Nota
“El blanco fácil de los fascismos es la mujer”: Rita Segato habló sobre Alberto Fernández, el femicidio de Lucía Pérez y el camino al pluralismo

La antropóloga Rita Segato participó en una jornada convocada por la Asociación Bancaria dedicada a pensar los nuevos tiempos en Argentina. Fue su primera aparición pública luego de polémica desvirtuada al expresar su posición respecto del golpe de Estado en Bolivia. Habló frente a un auditorio colmado, en el que también estaban presentes la mamá y el papá de Lucía Pérez, la joven asesinada en Mar del Plata en 2016. La necesidad de tomar los femicidios como política de Estado. El juicio ético a la justicia patriarcal. El lenguaje estatal antimujer. La polémica sobre Bolivia. El “cerebro tweety”. Su viaje para votar en las últimas elecciones. La política de los cuerpos. La trama comunal. La memoria del 2001. El neofacismo. Y lo que se viene. Aquí compartimos la charla completa.
“Es necesario encontrar un camino plural de levantar la bandera de un mundo pluralista. Nuestros antagonistas del proyecto histórico son monopólicos: una única razón, una única justicia, una única belleza, un único dios. Nuestro lado tiene que ser el lado de las posibilidades de diversas formas de fe, de bienes, de justicia y, también, de diversas formas de felicidad. Solo así vamos a poder preservarnos de lo que se nos está viniendo encima”. Así, y con una ovación, la antropóloga Rita Segato cerró su exposición en la jornada sobre Los nuevos tiempos en Argentina. Oportunidades y expansión de derechos para un país de todxs, invitada por la Asociación Bancaria, en la sede del sindicato, en su primera aparición pública tras la polémica desvirtuada, luego de expresar su posición respecto al golpe de Estado en Bolivia, en declaraciones a Radio Deseo.
Segato formó parte de un panel en el que también estuvieron el secretario general del gremio, Sergio Palazzo; la diputada provincial electa y secretaria de Derechos Humanos, Género e Igualdad, Claudia Ormachea; la diputada María Cristina Álvarez Rodríguez; y la investigadora, historiadora y socióloga feminista, Dora Barrancos, integrante del directorio del CONICET desde 2010 hasta 2019. Ambas intelectuales se dieron un afectuoso abrazo al encontrarse, aunque Barrancos se retiró luego de su exposición, por otros compromisos.

En primera fila estaban presentes Marta Montero y Guillermo Pérez, mamá y papá de Lucía Pérez, la joven de 16 años asesinada en Mar del Plata en 2016. Ambos estuvieron el último martes en una protesta frente a los tribunales de La Plata, al cumplirse un año del fallo que absolvió a los femicidas.
Segato comenzó refiriéndose a un encuentro que tuvo con ellos el día anterior, como claro ejemplo de lo que significa la justicia patriarcal en Argentina. “Es insoportable: no pueden soportar aquellos que son víctimas de la violencia”. Describió las principales irregularidades del caso: “Para los jueces, a Lucía no la mataron: Lucía se murió. Justificaron diciendo que era una chica de carácter y que se podría haber negado a ir, pero ella fue secuestrada. Es una cosa intolerable”.
“El lenguaje del Estado es antimujer”
Segato subrayó que la familia está exigiendo la anulación el fallo misógino y se haga un juicio político a los jueces. “Empecemos a pensar en los juicios políticos y en un gran juicio ético a la justicia de género de nuestro país. Cuando Marta viajó 400 km a La Plata para averiguar cómo estaba el trámite de Casación, el juez la echó de su despacho. ¿El motivo? Los jueces no atienden a las víctimas”.
También mencionó, frente al auditorio lleno, que la familia le dejó al presidente electo Alberto Fernández una carta pidiendo que les reciba para que “el grito de Ni Una Menos esté presente en la agenda política del nuevo gobierno”, mientras habló del “desastre” de las políticas de prevención y contención de la violencia machista en la provincia de Buenos Aires, “top ten de los femicidios”.

También mencionó el caso de Flavia Saganías. “Es una madre con cinco niños que fue condenada a 23 años de prisión”. Saganías denunció que su expareja había abusado sexualmente de su hija de seis años. Al no tener respuesta, escribió la denuncia en Facebook. La situación motivó la reacción de su madre y su hermano, que quemaron la casa del hombre, lo golpearon y apuñalaron. “Ellas fueron presas, pero ahora también condenaron a Flavia a 23 años de cárcel. Es una condena mayor que la sufren los femicidas. Y muestra, claramente, que el lenguaje del Estado es un lenguaje antimujer, que no podemos considerar. Son tribunales que no podemos confiar, que reproducen y amplían el mal que sufrimos en la casa y en la calle”.
El “cerebro tweety”
Luego, Segato pasó a la segunda parte de su charla, en la que hizo mención acerca de la situación actual del país y la polémica desvirtuada que se abrió luego que manifestara su análisis sobre la situación del Golpe en Bolivia, tras el pedido de Radio Deseo. Ese audio, que fue transcripto por lavaca, luego fue tergiversado por Infobae.
Aquí reproducimos la exposición de la antropóloga en La Bancaria:
“La esperanza en esta etapa que se abre es fundamental. He viajado 1600 km para poner mi voto en Tilcara por Fernández-Fernández. Tengo una gran alegría, una gran esperanza, pero estamos frente a dos grandes problemas.
El primer problema, como se habló aquí, es la deuda. El hecho de que el país fue saqueado, desvalijado, es que en realidad este gobierno no fracasó. Fue exitoso. Venía a hacer lo que hizo y a ponerse la fortuna del país en el bolsillo. Así se la ven muy contentos en las fotografías. Y tenemos esperanza, aunque sea a pesar de la situación económica en la que estamos.
Pero hay algo en lo que temo más que la situación económica, y es que estaremos geopolíticamente rodeados. Si pensamos las elecciones en Uruguay, en el Brasil, en Paraguay, en la situación todavía inestable -porque habrá elecciones- en Bolivia, pero no sabemos su resultado, y pensamos en Chile, podemos plantear que tan peligrosa como la situación de la deuda es la situación de nuestro aislamiento geopolítico en el continente. Eso, a mí, me saca el sueño. Somos un país que estamos solos. Y hay que empezar a pensar, sin susto, cómo vamos a defendernos de ese extraordinario aislamiento geopolítico que estamos sumidos. Quizá ni siquiera sea una coincidencia. Es un país extraordinario. Volví hace muy poquito tiempo. Y mi luna de miel con el país acaba de cerrarse estos días, la semana pasada. Estaba muy feliz de estar aquí, hasta que vi también cómo es un país de una grieta realmente profunda, de agresividad visceral. Ha sido demostrado estos días con el tremendo linchamiento al que fui sometida solamente por haber expresado algo que creo.
Puedo estar equivocada, pero nadie puede ser linchado por dar su opinión. Ni siquiera la di en un medio argentino: hice una declaración para un medio boliviano, mi contribución a la compresión de esa situación boliviana. Recibí un único mensaje de una amiga mía, una carta en defensa de Evo, escrita por una gran feminista boliviana llamada Julieta Paredes. Minutos antes de redactarla me llamó llorando. Le dije: ´No me importa, Julieta, está bien, sos pro Evo´. Pero las mayorías bolivianas han acogido positivamente mi posición y lo que dije.
Pasé toda esta semana de linchamiento ridículo donde la gente puso su deseo de matar. Inclusive hay mensajes que dice: ´Hay que empalarla´. ¿Eso es política? ¿Eso es debate? Es tremendo. Es una cosa que me asustó: el deseo de muerte y sangre que hay no solo de derecha, sino también de izquierda, en Argentina. Me espantó. Es de nuestro lado y hay gente que no quiere pensar: sí quiere matar. Es una cosa tremenda y desilusionante sobre un país que acabo de recuperar.
La violencia contra mí es por haber dado una opinión en la que creo, y es que Evo estaba absolutamente desprestigiado en su propia tierra, en su propio país, en su propia política, pero después sobrevino un golpe oportunista. Y ahí tenemos la mano de Infobae. Ahora voy a tener muchísimo cuidado en leer cualquier noticia de Infobae. Recortar lo que dije y poner un titular que solo de verlo a mí misma me habría indignado.
Constaté una segunda cuestión: la gente tiene lo que ahora llamo un cerebo tweety, capaz de leer… ¿cuántas palabras? Un titular. Ya está modelizado, esculpido y circunscripto como en Twitter: solo puedo leer dos líneas. ´Rita Segato dijo que no hubo golpe en Bolivia´. Nada de mi argumento, la manera como lo conté, del conocimiento de Bolivia y viajar muchas veces por año. Pudo decir algo que desde la Argentina no se ve. Y nunca nadie de Bolivia me agredió como paso acá. Todas las agresiones salieron de acá, de Argentina, de mi país. Ninguna salió de Chile: las muchachas que circularon preciosas, cantando, en la hermosa puesta en escena, cuando hacen reconocimiento dicen que es porque me leyeron”.
La política del cuerpo
“Entonces, lo que quería decir, son algunas consideraciones rápidas sobre el problema que tenemos que cuidar, y que los sindicatos pueden tener un extraordinario papel, que es la política del cuerpo a cuerpo en la calle. Pensar técnicamente en abstracciones económicas es importante, la teoría nunca debe ser abandonada, pero es muy importante actuar en el cuerpo a cuerpo callejero, con la gente, que de alguna forma eso se lo dejó a las iglesias. El atrapamiento que hemos sufrido por parte de las iglesia, el secuestro ultra conservador de los cristianismos tanto evangélicos como el católico, cada vez más amplios, que hacen posible el golpe de Bolivia, o donde las elecciones ganan sectores de derecha, es porque se ha dejado un gran trabajo que debe hacerse en las comunidades, las calles y los territorios, a los sectores más conservadores y fundamentalistas de las iglesias.
Entonces: hay que estar en la comunidad, en el territorio. No va a haber posibilidad de una gran política de Estado abandonado esos territorios. Y en esos territorios nosotras, las mujeres somos las que te tenemos un papel central. Por eso suelo decir que el cuidado no es solo un trabajo en el sentido salariable: el cuidado es política. Es formatear un sujeto o sujeta, que se da una persona política en la sociedad. Generar personas para un trabajo en el colectivo.
Somos las mujeres la que hilamos trama y creamos comunidades capaces de defender lo que se tiene que defender. La política de Estado es importante pero, si no va acompañada de una política insertada, bien anclada en el territorio, en los cuerpos de las personas y en la reconstrucción comunal, va a ser mucho más difícil llegar a destino.
Entonces, en este sentido, es importante decir que, al salir de la crisis de 2001, que no hemos llegado a esa crisis esta vez, con las ollas populares, asambleas barriales, es decir esa gran capacidad de la gente de generar formas de sobrevivir, ha habido un problema porque las hemos perdido. Al recuperar el Estado, las riendas de la economía y volver a la inclusión social en el trabajo, que no deja de ser muy importante, pero en esa transición hubo una gran pérdida, que es todo lo que esta sociedad, por si misma, acumuló como tecnología de sociabilidad, que es la reconstrucción comunal, la reciprocidad entre las personas y una intensa vincularidad, en la cual todavía somos testigos. Pero es una pena que algunas estrategias que se habían instalado en el 2001 y permitieron la sobrevivencia, se perdieron. Es algo que usier siempre decir y recuperémoslo”.
El neofacismo vs el mundo pluralista
“La otra cuestión es que es la época del neofacismo. De los nuevos fascismos, tanto en Europa como nuestras sociedad. No es una política, sino una estrategia política. Es una estrategia del enemigo. Tenemos que estar muy avisados porque somos las mujeres un enemigo fácil. El blanco fácil de los fascismos: lo vemos con la ideología de género, con mis hijos no te metas, como si fueran propiedad.
Pero hay que tener cuidado porque hay un antagonismo histórico, que es el mundo de los dueños, que ha colocado muy rápidamente una gran cantidad de gente en la calle, en nombre de Cristo, de dios, y buscan una causa que ha sido inoculada por este mal bicho, que es el bicho de la sospecha moral de la mujer. Y esos son los cristianismos fundamentalismos que en muy poco tiempo se instalaron y tomaron las calles. Debemos sospechar de ese movimiento. Porque en muy poco tiempo capturaron un rebaño contra una causa. Somos fácilmente dibujables y definidas como un enemigo peligroso. La pelea por no liberar el derecho al aborto es nada más ni nada menos en contra las mujeres, contra nosotras. El racismo es un bicho, un virus muy fácilmente inoculable y es muy doloroso percibir que este fascismo está claramente en las personas que me agredieron. No tengo la menor duda en decirlo, que es un fascismo de izquierda. Es la búsqueda de un enemigo al que se le pueda atacar y cargar de los males y sufrimientos y resentimientos e insatisfacciones. El virus del fascismo es fácilmente inoculable en cualquier persona que, de derecha o izquierda, esté resentida, con un malestar en sus posiciones sociales y en sus deseos y aspiraciones.
Es una época en que la moral solidaria se vuelve un discurso poco eficaz y eficiente, pero hay un mal de época, y en nuestra época la ideología de los dueños hace que se encuentre en baja el discurso de la moral recíproca, de la ayuda mutua, en época de una moral formateada por la pedagogía de la crueldad: ´Yo tengo razón. Mis valores son supremos´. Y ahí tenemos que prestar atención, a los buenos y a los malos, a la izquierda y la derecha.
Es necesario encontrar un camino plural de levantar la bandera de un mundo pluralista. Los antagonistas del proyecto histórico son monopólicos: una única razón, un único bien, una única justicia, una única belleza, un único dios. Nuestro lado tiene que ser el lado de las posibilidades de diversas formas de fe, de bienes, de justicia y, también, de diversas formas de felicidad.
Solo así vamos a poder preservarnos de lo que se nos está viniendo encima”.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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