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Las nonas rebeldes: Abuelas contra la derecha

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El avance del fascismo en Europa provocó el nacimiento de grupos de abuelas que decidieron salir a la calle a hablar con la gente y manifestarse contra un presente plagado de amenazas. Los tejidos, las canciones, el teatro, el cara a cara y las conversaciones para reivindicar la vida frente a la ultraderecha, el racismo y la misoginia. Por Julián Melone (desde Berlín).

Las nonas rebeldes: Abuelas contra la derecha

Jutta Shaik muestra una sonrisa entrañable y palabras contundentes: “Somos Abuelas contra la derecha y no ‘adultas mayores’, porque la palabra abuela es algo pacífico. No suena revolucionario. Sabemos lo que es el fascismo, las dictaduras y la guerra. Algo de experiencia de vida tenemos acerca de las cosas que pasaron y no queremos que vuelvan a ocurrir. Por eso nos manifestamos y hacemos muchas cosas, para que todo esto cambie”. 

Es una de las referentes alemanas de un movimiento llamado Omas Gegen Rechts (Abuelas contra la derecha) que nació en Austria en 2017 justamente frente al crecimiento de la ultraderecha en ese país. Se contagió en Alemania (donde la derecha en distintas expresiones acaba de obtener más del 50% de los votos) y en Suiza, y luego se conectó con organizaciones también de abuelas de Polonia, Países Bajos, República Checa y Estados Unidos. Estas señoras revindican la alegría de la acción, hacen obras de teatro, canciones, presentaciones callejeras, participan en toda clase de manifestaciones y tienen una certeza: “Ser viejas no significa ser mudas ni ser invisibles”.  

Tejiendo colores

Toda extrapolación que quiera hacerse con lo que ocurre en otras tierras queda a disposición de quien lee. Las Abuelas movilizadas ya son 30.000 en Alemania (distribuidas en unas 100 regiones), 10.000 en Austria y el resto de sus colegas europeas suman al menos otras 10.000, para llegar a 50.000 integrantes. La historia nació en Viena, en 2017, cuando el avance ultraderechista del partido FPÖ sacudió a Monika Salzer (hoy de 77 años, tres nietos), una psicoterapeuta y teóloga protestante que decidió a través de Facebook convocar a todas las que se sintiesen tan indignadas y amenazadas como ella. Pronto se sumaron más de 3.000 mujeres decididas a usar su estatus abuelístico para hacer algo. “Quieren destruir todo lo que hemos conquistado en los últimos 50 años, incluso la democracia”. 

La primera movilización que acompañaron fue en pleno invierno, en Viena y frente a la casa de gobierno: entre la nieve y los abrigos oscuros, las abuelas decidieron tejer gorros de lana de colores chillones para reconocerse entre la multitud: rojos, anaranjados, fucsias, rosas, combinaciones, todo sirvió para descubrirse y confirmar que eran muchas. El estatus abuelístico empezaba así a cuestionar el estereotipo del alemán individualista y aislado de la sociedad, que empeoró terriblemente con el Covid. Las Abuelas alemanas no siguieron el punto de los gorros de lana pero sí el de usar ropa colorida, una especie de descanso visual frente a circunstancias tan oscuras. Llevan además  carteles para poder encontrarse e identificarse rápidamente.  

Desde el comienzo decidieron algo más: Monika en Austria, Jutta en Alemania y muchas otras son referentes, pero la organización tiene un estilo colectivo y autogestivo de decisión, de comunicación y de presentación ante la sociedad. 

Jutta tiene 73 años, vive en Frankfurt, se comenta que prepara unas tremendas tartas de queso aunque anda sin tiempo por tanta actividad. Estudió administración de empresas en Munich, tuvo a su hija que la acompañaba de bebé a seminarios y conferencias, trabajó en bancos en relación a multinacionales, vivió en Casablanca con su primer marido donde creó una empresa turística y tuvo además un hotel con su segundo marido en Florida, Estados Unidos. Cuando se quedó viuda en 2019 conoció a las Abuelas contra la derecha, quedó fascinada con sus acciones y su coraje, y se sumó al grupo de su ciudad, que de un puñado de integrantes pasó a tener hoy más de 500. 

Cuenta a MU: “Los movimientos fascistas apuntan a que la gente tenga miedo, y a que no se vea que la brecha entre ricos y pobres se ha vuelto demasiado grande”. Estas abuelas eran adolescentes en 1968 cuando se desparramaban por el mundo aires e intenciones de verdadera libertad, y fueron parte de las nuevas olas del feminismo europeo. “Crecimos en una situación difícil. Teníamos muy cerca la experiencia de la guerra, pero podíamos creer que las cosas iban a estar mejor para nosotras y sobre todo para nuestros hijos y nietos. Pero las generaciones jóvenes tienen miedo al futuro. Ahí aparece la ultraderecha con soluciones que no existen”. 

¿Cómo nacen las dictaduras?

Las Abuelas acuden a las manifestaciones pero también organizan talleres y obras de teatro, coros (reversionaron la clásica Bella Ciao), y se ponen en contacto con todo tipo de organizaciones y ámbitos sociales para reunirse, contar lo que piensan, y sobre todo conversar. Nunca pierden de vista la alegría como motor de esos encuentros. El contexto derechista con el que confrontan: racismo, propuestas de usar las armas de fuego contra inmigrantes y refugiados, los proyectos de deportación masiva, la discriminación y el insulto hacia la diversidad sexual, la quita de ayudas sociales, la recesión y el desempleo, la supresión de derechos, el endeudamiento trillonario para militarizar a Alemania, país en el que se reciben mensajes oficiales orientando sobre bunkers en los cuales protegerse en caso de supuestos bombardeos rusos y donde se viralizan las publicidades llamando a alistarse en el ejército. 

“Aquí se nos escucha con respeto al menos cuando estamos frente a frente. No solo porque somos abuelas, sino porque no estamos vinculadas con ningún partido político en particular”. Tienen importante presencia en redes sociales pero saben que juegan en desventaja contra los dueños del dinero y de los algoritmos. Por eso optaron por el contacto directo. “El diálogo con las chicas es más sencillo, están más informadas e involucradas en las desigualdades de todo tipo”. Pese a lo que aseguran medios y encuestadoras las Abuelas perciben que la ultraderecha no tiene su bastión en la juventud, sino principalmente en los varones adultos trabajadores y blancos de clase media. “Pero ese grupo parece incapaz de entender que será el principal perdedor si los partidos de ultraderecha efectivamente toman el poder”. Al escuchar nombres como Trump o Milei, los compara velozmente con la AfD (el partido ultraderechista alemán) y con el régimen nazi: “Es terrible que personajes así crean que están por encima de la ley. Ya lo vivimos. Siempre lo primero que hacen estos sistemas de derecha radical es destruir el sistema legal y apoderarse de los medios de comunicación. Así avanzan las dictaduras” lamenta, con los pies en la tierra pero a la vez sin pesimismo. 

La AfD fue apoyada por Elon Musk, el hipermillonario que recicló el saludo nazi. “No sé cuánta influencia tenemos pero creo que algo hemos conseguido. Si no, tendríamos que renunciar, cosa que no haremos. Sabemos que no va a ser fácil, pero creemos en un futuro democrático”. 

La ropa sucia

En marzo de este año estrenaron una obra teatral en Munich: ¿Hora cero? Cómo llegamos a ser lo que somos. 1945-2045 – Historias del cesto de la ropa sucia, impulsado por el Departamento de Cultura local. La sinopsis: “Explorar el papel fundamental de las mujeres en la reconstrucción de la sociedad democrática alemana tras la Segunda Guerra Mundial. A través de relatos personales y reflexiones históricas, se destaca cómo las mujeres enfrentaron las adversidades de la posguerra, sostuvieron a sus familias y lucharon por sus derechos en una sociedad predominantemente masculina. La pregunta: ¿Se habrán cumplido, en 2045, cien años después, las esperanzas de las mujeres respecto a una sociedad democrática, la igualdad y la autodeterminación?”. 

La coincidencia con lo femenino y lo generacional llevan a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, a quienes las alemanas obviamente conocen, aunque su fuente de inspiración no fue el genocidio argentino sino el nazismo propio. La movilización de estas abuelas es cotidiana, colectiva y también personal. En esos cara a cara, ¿de qué hablan? Explica Jutta: “No tenemos un guion específico. En conversaciones espontáneas en la calle muestro nuestro material y pregunto, por ejemplo: ‘¿Es importante la democracia? ¿Cuáles son tus deseos?. Simplemente lo que intentamos es iniciar una conversación”. Jutta aclara que en el grupo también hay abuelos. “Son un 15 por ciento. Creo que es una cuestión cultural. Per creo que como cualquier madre o abuela, luchamos más por nuestros hijos y nietos que por nosotras mismas. Ustedes lo saben por las Madres y Abuelas Argentinas”. 

La culpa: “La derecha quiere borrar la memoria y la historia. Si eso ocurre, la maldad se abre camino. Dicen que hay que olvidar el nazismo, y que no tenemos culpa por ser alemanes. Puede ser cierto, pero también es real que hay una culpabilidad en no querer saber lo que ocurrió, cómo y por qué”.

Se horroriza Jutta al ver las imágenes de la policía argentina reprimiendo jubilados que reclaman cada semana por el robo de sus haberes. “Aquí también nos atacan y golpean grupos neonazis ante la pasividad policial. Pero eso no nos paraliza. Casi todas tenemos más de 70 años. Al menos yo pienso: soy vieja, ¿qué tengo que perder? Que pase lo que tenga que pasar, pero estaré tranquila porque hacemos todo, hasta el último aliento, por nuestros hijos y nietos y por las generaciones que vienen”.  

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