Nota
¿Cuáles son las clases sociales según la policía?
El asesinato de Julián Antillanca, un chico de 19 años, ocurrido en Trelew, Chubut, está siendo juzgado por segunda vez para intentar evitar la impunidad y lograr una meta incierta: justicia. Hay diez acusados, nueve de ellos policías. Negros, chetos y jueces en las declaraciones que esta semana llevarán a los alegatos.
El asesinato de Julián Antillanca, un chico de 19 años, ocurrido en Trelew, Chubut, está siendo juzgado por segunda vez para intentar evitar la impunidad y lograr una meta incierta: justicia. Hay diez acusados, nueve de ellos policías. Negros, chetos y jueces en las declaraciones que esta semana llevarán a los alegatos.

El padre de Julián
Julián Antillanca tenía 19 años cuando salió a bailar a un boliche en Trelew. Nunca regresó. Era el 5 de septiembre de 2010. Su cuerpo apareció tirado a la mañana siguiente en plena calle, brutalmente golpeado. La sala de audiencias de la Cámara del Crimen de Trelew es el escenario donde se está realizando el segundo juicio oral por el crimen de Antillanca, que sentó en el banquillo a diez acusados. Nueves son policías. El viernes 3/7 se producirán los alegatos y el 6/7 será el veredicto. La denuncia de la familia, encarnada por César Antillanca (padre del joven), estuvo dirigida desde el primer minuto de la causa a responsabilizar a la fuerza chubutense, que posee un hándicap que asusta: la desaparición forzada de Iván Torres (25 años) en 2003 y la aparición del cuerpo sin vida de César Monsalve (13 años) en 2013, luego de haber estado siete semanas desaparecido, son dos de los casos más resonantes de la provincia, junto al de Antillanca, que se enmarcan en una violación sistemática de los derechos humanos por parte de la policía que ha provocado centenares de víctimas en los último años. Por el caso de Iván Torres, el actual Estado argentino fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por desaparición forzada de persona.
Acusados
El crimen de Antillanca se produjo luego de una escalada de violencia policial de la Seccional Cuarta de Trelew que arrancó a las 4 de la mañana del 6 de septiembre con la golpiza a los hermanos Sergio y Denis Aballay y concluyó con el asesinato de Julián unas horas después. Este es el segundo juicio que se realiza en Trelew por el asesinato de Antillanca. El primero concluyó en marzo de 2012 con la absolución de los nueve policías imputados. La fiscalía, la defensa privada y la defensa pública apelaron, y la causa llegó hasta el Superior Tribunal de la Provincia que, en julio de 2013, revocó el fallo absolutorio y obligó a la realización de un nuevo proceso. La Corte Suprema confirmó la decisión.
Llegaron diez acusados: cuatro policías por homicidio agravado (Martín Solís, Jorge Abraham, Laura Córdoba y Pablo Morales), cuatro por encubrimiento (Carlos Sandoval, Analía Di Gregorio, Mario Bascuñán y Valeria Zabala), uno por privación ilegítima de la libertad (Diego Rey) y una civil por intentar desviar la investigación (Gabriela Bidera).
Este martes 23 de junio comenzaron a desfilar los testigos de la defensa. Seguirán hasta el jueves. El viernes 3 serán los alegatos. De las audiencias surgieron varios elementos que prueban la acusación de la querella, encabezada por César Antillanca y la abogada Verónica Heredia, que sostienen que Julián fue golpeado salvajemente por los policías, subido a un patrullero y abandonado en la calle.
- El perito del Cuerpo Médico Forense (CMF) de Chubut, Herminio Gonzáles, afirmó que Julián Antillanca murió producto de los golpes. “Fue un puntapié”, describió sobre el impacto que el joven tenía en el tórax. No era el único: Antillanca presentaba signos de una brutal golpiza en el rostro, la cabeza y las extremidades. De un plumazo, el perito descartó la ficción que la policía había construido sobre que la muerte de Antillanca se había producido por “coma alcohólico” o “problemas cardíacos”.
- Además, el director del Servicio de Huellas Digitales Genéticas (SHGD) de la Universidad de Buenos Aires, Daniel Corach, afirmó mediante videoconferencia que la sangre encontrada en el móvil 234 es del “linaje Antillanca”.
- Daiana Monsalvez, que conoció a Julián la noche de su asesinato, confirmó que vio cómo tres policías pateaban al joven mientras una mujer oficial espantaba a quienes se acercaran.
- Jorgelina Domínguez, otra de las testigos, denunció que Solís -junto con otro oficial- sacó al joven del móvil y lo tiró a la calle. Domínguez, esa noche, estaba con su amiga Gabriela Bidera, que llegó a juicio por intentar desviar la investigación. Bidera, hija de un comisario, fue beneficiada por probation (suspensión de juicio a prueba, por lo que deberá hacer tareas comunitarias).
- Frente a la contundencia de los testimonios, ninguno de los más de 20 policías que declararon aportaron algo. “No me acuerdo”, fue la respuesta recurrente. Ninguno sabía a qué hora ingresó, ni qué hizo, ni con quién estaba. Tampoco sabían las llamadas fuerzas del orden cuántas cuadras hay desde la comisaría hasta las calles donde tiraron el cuerpo de Antillanca. “Nacido y criado en Trelew”, respondió el comisario Vargas ante la pregunta de la querella, pero, pese a su origen, desconocía lo básico de su tierra natal: no pudo declarar cuánto tiempo tardan en hacer cinco cuadras en su propia ciudad.
- Los libros de actas y diarios policiales fueron adulterados.

Los acusados
Clases sociales
“Quedó claro que la policía no tiene ningún protocolo para detener a menores de edad a pesar de hacer adicionales en los boliches donde concurren los menores”, detalló a lavaca la abogada Verónica Heredia, que lleva adelante el juicio por la querella. “También quedó comprobado que la policía decide quién es delincuente sin que exista sentencia: lo dijeron ante los jueces y fiscal”.
De las audiencias también surgió un testimonio que, podría ser usado en las cátedras de sociología. El oficial Carballo, testigo de la defensa, sostuvo que la policía debe hacer adicionales en los boliches por las peleas de las “diferentes clases sociales” que concurren a los establecimientos.
“¿Cómo es su clasificación de clases sociales?”, preguntó la abogada Heredia. Carballo, inmutable, contestó: “Están los negros que escuchan cumbia, y los chetos que escuchan electrónica”.
Quedó claro a qué clase social pertenecía Julián Antillanca. Será en la sentencia donde los jueces Adrián Barrios, Daría Arguiano y Marcelo Nieto de Biase decidan un corte o una reproducción de ese prejuicio. La querella denuncia que Nieto de Biase era, hasta el año pasado, director de la oficina judicial, por lo que ya tenía un conocimiento previo de la causa. “Todas sus preguntas son para favorecer la postura de la defensa”, señaló la abogada Heredia. De hecho, tanto Nieto de Biase como Barrios admitieron el planteo de la defensa de hacer valer el testimonio de Jorgelina Domínguez en el juicio anterior para marcar una supuesta contradicción. Cabe recordar: ese juicio fue declarado nulo por el propio Superior Tribunal de la Provincia y ratificado por la Corte Suprema.
¿Será justicia?
Nota
Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.
Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año.
El camino de la in-justicia
En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia.
La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.
Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero.
Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10.
Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo.
Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.
La pericia tendrá como objetivos precisar:
-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;
-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil;
-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.
-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.
El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena.
Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.
Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.
Nota
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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