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Transformaciones: Martina Ansardi, directora y activista
Su nueva obra La transfiguración de Miguelito Pepe narra la vida de un niño milagroso y es un homenaje a Mariela Muñoz, la primera trans reconocida por el Estado argentino, quien además se hizo cargo de la crianza de 23 niñxs. La obra es una gran excusa para conocer a su creadora, Martina Ansardi: viajó de Tucumán a Buenos Aires para vivir com más liberad, bailó en el Maipo con Reina Reech y hoy apuesta al circuito independiente. Las estrategias de vida y la comunidad hoy. Por María del Carmen Varela.

Un niño santo conmociona a la ciudad tucumana de Famaillá con una intervención paranormal: el milagro en luces de neón. Fieles, clérigos, atexs y vendedorexs de flores y estampitas llegan para conocerlo y suplicarle lo imposible; el fenómeno no para de crecer y la obra teatral La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a este hecho extraordinario, excusa inicial para desandar otros caminos…
La nueva creación de Martina Ansardi –actriz, bailarina, dramaturga, directora y activista trans– es una obra de espíritu itinerante que se puede llevar a cabo en una sala teatral, un galpón o una plaza. La consigna: que el arte pueda estar en todos lados.
Martina, el actor Tuco Richat, la cantante lírica Guadalupe Sánchez y equipo ofrecen belleza y calidad con el sello Lemebel y rinden un homenaje a la activista trans Mariela Muñoz, amorosa madre adoptiva de 23 niñeces y 30 nietes, pionera en la lucha por la identidad de género y la primera en obtener, en 1997, el documento con su nombre elegido.
De Barby a Reina
Martina creció en una familia tucumana de clase media trabajadora. A los siete años comenzó a dar muestras de su feminidad y en ese momento todo empezó a cambiar. “Yo era feliz hasta que me hicieron sentir que era rara. Creé un miedo a ser yo, a poder hablar, a la violencia, a decir quién quería ser. Mis padres tenían poca información, era lo que veían en la tele, entonces para ellos que yo muestre feminidad era riesgo de muerte”. Los edictos policiales que apresaban a las chicas travestis estaban vigentes y el simple hecho de vestir “ropa contraria al sexo” ya era motivo suficiente para llevarlas al calabozo. Uno de los primeros consejos que le dio su amiga, la actriz, dramaturga y directora teatral tucumana Barby Guamán, fue correr cuando viera un patrullero cerca.
“Fue muy dura mi transición para mi familia y la policía tenía mucho poder sobre nosotras por eso me vine para Buenos Aires a los 25 años. Acá sentí un poco más de libertad”, sigue. Viajó con una amiga y acá una compañera que conocía de la carrera de Danza Contemporánea de la Universidad Nacional de Tucumán -donde se recibió Martina- le consiguió una pensión donde vivir. Hizo castings como bailarina y bailó en el Teatro Maipo con la compañía de Reina Reech. “Cumplí el sueño del Maipo en el año 2013. En ese momento yo todavía no tenía una perspectiva transfeminista del cuerpo, de la de la vida, de mis expectativas. Mi ideal de belleza era de mujer hegemónica y buscaba eso constantemente. Que Reina me llamara y me pusiera en un lugar de mujer bonita, para mí era una consagración de todo lo que había buscado desde que comencé a transicionar”.
Graduada de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD), Martina se inclinó por la escena independiente. “El circuito independiente de Buenos Aires tiene un nicho a explorar, yo quiero ir por ahí. Eso tiene que poder permitirle a una productora un sostén económico”. Junto al actor Eloy Rossen fundaron Sintonía Producciones y trabajaron en Galletitas de animalitos, Experiencia La Tempestad, La Transfiguración de Miguelito Pepe y ahora están abocadxs a El mito de la mandrágora, que será estrenada en la sala teatral de Los Pompapetriyasos en el barrio porteño de Parque Patricios.
La interpelación de la memoria es vital para Martina y motoriza su actividad artística, por eso siempre tiene presente a las luchadoras travestis que la precedieron.
De Mariela a Mirtha
Martina es oriunda de San Miguel de Tucumán, por lo que Famaillá le pareció una geografía adecuada para ubicar la historia. “Yo soy fan de Mariela, era muy transgresora. Fue activista en el norte, de donde soy yo, y en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa fue y es una referenta. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina”.
La obra dedica un altar a Mariela Muñoz, fallecida en 2017, y en ella reparte estampitas con su rostro realizadas por la ilustradora jujeña Daniela Chara.
Fragmento de la oración a Santa Mariela del Socorro Travesti:
Santa Mariela de los márgenes y los milagros,
intercede junto a Francisco en el cielo, por esta comunidad diversa que te invoca.
Que tu nombre sea susurro en nuestras marchas,
oración en nuestros altares disidentes
y ejemplo vivo de que otra familia, otro mundo, otra fe,
y una patria justa, libre y soberana son posibles.
Mientras miraba en YouTube un programa de Mirtha Legrand del año 1997 en el que una de las invitadas era Mariela, Martina supo que Muñoz era de Famaillá. “Fue encontrar una conexión muy mística de algo que no sabía y que estaba muy conectado con el texto de la obra, porque elegí ese lugar antes de saber que Mariela era de allí”. Estrenada en mayo en la sala teatral de Páramo Cultural, La transfiguración de Miguelito Pepe también pasó por MU Trinchera Boutique, el espacio cultural de lavaca, y por Galpón Face. A partir del mes de agosto, será parte de a programación de MU Trinchera Boutique, los segundos viernes de cada mes. Incluye textos del escritor chileno Pedro Lemebel, el niño pobre que creció al lado de un basural, el profesor de artes plásticas que no ocultaba su homosexualidad, el militante que durante la dictadura de Pinochet fue a una reunión del Partido Comunista en tacones y leyó su manifiesto: “No soy un marica disfrazado de poeta / No necesito disfraz / Aquí está mi cara / Hablo por mi diferencia / Defiendo lo que soy”. Admiradora del activista trasandino, Martina asegura que en la obra “hay mucho de él, el lenguaje soez, el modo en el que se refiere a la comunidad LGTBQ es bastante demodé y marginal”.
“Una obra necesaria”, es la frase que Martina más escucha como devolución. “Para mí fue un alivio porque sentía que la obra era eso. En este momento de la historia argentina hacen falta obras que recuperen la memoria, que hablen de los derechos que hemos ganado y cuánto nos ha costado ganarlos”. Lo sagrado y lo profano dialogan, se dan la mano y las fronteras se diluyen. ¿Qué legitima lo sagrado? “La obra habla de lo profano desde lo marginal. Me atravesó la cuestión de cómo lo popular termina siendo parte del patrimonio cultural. Esa fuerza popular hace que se vuelva eterno y ese para mí es un objetivo, que la imagen de Mariela se vuelva eterna”.
Párrafo aparte para el actor Tuco Richat, que interpreta varios personajes diferentes a lo largo de la obra: la secretaria de un manosanta ansiosa por vender estampitas, una travesti que asegura que la Virgen la convirtió en mujer, un obispo resentido por tener que esconder sus verdaderos deseos, una presentadora de televisión y una vecina aturdida que se resiste a la diversidad. Tuco avanza con un dispositivo móvil y luminoso, sostén de su versátil vestuario que irá cambiando de acuerdo al personaje.
Contar historias felices
En una escena de La transfiguración está muy presente la potencia de la diversidad. “Es como una poesía cantada, reivindica a esa caravana de travestis, transexuales, transformistas que van al monte a rezarle a la santa. Es un homenaje a toda la comunidad trans. Todas juntas podemos sostener algo. Cuando hay comunidad trans, hay alegría”. Sin embargo, no siempre predomina esa emoción en las historias que se cuentan acerca de la comunidad LGBTIQ+. “Lo que hace falta son más historias felices”, sentencia Martina. “Quizás últimamente hay alguna historia feliz perdida en el medio de alguna serie, alguna película, todo muy diluido. Primero arranca por la trava triste que sufre y que después cumple su sueño. Sacando Heartstopper, no hay muchas series que relaten historias felices de personas trans. Nos narran desde la revictimización, la marginalidad”. Otro dato importante: “La mayoría de estas historias dolorosas están dirigidas por personas cis que no nos conocen”.
¿Qué pasa con los roles que les toca interpretar a personas trans?
Les cuesta pensarnos como actrices que no interpretemos papeles trans y también en roles de toma de decisión. Por eso es difícil ver directoras trans. La trans no aparece en ningún lado más que en la historia de sufrimiento.
¿Qué falta a nivel escena?
Oportunidades. Talento sobra. Nos queda un camino largo por recorrer en ese sentido. En la dirección teatral me encuentro con varones que son directores, actores, dueños de salas y me toca tratar con ellos, tienen que hacer un esfuerzo. Además estoy formada en producción y dirección teatral y para la mayoría hay una resistencia a dialogar con una mujer trans desde un lugar de poder.
¿Cuáles son los desafíos de la comunidad hoy?
Recuperar la fe, la confianza de nuestras compañeras en la militancia. Hubo un momento en el que se generaron muchas expectativas, pero se dieron pocas respuestas. Entonces creo que hay muchas compañeras y compañeros que perdieron la fe o le quitaron importancia a lo colectivo y dejaron de participar activamente en las luchas por los derechos de la comunidad. Nos falta volver a conectarnos, a generar comunidad. Tenemos que volver a dialogar con el feminismo, hay una agenda que está bastante desarticulada. Los momentos en los que logramos mayores transformaciones sucedieron cuando logramos dialogar bien, cuando unificamos agendas.
De toda esa agenda, ¿qué urge?
Volver a generar fuerzas con otras, con otros, con otres para vencer ese discurso que viene por nosotres. En la soledad y el gueto no se genera ninguna lucha trascedente. Susy Shock dice que nos eligen como enemigas porque somos una fuerza peligrosa para ellos.
Y en todo este trayecto, ¿qué aprendimos?
No estamos en el mismo lugar que hace veinte años. No somos la comunidad trans que no entendía de política, que no entendía de derechos. Nos tenemos que hacer cargo de eso. Somos una comunidad fortalecida que tiene la posibilidad de generar impacto y transformación.
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