Nota
Empresarios sin banderas
El semanario Brecha radiografía al empresario Alejandro Bulgheroni. Heredero de una fortuna billonaria y de los negocios familiares del petróleo, Bulgheroni invierte en Uruguay desde 1999 y ahora fue encomendado por el gobierno del Frente Amplio para atraer inversiones. Qué dice, qué hace y cómo piensa uno de los argentinos más ricos.
Con las banderas de Italia, Argentina y Uruguay flameando tras de sí, Alejandro Bulgheroni inauguró en marzo de 2016 uno de sus emprendimientos más preciados en el sur: la bodega Garzón. Petrolero de nacimiento, el empresario argentino confesó a los presentes que no había sido fácil lanzarse al negocio de la vid, pero –como en todos los emprendimientos de su vida– decidió correr el riesgo.
El viento y la lluvia acompañaron aquella velada; también representantes de toda la clase política uruguaya: los ex mandatarios Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y José Mujica, el vicepresidente, Raúl Sendic, y los ministros Danilo Astori (Economía) y Ernesto Murro (Trabajo). El evento trascendió en medios nacionales e internacionales y fue de las pocas veces en que el empresario decidió mostrarse públicamente con la casta política. Esa tarea había sido históricamente asignada a su hermano, Carlos Bulgheroni, quien falleció en setiembre.
En 1948 su padre, Alejandro Ángel Bulgheroni, dio a luz la empresa petrolera Bridas Corporation y empezó a cosechar una de las fortunas más grandes de Argentina. La división de tareas entre los hermanos era clara: Carlos era el encargado de las fuentes políticas y Alejandro de las decisiones técnicas.
De perfil bajo en lo mediático, pero alto en lo empresarial, Alejandro Bulgheroni fue relacionándose –tras bambalinas– con los políticos uruguayos desde que decidió cruzar el charco y diversificar sus negocios en tierras orientales. Aunque en círculos de negocios suele recalcar que no es un político sino un empresario, en los últimos tiempos se ha dejado ver con el presidente Tabaré Vázquez en sus giras internacionales.
Su Toscana
A fines de los noventa Alejandro Bulgheroni decidió emprender negocios en Uruguay. Su esposa, Bettina Guardia, vio en las tierras de Garzón, en el departamento de Maldonado, el escenario ideal para impulsar proyectos agroindustriales, lejos del ruido bonaerense. El lugar era –para ella– una “pequeña Toscana en Uruguay”. Así que en 1999 compraron un campo de 2 mil hectáreas, fundaron la empresa Agroland y comenzaron a fabricar el aceite de oliva Colinas de Garzón.
Agroland fue el puntapié inicial de todo lo que vino después. A través de la empresa Estancias del Lago, Bulgheroni compró un megatambo en el departamento de Durazno: los establecimientos que lo conforman ocupan más de 37 mil hectáreas y hay quienes aventuran que es el más grande del país. El proyecto apunta a generar más de 20 mil toneladas anuales de leche en polvo y a disponer de 13 mil animales en ordeñe. Además, tiene una planta para la producción de leche en polvo, otra para el acopio y acondicionamiento de granos y una tercera para obtener aceite vegetal.
El principal motivo de las inversiones en Uruguay es la “conveniencia económica”, subrayó el empresario argentino en Galicia, durante la gira de Vázquez por Europa, en noviembre del año pasado. Sin embargo, para uno de los empresarios más ricos de Argentina, que tiene una fortuna estimada en 4.500 millones de dólares según la lista Forbes de 2016, las ganancias en Uruguay son cambio chico. Fuentes oficiales explicaron a Brecha que en la naturaleza de sus inversiones se trasluce “cierta connotación de realización personal” y que hay aspectos “cualitativos”que a la edad de 73 años empiezan a pesar.
El atento trato a las inversiones extranjeras por parte de los gobiernos frenteamplistas también lo sedujo. El noviembre de 2011 se declaró de interés nacional el proyecto de Agroland debido a la “producción de aceite de oliva extra virgen y vinos de alta gama” por un monto de 411.322.881 unidades indexadas (equivalentes a 47.679.842 dólares en esa fecha).
Al año siguiente el gobierno decidió promover el proyecto de otra de sus empresas, Nuevo Manantial, para “la producción de aceite de oliva” por un monto de 328.801.445 unidades indexadas (equivalentes a 39.826.725 dólares al 28 de marzo de 2012). Esta última firma produce el aceite de oliva extra virgen conocido como Olivares de Rocha. La iniciativa cuenta con más de 25 mil hectáreas divididas entre Rocha y Treinta y Tres.
Sabor amargo
Nuevo Manantial fue la empresa que en 2008, durante el primer gobierno de Vázquez, puso el primer parque eólico en Rocha, el primero de Uruguay. Posteriormente, en una segunda licitación, realizó una ampliación, con un total de 16 molinos.
“Fue el primero en poner molinos en el país, con un arduo trabajo, porque para la Ute era todo nuevo, entonces tuvo que superar todos los problemas técnicos que se planteaban por primera vez y también resistir psicológicamente, porque muchos no creían en este proceso”, explicó a Brecha el entonces subsecretario de Industria, Martín Ponce de León.
Bulgheroni fue pionero de una de las políticas que el gobierno frenteamplista se había fijado: diversificar la matriz energética. Ponce de León lo describe de la siguiente manera: “A él le salen las cosas bien. Tiene potencia mundial, es asesorado permanentemente y además es muy cuidadoso, de manera que para nosotros fue muy buen interlocutor y estuvo dispuesto a jugarse por una tecnología en la que en ese momento en el país pocos creían”.
Meticuloso, detallista e innovador, Bulgheroni parece no dar un paso en falso. O al menos eso se propone. Para la inversión del primer parque eólico de Uruguay el empresario fue asesorado por José Luis Pou, primo político de Lacalle Herrera e integrante de la Administración del Mercado Eléctrico (Adme), pero de acuerdo a la información recabada por Brecha el asesoramiento lo llevó a cerrar un mal negocio. Los primeros aerogeneradores traídos del exterior eran de segunda mano y de una tecnología, para ese momento, obsoleta, por lo que nunca llegaron a producir lo esperado. Los números no le cerraban. Ese fue uno de los motivos por los cuales decidió ampliar el parque eólico, pero la nueva inversión le trajo dolores de cabeza.
El 24 de agosto de 2011 Ute inició un expediente, al que accedió Brecha, en el que se “detectan irregularidades” en la medición de la energía eléctrica ingresada al sistema por parte de Nuevo Manantial. La empresa vendió a Ute energía de prueba que, según el ente, no correspondía (según el contrato) pagar. Sin embargo, Nuevo Manantial emitió su factura y la empresa estatal la abonó. Después de la investigación, Ute le reclamó a Bul
gheroni la devolución de 170 mil dólares por facturación indebida. El empresario alegó que no le correspondía pagar ese monto porque Ute había comercializado esa energía. Pero el conflicto no pasó a mayores: el empresario nunca pagó el monto y el ente tampoco ahondó en el reclamo de la deuda.
“A Bulgheroni no le gusta perder”, reflexionaron ex jerarcas frenteamplistas en diálogo con Brecha. En sus círculos de influencia, el empresario suele reiterar que, a diferencia de Argentina, en Uruguay las reglas de juego son claras, y eso le gusta. Las mismas reglas que alaba públicamente para posicionar a nuestro país en las giras presidenciales –y que, por tanto, le dan garantías– son las que lo irritan.
El sabor amargo de los “parates” por parte del gobierno lo llevaron a dejar el negocio del viento en un segundo plano y centrarse en el área agroindustrial. Desde que Bulgheroni decidió diversificar sus inversiones, lo hizo en rubros poco convencionales. Con la empresa Gamorel SA produce, empaca y conserva arándanos para exportación. En una de las pocas entrevistas que brindó (a El Espectador, en 2008) afirmó que esta empresa fue la primera en exportar fruta en fresco al exigente mercado de Estados Unidos. El lugar de cosecha, la granja El Asombro, tiene 500 hectáreas, de las cuales 200 están destinadas a la plantación de arándanos.
Sin embargo, el proyecto que se llevó todas las miradas fue el de la bodega Garzón. Con una inversión de 85 millones de dólares, Bulgheroni construyó una bodega de más de 19 mil metros cuadrados. Los entendidos en el asunto aseguran que el emprendimiento es un hito tecnológico y un sitio de desarrollo turístico. Por estas razones la Intendencia de Maldonado destinó al camino que lleva hasta la bodega estrella todo el dinero que brindó el gobierno nacional, a través de la Opp, para el mantenimiento de su caminería rural en el período 2016-2017. El intendente Enrique Antía dijo a Brecha que “hay que respaldar”la iniciativa ya que 1.400 personas trabajan en el establecimiento, y en la medida que el turismo aumente “va a generar mucho más trabajo”. Pero también le reprochó que no contribuyera con su propio camino: “Nos hubiera encantado que Agroland nos hubiera dado parte de los recursos. Sabemos que se habló en algún momento con el empresario, de que iban a colaborar. Pero yo no he visto nada” (véase Brecha, 3-II-2017).
Sus colegas uruguayos describen a Bulgheroni como un empresario “de verdad”. Todo lo hace “concienzudamente”. Quienes lo conocen lo visualizan como “un tipo muy parco” que “no te envuelve y desenvuelve; habla lo que tiene que hablar”. Quizás ese rasgo de su personalidad sea el que lo llevó a construir en tierras uruguayas verdaderas vanguardias agroindustriales, de manera silenciosa y constante.
Un empresario, un amigo
Desde que pisó suelo uruguayo, Bulgheroni se vinculó discretamente con todos los gobernantes del país. Su vínculo con la política es, llanamente, de costo-beneficio. Así lo expresó en el programa Perfil TV (2013): “Como inversor analizo los riesgos e invierto o no invierto. Siempre digo que el tipo de gobierno es importante, la ideología es importante, pero mucho más importante es lo que hace ese gobierno. Y si ese gobierno fija normas dentro de las cuales, yo no digo estar de acuerdo, pero dentro de las cuales yo puedo hacer un negocio razonable, tomo la decisión de si juego ese partido o no lo juego”.
En el primer gobierno de Vázquez el empresario más rico de Argentina mantuvo el bajo perfil que lo caracteriza, y si bien creó un vínculo con el presidente, lo hizo alejado de la mirilla mediática. Fue en el gobierno de José Mujica que su nombre empezó a sonar con mayor asiduidad. En febrero de 2010, previo a la asunción, Bulgheroni participó en el evento del hotel Conrad en donde Mujica aseguró a más de 400 empresarios: “no les voy a doblar el lomo con impuestos”. Operadores políticos del ex presidente manifestaron a Brecha que los encuentros entre ambos fueron un continuum. Cada vez que Bulgheroni pisaba Uruguay iba a visitar al entonces presidente. En 2013 el semanario Búsqueda relató que, en un almuerzo empresarial de fin de año, Mujica y Bulgheroni compartieron la misma mesa. Allí el presidente manifestó que para que la “economía funcione” se debían respetar las “leyes esenciales del modelo capitalista”. Y luego blanqueó la amistad: “Por eso soy amigo de Bulgheroni. No va a ser votante socialista. No lo puede ser, no lo debe ser”.
Como amigo, y también como presidente, el Pepe acudió a la inauguración de la Planta Boutique Bulgheroni en 2011, acompañado por el entonces vicepresidente Astori, el intendente de Maldonado, Óscar de los Santos, y el ex presidente Lacalle.
Dos años después, Vázquez (entonces candidato) y Sendic (entonces presidente de Ancap) viajaron a Agroland para tener con él un mano a mano y conversar –de acuerdo a FM Gente– sobre la producción de energía. Cuando esta fórmula presidencial ganó las elecciones, los
vínculos se hicieron más estrechos, o por lo menos más visibles. Según fuentes del actual gobierno, la conducción económica de Astori durante los tres últimos gobiernos es vista con buenos ojos por el empresario.
“Quizás es la persona, fuera del gobierno, que ha estado más cerca del presidente en sus últimos viajes a Nueva York, a China y a España”, reflexionaron fuentes oficialistas. A pesar de sus intentos por pasar de-sapercibido, durante esta administración el empresario adquirió una visibilidad notoria. Las fuentes consultadas arriesgan la siguiente explicación: “El acompañamiento de Alejandro a Tabaré es una expresión de cercanía, de lobby en el sentido positivo del término, de un empresario que cree en el proyecto uruguayo por la firmeza, el rumbo económico y la certeza jurídica”.
Lo cierto es que la visibilidad de Bulgheroni en los últimos viajes del gobierno no es casual, y desempeña un papel claro. Tanto fuentes del gobierno como del entorno del empresario confirmaron a Brecha que el argentino se ha mostrado cerca del presidente para “atraer inversiones al país”. En noviembre, durante una charla que Vázquez brindó ante un centenar de empresarios españoles, Bulgheroni, al tomar la palabra, hizo énfasis en la “estabilidad” de Uruguay: “Es un país abierto al mundo y respetuoso de los tratados internacionales”. Tener a Alejandro Bulgheroni, codo a codo, forma parte de una de las principales estrategias de este gobierno.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 2 semanasMu 209: Una de terror

Derechos HumanosHace 3 díasA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 2 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

NotaHace 5 díasEncuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

#NiUnaMásHace 1 semanaAdiós a Claudia Rodríguez: la Trans andina que propuso politizar el amor

















