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El noble repulgue: Deconti sin patrón

La fábrica de tapas de empanadas y pascualinas famosa por marcas como La Litoraleña está tomada desde agosto por 74 trabajadores que ya iniciaron el trámite de cooperativa para resguardar sus fuentes de trabajo. Sueldos adeudados, estafas y despidos se amasaron en esta historia para que los obreros hayan confiado en la autogestión para no quedarse en la calle.

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La fábrica de tapas de empanadas y pascualinas famosa por marcas como La Litoraleña está tomada desde agosto por 74 trabajadores que ya iniciaron el trámite de cooperativa para resguardar sus fuentes de trabajo. Sueldos adeudados, estafas y despidos se amasaron en esta historia para que los obreros hayan confiado en la autogestión para no quedarse en la calle.

El noble repulgue: Deconti sin patrón
Héctor Ávila habla y habla y habla, pero de repente corta en seco sus palabras. No aguanta.
-Perdón, es un desahogo -se disculpa en su tonada tucumana mientras se lleva las manos a los ojos y se desparrama de un manotazo duro, de esos que crecieron durante 38 años ininterrumpidos de trabajo haciendo tapas de empanadas, pascualinas y pastelitos en la fábrica Deconti, en la Ciudad de Buenos Aires, ahora tomada por 74 obreros- las lágrimas que amagaban recorrerle el rostro.
Sus compañeros -con esas mismas manos, con esa misma fuerza- le palmean la espalda.
Ávila retoma lo que estaba diciendo: “¿A dónde vamos?, es la pregunta. Tengo 59 años. ¿Con esa edad dónde puedo ir? Estamos luchando juntos y esperando que Dios nos mande una solución. Luchando, como tiene que ser, sin violencia, con respeto, educación. Luchar hasta lo último. La única fuente de trabajo es acá. Si no, no hay posibilidades de conseguir nada”.
Pero ni Ávila ni sus compañeros se quedaron esperando en la Iglesia algún gesto divino. Frente a los sueldos adeudados, los reclamos, los rumores de una posible quiebra, el temor a quedar en la calle, 29 despidos, y ante la certeza de que la fábrica trabaja y trabaja y trabaja porque nunca dejó de trabajar, Ávila afirma: “La única forma de salir adelante era armar una cooperativa”.
Por eso desde el 4 de agosto los obreros hacen guardia las 24 horas en la empresa. Y con esas mismas manos, con esa misma fuerza, le dieron un manotazo a esa realidad.
Hoy Ávila dice: “Estamos defendiendo las fuentes de trabajo”.
Hoy Ávila está de guardia.

La gallina degollada

“Yo tengo la gallina de los huevos de oro”, les decía Rodolfo Norberto Conti a sus 115 empleados, y no mentía. “Esta fábrica facturaba arriba de 100 y 120 millones de pesos al año”, afirma a lavaca Luis Baini, 44 años, 18 en la fábrica, delegado. Deconti S.A es dueña de marcas como La Litoraleña y Doñamasa. “Se exportaba mucho: a Chile, a España, a Bolivia. Y en Argentina tenía un mercado muy rico: todo lo que es Capital, Conurbano, Mendoza, Misiones, la Patagonia. Es una marca registrada. Problemas de ventas no había: no hubo un decaimiento ni nada. Pero acá hubo un vaciamiento financiero. Y nos jodieron la vida a todos. Nos arruinaron”.
Se sucedieron reuniones en la sede del Ministerio de Trabajo en Callao. “Nuestra intención siempre fue destrabar el conflicto: que nos paguen y volver a trabajar”, dice Baini. “Le ofrecimos que nos pagara uno de los tres meses adeudados. Tampoco estuvo dispuesto: nos ofreció sólo 4500 pesos. Obviamente era insuficiente: el promedio de todos los compañeros en tiempo trabajado acá es de 20 años. Imaginate. Además, después despidió a 29 compañeros con ´causa´: usurpación de propiedad privada, etc. Pero nada que ver: queremos proteger nuestras fuentes de trabajo”. En ese sentido, recibieron un respiro de la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, ya que la fiscal Verónica Andrade (Unidad Fiscal Norte de la Ciudad) resolvió que los obreros no estaban cometiendo “ningún delito ni contravención alguna”, sino que la medida de fuerza partió de un reclamo gremial.
Los obreros no sabían qué era lo que ocurría: “Hasta teníamos sobreventas”. Baini marca que la empresa quedó con un pasivo de 84 millones de pesos. “Le debe 17 millones a la AFIP. Es una enormidad. También tiene estafas a una mutual por préstamos personales que sacábamos y nos descontaban del recibo, pero nunca nos pagaban y se quedaban con la plata”.
La incertidumbre crecía y una duda se instaló: “¿Qué pasa si venimos un lunes y esto ya está cerrado?”, se preguntaron los trabajadores. El temor aceleró los tiempos. El 4 de agosto entraron a la fábrica y no se fueron más. Baini levanta bien alto las cejas y los hombros cuando reconoce: “Fuimos agotando instancias. Nos llevaron a esto, no queríamos llegar a este punto. Pero tampoco podíamos quedarnos de brazos cruzados. Incluso le dijimos: si usted no aprovecha esta situación, nosotros vamos a salir de otra manera. Como cooperativa o como sea, pero vamos a salir”.
Y salieron.

De estafas & festivales

El miércoles se presentaron oficiales de la Policía Metropolitana y la Brigada con orden del fiscal Norberto Brotto (también de la Unidad Fiscal Norte de la Ciudad) para constatar la “situación de ocupación del inmueble, identificación de personas y ver quiénes eran los responsables de la medida”, señaló el abogado de los trabajadores Ataliva Dinani. “A su vez, pedían poner una consigna en la puerta para indicar quién entraba o quién salía de la fábrica”, agregó el letrado. Los trabajadores se opusieron: la consigna policial quedó, pero son los obreros los que deciden quién entra y quién sale. Dinani no puede especificar si se trata de una nueva denuncia o de una apelación a la resolución de la fiscal Andrade. “Lo sabremos cuando tomemos vista del expediente”, apuntó.
Suma más datos: Rodolfo Conti -que la semana pasada fue hasta la puerta de la empresa a “prepotear” a los trabajadores, según indicaron a lavaca– también tiene deudas por 8 millones de pesos a la ANSES, 2 millones al Banco Galicia y cerca de 3 millones a diferentes financieras. Los negocios del expatrón flotan en una nube de misterio.
Para sumar apoyos a la lucha, los trabajadores realizarán el viernes a las 20 un encuentro cultural y solidario en Humboldt 625, Chacarita, con música en vivo y barra y comida económica. El sábado también harán un festival en Parque de los Andes (Corrientes y Dorrego) a partir de las 12, con más música, empanadas y shows. “Defendamos los puestos de trabajo”, invita el volante.

Ser cooperativa

Hace casi tres semanas que los trabajadores retomaron la producción. El trabajo va paso a paso. La materia prima está subiendo de precio (harina, grasa) y los trabajadores se encuentran en el rearmado de la red de proveedores, clientes y otros etcéteras que conforman el tejido de la producción. La matrícula de la cooperativa ya está en trámite. “La estamos apurando porque no sabemos qué va a pasar después del balotaje -dice Baini-. Este es un mundo nuevo para nosotrosLo estamos explorando, y no lo estamos haciendo mal. Si bien es temprano para evaluaciones, estamos yendo con paso firme. Y tenemos todo para trabajar, pero aún falta capital para sostenerlo. Sin materia prima, no podés producir. Y si no producís, no tenés lo mínimo para un retiro”.
Baini dice que la cooperativa es un giro al que no estaban acostumbrados: “Hay que adecuar algunas cosas y tirar todos para el mismo lado”. Pedro García -33 años, 9 en la fábrica-, agrega: “Pasar esto es un día a día. Es quedarse de noche, quedarse de día, los sábados, los domingos. El apoyo de los vecinos es importante: nos ven afuera y nos dejar gaseosas, comidas. Espero que la cooperativa se pueda formar para llevar tranquilidad a casa. Hay que pagar los alquileres: yo tengo hasta el 5 de diciembre para pagar pero tengo que decirle que me aguante un poco porque si no me dejan afuera y no tengo ningún lugar donde ir. Estoy en Pompeya. Si me lo sacan, chau”.
¿Qué los mantiene en pie? Luis Nogueira -34 años, 6 en la empresa-: “Las fuentes de laburo, de trabajo. Aca hay mucha gente que tiene 30 y pico de años. Qué otra cosa va a hacer. Yo soy joven, tengo posibilidades de conseguir otra cosa, pero hay gente mas vieja y hay que pelear a la par, todos juntos”. ¿De dónde sacan energías? Rubén Amati -39 años, 4 en Deconti- tiene dos hijos: “De los mismos compañeros, de tu familia, de la gente que viene a apoyarte. Pero tu familia cuenta un montón porque todos tenemos mujer, hijos. ¿Qué le decís a tu mujer si se te enferma tu pibe?”.
Humberto Curicui pasó 31 de sus 51 años en la fábrica: “Tenemos que luchar todos en cooperativa. Hay un equipo ya formado. Y si falta uno, se descompagina todo. Es en la actitud donde hay que seguir igual para que todo salga bien. Antes venías, trabajabas, cumplías un horario y te ibas. Si no cumpliste, es problema del patrón. Ahora, si no cumpliste, repercute en el grupo”.
Luis Baini: “Es un problema social. Te guste o no, todos estamos con el mismo problema. Tenés que pagar las cuentas, te cortan el teléfono, la obra social, el Veraz, la tarjeta. Entonces cada vez te vas limitando más. Es muy complejo. También el sostén es el empuje de todos tus compañeros. El mayor problema son nuestras casas, con nuestros chicos, su salud y su escuela”.
Sin embargo, los obreros se miran y no decaen. Cada mirada, cada gesto se apoya en el otro.
Dice Baini: “Tenemos la certeza de que la vamos a pelear”

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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