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3º audiencia por el juicio de Anahí Benítez: qué es la justicia

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El TOC 7 de Lomas de Zamora resolvió suspender el juicio contra Marcelo Villalba, el principal acusado de secuestrar, violar, robar y asesinar a la adolescente Anahí Benítez en 2017. Una junta médica dictaminó que era incapaz de afrontar el proceso por el estado de su esquizofrenia, enfermedad que le provoca brotes psicóticos y delirios místicos. Ahora será detenido en la Unidad 34 Melchor Romero, una prisión psiquiátrica, hasta que se estabilice su cuadro psicopatológico con medicación farmacológica. El juicio continúa contra el otro sospechoso, Marcos Bazán, del que su defensa, familiares y amigos denuncian que lo tomaron de “perejil”. Mientras, la familia y lxs amigxs de Anahí siguen exigiendo justicia.

3º audiencia por el juicio de Anahí Benítez: qué es la justicia

Carolina llevaba suelto el pelo largo, lacio, finito y castaño. En los ojos marrones de mirada profunda se podía ver una tristeza que no se esforzaba por disimular. A las nueve de la mañana del 18 de febrero se sentó tímida en la sala de los Tribunales de Lomas de Zamora a presenciar el comienzo del juicio por el femicidio de su amiga Anahí Benítez. “Nos mintieron y ocultaron tantas cosas que quiero estar para escuchar todo”.

En la tercer audiencia Carolina entró acompañada de sus amigas y el papá de una de las chicas que declaró. Lloró toda la audiencia. Todos lloraron. Jóvenes de 18 y 19 años que tuvieron una adolescencia atravesada por el femicidio. Y ahora por la falta de verdad y justicia. Porque el TOC 7 de Lomas de Zamora resolvió ayer suspender el juicio contra Marcelo Villalba, acusado de secuestrar, violar, robar y asesinar a Anahí Benítez en 2017. l proceso continuó contra el otro imputado, Marcos Bazán. Y en la audiencia declararon cuatro de los amigos y amigas más íntimas de Anahí

Lautaro Morales era el mejor amigo. Iban al mismo curso. Compartieron alguna vez paseos por la reserva natural Santa Catalina porque Anahí amaba la naturaleza, los árboles, el cielo. Pasaban casi todo el día juntos. La ida al colegio, el aula, hacían puerta a la salida y esperaban juntos para entrar en contraturno a educación física. Vivían cerca y volvían juntos a sus casas. Eran muy unidos. Cuando desapareció Anahí el 29 de julio de 2017 fue de los más activos en su búsqueda. “Anahí es una de mis amigas más importantes, lo sigue siendo, por eso lo digo en presente. De mis vínculos más cercanos, una amiga con la que siempre estaba. Día y noche hablando juntos, íbamos a su casa frecuente. Nunca pasó más de una semana sin estar en contacto”, contó Lautaro a lavaca sobre su relación con “Ananá”, como le decían sus mejores amigos. 

Todo el círculo de amigas íntimas de Anahí la buscaron sin dormir. Toda la comunidad educativa de la ENAM se comprometió para encontrarla viva y sana. Su aparición sin vida fue desgarradora. “¿Por qué le hicieron eso?”, dicen que es una pregunta sin respuesta. Los amigos y las amigas de Anahí que presenciaron la audiencia de ayer lloraron de angustia y tristeza. Para ellos es estremecedora la muerte de la adolescente de 16 años con la que compartían sueños, risas y la escuela. Anahí, contaron, era alegre, divertida, reservada, culta, maravillosa, sensible, tímida. No confiaba en cualquiera. 

Los y las chicas de la ENAM de Banfield creen que la justicia es verdad. Pero sienten que su amiga no tendrá justicia porque, con la suspensión del proceso para el acusado Marcelo Villalba, no podrán saber una parte de la verdad. 

¿Qué es la justicia?

Joaquín Navarro (18): “Es difícil exigir justicia cuando todos los días sufrimos que la Justicia no actúa como debería, que hay muchas causas que no llegan a la verdad por el hecho de que se beneficia un montón de gente que no sabemos quiénes son y tendrían que estar ahí sentados pero no están. Para que se haga justicia tiene que haber verdad y en un sistema tan corrupto y perverso como el de la Justicia argentina es muy difícil saber real que pasó. La manera que nosotros tenemos de hacer justicia es que nunca se olvide el nombre de Anahí y nunca dejar de reclamar por eso, que sirva para concientizar a los demás. Para que se haga justicia estas luchas las tenemos que seguir llevando, es levantar la bandera de que no tienen que secuestrar ni tiene que morir ni una piba más”.

Jimena Barrera (18): “El término justicia puede ser visto como motor social y eso creo que lo llevamos para nuestro lado. Si no la podemos conseguir de forma parlamentaria, se puede conseguir visibilizando, que la gente no se olvide, que la gente sepa que no estamos de acuerdo y que no se consiguió lo que queriamos ni lo que sería bueno, con todos los culpable presos. Pero cuando el estado está ausente y no hizo lo que tenía que hacer es medio difícil. Entonces nuestro deber es que la gente entienda y que sea algo más de las calles, que nunca desaparezca el nombre de Anahí de las calles y es una forma de justicia que nosotros tenemos que mantener vigente”.

Lautaro Morales (19): “La justicia es algo triste, lo veo como una manera de intentar calmar las aguas pero no es así. La justicia para mi no se crea porque nadie me va a devolver a mi amiga”.

Ludmila Muñoz (18): “Es complicado. Nos pusimos a pensar… La justicia es la verdad, y nosotros no tenemos verdad con el caso de Anahí. Todavía no se responden nuestras preguntas. Todavía hay personas que no se van a arrestar por toda la tramoya con la policía. Como comunidad no podemos estar tranquilos de que están encerradas todas las personas implicadas, y sabemos que siguen en las calles. La justicia es algo que tal vez nunca terminemos de tener pero no la vamos a dejar de pedir”.

Memoria activa

Malabares con clavas y aros. Rastas, pelos teñidos, piercings, tops. Carteles pintados con témpera sobre cartones. Fotos de Anahí en mochilas y morrales. Adolescencias que mantienen viva la memoria de su desconocida compañera. No la llegaron a conocer pero su presencia, su arte, su espíritu está con los chicos de la ENAM, la escuela a la que Anahí asistía. A los más grandes, que egresaron el año pasado o que egresan este, les costó muchísimo que el aula dejase de ser tan triste. En realidad, dicen, que a todo el colegio le costó la ausencia de Anahí. 

“Tal vez no todos conocen el nombre de Anahí Benítez. Pero también hoy con toda la empatía que tienen los más pibitos, hay una etapa de incubación en esos primeros meses que conocen el centro y no tardan en saber en saber quién era, en ver los murales, los carteles. Anahí Benítez es algo que no podés no conocer estando en el ENAM”, cuenta Ludmila Muñoz, la presidenta del centro de estudiantes. “Es algo que te golpea muy fuerte y que no te da ni el tiempo para llorar, tener tu etapa de duelo. Y como no hay un cierre de justicia, hay pibes a los que ya no les quedan lágrimas y a otros que sí: es un tema que a cada uno le pega diferente”, reflexiona a la vez que asegura que desde el ENAM y el centro la bandera de Anahí no se bajará nunca.

Los chicos y las chicas del ENAM sufren acoso policial. Los detienen en las esquinas, en las plazas, los requisan sin motivos. Incluso, en alguna oportunidad, la bonaerense entró a la escuela y los obligó a separar manos y piernas contra la pared mientras revisaban sus mochilas. Este procedimiento es ilegal. “El poder que tienen las fuerzas policiales hoy en día no solamente lo sufrimos por ser estudiantes del ENAM sino por ser pibes, por estar en una esquina. Es un estereotipo de pibe que a la policía no le cierra, es algo que el Estado de Macri también alabó, que se pueda detener a los pibes por tener la pinta que tienen. Esos pibes tienen mucha más empatía hacia Anahí que muchos otros. La posta es que desde el centro de estudiantes prefiero esa empatía, que pueden tener «peor pinta», antes que pibes que les cierran más a ellos pero que a la hora de salir a las calles, no están”, expresa Ludmila.

Los estudiantes de la ENAM fueron creciendo con el femicidio de Anahí. La presidenta del centro siente que en esa etapa de la adolescencia en la que creás un pensar, percibió como ella y sus compañeros perdieron la fe en la justicia de este país al ver que hace 2 años y medio la causa de su compañera no se cierra, que tienen preguntas sin respuestas. “Terminas por perder confianza en autoridades e instituciones”, sentencia. “Mismo la policía que no busco a Anahí en los momentos en que estuvo viva, que el cuerpo apareció donde ya habían rastrillado, como los medios mancharon su imagen. Es algo que no vamos a olvidar y vamos a tener presente. Es una compañera que secuestraron, violaron y mataron y no estamos teniendo justicia y hasta que no tengamos verdad no vamos a tener justicia”. 

Ludmila explica que los chicos comprenden y saben que la causa es algo mucho más grande que “estos culpables” y son conscientes de que hay todo un sector que dice que es una causa armada: “No descartamos que sea así porque la justicia hoy día funciona así: sabemos que tapan un montón de cosas que están mal”.

Dice Ludmila: «Secuestraron y asesinaron a Anahío porque hay todo un vacío en el Estado respeto a la educación, a la seguridad, a que estamos en una sociedad machista que hace que el hombre crea que puede hacer lo que quiere con el cuerpo de las mujeres. Son muchos factores que hacen que hoy Lomas de Zamora sea uno de los municipios con más femicidios en toda la Provincia de Buenos Aires. Más que nada porque hay un vacío en la educación que no enseña que cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiere, un vacío en seguridad que hacen que las fuerzas policiales benefician a cierto sectores de la sociedad y no a nosotras como pibas que no podemos salir a las 12 de la noche. Esa inseguridad constante que nosotras sentimos siendo pibas. Anahí Benítez es una de muchísimas pibas que asesinaron y que siguen asesinando. Anahí tuvo un respaldo de su comunidad, de sus amigos, de su familia, pero muchas no tienen ese respaldo. Cuando salimos a la calle salimos por Ana y por todas ellas, porque sabemos que no son casos aislados que muestran un Estado ausente sino un Estado que no se preocupa por los pibes y pibas».

¿Cómo construyen la memoria de Anahí? 

-Una de las cosas que más me gusta cuando hacemos estas actividades es que a los pocos segundos, minutos, al rato que terminamos de acomodar para instalarnos, ves como hay gente que empieza a tocar la guitarra, a hacer malabares, a estar tranquilos: todo un concepto de arte, de amistad y compañerismo que estaba ya de por sí con Ana, y siempre digo que Anahí pagó un precio muy alto al volver a unir a toda la comunidad del colegio. Pero creo firmemente que así se construye la memoria de Ana. Ahí Ana dejó de ser una piba asesinada y se volvió algo mucho más grande: nos juntamos para organizarnos y desde ahí vamos a seguir pidiendo justicia. Su memoria se sigue construyendo con amor, con militancia, con empatía y mucho arte.

Cómo sigue el juicio

El TOC 7 de Lomas de Zamora resolvió ayer suspender el juicio contra Marcelo Villalba, acusado de secuestrar, violar, robar y asesinar a la adolescente Anahí Benítez en 2017. Una junta médica dictaminó el jueves pasado que Villalba era incapaz de afrontar el proceso por el estado de su esquizofrenia, enfermedad que le provoca brotes psicóticos y delirios místicos. Los profesionales entendieron que no podía defenderse y que podría ser peligroso para terceros si era sometido a presión en un interrogatorio.

El acusado Villalba será detenido en la Unidad 34 Melchor Romero, una prisión psiquiátrica, hasta que se estabilice su cuadro psicopatológico con medicación farmacológica. En cuanto los informes médicos evalúen que está en condiciones de declarar, el Tribunal asignará una fecha para retomar el proceso en su contra que ayer quedó trunco. Por ahora, esa línea de investigación quedará sin resolver. 

El juicio continúa contra el otro sospechoso, Marcos Bazán, del que su defensa, familiares y amigos denuncian lo tomaron de “perejil” y está siendo enjuiciado con una causa armada. La próxima audiencia será el jueves 27 de febrero a las 9 hs en los Tribunales de Lomas de Zamora y declarará una nómina de diez testigos. 

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

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Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez

Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.

Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.

En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.

Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.

A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.

En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.

Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.

Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?

Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.

Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.

Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.

La pregunta es: ¿por qué?

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