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Geopolítica en clave PISA: el mundo del revés

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La difusión de los resultados de las prueba PISA mostró, una vez más pero ahora con mayor intensidad, que los países de Asia-Pacífico desplazaron a los europeos y al resto de los desarrollados, de los primeros lugares. Al parecer, la calidad de la educación sigue los pasos de la economía, que colocado a esos países en el centro del mundo, pero también muestra que hay sociedades que valoran la importancia de la educación, no sólo del dinero. Por Raúl Zibechi.
Geopolítica en clave PISA: el mundo del revés
Si alguien tenía dudas que la relación centro-periferia, sobre la que se construyó el mundo moderno desde 1492, está completamente trastocada, los resultados de las pruebas PISA2012 lo confirman. Asia se convirtió en el Primer Mundo. La vieja Europa, cuna de la civilización como gusta presentarse con un marcado tinte etnocéntrico, retrocede paulatina e inexorablemente. La ex superpotencia, Estados Unidos, decayó abruptamente hasta un lejano 35 lugar, debajo incluso del promedio de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo o “países ricos”. América Latina sigue siendo la Cenicienta, con altibajos, pero muy lejos del resto.
Es cierto que las pruebas pisa no son la mejor forma de medir la calidad del sistema educativo y la capacidad de aprender de los estudiantes. También es inocultable que levantan críticas por la pretendida validez universal de las pruebas que someten a los chicos de 15 años, idénticas en las favelas de Rio de Janeiro que en los más coquetos arrondisements de París. Sin embargo, unas pruebas que respondieron 510 mil estudiantes algo nos están diciendo sobre el estado de la educación en el mundo.
Nos dicen, también, que una parte del planeta está desplazando a otra en materia educativa, que las sociedades occidentales parecen haber encontrado un techo y, sobre todo, que nada de esto sería posible si la educación se redujera a lo que sucede durante cuatro horas al día en el aula. En suma, que si bien las pruebas PISAse remiten a la educación, nos están hablando del estado actual de las sociedades.

Resultados para meditar

Lo primero es comparar. Entre los diez primeros hay sólo tres europeos. Los siete lugares más destacados pertenecen a Asia Pacífico. Por su orden: Shanghai, Singapur, Hong Kong, República China (Taiwán), Corea del Sur, Macao y Japón. Completan la lista de los diez Liechtenstein, Suiza y Países Bajos. Finlandia retrocedió del puesto 6 al 12 en las pruebas de matemáticas, habiendo sido años atrás considerado el país modelo en materia educativa. En ese mismo rubro, Alemania está en el lugar 16, apenas un puesto por encima de Vietnam. Pero Alemania obtuvo un puntaje de 514 frente a 613 de Shanghai, 99 puntos que representan tres años de escolaridad. El Reino Unido está en el puesto 26, alcanzando el mismo promedio que la OCDE, 494 puntos. Pero Estados Unidos está en el lugar 35, por debajo del promedio OCDE y a 130 puntos de la ciudad china.
Explicar las razones por las que Vietnam está muy por delante de Estados Unidos y a la par de Alemania, tres décadas después de que fuera destruido por una de las más sangrientas guerras coloniales del siglo XX, implica ir más allá de la tabla de resultados que ofrece PISA. Algo similar puede decirse respecto a los demás países asiáticos que, como se sabe, ostentan sistemas políticos y económicos bien distintos, por lo que sus performances no pueden atribuirse directamente a ellos.
Por tanto, la comparación Occidente-Oriente se impone. Mientras las sociedades de Asia-Pacífico están ordenadas en torno al trabajo, o el esfuerzo si se prefiere, las occidentales son sociedades que viven para el ocio, con una vocación consumista cada vez más marcada. Un editorial del oficialista Diario del Pueblo señala que los éxitos de Shanghai “fueron logrados al costo de 13,8 horas en promedio a la semana de tareas domiciliarias, el tiempo más extenso en el mundo, casi dos veces el promedio de los países de la OCDE que es de siete horas” (Diario del Pueblo, 5 de diciembre de 2013).
Si a las horas de trabajo domiciliario de los estudiantes de 15 años de Shanghai se suman las 28,2 horas de clases en el aula, el noveno lugar en el mundo, vemos que los chicos dedican 42 horas semanales al estudio. Según el diario chino, es demasiado y propone que los estudiantes vean reducidas sus cargas horarias. Si un chico dedica todo ese tiempo a estudiar, es porque alguien valora lo que hace, y él mismo le otorga importancia.
El londinense The Daily Telegraph intenta responder la pregunta del millón: “¿Porqué los alumnos de Shanghai son tan especiales?”. Comienza señalando que los resultados de la megalópolis china no son representativos de todo el país, ya que un profesor de Shanghai tiene un salario de 4.400 yuanes (600 dólares) frente a los 2.000 yuanes que perciben los docentes de ciudades de la provincia suroccidental de Yunnan. Así y todo, apunta que en el conjunto del país hay elementos que permiten pensar que la educación ocupa un lugar diferente al que tiene en las sociedades occidentales.
Los padres chinos prestan gran atención a la educación de sus hijos”, asegura el profesor Kong Lingshuai de la Facultad de Educación de la Universidad Normal de Shanghai (The Daily Telegraph, 4 de diciembre de 2013). Detecta la combinación de elementos tradicionales y de elementos modernos en la base del buen desempeño educativo. Entre las primeras destaca el haber inculcado a los niños “desde una edad muy temprana que el esfuerzo es fundamental”, y entre los segundos “su apertura a las ideas extranjeras y la introducción de la remuneración en función del rendimiento”.
En todo el país existe lo que Kong denomina “la obsesión por la formación”, que determina que los nuevos maestros deben entrenarse durante un año antes de comenzar a dar clases en el aula. Añade que los occidentales suelen creer que el sistema educativo chino es “algo así como una olla a presión para los exámenes con énfasis en la memoria y que se hace poco para estimular la creatividad”. Una suerte de prejuicio eurocéntrico.
Por el contrario, asegura Kong, se estimula a los profesores a asistir a las clases de sus colegas para promover “una cultura de compartir ideas, de intercambio y de competencia positiva”. En las escuelas están dando más tiempo a los niños para jugar y buscan no quedarse en el sistema de memorización, se centran en los últimos años en el desarrollo integral de los estudiantes sin abandonar la cultura del esfuerzo.
El sociólogo Frank Furedi, de la Universidad de Kent, autor del libro “Por qué la educación no está educando”, sostiene que PISAno toma en cuenta “las influencias sociales, económicas y culturales en la promoción de actitudes positivas hacia la educación” (The Independent, 4 de diciembre de 2013). Trabajó en Sydney, Australia, y pudo comprobar que los niños asiáticos tenían desempeños escolares muy superiores a sus pares de origen británico. De ahí concluye que “la influencia cultural más importante en el rendimiento escolar de los niños es la expectativa de sus maestros, de los padres y las comunidades”.
En suma, habla de sociedades que esperan que los jóvenes tomen en serio sus estudios, que impulsan un ritmo de trabajo “significativamente más alto que los de sus pares en las sociedades occidentales”. Por eso, Furedi concluye que “un compromiso serio con el valor de la educación es mucho más importante que cualquier sistema pedagógico o técnico”. La fuerza que hace que los jóvenes dediquen tres horas diarias al estudio en sus casas hay que buscarla, en efecto, en el entorno, en el entendido que es una fuerza inmaterial, no de castigos y premios. Esa misma potencia no existe fuera de las sociedades asiáticas. Geopolíticamente, corresponde a un mundo en ascenso, en camino de recuperar el papel histórico que supo tener antes de las invasiones coloniales.

Los del medio

Buena parte de los analistas europeos se mostraron muy críticos con el sistema educativo de sus países. Los medios finlandeses, país destronado de los primeros lugares de la tabla PISA, hablaron de que el sistema educativo del país se ha derrumbado y los medios suecos mentaron un supuesto “desastre nacional”. Es el riesgo de tomar los resultados de las pruebas como si fueran las tablas de las ligas de fútbol.
En general, predomina el desánimo en el viejo continente. Y una suerte de advertencia a los estudiantes: “El único aspecto en el que nuestros adolescentes están por encima de la media es en ´ser feliz en la escuela´”, espeta un severo y conservador análisis británico (The Daily Telegraph, 4 de diciembre de 2013). El periódico atribuye a Christine Blower, dirigente de la Unión Nacional de Educadores, la idea de que los bajos resultados en las pruebas PISA de los estudiantes del Reino Unido se debe a la mala calidad de los docentes que “no están capacitados para enseñar matemáticas y ciencias, mientras los buenos se hacen añicos por el grosero control de multitudes de niños violentos, mientras los padres se muestran negligentes a la hora de apoyarlos”.
El izquierdista The Guardian carga contra las reformas educativas a las que acusa de haberse convertido en un virus que “infecta los sistemas educativos” (The Guardian, 8 de diciembre de 2013). Defiende la hipótesis de que la enfermedad que encarnan las reformas tiene cinco síntomas: la creciente competencia entre escuelas en base a tablas de calificación para que los “consumidores” (padres) tomen las decisiones correctas; estandarización de la enseñanza y del aprendizaje con prescripciones detalladas sobre cómo enseñar y qué evaluar; la recogida sistemática de información mediante pruebas estandarizadas; la devaluación profesional de los docentes haciendo la docencia accesible a personas con preparación express; y la privatización de las escuelas al impulsarlas a regirse por los criterios del mercado.
Las víctimas principales de este sistema serían las escuelas y las comunidades de Estados Unidos, Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia, Suecia y Chile. Las tres principales conclusiones del informe PISA2012 avalan esta crítica. Los países más exitosos dan cierta autonomía a los centros educativos en los planes de estudio y en las evaluaciones, y no siguen el principio de estandarización de la enseñanza y la evaluación. En concreto, habla de “la autonomía profesional equilibrada con una cultura de colaboración en las escuelas”. Eso supone confianza en los docentes y un entorno de mutuo apoyo, no de despiadada competencia.
Por último, la posibilidad de elegir la “mejor” escuela no mejora el rendimiento del sistema educativo. Por el contrario, “la elección de escuela y la competencia entre escuelas están relacionadas con mayores niveles de segregación en el sistema educativo”. Los sistemas exitosos tienen “un fuerte compromiso en sostener la escuela pública y mantenerla bajo control de la comunidad”. Lo que ha fracasado, concluye, es la reforma educativa “basada en el mercado”.
Estados Unidos salió diez puestos abajo del Reino Unido. Según el Boletín de Anticipación Estratégica (GEAB), puede hablarse de un colapso del sistema educativo. Desde la década de 1970 se comenzó a implementar un sistema de evaluación a través de preguntas de opción múltiple desde la primaria hasta la universidad, que “ha generado un debilitamiento absoluto y persistente en la formación de generaciones de estadounidenses que hoy tienen menos de 40 años” (Geab No. 69, 17 de diciembre de 2011).
Con el tiempo se ha consolidado un sistema educativo de dos niveles que ensanchó la brecha entre la elite y la clase media, con universidades muy caras y comercializadas combinadas con la educación a distancia o en el hogar, dos extremos que le quitan “consistencia y calidad” al sistema en su conjunto.
El resultado es que actualmente los menores de 40 años están menos educados y menos integrados que sus mayores, lo que tiene consecuencias “en sus posibilidades laborales, en su capacidad para actuar en un mundo donde la globalización exige conocimientos variados, idiomas, historia, geografía”. Esto tiene enormes repercusiones para el país a la hora de afrontar sus retos principales: la re-industrialización, los desafíos científicos, tecnológicos y militares. “También genera una disminución en la calidad de la vida democrática porque los ciudadanos son menos capaces de distinguir entre la mentira y la verdad, entre la información y la manipulación”, sentencia el Geab.

Los de abajo

En América Latina lo más destacable fue la performance de Brasil, en particular en matemáticas, que escaló de 334 puntos en 2000 a 391 en 2012. La diferencia es notable porque pasó de tener el 65 por ciento de los jóvenes de 15 años asistiendo al colegio en 2003, al 78 por ciento en 2012. Aún así, se sitúa en el lugar 58, debajo de Chile, México, Uruguay y Costa Rica. Uno de los mayores desafíos del país es la desigualdad por regiones, ya que Brasilia y Santa Catarina tienen 416 y 415 puntos mientras el nordeste (Alagoas y Maranhao) consiguieron 70 puntos menos, lo que revela que entre las zonas ricas y las pobres hay varios años escolares de diferencia.
La inversión en educación de Brasil es una de las más elevadas del continente en relación al PIB, pero sólo un tercio de los países ricos. Destina 26.700 dólares para educar un niño entre los 6 y los 15 años, mientras los países de la OCDE destinan 83.400 dólares. Sin embargo, estos países tienen un PIBper cápita tres veces superior al brasileño.
El Plan Nacional de Educación, que está en el parlamento desde 2010, fue aprobado por la Comisión de Educación del Senado el pasado 27 de noviembre. Prevé destinar el 10 por ciento del PIB a la educación, ahora está en el 6 por ciento, además del 75 por ciento de los royalties del petróleo pre-sal que fueron destinados al mismo objetivo. Se tomó esa decisión para no quedar atrapados en los avatares del presupuesto nacional, siempre dependiente de los ciclos económicos y de la relación de fuerzas en el escenario político. Entre sus objetivos figura elevar el desempeño en las pruebas PISAhasta 473 puntos en 2021, lo que colocaría a Brasil a la cabeza de la región, aunque aún por debajo del promedio de los países de la OCDE.
Pero no todo debe reducirse a números. En este recodo de la historia, en el cual nada está permaneciendo en su lugar y se producen cambios vertiginosos e imprevisibles, tal vez sea necesario retomar los grandes relatos, inspirados en valores, como el de Hannah Arendt sobre la crisis en la educación. Aunque fue formulado hace más de medio siglo, no ha perdido actualidad: “Mediante la educación decidimos si amamos a nuestros hijos lo suficiente como para no expulsarlos de nuestro mundo y dejarlos a su suerte, ni quitarles de las manos la oportunidad de emprender algo nuevo, algo que nosotros no imaginamos, lo bastante como para prepararlos con tiempo para la tarea de renovar un mundo común”.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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