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El fallo de la vergüenza

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Dos abogadas analizan el fallo de la jueza Marta Yungano que condenó a Marian Gómez por besar a su esposa en la vía pública. La abogada experta en derechos humanos Verónica Heredia analiza las irregularidades del caso: la teoría del mechón de pelo, el argumento de garantizar el “orden” y el abuso de autoridad no investigado. Y la abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse plantea que todxs tenemos derecho a resistir ante la ilegalidad de un funcionario.
El viernes 5 de julio el Tribunal Oral en lo Criminal N°26 de la Ciudad de Buenos Aires le entregó al abogado de Marian Gómez los fundamentos del fallo que, una semana antes, había sellado una condena a prisión en suspenso bajo el delito de “resistencia a la autoridad y lesiones leves».
Todo empezó el 2 de octubre de 2017, cuando Mariana Gómez y Rocío Girat hablan, se besan y fuman un cirgarrillo en la estación de trenes de Constitución. Un empleado de Metrovías se acerca y le dice que lo apague. Mariana le contesta que no hay ningún cartel que lo prohíba. El empleado entonces llama al policía Jonathan Rojo, que la trata de “pibe” y la anota como “soltera”, a pesar de que Rocío le dice que es su mujer. Luego llega la oficial Karen Villareal. Con forcejeos la arrestan y llevan hasta la oficina de la Policía de la Ciudad de la estación Boedo de la línea E. Estuvo detenida siete horas, acusada de resistencia a la autoridad y lesiones graves.
El final es conocido: en el Día Internacional del Orgullo, el Tribunal Oral en lo Criminal N°26 de la Ciudad de Buenos Aires sentenció a Marian Gómez a un año de prisión en suspenso y al pago de las costas del juicio.
Más allá de lo que el caso significa en términos sociales, lavaca habló con dos abogadas para analizar los argumentos que respaldan la acusación.
El fallo de la vergüenza

La mirada de Verónica Heredia:

La policía actuó de oficio ante un delito leve
La jueza Yungano considera en su fallo que “arrancar un mechón de pelo” es un hecho peligroso que atenta contra la seguridad pública y habilita al Estado a actuar de oficio. Pero el Código Penal establece como regla que todos los delitos deben ser investigados de oficio por el Estado, excepto algunos pocos, entre ellos las lesiones leves -arts. 71 y 72 Código Penal-. La jueza condena a Mariana por lesiones leves contra la oficial Karen Villareal porque presuntamente le arrancó un mechón de pelo. Pero Karen Villareal no denunció a Mariana. Sin embargo, el Estado actuó de oficio. Primer abuso.
Garantizar el “orden”
¿Por qué? Según la jueza, la prohibición de actuar de oficio no rige en este caso porque: “…resulta evidente que razones de seguridad pública, lo que ocurre si por la naturaleza o circunstancias el hecho resulta potencialmente peligroso para la incolumidad de las personas o bienes en general, o de interés público, si el hecho, excediendo el marco de lo individual respecto de la víctima, su conocimiento y juzgamiento resulta útil, conveniente o necesario para el orden o bienestar de la comunidad, así lo indica[n]”.
La señora jueza explica claramente cuál es ese hecho potencialmente peligroso para la seguridad pública: es conveniente para el orden, para el bienestar de la comunidad.
El mechón de pelo vs. la presunción de inocencia
Para ello estima algo insólito: “La cantidad considerable de pelo arrancado a Villareal”. La Jueza Yungano considera que la “cantidad de pelo arrancando” a la Oficial de Policia Karen Villareal es un valor mayor al derecho humano de Mariana a la presunción de inocencia consagrado en la Constitución de la Ciudad Autónoma, en la Constitución Nacional y en los tratados internacionales de derechos humanos.
Mariana explicó que no fue su intención arrancarle pelo a Villareal, sino que se agarró del él cuando se caía producto del accionar violento del Oficial Rojo.
No investiga abuso de autoridad
Ni a la jueza ni a la fiscal les interesó investigar la legalidad del accionar del personal policial. La defensa de Mariana sostuvo que el procedimiento policial y la detención de Mariana es ilegal; que fumar en lugar prohibido –mucho menos besar a su esposa- no habilita identificar a quien lo hace para labrarle un acta, como reconoció el Oficial Rojo era su intención.
La jueza admite que existe una presunción de ilegalidad del accionar policial ya que se lo investiga en la Fiscalía 49 por “apremios ilegales”. Es decir que ni a la jueza ni a la fiscal les interesa conocer si el personal policial actúo ilegalmente contra de Mariana: solo les interesó culpar a Mariana.
Es peor ser mujer
La fiscal general Diana Goral considere que la lesión que produce arrancar pelo es más grave en una mujer “que en un hombre”. Así lo afirmó en sus alegatos.

Un año de prisión en suspenso para Marian Gómez por besar: “Vamos a seguir resistiendo”

La mirada de Cristina Hendrickse: el derecho a resistir (durante la entrevista en el programa Es la política, grabada el mismo día del fallo)

Resulta sorpresivo que el Poder Judicial avale una actitud autoritaria de un funcionario público como lo es un policía. Él considera que está prohibido besarse. El funcionario está para hacer cumplir la ley, no lo que a él le parece. Y no hay ninguna ley que diga que no te podés besar, no hay ninguna ley que prohíba el amor. Ganas no le faltan a muchos, ¿no?
Todo lo que no está prohibido, está permitido. Los funcionarios deberían conocer un mínimo de derechos humanos: ellos solo están avalados a reprimir las conductas que están prohibidas. Besarse no está prohibido, y mucho menos besar a tu esposa, como es el caso de Mariana.
Un policía ve a una pareja lesbiana besándose, va y lo reprime. La persona cercenada de su derecho tiene derecho a besarse con la persona que ama. Se resiste frente a esa actitud ilegal, injusta. Y la autoridad deja de ser autoridad: si te saliste de la ley, ya no sos autoridad. Mariana se resiste, y el Estado lo que hace es, en lugar de castigar al funcionario que se apartó de la ley, sancionar a la persona que legítimamente se resiste a la autoridad.
Nuestra Constitución Nacional en el artículo 36 habla del derecho de resistencia contra los actos que quiebran el orden constitucional. Entonces yo tengo derecho de resistirme. Lo preocupane es que el Poder Judicial no castigue al funcionario que viola la ley y castigue a quien se resiste.

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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