
¿En qué otros aspectos está lo pornográfico?
En la actitud que tienen hacia los pobres todas las estructuras institucionales. La cooperativa le manda un mail al CEAMSE y jamás responde. No te reconocen, tienen una altanería total que es estructural, transversal y trágica de la política. Acá está incluida la mirada del que dice abrazarte, pero en realidad te coge. Lo que más duele es que haya pasado todo lo que pasó, años de gobierno sin que haya habido ningún tipo de transformación real. Es ahí cuando entonces preferís al enemigo, al hijo de puta. Y acá se explica qué votó el pueblo. Cualquier animal, cuando vos lo acorralás, reacciona; algo te va a intentar hacer. Me pregunto… ¿los sectores populares, qué tenían en esta coyuntura para arriesgar? Todos estos son mensajes para la estructura que se suponía iba a solucionar los problemas del pueblo argentino, que es el peronismo. Una de las cosas en que coincidimos con la gorda (Lorena) desde hacía mucho tiempo es en que la política viene a destruir, sobre todo en los barrios. Si entrás en su juego, corrés el riesgo de perder la autonomía, de jugártela en una bolsa que no es tuya, como una cosa piramidal. Muchas de esas estructuras demostraron que no sirven para nada y lo pornográfico también está en los gestos de una sociedad que no quiere ver, que no quiere saber ni hacerse cargo de estas cosas.
El espejo
«La belleza no mira, solo es mirada”. Albert Einstein.
El espejo en el que se refleja esta organización llamada Bella Flor devuelve varias imágenes, nítidas: en la escuela las aulas están llenas; en el centro comunitario se huele la comida de un comedor que en un principio fue casilla de madera y hoy se sostiene con una estructura inamovible, que alberga un jardín de infantes en sus salas de 2, 3, 4 y 5; en la planta de reciclado se escucha a la gente trabajando y el sonido de las máquinas; en la memoria colectiva, el recuerdo vivo de Lorena, que murió pensando en seguir haciendo.
El espejo muestra belleza: trabajo de base y dignidad. Habla Lalo: “El espejo es un lugar donde nadie se quiere ver reflejado, ni el que genera la basura ni el que gobierna. El abandono que sufrimos no viene de ahora, de este gobierno liberal y salvaje. El abandono es histórico”.
Mira el futuro: “Para nosotros la clave es la educación y por eso todo esto es territorio educativo. Hay que desaprender, para aprender. Y nosotros estamos construyendo los fundamentos y el abono para pensar ese otro tiempo que estamos seguros que vendrá después de esta derechización. Vamos a aportar muchísimo a raíz de nuestras experiencias, que darán carne a lo que viene. Nada volverá a ser igual, pero no por Milei sino porque nunca nada vuelve a ser igual. Nuestro camino es seguir construyendo sentido, sin tener miedo, porque ese es el instrumento de todo régimen para controlarnos”.
El 8 de mayo de 1998 fue el día en que la comunidad empezó a organizarse y construir una gesta, así que cada aniversario se lo celebra, se lo abraza, se lo ríe mediante una fiesta popular en las calles del barrio. “Lore siempre nos decía que todos los días nos teníamos que levantar pensando que es 8 de mayo. ‘Todos los días es 8 de mayo’, nos decía y ella lo cumplía con su ejemplo, el de construir con otros, el de la salida colectiva”, cierra Andrea, antes de la posdata.
PD: “La belleza es algo que con frecuencia no podemos distinguir. Tiene que ver con la posibilidad de sentirse privilegiado al compartir la vida. La vida es belleza en sí misma y su belleza es también transitar los dolores y las tragedias para comprenderla. Hay gente que dirá ‘qué belleza mi yate’, o ‘mi Rolls Royce’, y lo mío puede sonar muy conformista al valorar simplemente estar vivo; tendrá que ver con lo transitado: uno tenía más posibilidades de no estar, que de estar. A veces creo que la razón nos limita a comprender la belleza, nos regula los sentidos. En Bella Flor, la belleza está dada en permitimos construir en las adversidades y, sobre todo, en entender que el fracaso es una experiencia para lograr los objetivos bellos”. Ernesto Lalo Paret.
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Juan Monteverde: recuerdos del futuro
La verdadera batalla cultural. La política de lo concreto, de un tambo recuperado a una empresa pública de alimentos. El fracaso de los impostores. La debilidad de Milei. La “ley bases” que falta. Lo narco. El referente de Ciudad Futura de Rosario: su hipótesis contra la teoría de la derechización de la sociedad, y lo que pasa cada mañana al levantarnos. Por Sergio Ciancaglini.
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Medios enteros: la comunicación autogestiva frente a los ajustes
Diarios recuperados, revistas culturales e independientes, medios digitales, radios y canales comunitarios proponen disparadores para una agenda común en tiempos sísmicos. La pauta, los fondos de fomento, las redes. Los errores, aciertos, apuestas, estrategias, incertidumbres. El modo ultraderecha y lo que se viene. El público y las voces de la diversidad cultural que se plantean el objetivo de regenerar la comunicación. Por Lucas Pedulla.
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La embajadora: Elia Espen, de Madres Línea Fundadora
Retrato de lo que transmite y piensa una madre de 93 años que marcha todos los jueves desde 1977. La historia de su hijo Hugo Orlando. El día que los militares le invadieron la casa. El secuestro de las tres Madres, su mirada sobre la división entre la Asociación y la Línea Fundadora. El recuerdo de sus amigas, Norita Cortiñas y Mirta Baravalle y la invitación de una mujer que nunca aflojó: “Ya no somos nenas, vengan a marchar”. Por Lucas Pedulla.
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