#NiUnaMás
Diario de una lucha: un nuevo pedido de justicia de la familia de Lucía Pérez
Marta Montero y Guillermo Pérez, mamá y papá de Lucía Pérez, viajaron desde Mar del Plata a la Ciudad de Buenos Aires para seguir exigiendo justicia por su hija. Las reuniones en La Plata con la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, Estela Díaz, y en la ExEsma con el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla. Y lo pendiente: el nuevo juicio por el femicidio de la joven de 16 años y el pedido de juicio político a los jueces que dejaron impune su asesinato en primera instancia.

Marta Montero tuvo que trabajar doble jornada para poder viajar a la Ciudad de Buenos Aires.
Para exigir justicia por su hija, Lucía Pérez, a más de cuatro años de su femicidio y a casi dos del vergonzoso fallo que absolvió a todos los acusados, Marta debió hacer doble turno en el hospital donde es enfermera, en Mar del Plata, para que no le descontaran el día. Sabía que el viaje a La Plata, capital bonaerense, y las reuniones que pudiera tener en la Ciudad, le iban a significar 72 horas. Ya tenía dos francos -el “semanal” y el “permitido”, por el acumulado de días trabajados-, pero aún quedaba resolver el tercero. Por eso, el sábado hizo doble guardia, de seis de la mañana a seis de la tarde. El domingo, media. El lunes, a las 10, Marta llegó a La Plata con su marido, Guillermo Pérez, para reunirse con Estela Díaz, ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense; Flavia Delmas, subsecretaria de Políticas contras las Violencias por Razones de Género; y Silvina Perugino, a cargo de la Dirección Provincial de Situaciones de Alto Riesgo y Casos Críticos de las Violencias por Razones de Género.
“La gente a veces piensa que vivo de las marchas, pero así es cómo se transformó mi vida y la de mi familia, que vivía en paz y de su laburo”, dice Marta a lavaca, luego de regresar a Mar del Plata. Con esa lucha, la misma cuyo grito de bronca motorizó el Primer Paro de Mujeres en Argentina, hace dos meses logró que la Sala IV de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires anule el fallo que había dejado impune el femicidio y ordenó “un nuevo juicio con la premura que el caso amerita”, pero que aún no tiene fecha.
Pero lo que queda claro es que, sin ese motor de Marta, nada ocurre. “En el Ministerio fuimos claros en preguntar en qué nos podían ayudar y cómo pueden hacerse presentes, porque se necesita mucho, desde dinero hasta que el Estado nos apoye porque yo no hago estas maratones porque tengo ganas. Si vamos a la raíz, a la irresponsabilidad de permitir lo que le pasó a Lucía, es el Estado el que permitió que estos narcos vendieran drogas y que su despacho común fuera esa escuela. El Estado nunca ayudó a esos chicos, porque no solamente era Lucía. Cuando una ve esa desidia, una se pregunta: ¿dónde está el Estado? ¿Qué es el Estado? Sabemos que este es un lugar con pocos fondos, que ellas hacen lo que pueden con lo que tienen, pero lamentablemente acá no hace falta buena intención. ¿Cómo puede ser que haya un jury y no avance?”.
Eso fue el lunes.
Los narcos y el Estado
El martes volvieron a La Plata para ir hacia la Suprema Corte bonaerense. La defensa de los acusados Matías Farías, 23 años, y Juan Pablo Offidani, 41 años, presentaron una queja ante la Corte por el fallo de Casación, por lo que Marta y Guillermo querían saber en qué estado estaba esa instancia para poder avanzar con el nuevo juicio. “Nos dijeron que la causa recién había llegado el día anterior. Para nosotros el martes ya tenía que vencer el plazo. A nosotros cuando nos dicen en 10 días, tenemos que hacerlo así. ¿Y ellos? Otro ejemplo: en la Secretaría de Enjuiciamiento, donde se maneja el tema del Jury, no tienen la causa. El recurso estaba en trámite, la copia digitalizada del juicio político tampoco estaba”.
Marta ya no se sorprende: “Es como si fuera una burla, pero ya estamos acostumbrados. Por nuestra parte, sólo tenemos que seguir caminando y haciendo las cosas. Ellos están acostumbrados a hacer esto con la gente, pero no se lo vamos a permitir”.
El pedido de juicio político es para los jueces Pablo Viñas, Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale, que en un fallo bochornoso, revictimizando a Lucía, absolvieron a los acusados Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Maciel por el femicidio. Maciel murió este año. El pedido de destitución fue promovido en 2019 por las entonces diputadas Victoria Donda, Lucila De Ponti, Araceli Ferreyra, Gabriela Cerruti y Romina del Pla, y el diputado Facundo Moyano. Luego del pedido el juez Aldo Carnevale pidió la jubilación anticipada, la cual le fue concedida por la entonces gobernadora María Eugenia Vidal, por lo que el proceso continuará solamente para los magistrados Urso y Viñas. Además, Marta se enteró que debe afrontar el pago de una caución para continuar el jury.
Femicidios de Estado
El segundo día de su viaje Marta y Guillermo fueron recibidos por el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, en la sede de la exEsma. “Se comprometió a ayudarnos en ese tema. Nunca había ido a ese lugar. Es muy siniestro: en ese lugar se torturaban a las mujeres, le sacaban a sus hijos, y yo ahora fui para hablar de cómo habían torturado a mi hija”.
-¿Qué peso tiene que te haya recibido?
-Acá tenemos que hablar que estos no son crímenes de un novio celoso, de un marido inexperto. Estamos hablando de femicidios narco. Esto que hicieron con Lucía lo hicieron con Melina (Romero, asesinada en 2014), con las nenitas de Jujuy. Ellos tienen el poder. Entonces, ¿dónde están los derechos humanos de Lucía?No le quito peso a ningún femicidio porque es una tragedia para la familia y una destrucción terrible del tejido social, pero estamos hablando de casos donde es el narco que está protegido por la policía y por el Poder Judicial. Esto es lo que nos pasa y se tienen que hacer cargo. ¿Vamos a terminar como México, si no? ¿A qué queremos llegar? Porque a estos jueces no les hace falta perspectiva de género: les falta humanidad.
Eso fue el martes.
Marta se volvió así a Mar del Plata con dos fechas próximas en la cabeza: el 25 de noviembre, Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, y el 26, a dos años del fallo absolutorio. “Ambos días nos encontrarán en las calles y con actividades”.
Eso fue el miércoles.
El jueves, a las 5:45, Marta ya estaba trabajando otra vez.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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