#NiUnaMás
El mensaje de Cecilia: lecciones y preguntas tras el femicidio
Ahora desde Capital Federal, los padres de Cecilia Basaldúa intentan reconstruir los últimos momentos de su hija, asesinada en Capilla del Monte en abril. La sospecha sobre la policía, el encubrimiento judicial y el entramado oscuro del lugar. Y la contracara de eso: la vida y obra de la joven viajera, recordada en este artículo que pretende ser además un homenaje. Por Lucrecia Raimondi.

En el corazón del barrio de Belgrano, en Capital Federal, un mural exige verdad y justicia por Cecilia Gisela Basaldúa, asesinada en Capilla del Monte. Eugenia es vecina, vive a la vuelta del mural, y acompaña a la familia porque sus hijos compartieron escuela con los Basaldúa; uno de ellos fue su compañero en la primaria. Para Eugenia, el rostro pintado de “Ceci Viajera” transmite un mensaje al barrio que la vio crecer: “Cuando vemos el mural la recordamos. Traemos al espacio público, a la vida, la memoria de toda su existencia. Yo creo que ella tiene un mensaje muy claro y muy fuerte, que se ve en su mirada, en su sonrisa, cuando decía en sus textos, en sus palabras, que si uno quiere un mundo de amor, implica no dejar nunca de soñarlo”.
Debajo de su nombre, escribieron el hashtag “Vivas nos queremos”. Al lado plantaron la pregunta: “¿Qué pasó Capilla del Monte?”. A tres meses de su femicidio, no hay respuestas.
Libre y viajera
La investigación judicial del femicidio de Cecilia Basaldúa llegó a un punto cero: no avanzó más después de la detención de un joven peón de albañil de 23 años; los organismos de derechos humanos locales denuncian que se autoincriminó por presión policial. Para la familia de Cecilia, los principales sospechosos siguen libres: desde que accedieron a la denuncia, apuntan contra la policía y la fiscalía por encubrimiento.
Susana Reyes y Daniel Basaldúa, madre y padre de Cecilia, llevan colgado del cuello un collar de piedra envuelto en cobre atado a un cordel trenzado de hilo encerado. Lo tocan como un tesoro, como si pudieran acariciar a su hija a través de él. Es que Cecilia se los regaló para Navidad como parte de una serie de artesanías que repartió a cada integrante de la familia.
Susana y Daniel llevan 35 años de casados y construyeron una familia numerosa y amorosa, en este barrio porteño, Núñez. Pasaron crisis económicas, años de poco trabajo, pero –cuentan- juntxs se complementaron para la crianza de sus cuatro hijos. Daniel es cuentapropista, hace trabajos de electricidad, plomería, albañilería. Susana trabaja como oficinista. “Somos una familia unida, de juntarnos y conversar cada uno sus cosas. Se habla de todo. Los criamos libres: a los 18 les dijimos a todos que después de terminar el colegio, hacían lo que querían”.
Cecilia jugaba al hockey sobre patines, era cinturón negro de taekwondo, daba clases en el club Platense y entrenaba con el equipo nacional de hockey sobre hielo, con el que viajó a México en 2015: sacó un pasaje solo de ida e inició ahí su viaje por Latinoamérica.
Sus familiares y amigos la describen como una persona perceptiva, espiritual, de conversaciones profundas. No le gustaba discutir ni pelear, evitaba los conflictos y las fiestas con excesos, prefería una vida tranquila. Le interesaban la filosofía, la psicología y especialmente viajar. Por esta decisión de vida nómade, todas sus pertenencias están en la casa de sus padres, donde vivía cuando se quedaba en la ciudad. Susana y Daniel sienten aún su presencia y les resulta difícil saber que no va a volver. Lo que más les cuesta –revelan- es “dormir, porque aparecen los recuerdos”. “A la mañana me decía ‘vení a tomar mate conmigo antes de irte’ o yo le dejaba el mate preparado – se acuerda Daniel -. Es duro que ya no lo puedo hacer con ella, charlar de sus planes… Ahora que está todo parado le damos más bola a este tema: estamos todo el día con esto, y lo sobrellevamos como podemos”.
Cecilia era muy apegada a sus dos sobrinos, hijos de su hermana Soledad. En sus redes sociales se ven además imágenes de ella con mujeres originarias y niños jugando, a quienes fotografiaba, les pintaba la cara, les enseñaba artes marciales o malabares. Se interesaba por sus juegos, sus carencias, sus luchas. “Nos enteramos las cosas que ha dejado por gente a lo largo de toda América Latina. Muchos nos escriben por Facebook, vamos encontrando amigos que ella tiene por todos lados. Lo último que me había contado, me acuerdo, fue su amistad con un camionero que la llevó un viaje largo. Después el tipo siempre le escribía y le agradecía la conversación, se notaba que le sirvió. Lo que ella dejaba a la gente le servía: también pasa eso con la familia y los amigos”, rescata Daniel.

Quién era Cecilia
El próximo destino que tenía planeado Cecilia era África: “Quería ir en busca de sus orígenes cuando supo que su familia materna descendía de africanos”. Antes de emprender esas rutas quería hacer un libro sobre su viaje de cuatro años y medio por Latinoamérica. Plasmó en cuadernos escritos a mano todo lo que le pasaba, sentía y vivía al conocer lugares y comunidades. Como escribió en su Instagram, no se conformaba con una “efímera experiencia como turista”: descubrió y se apropió de una filosofía que comprendía la vida en la naturaleza.
En los viajes por el continente americano buscó y se acercó a comunidades originarias que ampliaron esa visión: acompañó reclamos por la tierra, escuchó sus necesidades, jugó y enseñó a los niños, aprendió recetas caseras para curar malestares. También hacía malabares con fuego, vendía artesanías, repartía fanzines con cuentos y poemas a cambio de comida, vivienda, dinero, o los regalaba para que conocieran su arte y pensamiento. Su familia y amigos íntimos la llamaban Gisela, mientras que la gente nueva que conocía le decía Cecilia.
Volvió decidida a compartir sus experiencias, reflexiones y observaciones. “Sabíamos que no la tendríamos con nosotros mucho tiempo, no le gustaba la ciudad”, sinceró Daniel. Cecilia regresó en diciembre a la Argentina. Visitó amigos, pasó el verano con sus padres y el 17 de marzo tomó un colectivo a Zárate para, desde ahí, hacer dedo hasta Capilla del Monte, Córdoba, donde se instalaría a escribir su libro.
Cargó su mochila con elementos de supervivencia, la computadora y los cuadernos del viaje. El 18 de marzo llegó al pueblo al tiempo que se implementaban las primeras medidas de aislamiento por la pandemia de coronavirus. Un mes y ocho días después, el 25 de abril, a sus 36 años, la encontraron asesinada tras estar 20 días desaparecida.

Verdad y justicia
Cuando llegaron a Capilla del Monte Susana y Daniel empezaron a investigar. Primero fueron al último lugar donde estuvo Cecilia, la casa de Mario Mainardi. Después visitaron a la última persona que supuestamente la vio viva: “Sentimos que mentía”. Por último, fueron a la casilla -en muy malas condiciones habitacionales- a orillas del río Calabalumba, donde primero habìa estado Cecilia y que pertenece al ex boxeador Wenceslao Falcón, apodado “Negro Niga”, que vive en El Rincón de San Marcos Sierra. La conexión entre ellos es una mujer llamada Viviana Juárez, que encontró a Cecilia en la Plaza San Martín sin lugar donde quedarse en plena pandemia y le ofreció tanto la casilla de Niga como luego la vivienda de Mainardi. Juárez se apoda “Vivir rasta”, se dice artesana, pero en el pueblo la señalan como parte de una trama de oficios más pesados.
Al día siguiente que Daniel y Susana empezaran a buscar, el cuerpo de Cecilia apareció en unos terrenos privados de Camino de Los Mogotes, cerca de un conglomerado de viviendas de la policía. La encontró un adolescente de 17 años al que habían mandado a buscar animales, hijastro de un tal Walter Luna, un tipo que alquila a pocos metros de donde encontraron el cuerpo y que justo el día que apareció no estaba en su vivienda.
El único detenido, tres días después, fue Lucas Bustos, integrante de una familia campesina que vive en esa zona rural y sufre hostigamiento por parte de la policía. El dueño de las tierras donde apareció Cecilia, Víctor Eduardo Jaime, señaló a Bustos como responsable. Sospechan que Mainardi, Niga y Juárez tienen conexiones con la policía, y que Jaime y Luna, también.
Daniel y Susana siguieron los pasos de Cecilia, ataron cabos, e investigaron a la par de la fiscalía, que tras 20 días de desaparecida y una vez encontrada, no averiguaron nada sobre estas conexiones, en un pueblo de 11 mil habitantes donde todos se conocen. “Estábamos muy controlados y no nos dejaban que ahondemos. Nos perseguían, no querían que nos metiéramos – apunta Daniel –. Los policías nos decían que ahí había cuarentena y que nosotros nos teníamos que quedar en la casa. Era todo mentira: en el pueblo la cuarentena es diferente. La fiscalía no quiso incorporar lo que nosotros averiguamos, nunca le vimos la cara a la fiscal y en el informe plantea la teoría de Mainardi que Cecilia tuvo un brote psicótico que miente: mi hija nunca tuvo nada”.
La fiscalía a cargo de Paula Kelm avanza a paso lento, arrastrando muchas de estas dudas y acumulando agujeros negros. El informe sobre el perfil de Cecilia lo elaboraron basándose en prejuicios sobre sus creencias y filosofía de vida, que refuerzan la versión del brote psicótico presentada por Mainardi. A tres meses del hallazgo del cuerpo no está el informe de ADN ni terminaron los análisis completos de la autopsia que podrían revelar si fue drogada; aunque los primeros resultados establecen que Cecilia fue asesinada entre el 5 y el 7 de abril. Pero apareció 20 días después, el 25 de abril. Entonces, ¿dónde estuvo ese tiempo? La búsqueda se inició sin una foto para que fuera reconocida y como “paradero de personas ausentes por motivos desconocidos”, cuando se aplica un protocolo específico si se busca a una mujer que pudo haber sido agredida. La declaración indagatoria a Wenceslao Falcón se registró como Negro Niga, solo su apodo sin nombre y apellido, cuando el golpe que dejó inconsciente a Cecilia podría coincidir con la piña de un boxeador. Este hombre tiene denuncias por violencia de género.
Además, la fiscalía se basa solo en lo que aporta la policía; no profundiza sobre las conexiones entre las personas que podrían estar implicadas, ni sus actividades, ni una posible complicidad policial. En el pueblo nadie declara por miedo, pero todos hablan.
Mientras manejan distintas hipótesis, ahora desde el barrio de Nuñez, Daniel y Susana aseguran que Cecilia tenía cosas para decir, que estaba preparada para dejar un legado en el mundo. Que no le dieron tiempo, que ella confió en las personas pero que en Capilla del Monte le hicieron daño: “Ella quería que se conociera su mensaje, no así, no de esta manera. Yo lo veo muy injusto, no le dejaron hacer lo que estaba a punto de dar a conocer. Ahora tenemos que estar luchando por verdad y justicia por ella, cuando no tendría que ser así”.
La experiencia de otros familiares que perdieron a sus hijas por femicidios les sirvió de ejemplo para encarar la lucha. Como el caso de Natalia Melmann, secuestrada, violada y asesinada por tres policías bonaerenses en Miramar el verano de 2001, condenados a prisión perpetua; hay una sentencia pendiente para un cuarto efectivo imputado. Gustavo, el papá de Natalia, se comunicó con la familia Basaldúa para ofrecer su ayuda y acompañamiento: “Me llamó el papá, que luchó un montón, y el caso era muy parecido: fueron los policías, pero él logró que los metan presos. Y hablé con él, nos dijo todo lo que me iban a pedir mis abogados, nosotros no teníamos nada ni sabíamos nada de qué hacer con todo esto. Él está trabajando en una organización para ayudar a los padres a quienes les pasa esto. Como yo ahora puedo ayudar a otro que le pasa y le voy a contar la experiencia”.
¿Qué le dirías?
Fijate cuando investigan las cosas.
#NiUnaMás
El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

Un 3 de junio sin movilización en la ciudad de Buenos Aires (pasó para el 4) pero sí en el resto del país, encontró sin embargo a integrantes de Familias Víctimas de Femicidios y Desapariciones en la Plaza de Mayo con dos enormes pancartas que rodearon la Pirámide con los nombres escritos a mano de las mujeres asesinadas en 2024 (317) y lo que va del 2025 (116). La actividad en Plaza de Mayo se sumó a los actos y marchas realizados en Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Tucumán, entre otros lugares del país. Lo que dicen las familias sobre lo narco, el poder judicial, y de dónde se saca fuerza para seguir.

“Estamos otra vez acá. No es la primera vez ni va a ser la última, pero estamos acá visibilizando lo que nos pasa, como lo tratamos de hacer todos los años, todos los meses, todos los minutos de nuestras vidas” dijo en Plaza de Mayo Marta Montero, la madre de Lucía Pérez, junto a la Pirámide donde Familias Víctimas de Femicidios instalaron dos pancartas que rodearon totalmente ese monumento, con los nombres de las mujeres asesinadas en 2024 (317) y estos meses de 2025 (116). La actividad en Plaza de Mayo se sumó a los actos y marchas realizados en Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Tucumán, entre otras.

A su lado estaba Susana Reyes, la madre de Cecilia Basaldúa, que agregó: “Yo estoy acá para que paren de matarnos y para que se haga justicia por todas las que nos faltan. No queremos que haya más mueres, hay mucha complicidad policial, judicial, política y estamos cansadas, pero vamos a seguir peleando y reclamando para que esto cambie en algún momento.
Mónica Ferreyra es la madre de otra joven asesinada, Araceli Fulles: “Ojalá nadie tenga que sentir el dolor que sentimos nosotras. Lo único que queremos es justicia. Pero te encontrás con un Poder Judicial y encima con una política de dejar que los narcotraficantes entren al país. Cada vez hay más narcos en la calle, que venden más droga, y usan a las chicas que se las entregan por drogas, y después las descartan. En el caso de mi hija todos los que la mataron están sueltos, y eso que a tres les dieron perpetua. Pero no cumplieron ni un año y los soltaron. El que la mató es narcotraficante. Ahí te das cuenta de cómo es que funciona el Poder Judicial”.

Guillermo Pérez, el padre de Lucía Pérez: “Uno ve lo de Maradona y la jueza, y la justicia parece un chiste. En el caso nuestro van a hacer otro juicio, ya van como seis. Cada vez que pueden le degradan la pena a los que también fueron narcos que vendía droga en la puerta del colegio al que iba mi hija. Pero hubo un juicio, tuvieron que anularlo, hicieron otro, también lo mandan para atrás. Un jury (juicio político) que fue un escándalo. Y casi nunca se logra justicia. Somos un país que está preso del Poder Judicial. Un país sin justicia, o con una justicia que sigue siendo un chiste”.
Susana: “Es cierto, el caso de Cecilia está impune hace cinco años porque metieron preso a un perejil, un chico que pasó dos años en la cárcel y era evidente que no tenía nada que ver. Lo tuvieron que liberar porque la fiscal Paula Kelm no tenía una sola prueba en su contra, fue vergonzoso, todo armado por la fiscal, por la policía, o sea que es una violencia permanente de la justicia contra la gente”.

Marta saludó a personas y familias que se acercaron al ver los carteles, incluso familiares de otra mujer asesinada en 2017 que terminaron participando del encuentro. Dijo Marta: “No queremos ni una más, ni una mujer muerta más. Las cifras son espantosas y vamos a seguir luchando aunque a veces parezca una utopía. Pero creemos que algún día lo vamos a lograr”.
Susana comentó que hasta la figura de femicidio pretende ser eliminada. Marta: “Claro, es lo que están haciendo en el nuevo juicio por lo de mi hija. Quieren romper todos los derechos, y el Estado no se quiere hacer cargo de nada. Lo que busca es la impunidad en estos casos, y así tenemos casi 450 mujeres muertas en menos de un año y medio, que los nombres de cada una están en estos carteles. Yo decía que creo en la utopía, pero también sé que nuestra lucha será infinita”.

En esa especie de infierno al que son sometidas las familias, ¿de dónde se saca fuerzas para seguir?
Susana: “Del amor que nos dejaron nuestras hijas, de la gente que nos acompaña y de nosotras mismas que nos contenemos para estar juntas y poder seguir adelante”.
Mónica: “Aparte del amor que nos dejaron, también es el amor por hacer justicia. Es como que la impotencia y el dolor, en lugar de frenarnos, nos dan fuerza para seguir pensando que queremos justicia para nuestras hijas”.
Guillermo: “Si no hay justicia, seguiremos en la lucha. Esa es la respuesta que tenemos que dar, pase lo que pase”.
Marta: “Nunca se las vamos a hacer fácil. Nunca nos vamos a dar por vencidos. Que nunca crean que nos han ganado. Es cierto, la fuerza la tenemos del amor y de seguir adelante siempre por la memoria de nuestras hijas”.


#NiUnaMás
A 10 años del 3J: quién grita hoy contra los femicidios, el ajuste y la crueldad

El aniversario del grito masivo encuentra dos escenarios muy diferentes: con actividades y movilizaciones que cada año suman más participación en las provincias y con una convocatoria en CABA que posterga un día el Ni Una Menos para sumarse al reclamo de las y los jubilados.
Las cifras de víctimas de femicidios siguen siendo tan alarmantes como las que despertaron el Ni Una Menos hace una década, cuando el asesinato de Chiara Páez, la adolescente santafesina de 14 años, impulsó la primera convocatoria el 3 de junio de 2015. Sin embargo, mientras el gobierno de Javier Milei desmantela programas, recorta presupuestos destinados a prevenir las violencias, niega los crímenes por motivos de género, busca derogar la figura de femicidio y hasta “celebra” en redes sociales que supuestamente “bajaron los homicidios de mujeres” la convocatoria de este año marca un síntoma.
En la Ciudad de Buenos Aires, las asambleas, las organizaciones políticas y sindicales nucleadas en la asamblea Ni Una Menos decidieron cambiar la fecha de la movilización al Congreso de la Nación para el miércoles 4 de junio, para unirse a las y los jubilados que reclaman desde hace meses contra el ajuste y la crueldad libertaria. En el resto del país, se mantiene el 3 de junio como fecha de encuentro y marchas. Ese día, también habrá acciones puntuales en territorio.

Familias Víctimas de Femicidios en una de sus acciones el 3J de 2023.
3J federal
Las Familias de Víctimas de Femicidios y Desapariciones –que llegarán con mucho esfuerzo desde diferentes puntos de la Argentina– realizarán el 3 de junio una asamblea abierta a las 12, en Plaza de Mayo, donde compartirán sus testimonios, sus difíciles caminos en busca de justicia y se abrazarán en el grito de “Ni una Más”. Al terminar el encuentro, caminarán hasta el Congreso de la Nación para sumarse a la actividad que organiza Atravesadxs por el Femicidio, otra de las organizaciones que reúne a familiares de víctimas. Este año, Atravesadxs realizará una intervención fotográfica sobre la plaza entre las 9 y las 17.
La socióloga Marisa Fournier, integrante de la colectiva Conurbanas Transfeministas, cuenta que en las asambleas que realizaron en el oeste y noroeste bonaerense para definir las acciones para esta fecha apareció el cansancio, pero también la fuerza. “Entonces nos preguntamos: ¿cómo insuflamos la energía militante feminista y la creatividad?”, sintetiza.
En este contexto creían que era necesario hacer algo el propio 3 de junio y en el territorio, más allá de que la movilización este convocada para el 4, porque “el año pasado muchas decidieron no apostar a lo territorial y la marcha de CABA fue muy flaca”. En ese sentido, explica: “Nos parece muy saludable y estratégico enlazar con esta resistencia histórica que están llevando adelante nuestros viejos y nuestras viejas”.
También veían conveniente salir de la declamación o la denuncia y pensar en algo que reconforte y genere más red.
“Decidimos no hacer marchas locales ni documento, y realizar una intervención para el 3J en San Miguel, uno de los municipios más hostiles en políticas de género”, explica Fournier. La propuesta es fruto de una articulación entre Conurbanas, la cooperativa Frida Kahlo, Acción Territorial Rebelde (ATR), La Colmena y trabajadoras de organizaciones territoriales. Se realizará en la plaza principal, frente a la Municipalidad. Habrá fuego en forma de velas o antorchas, y se va a recuperar una intervención que creó Sandra Posadino, llamada PREnDAs, en la que cada prenda representará la forma en que fue cometido el femicidio. “Este 3 de junio, recuperamos el arte y la performatividad como parte de nuestros lenguajes”, asegura Fournier.
En Córdoba, también se están organizando actividades para conmemorar el 3J, incluyendo la marcha en la ciudad y acciones puntuales en otras localidades para “recordar a las que nos faltan en el territorio”.
María Eugenia Marengo, integrante del Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte, reconoce que “está difícil, cuesta salir”, por eso pensaron en una modalidad de encuentro que dé lugar a la palabra y a compartir lo que se está sintiendo. “La idea es recordar estos 10 años, colocar afiches con una especie de cartografía de las luchas y abrazarnos en tiempos difíciles”, cuenta sobre la actividad que harán junto con la Asamblea Multisectorial Punilla Norte y el Movimiento Popular La Dignidad. La “mateada transfeminista” comienza a las 15, en Alem 767, Barrio Balumba, Capilla del Monte.
Bajo el lema “No hay nada que festejar”, en Mendoza llaman a marchar a las 18 en el KM 0 de la ciudad capital, en San Martín y Garibaldi. “A una década de aquella primera marcha que marcó nuestras vidas, nos volvemos a reunir para hacer memoria, abrazarnos y exigir justicia”, dicen en la convocatoria. Piden llevar vestimenta negra y flores para armar un gran altar para las víctimas de la violencia machista.
La integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto en Salta, Sofía Fernández, cuenta que entre las consignas de este 3J está “el pedido de aparición con vida de las 13 mujeres desaparecidas que tiene la provincia”. Reclamarán a la Justicia por las malas actuaciones en los casos de violencia desde las 9.30 en la Ciudad Judicial y también exigirán la suspensión de jueces y juezas denunciados por violencia que hoy siguen ejerciendo en esos fueros. Luego, el encuentro será en la Plaza 9 de Julio desde las 16, donde habrá intervenciones artísticas, talleres, radio abierta, un ritual a la Pachamama, para marchar a las 18.
En Jujuy, la convocatoria recuerda que solo en mayo la provincia tuvo tres mujeres víctimas de femicidio –Angelina González, Paola Vargas y Tamara Fierro– y llaman a concentrarse en la Plaza Belgrano a las 17.
En Santa Fe, mujeres y disidencias se reunirán en la Plaza del Soldado a las 17 bajo la consigna “Ni un derecho menos”, mientras que en Rosario la convocatoria de la Asamblea Lesbotrasfeminista Rosario y ATE, entre otros grupos, es a las 17, en la plaza 25 de Mayo, desde donde se movilizarán hacia la plaza San Martín para leer el documento conjunto.
Y en Tucumán, desde las 17 en Plaza Irigoyen, habrá intervenciones artísticas y radio abierta; luego se marchará a Plaza Independencia.
4J en la Ciudad
Una de las cosas que se repiten es la necesidad de recuperar la potencia y representatividad que supo tener la convocatoria del 3J en la ciudad de Buenos Aires. Por esa razón las organizaciones políticas, gremios y sindicatos convocaron a movilizarse el miércoles en lugar del martes 3. “Tenemos que volver a la calle, generar asambleas plurales, recuperar la vitalidad de un movimiento que puede articular”, asegura Clarisa Gamberra, secretaria de Género y Diversidad de ATE Nacional, quien destaca que “la agenda urgente es la del trabajo. Sufrimos una violencia inédita: más precarias, más pobres, trabajando más horas, perseguidas y endeudadas”.
En el mismo sentido, Patricia González, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de AEFIP MDN, remarcó: “Este año llamamos a movilizar el 4, pero las seccionales adhieren según la convocatoria de cada provincia”.
Y agregó algo que señalaron muchas: “Hay cansancio, el año pasado la convocatoria fue baja y generó frustración”.
Femicidios en la mira
En lo que va de 2025, el Observatorio Lucía Pérez registró 116 femicidios y transfemicidios, y en 2024, contabilizó 317 casos. Los datos recientes de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, basados en el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, son algo más bajos: 247 víctimas letales de violencia de género. Un número similar al que dieron en 2023, cuando hubo 250 víctimas, y se mantiene dentro del promedio histórico desde 2017.
¿Bajaron los femicidios como intenta instalar el Gobierno? En este sentido, organizaciones de familias de víctimas advierten que detrás de las estadísticas oficiales hay casos que no son tenidos en cuenta porque no tienen esa carátula y, al cambiar esa figura legal por otras –como abandono de persona, violación agravada o abuso sexual seguido de muerte–, los casos dejan de ser contabilizados.
Un ejemplo es el caso de Lucía Pérez. Para Casación hubo abuso sexual, pero no femicidio, por lo que ordena imponer una nueva pena para Matías Farías, sin esa carátula. “Usan la causa de mi hija para eliminar la figura de femicidio”, denunció Marta Montero, su madre, luego de que la Cámara cambiara la calificación inicial.
Hay otros casos similares relacionados con asesinatos en el contexto de narcocriminalidad o femicidios territoriales. Por nombrar solo algunos:
- a Luna Ortiz la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid donde fue intercambiada como mercancía. Un día después, encontraron su cuerpo sin vida. La causa se caratuló como “homicidio imprudente”.
- Carla Soggiu apareció muerta tras activar el botón antipánico, que no funcionó. Para la Justicia, murió ahogada.
- Luana Ludueña fue asesinada por Diego Concha, quien fue condenado por abuso sexual seguido de homicidio, pero sin el agravante por violencia de género.
- En el caso de Griselda Blanco, el empresario acusado fue condenado por homicidio, pero sin la carátula de femicidio.
El método que aplica el gobierno en cada lugar donde pasa su “motosierra” es el mismo: primero, ningunear y desprestigiar, para luego, desmantelar. Negar los femicidios o decir que bajaron ayuda a justificar el ajuste y el cierre de programas.
El 3 y el 4 de junio se vienen dos días de abrazo colectivo frente a la avanzada antiderechos y a quienes buscan instalar que las feministas y transfeministas ya no tienen agenda o que “se pasaron tres pueblos”.
“¿De qué están hablando?”, se enoja la socióloga Marisa Fournier. “Esto es parte de la avanzada derechista y la reacción conservadora. Por eso, enlazar luchas es fundamental y estratégico”, asegura la integrante de la colectiva Conurbanas y pide: “Hay que fortalecer esa red que somos y que siempre fuimos”.
#NiUnaMás
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

La audiencia realizada en Mar del Plata para determinar la pena de Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez reveló las contradicciones de un sistema judicial que lleva nueve años sin resolver el caso. El tribunal enfrenta el desafío de aplicar una condena bajo un delito que según Casación pasó a ser un «acceso carnal agravado», mientras la querella insiste en que se trata de un femicidio. La definición del abogado Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles». Los cruces entre la defensa y la acusación que dejan al descubierto las tensiones en torno a la violencia machista y la impunidad.
Por Claudia Acuña (Desde Mar del Plata) (En la imagen de portada, los padres de la menor asesinada junto a Familiares de Víctimas de Femicidio y de la Campaña Somos Lucía).
La audiencia de admisión de pruebas para establecer la pena que le corresponde a Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez tuvo características tan inauditas como lo es esta nueva etapa de la intervención del Poder Judicial. El presidente del tribunal, Javier Riquert, tuvo que dar explicaciones para que se comprendiera lo incomprensible de este nuevo proceso judicial, que ya lleva nueve años (el femicidio ocurrió el 9 de octubre de 2016) y ha sufrido tres sentencias diferentes y un juicio anulado.

El tribunal: el presidente Javier Riquert en el centro, Federico Cecchi y Paula Soulé. No pueden juzgar por femicidio por orden de Casación. La querella sigue denominando al crimen de Lucía como un femicidio.
Riquert explicó que el Tribunal de Casación —responsable de cambiar el delito por el que fue juzgado Farías, de femicidio a acceso carnal agravado— ordenó que se realizara esta instancia judicial de «cesura», dedicada exclusivamente a determinar la pena, que en este caso puede oscilar entre 8 y 20 años de prisión. Para definir cuánto corresponde dentro de ese rango, el tribunal —integrado por jueces de tres fueros distintos: Riquert, Federico Cecchi y Paula Soulé— debe analizar atenuantes y agravantes.

En primera fila escuchan Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, junto a su otro hijo, Matías. El abogado de la familia es Juan Pablo Gallego (en el centro de la imagen) con el fiscal Carlos Russo a su izquierda.
Por ello, tanto la acusación —representada por la querella de la familia de Lucía, a cargo del doctor Juan Pablo Gallego, y el fiscal Carlos Russo— como la defensa oficial de la doctora Laura Solari, presentaron sus solicitudes de prueba. Riquert también aclaró que era necesario cumplir con este requisito para que las apelaciones presentadas pudieran ser evaluadas y resueltas. En síntesis: se trataba de un trámite imprescindible para que las objeciones a este nuevo fallo prosperaran. Sin embargo, todo indica que lo que se inicia con este capítulo no será un mero formalismo.
Lo que siguió fue una puja por el control del relato de lo ocurrido. Acostumbrada a dominar las audiencias con su estilo incisivo, la doctora Solari intentó impugnar todas las pruebas solicitadas por la querella, que incluían una inspección ocular en la escena del crimen, la declaración de testigos clave del segundo juicio y el testimonio de una posible víctima de Farías, quien —ante la noticia del nuevo fallo— había expresado en redes sociales su temor por su posible liberación. El doctor Gallego, por su parte, destacó la contradicción de que la defensora se opusiera a la inspección ocular pero solicitara como prueba las fotos de la inspección realizada por el tribunal que había condenado a Farías por femicidio y a prisión perpetua. La paradoja la resolvió la secretaria del tribunal: no había registros fotográficos ni videos de aquella diligencia en el expediente.

De azul, la abogada de Farías, Laura Solari: la puja por el control del relato del crimen de Lucía Pérez.
Tras varios cruces infructuosos para la defensa, el presidente del tribunal esbozó el posible rumbo: tres jornadas de debate, en las que se presentarían pruebas, se visitaría la escena del crimen y se daría a conocer el monto de la condena. La fecha se anunciaría en los próximos días, junto con la resolución sobre la admisión de las pruebas solicitadas.
En el ambiente quedó flotando el anticipo de lo que se debatirá: por un lado, el negacionismo de la violencia de género; por el otro, la insistencia en que el crimen de Lucía fue un femicidio, aunque este tribunal no pueda reconocerlo por orden de Casación. «Aunque los jueces vean un femicidio, no pueden juzgarlo», declaró Gallego a las puertas del tribunal marplatense. «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».

Familiares de Víctimas de Femicidios con integrantes de la Campaña Somos Lucía, escuchan lo que les explica el abogado de la familia Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».
Mientras el abogado hablaba ante el grupo de Familias Víctimas de Femicidios e integrantes de la Campaña Somos Lucía —que acompañaban a la familia en la calle soportando el viento helado y la lluvia—, un grito inesperado irrumpió: «Yo compartí la cárcel con ese monstruo, y la pasé muy mal». La voz, quebrada, pertenecía a un joven de jeans y campera negra, que la lanzó con paso apresurado antes de ingresar al edificio donde, se supone, se imparte justicia.

El acompañamiento en la calle pese al frío marplatense y judicial.

El abrazo y la espera: habrá tres nuevas audiencias.


- Revista MuHace 3 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 4 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos