Nota
Avellaneda de película: La toma de sus vidas
En la entrada del Instituto Municipal de Arte Cinematográfico de Avellaneda (IDAC) la bandera del Centro de Estudiantes en lucha decora la reja. Una instalación artística informa como una premonición: “Toma 1 – Escena 5”.
A cuatro cuadras de allí, en la Plaza Alsina está comenzando un Festival. No es un festival de cortos, no es un festival de fin de curso, es un festival contra el cierre de una carrera llamada Realización Cinematográfica. El Instituto de Arte Cinematográfico pretende cerrar una carrera donde se aprende a hacer cine. ¿Estamos todos locos? Por suerte los estudiantes de la carrera están más locos. Hay bandas. Hay solidaridades de otros Institutos. Hay una performance que termina con las siguientes palabras: “¡Viva la revuelta de nuestra escuela!”. Hay ovaciones y lágrimas. El festival había sido planeado unos pocos días antes pero hubo un ingrediente de último momento agregado el día anterior.
Atrapar sueños y edificios
Cansados de las mentiras y las decisiones abruptas y autoritarias que les transmitían las autoridades, la noche del lunes 21 de noviembre y ante el peligro de que no los dejaran entrar más, los estudiantes decidieron quedarse a cuidar el Instituto, a su carrera de Realización Cinematográfica y a la realización de los sueños de sus vidas. Sin planteos teóricos se lanzaron en la práctica, a la toma del edificio y a la toma del destino en sus manos.
El IDAC no es una institución educativa en la cual uno va caminando por la calle y se anota porque no sabe qué estudiar, o para ver “qué onda” mientras se decide qué hacer en la vida. Allí eligen formarse habitantes de distintos puntos del planeta tierra: del interior del país, de Latinoamérica y también de Europa. El IDAC es un patrimonio cultural de todos. La toma del edificio es una declaración sobre qué cosas hay que defender.
Deci$ione$
Fernanda Chaín, “Feña”, 21 años, chilena, cuenta por qué hacen el festival: “Queremos informar a la comunidad de Avellaneda lo que está pasando en el IDAC, el intento de reemplazar la carrera de arte cinematográfico por la de técnico en televisión, argumentando que otorga título oficial pero en realidad la Municipalidad de Avellaneda quiere pasar el IDAC a la órbita de la Provincia de Buenos Aires. El problema es que nos ofrecen un plan de estudios con contenidos mínimos. Nosotros sabemos que podemos tener las dos cosas pero nuestro Rector interino Raúl Tosso y las autoridades políticas prefieren imponernos un plan en lugar de adaptar los planes de Provincia a nuestra necesidad. Simplemente defendemos que no se nos cierre la carrera que tenemos ahora. Quienes toman estas decisiones no tienen ni idea de cine, el rector sabe pero se deja guiar por intereses económicos y políticos. Está en juego nuestro futuro y queremos que se nos tenga en cuenta a la hora de las decisiones.”
Lo que está en disputa, entre otras cosas, es una trayectoria de 40 años de formación artística. Continúa Feña “Me vine a estudiar al IDAC porque no me parecía justo pagar dos lucas argentinas a una entidad privada por una educación universitaria. Creo en la educación pública. El título que otorga no es oficial, eso ya lo sabíamos y no importa mucho. Lo que importa es la calidad de lo que te enseñan, la vocación de los profesores, eso es lo que buscamos en el instituto. En otras instituciones educativas se perdió el trato profesor-alumno que hay acá. Eso me pareció increíble. La toma del edificio fue una medida de extrema necesidad”
Mentiroso mentiroso
“Michu” es María Fernanda Carrizo, tiene 19 años y es salteña. Vino a estudiar cine al IDAC para rescatar la tradición popular y cultural de su provincia para que no sea olvidada. Relata: “Hace tres semanas nos enteramos que nos iban a cambiar el plan de estudios con el fin de oficializar el título pero dejando de lado la carrera de realizador cinematográfico, que es la carrera por la que nos anotamos todos. La mayoría de las materias del nuevo plan de estudios son de publicidad y el arte no tienen nada que ver con la publicidad ni con el mercado. Hoy el mercado tiene una necesidad y a raíz de ello quieren reformar nuestro lugar para ponerlo al servicio de ganar plata. Nuestro Rector interino, Raúl Tosso, no nos da pelota, está en contra de nosotros. Está en el cargo de manera “interina” hace dos años y sólo se puede ser interino seis meses como plazo máximo. Hablamos con el Director de Enseñanza Artística de Avellaneda Osvaldo Di Pace y el Secretario de Cultura Hugo Caruso quienes nos mintieron diciendo que ellos habían hecho todo lo posible para oficializar el título de Realizador Cinematográfico y que Provincia no los dejaba, que no podían hacer nada y por eso nos pasaban a este plan. Fuimos a averiguar a La Plata para ver qué es lo necesario para que una institución emita títulos oficiales y nos dijeron que nuestra carrera sí podría tener un título oficial”.
Tomala vos, dámela a mí, los funcionarios muestran a veces que la palabra es una exageración: en realidad, no funcionan.
La merca-cultura
Sigue María Fernanda, sin perder la indignación en la voz y en el alma: “Les reclamamos la parte edilicia que no aguanta inspección alguna ¿Cómo pretenden meter el doble de matrícula en el mismo espacio y con los mismos equipos? El lugar no da abasto. Ante este planteo, nos dijeron ‘-Bueno, el año que viene entran menos’, o sea que la solución para ellos es que la escuela se termine cerrando. Quienes supuestamente tienen que velar por la cultura, no tienen ni idea de nada, sólo defienden la cultura del mercado. Tenemos tres cámaras para todos que las compramos desde la cooperadora. No pueden plantearnos que en vez de hacer cine hagamos publicidad. Nos imponen una carrera técnica y no artística. La televisión tiene otro formato distinto al cine. Argentina atraviesa una crisis cultural. No nos bancamos la mentira, queremos que haya cultura para todos. Un día llegamos a clase y el rector nos dice que se terminó el ciclo lectivo 2011. Empezaron a jubilar profesores”. Sólo hubiera faltado un cartelito: “The End”.
Vaci Arte
Alejandro Cohen, egresó del IDAC en el año 2005 en la especialidad documental y fue docente en la parte de guión. Es miembro de Documentalistas Argentinos (DOCA) y está preproduciendo su cuarto largometraje. Hace años persigue al rector interino que le niega el título: “El municipio de Avellaneda desde hace muchísimo tiempo, incluso desde que yo estaba estudiando viene haciendo un vaciamiento progresivo de todas la escuelas de formación artística que funcionan a nivel municipal. El cuerpo docente y los alumnos siempre tienen que estar enfrentando los atropellos de está política. El IDAC es una institución histórica, la única que tiene una formación que se especializa en cine documental.
Para Alejandro, la necesidad de mercado de formar técnicos para televisión no implica que se tenga que terminar con la carrera de cine: “Al IDAC le agradezco la formación que tuve. Si bien es una escuela pobre, del tercer mundo, tiene una calidad educativa muy buena. Aprendí incluso cómo encarar una lucha frente al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) por recursos. Esto sirve para pensar la cuestión de una política cinematográfica independiente que no esté atada a los vaivenes del mercado o de la gran industria. Gracias a la lucha que tuve en el IDAC y ahora desde DOCA puedo tener una carrera como cineasta, algo que la gran mayoría de estudiantes de este país no tiene la posibilidad”.
Alejandro promete armar una red de egresados del IDAC en apoyo a la toma.
Música eléctrica (concierto de fusibles)
Dicen presente en esta jornada festivalera los estudiantes la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA, ver nota en Mu nº 17). Juan Pablo estudia piano y por lo que cuenta parece que la degradación cultural en Avellaneda no es una cuestión puntual sino una tendencia: “Nuestra escuela existe hace 25 años y hace 25 años que no tiene edificio propio. En un principio funcionaba donde hoy funciona el IDAC, luego de años de lucha conseguimos que nos mudasen a la sede de Avenida Belgrano y luego conseguimos el anexo en Avenida Mitre. El problema es que ninguna de las dos sedes están habilitadas para dar clases: los inspectores que vinieron a revisarlas firmaron un documento donde no se hacen responsables de lo que pueda pasar. No tenemos salidas de emergencia. La sede Belgrano funciona al lado de un gimnasio y no se pueden abrir las ventanas porque entra la música del gimnasio. En la sede Mitre a principios de año hubo un principio de incendio en la caja de fusibles eléctricos que está ubicada en la entrada, la gente permaneció dentro ya que no hay salida de emergencia. El lugar estuvo un mes cerrado hasta que lo refaccionaron. Nos vienen prometiendo el edificio nuevo en un terreno sobre Avenida Belgrano, incluso se anunció en un acto con el entonces Gobernador Felipe Solá. Estamos viendo si lo empiezan a construir realmente”.
Más allá de los problemas de infraestructura, hay problemas educativos: “Mucha gente entra y quiere empezar a cursar pero se encuentra sin horas de instrumento, ni los elementos. Las condiciones de cursada son bastante deplorables y son las condiciones de la educación pública a nivel municipal, provincial y nacional.”
La clase del vecino
Daiana estudia canto en la EMPA. En un rato estará hipnotizando el festival acompañada en percusión por el trío Juan-Rodrigo-Juan. Por ahora cuenta: “Las dos sedes son casas viejas alquiladas por el Estado a precio muy bajo, que no tienen las condiciones necesarias para lo que es una escuela de música. Las habitaciones de esas casas son nuestras aulas sin aislamiento o con aislamientos inapropiados como el Durlock y te encontrás en tu clase escuchando también a los músicos de la clase de al lado. La formación básica no tiene reforma del plan de estudios desde hace más de 10 años, al hacerse el ingreso irrestricto no hay horas para toda esa gente que ingresa. Los mismos docentes deben repartir horas para las nuevas clases que se agregaron. El presupuesto estatal es el mismo para una mayor cantidad de alumnos. Lo que se logró hasta ahora fue por cortes de calle, cortes en el Puente Pueyrredón, en el 2007 hubo una toma importante durante siete meses, de ahí se consiguió el anexo Mitre”.
Plomería y promesas clonadas
Elisa estudia en el Instituto Municipal de Artes Plásticas (IMAP) que funciona en la Casa de la Cultura de Avellaneda, además, preside el Centro de Estudiantes de Artes Plásticas de Avellaneda. Nos cuenta por qué se acerca al festival: “Los institutos de Avellaneda están pasando por la misma problemática que tiene que ver con la falta de interés en que la cultura sobreviva. En los talleres del IMAP apenas si hay baños, no tenemos bachas para poder trabajar con esculturas, no tenemos las herramientas que necesitamos. Hay poco presupuesto y lo que hay, lo bancamos desde la cooperadora, del bolsillo de los estudiantes. Esa es otra cuestión, ¿Hasta qué punto la educación es pública y es gratuita? ¿Hasta qué punto no somos nosotros quienes estamos financiando la educación? No sólo comprando los materiales sino también pagando una cooperadora que además de comprar una bolsa de yeso también se encarga de arreglar cañerías, de cambiar herramientas, de cambiar atriles, de cuestiones que se debería ocupar la municipalidad. Más teniendo en cuenta que la gestión municipal se jacta con el programa ‘Cultura viva’, que de cultura no tiene nada.”
Otras preguntas que se hace Elisa: “¿Hasta qué punto el traspaso de institutos municipales a la esfera provincial o hacia la Universidad de Avellaneda no es sólo un intento de sacarse de encima una responsabilidad? ¿Hasta qué punto se asignan recursos, partidas presupuestarias hacia esos edificios nuevos? Antes de las elecciones había plata y promesas y promesas de edificio nuevo. Pasaron las elecciones y no hay más plata, nos presentaron unos planos que son exactamente iguales a los planos que tenemos en la Casa de la Cultura: cinco aulas, una biblioteca con las mismas dimensiones. El predio que nos prometen es el mismo que le prometen a los estudiantes de la EMPA, nos prometen los mismos predios a todos los institutos.”
Fotosolidaridades
También acercaron su solidaridad los estudiantes de la Escuela de Arte Fotográfico de Avellaneda (EDAF) quienes a los costados del escenario montaron una muestra con sus trabajos. Están padeciendo el cambio hacia jurisdicciones provinciales que permite un título oficial pero lograron que se respete la esencia del plan de estudios. Una comisión habla por el micrófono: “Es lamentable que quieran cerrar una carrera, por eso los estamos apoyando. En nuestro caso hubo una opción, pudimos elegir. A ustedes no les dieron otra vía para solucionar las cosas”.
IUNA y dos y tres…
Los estudiantes de audiovisuales del Instituto Universitario Nacional de las Artes (IUNA): “Luchamos hasta el hartazgo contra los vaciamientos de carreras que ocurren en desmedro del contenido artístico, nuestra lucha es la misma. La educación artística debe ser pública y no mercantilista”.
Continuará
Termina el festival y empieza la asamblea en la toma del edificio, se hace un análisis del festival, se felicita a todos y a todas. Se organizan las guardias. Toman la palabra los estudiantes del Instituto Superior de Formación Docente Nº 1 de Avellaneda que ¿adivinen qué están haciendo? (Tache lo que no corresponda)
a) Estudian normalmente
b) Se toman vacaciones en el Caribe.
c) Están tomando el edificio.
Si eligió c), acertó: están tomando su instituto desde hace 15 días y traen palabras de aliento y reconocimiento en la lucha. Siento que fuese una charla fraternal entre espejos. Continúa la asamblea. Las palabras que flotan son:
“hablar”,
“comunidad”,
“decidir y actuar”,
“toma histórica”,
“admiración”,
“avance”,
“defensa de la historia”,
“desafío”,
“contagiar”,
“depende de nosotros”.
Comienzan las votaciones. El reloj merodea las dos de la madrugada. Me voy así puedo escribir la crónica lo más rápido posible.
Contacto:
https://realizacionidac.blogspot.com/
[email protected]
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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