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El femicidio de Claudia Servino: cómo se destruye #NiUnaMenos

Hoy es un día clave para el femicidio de Claudia Servino: los peritos forenses examinarán al periodista del diario La Nación, Antonio Di Turris para determinar si es o no imputable. El crimen ocurrió el 24 de diciembre pasado y desde entonces, Di Turris no cumplió un solo día de prisión. Estuvo alojado en la Clínica Bazterrica primero, y ahora en el Instituto Flemming, donde se hará la pericia. Claudia no tiene representación legal y sólo una de sus amigas declaró en la causa. Cómo se construyó la impunidad de este caso que terminó con 72 puñaladas que nadie se atrevió a parar.

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Hoy es un día clave para el femicidio de Claudia Servino: los peritos forenses examinarán al periodista del diario La Nación, Antonio Di Turris para determinar si es o no imputable. El crimen ocurrió el 24 de diciembre pasado y desde entonces, Di Turris no cumplió un solo día de prisión. Estuvo alojado en la Clínica Bazterrica primero, y ahora en el Instituto Flemming, donde se hará la pericia. Claudia no tiene representación legal y sólo una de sus amigas declaró en la causa. Cómo se construyó la impunidad de este caso que terminó con 72 puñaladas que nadie se atrevió a parar.

El femicidio de Claudia Servino: cómo se destruye #NiUnaMenos

Caudia Servino


Claudia Servino era productora de modas, tarea que en el oficio periodístico ejercen aquellas personas dedicadas a la producción de fotos. A simple vista parece una tarea sencilla, pero implica tener conocimientos tanto de estética, como de tendencias y gestión: hay que saber coordinar desde los horarios hasta las demandas de editores, modelos, estrellas, maquilladores, peinadores, editores, fotógrafos y agentes. Claudia cumplió ese rol durante varios años en la editorial Perfil, para luego seguir su carrera como free lance: en tiempos de precarización y ajuste, el rol de una productora fue uno de los eliminados por la prensa comercial. Junto a Mónica De Hernández, montó su propia agencia. Una de las tantas tareas la acercó al diario La Nación, donde conoció a Antonio Di Turris. Él ya había sido relevado de su puesto de jefe de redacción –el más importante en un diario- para replegarse a tareas de docencia en la maestría que montó esa empresa. También conducía un programa político en el cable: Dominó.
Aquello que parecía un romance otoñal terminó en femicidio.
¿Qué pasó?

Los hechos

Tal como reconstruye el expediente judicial, el 24 de diciembre de 2015, a las 6.30 de la mañana, Mirta María Sancosme, hermana y vecina de Di Turris , recibe un llamado de su sobrina:
“Papá le quiere pegar a Claudia”, le dijo.
La sobrina tiene 30 años y un retraso madurativo, por eso, dice Mirta, se refiere a ella como “la nena”.
El relato es confuso.

  • Al llegar a la casa, Mirta encuentra en el garaje a Di Turris con un cuchillo tramontina en la mano y a Claudia huyendo de él. Lo primero que hace Mirta es sacar a “la nena” de la casa.
  • Luego, regresa.
  • En el garaje, la pareja seguía forcejeano.
  • Mirta tropieza. Le grita a Claudia: “Salí a la calle y corré”.
  • Di Turris la alcanza, le pega 3 cuchilladas.
  • Claudia se arrastra.
  • Di Turris la vuelve a atrapar y descarga la tramontina en su espalda.
  • ¿Mirta sigue caída en el piso? No se sabe.
  • Declara Mirta: “Me molesta recordarlo: le introducía el cuchillo despacito”.
  • Fueron 79 cuchilladas, según reconstruye la autopsia.
  • Recién a las 7 de la mañana el 911 registra el llamado de una persona pidiendo intervención policial.
  • Mirta supone que fue la gente que pasaba por la casa.
  • La casa queda a media cuadra de una comisaría.
El femicidio de Claudia Servino: cómo se destruye #NiUnaMenos

Antonio Di Turris

El femicidio no es noticia

El testimonio de la hermana de Di Turris, testigo presencial del femicidio, concluye remarcando que Claudia tenía problemas con las hijas, que la acusaban de haberse apropiado de la casa, luego de la muerte de su madre. También señala que la mayor ya no vivía allí y “la nena” le había contado que la pareja se peleaba mucho “en la cama: papá le pega con una almohada”, le contó. Por último, reseña el curriculum de Di Turris (La Nación, el master, el programa de cable) y lo define como alguien “muy capaz y muy inteligente”. Completa: “Después de sufrir un ACV tuvo depresión, va al psicólogo dos veces por semana, está con medicación”. Concluye sobre el femicidio del que fue testigo: “No era él”.
Ese es el resumen de los hechos que realiza la nota publicada en el diario La Nación para dar a conocer el crimen. Agrega esa nota que Di Turris padece un tumor cerebral y que esa sería la explicación de su disparatada conducta. Detalle: nunca define el asesinato de Claudia como un femicidio. Tampoco publica el nombre de Claudia. El título: Una mujer fue asesinada de varias puñaladas en la espalda.

¿Quién defiende a Claudia?

El doctor Pedro Cruz Henestrosa fue contactado por Oscar, el único familiar de Claudia, que vive en Córdoba. Nadie lo designó para representarla, así que su relación con el caso es producto de su sensibilidad y experiencia: lo impactó y sabe que puede quedar impune. “Durante un tiempo, a título personal, decidí hacer un seguimiento del estado de la causa, para conocer como era su avance. La única amiga que tuvo el valor de presentarse -haciéndolo de manera espontánea- ante la Fiscalía actuante (N° 2 de Lomas de Zamora), fue Mónica De Hernández, a pocos días de ocurrido el suceso, quien aportó una reseña que dio cuenta del contexto de control desmedido del que era víctima Claudia Servino. Más adelante, ante diversos llamados que recibí de amigas de Claudia, interesadas en conocer los pormenores de la causa, intenté, infructuosamente, organizar su concurrencia a la Fiscalía para que pudieran comentar el tipo de relación de pareja entre ella y de Turris. Nunca volvieron a contacterse”.
El relato de Mónica De Hernández es clave para ubicar el femicidio de Claudia en su real contexto. Según consta en la causa, contó:

  • Ya al principio de la relación cada vez que estaba con nosotras la llamaba 20 veces. Y el comentario de Claudia era: ‘Cómo me quiere’”.
  • Después, cuando estaba con nosotras, ella empezó a sacarnos fotos y se las mandaba, para que viera qué estábamos haciendo. Ahora me doy cuenta que eso era un control total”.
  • Con el tiempo, ella suspendió trabajos, lo restringió. Comenzó a trabajar solo los martes y jueves, en mi casa (allí funcionaba la consultoría) y él siempre la traía y la pasaba a buscar”.
  • En las semanas previas al femicidio, había dejado de ir y no atendía el teléfono. “El jueves 17 de diciembre agarré el auto y fui a su casa: no quería dejarme pasar. Me decía que a él no le gustaba. Le dije que tenía que ir al baño. Me responde: ‘Y qué le digo a él’. Decile que vine porque no me atendés el teléfono”.
  • Mónica cuenta que para su último cumpleaños, las amigas le organizaron una fiesta en casa de Mónica Harrignton. “A las 5 y media él tocó el timbre y ella bajó. No regresó. Quedaron todos sus invitados esperándola”.

Su hermano Oscar también relata el control que tenía Di Turris sobre las llamadas de Claudia. La última vez que habló con ella fue el mismo día en que se presentó Mónica en su casa: el 17 de diciembre. “Me avisó que no me iba a llamar el 24. Me dijo: ‘Pasenla lindo y no me llames. Ando con Antonio enfermo”. La noté rara. Me responde: ‘Estoy mirando a Antonio desde la ventana. Está con dos amigos. Si se da vuelta y adivina que estoy hablando con vos… no quiero tener problemas con él’”.
El hermano de Claudia también declara que tres días después del femicidio recibió el mensaje de texto que muestra al oficial que le toma declaración. Está fechado el 27 de diciembre a las 9.56 de la mañana. Y dice:
“Ni se te ocurra decir algo que no sea creíble a menos que tengas pruebas. OJO”.
Proviene del celular 113311, un número que fue denunciado por varios usuarios por robar crédito, enviar pornografía y facturar servicios no solicitados, entre otras cosas.

La justicia justa

A pedido de la defensa, Di Turris fue examinado por dos peritos de parte (es decir: de su parte). Esos peritos de la defensa -integrantes del cuerpo forense- son el psiquiatra José Luis Covelli y la psicóloga María Elena Chicatto (el azar le sigue sumando el toque de ironía a los apellidos de este trágico caso), que alegaron que el cuadro que padece Di Turris es compatible con un “síndrome orgánico cerebral”, que traducido en criollo, es la forma de aludir al tumor. La defensa argumentó que Di Turris no se encontraba “en condiciones favorables de ser trasladado a un penal” ya que “le impediría recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia”.
En el fallo que confirma su prisión preventiva, acusado de homicidio doblemente agravado-por el vínculo y por la figura de femicidio- la jueza Laura Ninni le otorga el beneficio de permanecer en la clínica Bazterrica primero, y ahora en el Instituto Flemming, en condiciones privilegiadas: “No se encuentra impedimento para que el detenido sea visitado por su entorno cuantas veces sea posible, de acuerdo con la normativa del establecimiento hospitalario, en lo relativo a los horarios”.

Perfil de un femicida

De la lectura del expediente y lo que conoce del caso, el abogado Henestrosa concluye: “De Turris, más allá de que -tal vez- el tumor que lo afecta pudo erigirse como un factor desencadenante del horroroso hecho, presenta lo que podría entenderse como perfil típico del femicida: normalidad en el plano social (en este caso, incluso, exhibiendo particular afabilidad), y puertas adentro, un gran controlador y sometedor de su pareja. Por otra parte, la autopsia reveló que Servino presentaba cuatro equimosis (hematomas) en distintos lugares del cuerpo, correspondientes a días previos al homicidio, lo cual indicaría que ya venía siendo golpeada”.
Hoy, en el Instituto Flemming otro grupo de peritos examinará a Di Turris. Aclara el doctor Henestrosa: “Se trata de una diligencia clave para saber si el proceso seguirá o no. Si llega a ser declarado inimputable, lo más probable es que se le imponga una medida de seguridad, por su posible peligrosidad, hasta tanto la misma desaparezca, pero esto es especulación. Lo cierto es que, de acuerdo a jurisprudencia local, al menos dos médicos forenses deberían dictaminar la inimputabilidad para que así sea declarada. Y que desde el punto de vista procesal hubiera sido clave que esa pericia sea presenciada por un letrado que represente a Claudia, para controlar la diligencia procesal. Pero ya es tarde… En 20 o 30 días sabremos qué destino tiene esta causa”.

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Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

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Este domingo 16 de noviembre presentamos el nuevo libro del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, editado por lavaca, con una perfomance conmovedora: Oraciones, entre la cruz y la raya fue una obra de teatro danza basada en los ejes teóricos de Femicidios, narcotráfico y Estado. La puesta transformó en lenguaje poético, corporal y musical una realidad que duele y mata, de la mano de talentosas artistas.

Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

Familias sobrevivientes de femicidios, con el libro del cual son parte: el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez.

Oraciones, entre la cruz y la raya: así se llamó la presentación performática del nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez editado por lavaca y titulado Femicidios, narcotráfico y Estado.

La obra de teatro y danza indagó en los mecanismos que operan sobre los cuerpos y los territorios desde una dramaturgia que combinó texto, movimiento y música. El resultado fue una experiencia que funcionó tanto como obra artística como herramienta para hacer sentir, colectivamente, de qué hablamos cuando hablamos de femicidios.

La obra fue ideada y escrita por Claudia Acuña, también responsable de la dirección general del Observatorio Lucía Pérez. En escena, Oraciones desplegó el trabajo de las intérpretes Julieta Costa, Lola Dominguez Hayes, Lucía Harismendy, Pia Leone, Luca y Juana Torras, quienes construyeron una trama sensible entre la fragilidad y la fortaleza. La música en vivo, a cargo de Santiago Torricelli en piano, aportó un pulso emocional que atravesó toda la pieza.

El diseño sonoro siguió de la mano de Pía Leone, junto con la operación técnica de Teo Escobar y Lucas Pedulla. Y el diseño gráfico estuvo a cargo de Jonatan Ramborger (autor, también, de la tapa del libro) y Julie August.

La puesta en escena fue realizada por Julieta Costa, mientras que la dirección coreográfica estuvo a cargo de la reconocida directora y coreógrafa Carla Rímola.

Oraciones dejó en quienes asistieron la certeza de que el arte no sólo puede denunciar lo que duele, sino también abrir caminos para imaginar otras formas de vida y de cuidado.

Y también, otras formas de presentar un libro.

El Observatorio y su libro

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por lavaca.org con el objetivo de profundizar el trabajo sobre formas de prevención y erradicación de la violencia patriarcal.  

Cada día un equipo conformado por Claudia Acuña, Amalia Etchesuri, Anabella Arrascaeta y Pablo Lozano actualiza 12 padrones de manera autogestiva, datos que sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas. Se trata del único registro público del país, lo cual quiere decir que pueden consultarse las fuentes de cada dato.

Cada mes el Observatorio realiza un resumen de este diagnóstico junto a víctimas y familias sobrevivientes de femicidios. El resultado es el informe mensual que se difunde a través de organizaciones sociales y referentes de la política y la cultura que intenta pensar, más allá de las cifras, la radiografía social y política de esta violencia.

Femicidios, narcotráfico y Estado reúne ahora y por primera vez los distintos informes, investigaciones y acciones del Observatorio Lucía Pérez. Es un material que indaga a través de la articulación de textos teóricos y reportajes periodísticos las vinculaciones entre lo narco, la violencia machista, los femicidios y el rol del Estado en la trama de la impunidad.

Todo eso quedó plasmado en esta presentación-ritual colectivo para empezar a sanar una realidad que duele, y organizar la realidad que viene: aquella que queremos, deseamos y nos merecemos.

Si querés el libro escribinos al teléfono que figura en este link, y suscribite para apoyar todo lo que hacemos:

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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