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Muerte anunciada: El femicidio de Giuliana Silva en Córdoba

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Giuliana Silva venía denunciando que su ex pareja la amenazaba de muerte. Ella tenía 19 años y un botón antipánico. Él, 42 años y una perimetral. Nada impidió que él violara la medida judicial días antes del asesinato. La justicia no lo detuvo, y finalmente la mató a balazos. Hablan la fiscal de la causa, la familia y las trabajadoras del sistema de botones y tobilleras que revelan cómo (no) funciona el sistema de “protección” frente a la violencia machista. AGOSTINA PARISÍ
Muerte anunciada: El femicidio de Giuliana Silva en Córdoba
Diego Silva está sentado en el banco de una plaza junto a su hija más chica. Son las 6 de la tarde de un lunes y el frío de julio se cuela en los huesos. El hombre habla pausado y suspira profundo; la nena juega y, cuando se detiene, irrumpe el silencio. Frente a ellos está la entrada del cementerio San Jerónimo de la ciudad de Córdoba.
En ese lugar sepultaron hace días a Giuliana, la mayor de las hijas, y esa placita es ahora un espacio alejado donde sentarse a pensar entre tanto ruido y dolor. “A Giuliana le dieron la espalda”, dice su papá. “Ella hizo todas las denuncias que podía hacer y no la escucharon. Esto que hoy nos está pasando a nosotros, mañana le puede pasar a cualquiera”.

Lo predecible

El 7 de julio Rodolfo Tissera apareció a las 22.30 en la puerta de la vivienda de Giuliana Silva ubicada en barrio Suárez, al sur de la ciudad, y con un calibre 38 le disparó dos veces en el cuerpo y una vez en la cabeza.
Giuliana (19) y Rodolfo (42) habían sido pareja durante un tiempo y tenían un hijo en común, pero a principio de este año la joven había decidido ponerle fin a una relación marcada por la violencia. Desde entonces, vivía junto a su bebé de un año y cinco meses en una casa donde también estaban su abuelo, una concuñada y sus hijos chiquitos.
Contra Tissera pesaban distintas denuncias por violencia de género y órdenes de restricción que no sirvieron para impedir el femicidio. Apenas tres días antes del crimen, Tissera había aparecido en la vivienda de Giuliana rompiendo los vidrios de las ventanas. Ella activó el botón antipánico que la justicia le había brindado como protección, y a las pocas horas de hacer la denuncia en una sede policial un móvil la devolvió de regreso a su casa. A Tissera no lo detuvieron en ese momento, a pesar de que había violado una orden perimetral y había hecho una amenaza concreta: si no volvía con él, la mataría.
Pocos días antes Giuliana les había contado a algunos familiares y amigos que estaba embarazada. Sin embargo el padre confirmó a MU que la autopsia dio negativo en este sentido.
Para la familia de la joven se trató de una muerte anunciada, sobre todo después de la última amenaza días antes del femicidio. Sin embargo, según la fiscal Betina Croppi que hoy lleva adelante la causa, los mecanismos no fallaron. “Denuncias del tenor de la de Giuliana hay miles, y sería imposible meter presos a todos los varones que hacen amenazas de muerte. No daría abasto el país”, dijo la fiscal a MU. “La conducta humana es impredecible. A veces una situación que parecía inocua puede terminar en un femicidio, y situaciones que parecen más complicadas al final no terminan en nada. Es muy difícil establecer cuáles son los protocolos que sí o sí nos van a llevar a impedir que esto pase. Diría que es casi imposible saber qué es lo que tenemos que hacer”, agrega.
Con el de Giuliana, Córdoba ya suma 13 femicidios en lo que va del año. En 2018 el total de crímenes por violencia de género producidos en la provincia había sido 21.

La violencia cotidiana

En la cuenta de Facebook de Giuliana abundan fotos de amigas, amigos, familiares, salidas al baile, escapadas al río y a las sierras cordobesas. En algunas imágenes se la ve junto a su agresor. En otras, de hace dos años, luce su panza de embarazada a la espera del hijo de ambos. A los mensajes de felicitaciones los responde con palabras de agradecimiento y “bendiciones”. “Espero ser una buena madre como vos”, le comenta a una de sus amigas que la saluda por su embarazo. “Giuli era muy chica. Era una persona muy buena y generosa. Tenía muchas ganas de vivir, pero le faltaban oportunidades”, dice su amiga Jenifer.
A los 17 años Giuliana se había sumado a participar de las actividades solidarias del Encuentro de Organizaciones, una agrupación popular con trabajo territorial en distintos barrios de la ciudad. “Los martes, Giuli salía a repartir comida a la gente que duerme en la calle en el centro. Este tipo -su ex pareja- era muy celoso y no la dejaba ni siquiera hacer cosas de la organización. Cuando se volvía con los chicos después de repartir las viandas, ella les pedía que la alcanzaran a unas cuadras de su casa para que él no la viera llegar con nadie”, relata la joven. “Giuli siempre me contaba que él la trataba muy mal, que no la dejaba salir y tampoco arreglarse o tener amigos. Le controlaba hasta la ropa. Cuando se separaron y ella se mudó a barrio Suárez, pude ver muchas veces cómo él venía a molestarla e insultarla. Le gritaba frente a todos los vecinos”, agrega.
Un día de febrero, Giuliana apareció llorando en barrio Suárez con su bebé en brazos, y le tocó la puerta a su abuelo Juan Carlos diciendo que no aguantaba más. “Me contó que Rodolfo le pegaba todo el tiempo. En ese momento ellos estaban viviendo juntos en barrio La Lonja. Nosotros no teníamos mucha onda con el tipo. Lo conocimos después de que se separaron porque venía todos los días a molestarla. Supuestamente venía para ver al bebé, pero si realmente el bebé le hubiera importado no la hubiera matado a la madre como la mató”, dice su abuelo.
El 22 de julio Giuliana tenía pactada una cita en el Polo Integral de la Mujer, el organismo provincial dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos destinado a brindar protección y asistencia a las víctimas de violencia de género. Ya se había presentado ante esta institución en dos oportunidades a raíz de las denuncias contra Rodolfo Tissera. Sin embargo, nunca pudo llegar a esa tercera entrevista. Los disparos de su ex la alcanzaron antes.

A quemarropa

La noche del femicidio Giuliana estaba en su vivienda junto a su bebé, su concuñada y sus hijos. Eran las 22.30 del 7 de julio y su abuelo Juan Carlos había salido a trabajar como sereno del hogar “Madres de la esquina, donde Giuliana y otros voluntarios preparaban los platos de comida para repartir en la calle. “Parece que él esperaba a que yo me fuera, porque el día que la amenazó también se apareció en la casa después de las 10 de la noche”, recuerda hoy Juan Carlos. “Ese domingo yo ya estaba en el hogar. Estaba por acostarme pero escuché tres disparos”, relata el hombre. “Abrí una ventana que da a un pasaje acá en la villa, y lo vi pasar al tipo con un fierro en la mano. Al segundo cayó mi familia a buscarme a los gritos. Me cambié como pude y fui corriendo para mi casa, pero ya estaba todo hecho: Giuliana estaba muerta en el piso”.
Del otro lado de la ciudad, cerca de la plaza San Martín, el papá de Giuliana realizaba sus tareas como cocinero de un hotel, cuando recibió el peor llamado. “La tía de Giuli me dijo que mi hija estaba tirada en el suelo y que le habían pegado tres tiros”, dice Diego. “Salí a las corridas. En el camino me avisaron que la ambulancia ya la estaba trasladando al hospital. Era interminable, trataba de no pensar. Cómo podía ser que la haya matado. Cuando llegué me dejaron verla en una cama llena de sangre. Lo único que pensé fue en justicia”, dice el hombre.
Según la fiscalía, Giuliana no alcanzó ese día a usar el botón antipánico. El femicida fue detenido. La justicia sigue pendiente.

Muerte anunciada: El femicidio de Giuliana Silva en Córdoba

Mujeres en peligro

La noticia del femicidio de Giuliana sacudió al barrio y a la organización donde la joven y algunos de sus familiares dedicaban su tiempo y solidaridad. “Fue muy impactante, pero al mismo tiempo activó mucho la organización en el barrio. Después del funeral hicimos una asamblea para definir qué hacer y cómo canalizar tanta tristeza y dolor”, cuenta Candela, integrante del Encuentro de Organizaciones. “Lo que le pasó a Giuliana fue la punta del iceberg de un montón de otras violencias. No la mató solamente el arma de Tissera. La mataron muchas cuestiones conectadas: las denuncias previas que hizo y no fueron escuchadas, la falta de medidas de protección, la falta de políticas de género concretas en los territorios y en los barrios más vulnerables, la lucha por la comida, por el trabajo que ella no tenía, la falta de acceso a la vivienda”, agrega la joven.
on 19 años y un bebé a su cargo, Giuliana era parte del entramado de mujeres jóvenes que en tiempos de extrema crisis sufren la falta de oportunidades para acceder a un empleo formal. Como parte de las políticas provinciales destinadas a cuidar a las víctimas de violencia de género, en los últimos meses había comenzado a percibir una ayuda económica para sobrevivir junto a su hijo. “Yo la ayudaba a Giuli en lo que podía, le compraba pañales para el bebé. El Polo le daba esa ayuda económica para que tuviera algo. Si esto no hubiera pasado se podría haber alquilado una casa. Esta violencia se tiene que acabar, y el Estado se tiene que hacer responsable, porque ella estaba en peligro y no la escucharon”, insiste su papá.

Botones y tobilleras

Sandra Cáceres es psicóloga, trabaja en el Polo Integral de la Mujer, donde todos los días atiende a mujeres que buscan escapar de distintas violencias machistas. A partir de la denuncia de violación de la actriz Thelma Fardin en diciembre del año pasado, los llamados y denuncias de mujeres cordobesas, cuenta, se incrementaron al máximo. “Se nota que hay un cambio significativo que no tiene vuelta atrás. Hoy vemos que las mujeres tienen más recursos y se animan a hablar”, explica y sigue: “Cuando nos enteramos del femicidio de Giuliana, que era conocida por algunas de las profesionales del Polo, fue muy fuerte para todo el plantel de psicólogas y trabajadoras sociales. Fue muy duro ver a mis compañeras llorando desbordadas, y todavía estamos movilizadas”, señala.
Para Cáceres, en el caso de Giuliana fallaron los mecanismos judiciales y también los propios del Ejecutivo provincial. “Es prioridad que ante situaciones tan complejas y de riesgo la política estatal tenga un trabajo más afianzado de interacción entre tribunales. Vemos muchas carencias, como la formación prejuiciosa de quienes trabajan en el Poder Judicial, pero también en las medidas que se toman desde allí, por ejemplo, si ya hubo determinada cantidad de activaciones de un botón antipánico”, explica la psicóloga y se pregunta: “¿Cuántas veces hace falta activar un botón para que el agresor sea detenido?”. Desde la Brigada de Protección de la Mujer, el área del Polo que asiste telefónicamente a las mujeres que cuentan con un botón antipánico, María advierte que sobre esta población hay que prestar especial atención “porque justamente ya ha existido una denuncia contundente y se ha evaluado un alto riesgo”.
Según datos relevados por la titular del Polo, Claudia Martínez, desde que se inauguró la institución fueron entregados 5.483 botones antipánico y apenas 110 tobilleras duales, cuyo control se realiza desde el Centro de Monitoreo que funciona en coordinación con la Policía de Córdoba.
En la plaza frente al cementerio, Diego Silva piensa en el resto de sus hijos y en la necesidad de cobrar fuerza y salir adelante. “Si no fuera por ellos, no sé si me aguantaría todo esto que está pasando. Soy el único sostén de la familia y tengo que seguir”, dice el hombre.
Al igual que muchos familiares de víctimas de violencias estatales, se vio obligado a aprender los términos y códigos legales para pedir justicia por el femicidio de su hija. “Junto a una abogada que me está ayudando nos admitieron como querellantes y estamos a la espera de la información. Queremos saber todo sobre el caso. Giuliana me había comentado que posiblemente estaba embarazada porque un test le había dado positivo. Son muchas las cosas que necesitamos saber”, señala.
Según el relato de los familiares, días después del femicidio de Giuliana apareció un policía custodiando la casa de una vecina. “Ella tiene botón antipánico y después de lo que le pasó a mi hija le pusieron un custodio en la puerta. ¿Por qué no lo hicieron antes con Giuliana?”, pregunta su padre. “En el Polo de la Mujer me mostraron todo lo que hacen, y me trajeron una caja con 30 tobilleras para varones. Les pregunté por qué las tenían guardadas y no en los tobillos de algún agresor. Me mostraron también unas pantallas donde hacían todo el seguimiento de los botones. Ahora ya es tarde. ¿Cuántas denuncias más tenía que hacer mi hija para que la escucharan?”.Muerte anunciada: El femicidio de Giuliana Silva en Córdoba

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A 10 años del 3J: quién grita hoy contra los femicidios, el ajuste y la crueldad

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El aniversario del grito masivo encuentra dos escenarios muy diferentes: con actividades y movilizaciones que cada año suman más participación en las provincias y con una convocatoria en CABA que posterga un día el Ni Una Menos para sumarse al reclamo de las y los jubilados.

Las cifras de víctimas de femicidios siguen siendo tan alarmantes como las que despertaron el Ni Una Menos hace una década, cuando el asesinato de Chiara Páez, la adolescente santafesina de 14 años, impulsó la primera convocatoria el 3 de junio de 2015. Sin embargo, mientras el gobierno de Javier Milei desmantela programas, recorta presupuestos destinados a prevenir las violencias, niega los crímenes por motivos de género, busca derogar la figura de femicidio y hasta “celebra” en redes sociales que supuestamente “bajaron los homicidios de mujeres” la convocatoria de este año marca un síntoma.

En la Ciudad de Buenos Aires, las asambleas, las organizaciones políticas y sindicales nucleadas en la asamblea Ni Una Menos decidieron cambiar la fecha de la movilización al Congreso de la Nación para el miércoles 4 de junio, para unirse a las y los jubilados que reclaman desde hace meses contra el ajuste y la crueldad libertaria. En el resto del país, se mantiene el 3 de junio como fecha de encuentro y marchas. Ese día, también habrá acciones puntuales en territorio.

A 10 años del 3J: quién grita hoy contra los femicidios, el ajuste y la crueldad

Familias Víctimas de Femicidios en una de sus acciones el 3J de 2023.

3J federal

Las Familias de Víctimas de Femicidios y Desapariciones –que llegarán con mucho esfuerzo desde diferentes puntos de la Argentina– realizarán el 3 de junio una asamblea abierta a las 12, en Plaza de Mayo, donde compartirán sus testimonios, sus difíciles caminos en busca de justicia y se abrazarán en el grito de “Ni una Más”. Al terminar el encuentro, caminarán hasta el Congreso de la Nación para sumarse a la actividad que organiza Atravesadxs por el Femicidio, otra de las organizaciones que reúne a familiares de víctimas. Este año, Atravesadxs realizará una intervención fotográfica sobre la plaza entre las 9 y las 17.

La socióloga Marisa Fournier, integrante de la colectiva Conurbanas Transfeministas, cuenta que en las asambleas que realizaron en el oeste y noroeste bonaerense para definir las acciones para esta fecha apareció el cansancio, pero también la fuerza. “Entonces nos preguntamos: ¿cómo insuflamos la energía militante feminista y la creatividad?”, sintetiza.

En este contexto creían que era necesario hacer algo el propio 3 de junio y en el territorio, más allá de que la movilización este convocada para el 4, porque “el año pasado muchas decidieron no apostar a lo territorial y la marcha de CABA fue muy flaca”. En ese sentido, explica: “Nos parece muy saludable y estratégico enlazar con esta resistencia histórica que están llevando adelante nuestros viejos y nuestras viejas”.

También veían conveniente salir de la declamación o la denuncia y pensar en algo que reconforte y genere más red.

“Decidimos no hacer marchas locales ni documento, y realizar una intervención para el 3J en San Miguel, uno de los municipios más hostiles en políticas de género”, explica Fournier. La propuesta es fruto de una articulación entre Conurbanas, la cooperativa Frida Kahlo, Acción Territorial Rebelde (ATR), La Colmena y trabajadoras de organizaciones territoriales. Se realizará en la plaza principal, frente a la Municipalidad. Habrá fuego en forma de velas o antorchas, y se va a recuperar una intervención que creó Sandra Posadino, llamada PREnDAs, en la que cada prenda representará la forma en que fue cometido el femicidio. “Este 3 de junio, recuperamos el arte y la performatividad como parte de nuestros lenguajes”, asegura Fournier.

En Córdoba, también se están organizando actividades para conmemorar el 3J, incluyendo la marcha en la ciudad y acciones puntuales en otras localidades para “recordar a las que nos faltan en el territorio”.

María Eugenia Marengo, integrante del Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte, reconoce que “está difícil, cuesta salir”, por eso pensaron en una modalidad de encuentro que dé lugar a la palabra y a compartir lo que se está sintiendo. “La idea es recordar estos 10 años, colocar afiches con una especie de cartografía de las luchas y abrazarnos en tiempos difíciles”, cuenta sobre la actividad que harán junto con la Asamblea Multisectorial Punilla Norte y el Movimiento Popular La Dignidad. La “mateada transfeminista” comienza a las 15, en Alem 767, Barrio Balumba, Capilla del Monte.

Bajo el lema “No hay nada que festejar”, en Mendoza llaman a marchar a las 18 en el KM 0 de la ciudad capital, en San Martín y Garibaldi. “A una década de aquella primera marcha que marcó nuestras vidas, nos volvemos a reunir para hacer memoria, abrazarnos y exigir justicia”, dicen en la convocatoria. Piden llevar vestimenta negra y flores para armar un gran altar para las víctimas de la violencia machista.

La integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto en Salta, Sofía Fernández, cuenta que entre las consignas de este 3J está “el pedido de aparición con vida de las 13 mujeres desaparecidas que tiene la provincia”. Reclamarán a la Justicia por las malas actuaciones en los casos de violencia desde las 9.30 en la Ciudad Judicial y también exigirán la suspensión de jueces y juezas denunciados por violencia que hoy siguen ejerciendo en esos fueros. Luego, el encuentro será en la Plaza 9 de Julio desde las 16, donde habrá intervenciones artísticas, talleres, radio abierta, un ritual a la Pachamama, para marchar a las 18.

En Jujuy, la convocatoria recuerda que solo en mayo la provincia tuvo tres mujeres víctimas de femicidio –Angelina González, Paola Vargas y Tamara Fierro– y llaman a concentrarse en la Plaza Belgrano a las 17.

En Santa Fe, mujeres y disidencias se reunirán en la Plaza del Soldado a las 17 bajo la consigna “Ni un derecho menos”, mientras que en Rosario la convocatoria de la Asamblea Lesbotrasfeminista Rosario y ATE, entre otros grupos, es a las 17, en la plaza 25 de Mayo, desde donde se movilizarán hacia la plaza San Martín para leer el documento conjunto.

Y en Tucumán, desde las 17 en Plaza Irigoyen, habrá intervenciones artísticas y radio abierta; luego se marchará a Plaza Independencia.

4J en la Ciudad

Una de las cosas que se repiten es la necesidad de recuperar la potencia y representatividad que supo tener la convocatoria del 3J en la ciudad de Buenos Aires. Por esa razón las organizaciones políticas, gremios y sindicatos convocaron a  movilizarse el miércoles en lugar del martes 3. “Tenemos que volver a la calle, generar asambleas plurales, recuperar la vitalidad de un movimiento que puede articular”, asegura Clarisa Gamberra, secretaria de Género y Diversidad de ATE Nacional, quien destaca que “la agenda urgente es la del trabajo. Sufrimos una violencia inédita: más precarias, más pobres, trabajando más horas, perseguidas y endeudadas”.

En el mismo sentido, Patricia González, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de AEFIP MDN, remarcó: “Este año llamamos a movilizar el 4, pero las seccionales adhieren según la convocatoria de cada provincia”.

Y agregó algo que señalaron muchas: “Hay cansancio, el año pasado la convocatoria fue baja y generó frustración”.

Femicidios en la mira  

En lo que va de 2025, el Observatorio Lucía Pérez registró 116 femicidios y transfemicidios, y en 2024, contabilizó 317 casos. Los datos recientes de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, basados en el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, son algo más bajos: 247 víctimas letales de violencia de género. Un número similar al que dieron en 2023, cuando hubo 250 víctimas, y se mantiene dentro del promedio histórico desde 2017.

¿Bajaron los femicidios como intenta instalar el Gobierno? En este sentido, organizaciones de familias de víctimas advierten que detrás de las estadísticas oficiales hay casos que no son tenidos en cuenta porque no tienen esa carátula y, al cambiar esa figura legal por otras –como abandono de persona, violación agravada o abuso sexual seguido de muerte–, los casos dejan de ser contabilizados.

Un ejemplo es el caso de Lucía Pérez. Para Casación hubo abuso sexual, pero no femicidio, por lo que ordena imponer una nueva pena para Matías Farías, sin esa carátula. “Usan la causa de mi hija para eliminar la figura de femicidio”, denunció Marta Montero, su madre, luego de que la Cámara cambiara la calificación inicial.

Hay otros casos similares relacionados con asesinatos en el contexto de narcocriminalidad o femicidios territoriales. Por nombrar solo algunos:

  • a Luna Ortiz la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid donde fue intercambiada como mercancía. Un día después, encontraron su cuerpo sin vida. La causa se caratuló como “homicidio imprudente”.
  • Carla Soggiu apareció muerta tras activar el botón antipánico, que no funcionó. Para la Justicia, murió ahogada.
  • Luana Ludueña fue asesinada por Diego Concha, quien fue condenado por abuso sexual seguido de homicidio, pero sin el agravante por violencia de género.
  • En el caso de Griselda Blanco, el empresario acusado fue condenado por homicidio, pero sin la carátula de femicidio.

El método que aplica el gobierno en cada lugar donde pasa su “motosierra” es el mismo: primero, ningunear y desprestigiar, para luego, desmantelar. Negar los femicidios o decir que bajaron ayuda a justificar el ajuste y el cierre de programas.

El 3 y el 4 de junio se vienen dos días de abrazo colectivo frente a la avanzada antiderechos y a quienes buscan instalar que las feministas y transfeministas ya no tienen agenda o que “se pasaron tres pueblos”.

“¿De qué están hablando?”, se enoja la socióloga Marisa Fournier. “Esto es parte de la avanzada derechista y la reacción conservadora. Por eso, enlazar luchas es fundamental y estratégico”, asegura la integrante de la colectiva Conurbanas y pide: “Hay que fortalecer esa red que somos y que siempre fuimos”.

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Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

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La audiencia realizada en Mar del Plata para determinar la pena de Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez reveló las contradicciones de un sistema judicial que lleva nueve años sin resolver el caso. El tribunal enfrenta el desafío de aplicar una condena bajo un delito que según Casación pasó a ser un «acceso carnal agravado», mientras la querella insiste en que se trata de un femicidio. La definición del abogado Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles». Los cruces entre la defensa y la acusación que dejan al descubierto las tensiones en torno a la violencia machista y la impunidad.

Por Claudia Acuña (Desde Mar del Plata) (En la imagen de portada, los padres de la menor asesinada junto a Familiares de Víctimas de Femicidio y de la Campaña Somos Lucía).

La audiencia de admisión de pruebas para establecer la pena que le corresponde a Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez tuvo características tan inauditas como lo es esta nueva etapa de la intervención del Poder Judicial. El presidente del tribunal, Javier Riquert, tuvo que dar explicaciones para que se comprendiera lo incomprensible de este nuevo proceso judicial, que ya lleva nueve años (el femicidio ocurrió el 9 de octubre de 2016) y ha sufrido tres sentencias diferentes y un juicio anulado.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

El tribunal: el presidente Javier Riquert en el centro, Federico Cecchi y Paula Soulé. No pueden juzgar por femicidio por orden de Casación. La querella sigue denominando al crimen de Lucía como un femicidio.

Riquert explicó que el Tribunal de Casación —responsable de cambiar el delito por el que fue juzgado Farías, de femicidio a acceso carnal agravado— ordenó que se realizara esta instancia judicial de «cesura», dedicada exclusivamente a determinar la pena, que en este caso puede oscilar entre 8 y 20 años de prisión. Para definir cuánto corresponde dentro de ese rango, el tribunal —integrado por jueces de tres fueros distintos: Riquert, Federico Cecchi y Paula Soulé— debe analizar atenuantes y agravantes.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

En primera fila escuchan Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, junto a su otro hijo, Matías. El abogado de la familia es Juan Pablo Gallego (en el centro de la imagen) con el fiscal Carlos Russo a su izquierda.

Por ello, tanto la acusación —representada por la querella de la familia de Lucía, a cargo del doctor Juan Pablo Gallego, y el fiscal Carlos Russo— como la defensa oficial de la doctora Laura Solari, presentaron sus solicitudes de prueba. Riquert también aclaró que era necesario cumplir con este requisito para que las apelaciones presentadas pudieran ser evaluadas y resueltas. En síntesis: se trataba de un trámite imprescindible para que las objeciones a este nuevo fallo prosperaran. Sin embargo, todo indica que lo que se inicia con este capítulo no será un mero formalismo.

Lo que siguió fue una puja por el control del relato de lo ocurrido. Acostumbrada a dominar las audiencias con su estilo incisivo, la doctora Solari intentó impugnar todas las pruebas solicitadas por la querella, que incluían una inspección ocular en la escena del crimen, la declaración de testigos clave del segundo juicio y el testimonio de una posible víctima de Farías, quien —ante la noticia del nuevo fallo— había expresado en redes sociales su temor por su posible liberación. El doctor Gallego, por su parte, destacó la contradicción de que la defensora se opusiera a la inspección ocular pero solicitara como prueba las fotos de la inspección realizada por el tribunal que había condenado a Farías por femicidio y a prisión perpetua. La paradoja la resolvió la secretaria del tribunal: no había registros fotográficos ni videos de aquella diligencia en el expediente.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

De azul, la abogada de Farías, Laura Solari: la puja por el control del relato del crimen de Lucía Pérez.

Tras varios cruces infructuosos para la defensa, el presidente del tribunal esbozó el posible rumbo: tres jornadas de debate, en las que se presentarían pruebas, se visitaría la escena del crimen y se daría a conocer el monto de la condena. La fecha se anunciaría en los próximos días, junto con la resolución sobre la admisión de las pruebas solicitadas.

En el ambiente quedó flotando el anticipo de lo que se debatirá: por un lado, el negacionismo de la violencia de género; por el otro, la insistencia en que el crimen de Lucía fue un femicidio, aunque este tribunal no pueda reconocerlo por orden de Casación. «Aunque los jueces vean un femicidio, no pueden juzgarlo», declaró Gallego a las puertas del tribunal marplatense. «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

Familiares de Víctimas de Femicidios con integrantes de la Campaña Somos Lucía, escuchan lo que les explica el abogado de la familia Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».

Mientras el abogado hablaba ante el grupo de Familias Víctimas de Femicidios e integrantes de la Campaña Somos Lucía —que acompañaban a la familia en la calle soportando el viento helado y la lluvia—, un grito inesperado irrumpió: «Yo compartí la cárcel con ese monstruo, y la pasé muy mal». La voz, quebrada, pertenecía a un joven de jeans y campera negra, que la lanzó con paso apresurado antes de ingresar al edificio donde, se supone, se imparte justicia.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

El acompañamiento en la calle pese al frío marplatense y judicial.

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El abrazo y la espera: habrá tres nuevas audiencias.

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El crimen de la periodista Griselda Blanco: cómo negar un femicidio

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El femicidio de la periodista correntina Griselda Blanco fue víctima del Poder Judicial: en un juicio abreviado condenaron a su asesino por homicidio simple, sin considerar la brutalidad de su asesinato ni investigar las conexiones de su crimen con sus denuncias periodísticas. “Estamos tan tristes que no podemos ni hablar”, dirá Fabián, el hijo mayor de Griselda. Cuenta que el acuerdo se selló entre la fiscal y la defensa del asesino y que ellos simplemente fueron notificados del acuerdo. “Llegamos a esta etapa con pruebas perdidas y la constante amenaza de que si íbamos a un juicio oral se iban a dedicar a ensuciar la memoria de mi madre. Realmente es imposible luchar contra este sistema: es como andar contra el viento. Perdimos toda esperanza”.

Griselda fue asesinada en su casa de Curuzú Cuatiá en 2023. El viernes el juez Martín José Vega, titular del Juzgado de Garantías de Curuzú Cuatiá, avaló el acuerdo y de esa manera Darío Alfredo Ricardo Holzweissig deberá cumplir la pena por el delito de homicidio simple: 12 años y 6 meses de prisión, no de cumplimiento efectivo por no reconocerse en este fallo el componente de violencia de género. El acuerdo fue alcanzado entre la defensa del imputado y el Ministerio Público Fiscal, representado por Clara Belén Arrúa, titular de la Unidad Fiscal.

En la última emisión de su programa en Facebook Griselda había acusado al comisario  Walter Maciel por seguir en su puesto de policía pese a que una oficial lo había denunciado por abuso sexual. Maciel está ahora detenido por encubrimiento en el caso de Loan Peña, el niño desaparecido en Corrientes hace casi un año. Dijo Griselda en su último programa y día de vida: “Diana Yardín es policía. Es de Curuzú Cuatiá, pero se encontraba ejerciendo su labor en Monte Caseros. Nadie se solidarizó con Diana. Todos encubren a este individuo: comisario Maciel. Aún no lo apartaron de la fuerza como hicieron con ella”, sostuvo la periodista asesinada.

Y continuó: “Solo pedimos justicia. Que intervengan los fiscales, por favor. No podemos tener un violador en la fuerza”. La denuncia del abuso había sido radicada en la justicia en 2019 por la oficial y también incluiría presuntas amenazas y maniobras de encubrimiento, delito por el que ahora está detenido el comisario en el caso del pequeño desaparecido.

Al informar sobre el escandaloso cierre del caso el diario Norte sintetizó: “Griselda Blanco era una periodista incisiva, una co­municadora social que utili­zaba su voz para denunciar injusticias y dar voz a quie­nes no la tenían. Su asesi­nato no solo fue un crimen contra una persona, sino también un ataque a la li­bertad de prensa. La forma en que la Justicia abordó su caso tiene un eco profundo en la sociedad, especialmen­te para el libre ejercicio del perio­dismo”.

El crimen de la periodista Griselda Blanco: cómo negar un femicidio

Fotos Sebastián Smok para lavaca.

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