Sigamos en contacto

Nota

Audiencia histórica: sobrevivientes trans de la dictadura declararon en un juicio de lesa humanidad

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

“Demostrar la sistematicidad de la gestión genocida enmarcada en crímenes de lesa humanidad”, dice Marlene Wayar a lavaca para explicar lo ocurrido en el juicio “Brigadas”. Este martes declaró como experta con respecto a cinco mujeres trans que fueron secuestradas durante la dictadura en el centro clandestino conocido como Pozo de Banfield, en el ámbito de la Policía Bonaerense. Esas trans (Carla, Paola, Julieta, Analía y Marcela) también declararon durante la audiencia. La construcción de una moral sexual obligatoria, la persecución específica a las trans, la criminalización, las torturas. Los cuerpos que no desaparecían sino que aparecían. El sexo del sistema. Las continuidades en el presente. Las infancias, el chip instaurado que hoy está en cuestión y el video de la audiencia. Por Anabella Arrascaeta.  

Este martes declararon en el juicio “Brigadas” mujeres trans que fueron víctimas de la última dictadura cívico-militar, iniciada en 1976.

Carla Fabiana Gutiérrez, Paola Leonor Alagastino, Julieta González, Analía Mártires Velázquez y Marcela Daniela Viegas, relataron cómo fueron secuestradas y llevadas al centro clandestino de detención Pozo de Banfield, en la Brigada de Investigaciones de la Policía Bonaerense. Las cinco sufrieron allí reiteradas torturas, vejaciones y violaciones. Al momento de los secuestros tenían entre 14 y 17 años. 

Luego atestiguó la activista, escritora y teórica trans Marlene Wayar en carácter de experta. Empezó contando su recorrido personal y en relación a la lucha histórica del colectivo travesti trans planteó: ”Siempre consideré que somos activistas en derechos humanos”. Durante más de una hora relató el contexto en el que se dieron los secuestros y torturas, las rupturas que generó en cómo vivía hasta entonces el colectivo, y las cosas de aquel momento que aún siguen vigentes. 

El juicio “Brigadas”, comenzó en octubre de 2020, tiene a 15 represores acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 442 víctimas. Las audiencias se desarrollan ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, compuesto por los jueces Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico. 

El video completo de la audiencia del martes.

El sexo del sistema

Uno de los objetivos, cuenta Marlene a lavaca, fue “demostrar la sistematicidad de la gestión genocida enmarcada en crímenes de lesa humanidad”. Por otro lado, eso no quita comprender que la persecución al colectivo travesti-trans sucedió desde antes y continuó después de la dictadura. Por eso Marlene aclara: “Lo real es que esto tiene un grado de persistencia a lo largo de la historia moderna contemporánea pero ellos (militares y policías en tiempos de la dictadura) se manejaron de una manera particularísima para emplearlo con un objetivo específico: la construcción de una moral sexual obligatoria”. 

Marlene explica que tras el golpe militar de 1976 se generó una intensificación en la persecución, criminalización, detención y torturas de personas del colectivo trans.

“Por el nivel de jerarquía que se le da, se lo deja en manos de la policía en lugar de tomarlo las propias fuerzas militares, porque no lo creen de una peligrosidad material como sí lo pensaban de organizaciones políticas partidarias, gremiales y estudiantiles. Pero lo creen peligroso en tanto al sostenimiento del orden sexo-género. Hay una intensificación, una particularidad en la sistematicidad. Y hay además una inteligencia específica en relación a la persecución a las personas travestis trans”. 

Durante su declaración ante el tribunal Marlene explicó que se dio una “reintensificación en el objetivo de conseguir un ciudadano obediente, nacionalista, enmarcado dentro del concepto de heterosexualidad obligatoria que implica no solamente relaciones heterosexuales sino un recorrido dentro de lo que implica la heterosexualidad obligatoria con obligación reproductiva y enmarcada dentro del núcleo familiar”.

Así fue que se rompieron los espacios comunales donde las travestis y trans transitaban previamente a la dictadura. 

“Empiezan a ser estigmatizadas y hay un pánico social impuesto para provocar una mayor segregación que va a acentuar el proceso de organizarlas alrededor del concepto de los campos de concentración, estos son campos a cielo abierto, que son únicamente para la prostitución y que no solo implican un territorio por el que pueden transitar sino que también un horario especifico, nocturno, en el que pueden transitar. Estos espacios van a estar controlados por las fuerzas de seguridad, en general la policía”, sostuvo durante su declaración en el juicio.

Y agregó: “Las disidencias genéricas y sobre todo las personas travestis, trans y transexuales amenazan el sistema sexo-género. Si no podemos ver esto, no vamos a poder analizar la particularidad que tuvo el llamado ‘proceso de reorganización nacional’ que fue uno de los primeros procesos a nivel mundial que va a especificar su objetivo: eliminar las relaciones sociales existentes e implementar las relaciones sociales que pretende la fuerza opresora”. 

El “peligro” trans

Continuando con su análisis, Marlene Wayar marcó una ruptura en relación al período anterior y posterior a la dictadura: “Acá es donde empiezan a sacar a las travestis de sus casas. Al llegar la policía, al sacarlas de sus hogares para llevarlas a la comisaría, se produce un efecto de visibilidad en la familia, en el barrio. La idea de que estas personas son tan peligrosas, nocivas y contagiosas como el discurso que se pretende contra el activismo político”. 

En el periodo posterior esto tuvo un efecto arrollador masivo: “Las personas travestis- trans empiezan a ser expulsadas de su hogar ni bien asumen su identidad de género que en general es a los 13 años. A los 13 años empiezan a quedarse en situación de calle. Esto es un efecto de toda la propaganda previa que se ha hecho en ese proceso genocida”.  

Los cuerpos aparecidos  

Marlene expuso ante los jueces sobre los cuerpos que importaban y los que no. Los que eran obligados a dar explicaciones y los que no requerían ni siquiera eso. Sobre las travestis dijo: “Estos cuerpos son de una orfandad tal que no se tiene que dar explicaciones a la sociedad. En estos casos los cuerpos no desaparecen, aparecen: desmembrados, torturados, atados, empalados, con signos particularmente visibles de tortura sexual. Nadie va a pedir explicaciones por estos cuerpos. Aparecen, no son reclamados, y así se siembra la idea de que todas aquellas personas que están relacionadas con estos cuerpos también están contaminadas, también son juzgables”. 

Por eso sostuvo la importancia trascendental e histórica de este juicio: “Es uno de los primeros en donde podemos escuchar las voces, testimonios y análisis al respecto de un campo totalmente nuevo: nunca hemos tenido derecho a la verdad, a la justicia, y a la memoria, y a sentir que a este país le importan estos cuerpos. ¿Por qué estos cuerpos pueden estar hoy vivos? Por mera casualidad, porque pudieron aprovechar y escaparse, y porque al perpetrador también le sirve que se escapen, que se corra la voz de lo que ocurre. Es una de las maneras de sembrar terror. Como colectivo, tenemos un promedio de vida de 32 años. No tenemos un imaginario sobre abuelas travestis, son muy pocas. Esto demuestra que el ejercicio de exterminio a la comunidad travesti trans ha sido exitoso”.

Informó entonces Marlene: “Pero sucede que seguimos naciendo”. 

Las continuidades

¿Qué continuidades son visibles desde aquella historia hasta el presente? “Las generaciones que vinimos después no conocimos la picana porque la picana no podía estar en la comisaría, pero sí hemos vivido todas las otras torturas con elementos cotidianos que estaban en las comisarías”. 

Se refirió al retorno de la democracia y sus deudas pendientes. “Para mí es muy difícil decir que después de la Ley de identidad de género hemos accedido a una democracia, porque acaban de matar a una compañera en Pilar en una comisaría, porque Tehuel de la Torre está desaparecido, porque hay a lo largo de nuestro país muchísimos travesticidios, porque la Ley de cupo laboral no se implementa en las provincias, porque la Ley de identidad de género no se respeta. Todo este desastre ha sido construido por hombres y mujeres. La responsabilidad política, moral, económica, social, cultural, es de hombres y de mujeres. Nosotras, las disidencias, hemos estado sometidas a vivir a su arbitrio. Siempre las políticas públicas destinadas a nosotras son sumamente caritativas en lo peor del concepto cristiano. ¿Y la vivienda? ¿Y los servicios de salud? ¿Y la salud integral? ¿La educación sexual integral en las escuelas? ¿El derecho de los niños y las niñas a saber que son legítimos, que su elección de vida es legítima y que nadie puede opinar de sus elecciones? Tenemos derecho a la vida, a ser consideradas proyectos legítimos, deseables, amables”. 

El chip

En diálogo con lavaca luego de su declaración Marlene consideró que la audiencia constituyó una “inflexión en el devenir histórico de la hegemonía”.

¿Por qué?

La justicia abrió su visión para sumar a las narrativas, al discurso de la historia contemporánea una mirada más de un colectivo absolutamente excluido, marginalizado, denigrado, que carecía de relevancia hasta el momento. Es un hecho de contundencia histórica. Marca en el relato histórico la introducción de estas nuevas voces.

¿Qué sigue faltando?

Creo que este es un comienzo, todavía no se está escuchando al colectivo travesti- trans en específico. Falta analizar, comprender y llegar a acuerdos, a una reparación histórica, a un reconocimiento primero del terror del que fuimos sujetas las personas del colectivo. En estos juicios, por cuestiones de sutilezas jurídicas y políticas, es muy resistido hablar de genocidios. Después de la contundencia del genocidio nazi como caso paradigmático, ninguna de las otras matanzas masivas de población civil llegaría a construir un genocidio, pero estoy convencida de que si analizamos el caso de la comunidad travesti-trans constituimos un concurso ideal de las condiciones para declararlo como un genocidio. Lo merecemos como derecho a la verdad, a saber qué nos ha sucedido; derecho a la memoria, para poder hacer memoria activa, recuperarla, preservarla y transformarla en actos de permanente pedagogía para que no vuelva a ocurrir. Y finalmente también como un derecho de acceso a la justicia, a que las víctimas sean reparadas de diversos modos, porque hay un número inconmensurable de muertas y muertos que no pueden ser reparadas más que siendo reivindicadas en la historia. Y estamos les sobrevivientes de la cotidianeidad argentina que estamos esperando justicia con lo complejo que implica esto: un acto de justicia que nos repare. Esta sociedad va a tener que plantear con mucha creatividad cuáles van a ser los actos materiales y simbólicos que esté dispuesta a hacer para reparar estas vidas. 

En tu declaración terminas hablando de las infancias, ¿por qué?

Siempre estamos diciendo que por fin las infancias tienen otros recorridos posibles, pero el odio sigue hasta hoy. Las paternidades tienen fijado esto que nos dejó la dictadura de una moral sexual obligatoria y que todo lo otro es demoníaco, criminal y enfermo. Esto perdura hasta hoy. Estamos hoy con mucho trabajo para hacer que los padres y las madres pongan en cuestión ese chip instaurado y escuchen a les niñes en su propio deseo. Es una tarea pendiente, por la que hemos hecho mucho, pero mucho falta todavía.  

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.056