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Empresarios sin banderas
El semanario Brecha radiografía al empresario Alejandro Bulgheroni. Heredero de una fortuna billonaria y de los negocios familiares del petróleo, Bulgheroni invierte en Uruguay desde 1999 y ahora fue encomendado por el gobierno del Frente Amplio para atraer inversiones. Qué dice, qué hace y cómo piensa uno de los argentinos más ricos.
Con las banderas de Italia, Argentina y Uruguay flameando tras de sí, Alejandro Bulgheroni inauguró en marzo de 2016 uno de sus emprendimientos más preciados en el sur: la bodega Garzón. Petrolero de nacimiento, el empresario argentino confesó a los presentes que no había sido fácil lanzarse al negocio de la vid, pero –como en todos los emprendimientos de su vida– decidió correr el riesgo.
El viento y la lluvia acompañaron aquella velada; también representantes de toda la clase política uruguaya: los ex mandatarios Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y José Mujica, el vicepresidente, Raúl Sendic, y los ministros Danilo Astori (Economía) y Ernesto Murro (Trabajo). El evento trascendió en medios nacionales e internacionales y fue de las pocas veces en que el empresario decidió mostrarse públicamente con la casta política. Esa tarea había sido históricamente asignada a su hermano, Carlos Bulgheroni, quien falleció en setiembre.
En 1948 su padre, Alejandro Ángel Bulgheroni, dio a luz la empresa petrolera Bridas Corporation y empezó a cosechar una de las fortunas más grandes de Argentina. La división de tareas entre los hermanos era clara: Carlos era el encargado de las fuentes políticas y Alejandro de las decisiones técnicas.
De perfil bajo en lo mediático, pero alto en lo empresarial, Alejandro Bulgheroni fue relacionándose –tras bambalinas– con los políticos uruguayos desde que decidió cruzar el charco y diversificar sus negocios en tierras orientales. Aunque en círculos de negocios suele recalcar que no es un político sino un empresario, en los últimos tiempos se ha dejado ver con el presidente Tabaré Vázquez en sus giras internacionales.
Su Toscana
A fines de los noventa Alejandro Bulgheroni decidió emprender negocios en Uruguay. Su esposa, Bettina Guardia, vio en las tierras de Garzón, en el departamento de Maldonado, el escenario ideal para impulsar proyectos agroindustriales, lejos del ruido bonaerense. El lugar era –para ella– una “pequeña Toscana en Uruguay”. Así que en 1999 compraron un campo de 2 mil hectáreas, fundaron la empresa Agroland y comenzaron a fabricar el aceite de oliva Colinas de Garzón.
Agroland fue el puntapié inicial de todo lo que vino después. A través de la empresa Estancias del Lago, Bulgheroni compró un megatambo en el departamento de Durazno: los establecimientos que lo conforman ocupan más de 37 mil hectáreas y hay quienes aventuran que es el más grande del país. El proyecto apunta a generar más de 20 mil toneladas anuales de leche en polvo y a disponer de 13 mil animales en ordeñe. Además, tiene una planta para la producción de leche en polvo, otra para el acopio y acondicionamiento de granos y una tercera para obtener aceite vegetal.
El principal motivo de las inversiones en Uruguay es la “conveniencia económica”, subrayó el empresario argentino en Galicia, durante la gira de Vázquez por Europa, en noviembre del año pasado. Sin embargo, para uno de los empresarios más ricos de Argentina, que tiene una fortuna estimada en 4.500 millones de dólares según la lista Forbes de 2016, las ganancias en Uruguay son cambio chico. Fuentes oficiales explicaron a Brecha que en la naturaleza de sus inversiones se trasluce “cierta connotación de realización personal” y que hay aspectos “cualitativos”que a la edad de 73 años empiezan a pesar.
El atento trato a las inversiones extranjeras por parte de los gobiernos frenteamplistas también lo sedujo. El noviembre de 2011 se declaró de interés nacional el proyecto de Agroland debido a la “producción de aceite de oliva extra virgen y vinos de alta gama” por un monto de 411.322.881 unidades indexadas (equivalentes a 47.679.842 dólares en esa fecha).
Al año siguiente el gobierno decidió promover el proyecto de otra de sus empresas, Nuevo Manantial, para “la producción de aceite de oliva” por un monto de 328.801.445 unidades indexadas (equivalentes a 39.826.725 dólares al 28 de marzo de 2012). Esta última firma produce el aceite de oliva extra virgen conocido como Olivares de Rocha. La iniciativa cuenta con más de 25 mil hectáreas divididas entre Rocha y Treinta y Tres.
Sabor amargo
Nuevo Manantial fue la empresa que en 2008, durante el primer gobierno de Vázquez, puso el primer parque eólico en Rocha, el primero de Uruguay. Posteriormente, en una segunda licitación, realizó una ampliación, con un total de 16 molinos.
“Fue el primero en poner molinos en el país, con un arduo trabajo, porque para la Ute era todo nuevo, entonces tuvo que superar todos los problemas técnicos que se planteaban por primera vez y también resistir psicológicamente, porque muchos no creían en este proceso”, explicó a Brecha el entonces subsecretario de Industria, Martín Ponce de León.
Bulgheroni fue pionero de una de las políticas que el gobierno frenteamplista se había fijado: diversificar la matriz energética. Ponce de León lo describe de la siguiente manera: “A él le salen las cosas bien. Tiene potencia mundial, es asesorado permanentemente y además es muy cuidadoso, de manera que para nosotros fue muy buen interlocutor y estuvo dispuesto a jugarse por una tecnología en la que en ese momento en el país pocos creían”.
Meticuloso, detallista e innovador, Bulgheroni parece no dar un paso en falso. O al menos eso se propone. Para la inversión del primer parque eólico de Uruguay el empresario fue asesorado por José Luis Pou, primo político de Lacalle Herrera e integrante de la Administración del Mercado Eléctrico (Adme), pero de acuerdo a la información recabada por Brecha el asesoramiento lo llevó a cerrar un mal negocio. Los primeros aerogeneradores traídos del exterior eran de segunda mano y de una tecnología, para ese momento, obsoleta, por lo que nunca llegaron a producir lo esperado. Los números no le cerraban. Ese fue uno de los motivos por los cuales decidió ampliar el parque eólico, pero la nueva inversión le trajo dolores de cabeza.
El 24 de agosto de 2011 Ute inició un expediente, al que accedió Brecha, en el que se “detectan irregularidades” en la medición de la energía eléctrica ingresada al sistema por parte de Nuevo Manantial. La empresa vendió a Ute energía de prueba que, según el ente, no correspondía (según el contrato) pagar. Sin embargo, Nuevo Manantial emitió su factura y la empresa estatal la abonó. Después de la investigación, Ute le reclamó a Bul
gheroni la devolución de 170 mil dólares por facturación indebida. El empresario alegó que no le correspondía pagar ese monto porque Ute había comercializado esa energía. Pero el conflicto no pasó a mayores: el empresario nunca pagó el monto y el ente tampoco ahondó en el reclamo de la deuda.
“A Bulgheroni no le gusta perder”, reflexionaron ex jerarcas frenteamplistas en diálogo con Brecha. En sus círculos de influencia, el empresario suele reiterar que, a diferencia de Argentina, en Uruguay las reglas de juego son claras, y eso le gusta. Las mismas reglas que alaba públicamente para posicionar a nuestro país en las giras presidenciales –y que, por tanto, le dan garantías– son las que lo irritan.
El sabor amargo de los “parates” por parte del gobierno lo llevaron a dejar el negocio del viento en un segundo plano y centrarse en el área agroindustrial. Desde que Bulgheroni decidió diversificar sus inversiones, lo hizo en rubros poco convencionales. Con la empresa Gamorel SA produce, empaca y conserva arándanos para exportación. En una de las pocas entrevistas que brindó (a El Espectador, en 2008) afirmó que esta empresa fue la primera en exportar fruta en fresco al exigente mercado de Estados Unidos. El lugar de cosecha, la granja El Asombro, tiene 500 hectáreas, de las cuales 200 están destinadas a la plantación de arándanos.
Sin embargo, el proyecto que se llevó todas las miradas fue el de la bodega Garzón. Con una inversión de 85 millones de dólares, Bulgheroni construyó una bodega de más de 19 mil metros cuadrados. Los entendidos en el asunto aseguran que el emprendimiento es un hito tecnológico y un sitio de desarrollo turístico. Por estas razones la Intendencia de Maldonado destinó al camino que lleva hasta la bodega estrella todo el dinero que brindó el gobierno nacional, a través de la Opp, para el mantenimiento de su caminería rural en el período 2016-2017. El intendente Enrique Antía dijo a Brecha que “hay que respaldar”la iniciativa ya que 1.400 personas trabajan en el establecimiento, y en la medida que el turismo aumente “va a generar mucho más trabajo”. Pero también le reprochó que no contribuyera con su propio camino: “Nos hubiera encantado que Agroland nos hubiera dado parte de los recursos. Sabemos que se habló en algún momento con el empresario, de que iban a colaborar. Pero yo no he visto nada” (véase Brecha, 3-II-2017).
Sus colegas uruguayos describen a Bulgheroni como un empresario “de verdad”. Todo lo hace “concienzudamente”. Quienes lo conocen lo visualizan como “un tipo muy parco” que “no te envuelve y desenvuelve; habla lo que tiene que hablar”. Quizás ese rasgo de su personalidad sea el que lo llevó a construir en tierras uruguayas verdaderas vanguardias agroindustriales, de manera silenciosa y constante.
Un empresario, un amigo
Desde que pisó suelo uruguayo, Bulgheroni se vinculó discretamente con todos los gobernantes del país. Su vínculo con la política es, llanamente, de costo-beneficio. Así lo expresó en el programa Perfil TV (2013): “Como inversor analizo los riesgos e invierto o no invierto. Siempre digo que el tipo de gobierno es importante, la ideología es importante, pero mucho más importante es lo que hace ese gobierno. Y si ese gobierno fija normas dentro de las cuales, yo no digo estar de acuerdo, pero dentro de las cuales yo puedo hacer un negocio razonable, tomo la decisión de si juego ese partido o no lo juego”.
En el primer gobierno de Vázquez el empresario más rico de Argentina mantuvo el bajo perfil que lo caracteriza, y si bien creó un vínculo con el presidente, lo hizo alejado de la mirilla mediática. Fue en el gobierno de José Mujica que su nombre empezó a sonar con mayor asiduidad. En febrero de 2010, previo a la asunción, Bulgheroni participó en el evento del hotel Conrad en donde Mujica aseguró a más de 400 empresarios: “no les voy a doblar el lomo con impuestos”. Operadores políticos del ex presidente manifestaron a Brecha que los encuentros entre ambos fueron un continuum. Cada vez que Bulgheroni pisaba Uruguay iba a visitar al entonces presidente. En 2013 el semanario Búsqueda relató que, en un almuerzo empresarial de fin de año, Mujica y Bulgheroni compartieron la misma mesa. Allí el presidente manifestó que para que la “economía funcione” se debían respetar las “leyes esenciales del modelo capitalista”. Y luego blanqueó la amistad: “Por eso soy amigo de Bulgheroni. No va a ser votante socialista. No lo puede ser, no lo debe ser”.
Como amigo, y también como presidente, el Pepe acudió a la inauguración de la Planta Boutique Bulgheroni en 2011, acompañado por el entonces vicepresidente Astori, el intendente de Maldonado, Óscar de los Santos, y el ex presidente Lacalle.
Dos años después, Vázquez (entonces candidato) y Sendic (entonces presidente de Ancap) viajaron a Agroland para tener con él un mano a mano y conversar –de acuerdo a FM Gente– sobre la producción de energía. Cuando esta fórmula presidencial ganó las elecciones, los
vínculos se hicieron más estrechos, o por lo menos más visibles. Según fuentes del actual gobierno, la conducción económica de Astori durante los tres últimos gobiernos es vista con buenos ojos por el empresario.
“Quizás es la persona, fuera del gobierno, que ha estado más cerca del presidente en sus últimos viajes a Nueva York, a China y a España”, reflexionaron fuentes oficialistas. A pesar de sus intentos por pasar de-sapercibido, durante esta administración el empresario adquirió una visibilidad notoria. Las fuentes consultadas arriesgan la siguiente explicación: “El acompañamiento de Alejandro a Tabaré es una expresión de cercanía, de lobby en el sentido positivo del término, de un empresario que cree en el proyecto uruguayo por la firmeza, el rumbo económico y la certeza jurídica”.
Lo cierto es que la visibilidad de Bulgheroni en los últimos viajes del gobierno no es casual, y desempeña un papel claro. Tanto fuentes del gobierno como del entorno del empresario confirmaron a Brecha que el argentino se ha mostrado cerca del presidente para “atraer inversiones al país”. En noviembre, durante una charla que Vázquez brindó ante un centenar de empresarios españoles, Bulgheroni, al tomar la palabra, hizo énfasis en la “estabilidad” de Uruguay: “Es un país abierto al mundo y respetuoso de los tratados internacionales”. Tener a Alejandro Bulgheroni, codo a codo, forma parte de una de las principales estrategias de este gobierno.
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI
Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.
El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos.
El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

Exposiciones sin consenso
El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.
En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.
Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.
Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.
La evidencia del modelo
Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.
Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.
Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.
Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.
María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.
Antecedentes que enferman
Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós.
Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.
Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.
Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.


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