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Masacre de San Miguel del Monte: policías bonaerenses infilitrados y espionaje ilegal a los familiares
La Comisión Provincial por la Memoria presentó un informe especial que revela la violencia sistemática de la Policía Bonaerense en Monte y que refleja que la masacre de un joven y tres adolescentes no fue un hecho aislado. Durante la presentación los familiares reconocieron a dos policías infilitrados, que huyeron en un auto sin patente. El propio Ministerio de Seguridad confirmó que se trataban de agentes de la fuerza. Hay otros dos efectivos más señalados. “Este acto de inteligencia ilegal refleja un comportamiento mafioso y violento, y se inscribe en una escalada de persecución y hostigamiento contra los familiares”, denunció el organismo querellante en la causa. El informe completo.
“Es muy grave desde el punto de vista político e institucional porque vinieron a espiar a familiares en un acto de un organismo de derechos humano”. Así subraya el coordinador de la Comisión Provincial por la Memoria, Roberto Cipriano García, a lavaca, el hecho que refleja el espeso clima que las familias de Danilo Sansone, Camila López, Aníbal Suárez, Gonzalo Domínguez y Rocío Quagliarello viven a un mes y medio de la masacre de esos adolescentes, durante una persecución policial.
Durante la presentación de un informe de la CPM sobre la represión policial en el municipio, los vecinos reconocieron a dos policías de civil. “Este acto de inteligencia ilegal refleja un comportamiento mafioso y violento, y se inscribe en una escalada de persecución y hostigamiento contra los familiares”, denunció el organismo.
Al ser descubiertos los dos infiltrados se subieron a un Peugeot blanco sin chapa patente ni identificación y se fueron. Los familiares reconocieron a ese mismo vehículo pasando por sus domicilios, frenando y acelerando de manera abrupta. Cipriano García revela a lavaca una novedad: “El Ministerio de Seguridad bonaerense nos confirmó que se tratan de agentes policiales”.
-¿Cómo debe leerse esta situación?
-Especulamos que era sencillo que los descubrieran porque no eran parte de la charla, nadie los conocía, y eso en una ciudad chica se nota. O realmente fueron a espiar o fueron a que nos diéramos cuenta que se trataban de policías. De cualquier forma, es un comportamiento mafioso tan grave como el espionaje ilegal que hicieron. Lo grave es que salieron y tenían estacionado el auto sin patente. Cuanto menos, nos preguntamos: ¿cómo puede haber alguien habilitado sin patente ni circulación por la ciudad?
-¿Qué respondieron del Ministerio de Seguridad?
-Por supuesto dijeron que no habían dado ninguna orden de que se hiciera, y que iban a tomar medidas urgentes para sancionarlos y desafectarlos. Pero es raro pensar que sólo por su cuenta decidieran desplegar estas acciones. Es decir: están haciendo cosas en horarios de trabajo. ¿Cómo sus superiores no lo van a saber?
La CPM denunció también que los vecinos denunciaron otra dos personas que estuvieron infiltradas en un acto que los familiares realizaron el lunes a la noche frente a la Municipalidad, y en una jornada convocada por la familia del joven Germán Gómez (encontrado muerto en una comisaría de Alejandro Korn) al día siguiente en San Vicente, vestidos de la misma manera. “Es decir que tenemos cuatro identificados. Eso implica traslados, que se mueven, que tienen gastos. No puede haber policías freelance. Estamos preocupados. Esto significa que no es sólo la actuación de cuatro, sino que efectivamente hay una orden superior. No sabemos de quién, pero que se investigue”.
Por la causa aún hay diez detenidos. Uno de ellos es el ex secretario de Seguridad, Claudio Martínez. En la última semana, la Justicia dictaminó la excarcelación para el oficial ayudante Cristian Righero, el oficial Juan Manuel Gutiérrez y la oficial ayudante Nadia Genaro, aunque siguen imputados por falsedad ideológica y encubrimiento.
Cómo actúa la Bonaerense
La situación en la que se produjo el espionaje ilegal fue la presentación de un informe especial de la CPM por la masacre, que inscribieron en el contexto de la represión sistemática de la Policía Bonaerense. Un dato del informe, al que accedió lavaca: “Mientras que en el total de homicidios dolosos esta franja representa el 24% (en la provincia de Buenos Aires), en el total de homicidios producidos por la policía representa el 54%, indicando que proporcionalmente en esta franja etaria mueren más personas por uso de la fuerza policial que por homicidios cometidos por particulares”.
Cipriano García: “Construimos el informe a partir de que fuimos a Monte y los jóvenes nos empezaron a contar un montón de situaciones previas al hecho del 20 de mayo, día de la masacre. De mucha violencia policial, amedrentamiento, hostigamiento, golpes y torturas. Detenciones de menores en la comisaría. Por eso fuimos a analizar los libros de registro. Y ahí surge algo claro”.
El coordinador de la CPM enumera:
- “De enero de 2018 a mayo de 2019, se detuvieron a 741 personas.
- De esa cantidad, 270 fue por tenencia simple de estupefacientes. O sea, jóvenes que agarraban con un pequeño cigarrillo de marihuana.
- La segunda causa es resistencia a la autoridad: aquellos que discuten y terminan presos por esa figura.
- La tercera son tentativas pequeñas de hurto y robos”.
Cipriano García: “No hay delitos graves”. Aun así, el informe de 52 páginas describe la saturación policial en la provincia y, en particular, en Monte, a pesar de los datos manifestados previamente, y ejemplifica cómo la intendenta Sandra Mayol lo aprovechó para campaña política. Es lo que hoy cuestionan los familiares, quien denuncian que no están siendo recibidos por la jefa comunal, quien designó en el gabinete local a la funcionaria María Alejandra Contignola, ex agente de la Bonaerense y familiar de uno de los policías detenidos.
Uno de los aspectos más perversos que refleja el informe es el relato de los propios jóvenes. En la edición de junio de MU, relevamos las denuncias de los amigos y amigas de les jóvenes, que revelaban el carácter sistémico de la violencia en el pueblo: golpizas, detenciones arbitrarias, amenazas, torturas y hostigamientos constantes. Sus voces también están reflejadas en la producción de la CPM. Algunas de ellas:
- Joven de 17 años: “Iba caminando y para un patrullero, se baja Durán con otros, eran cuatro. Me tira la bici y me grita de mala manera […] me saca un vino y lo tira, me aprieta la cabeza contra el patrullero, me da un cachetazo. Me dice que me vaya pero agarra la mochila y me tira todo lo que estaba adentro. Me dice: ‘ahora sí andate, pero antes juntá todo’. Yo no tenía DNI y me dijo: ‘la próxima andá con documento porque te meto al calabozo y te cago a palos’”.
- 15 años: “Estábamos en la laguna […] iba en la bicicleta con un amigo y nos frenaron. Nos pidieron las mochilas, las revisaron tirando todo y encontraron papelillos y fuego: ‘mirá lo que tienen’. Ahí Ferranti me agarró del cuello, me apretó y me tiró al piso, me pegó y me dijo ‘a ustedes [en referencia al apellido de su familia] me los como’, y sacó las esposas; ahí me vuelve a pegar y me putea y me dice que junte todo y que me vaya porque si no me va a cagar a palos”.
- 17 años: “Estábamos en una casa en una fiesta y había muchos gritos y estábamos medio borrachos y parece que los vecinos se quejaban. Salimos por la calle Sánchez Espuela, aparece un patrullero y nos paran a mí y a un amigo […] un policía me agarra, me pega una piña en las costillas, me tira al piso y me esposa, al otro pibe le pegó más. Vino otro móvil y a mi amigo lo conocieron y [el policía] le apretaba el cuello, no lo largaba. Nos subieron uno a cada móvil y nos llevaron a la comisaría. A mí me metieron en una celda y mi amigo estaba en un pasillo, estábamos hablando y un policía viene y nos pide que nos callemos, y ahí entra a la celda y me da un rodillazo en el muslo y patadas en el piso. A las horas llaman a mi mamá y hacen la entrega”.
Sólo tres testimonios que reflejan el carácter sistémico de esa violencia. Cipriano García: “Lo que este informe muestra son todas esas prácticas ilegales, que generan las condiciones de posibilidad para que la masacre pasara”.
Compartimos el informe completo.
Operación masacre: La vida y la seguridad tras los crímenes de San Miguel del Monte
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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