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Caso Monsalve en Trelew: justicia ilegítima, cadáveres en fotos, y muertes poco naturales
“Me siento humillada por la justicia” dice Cintia Monsalve, mamá de César, un chico de 13 años desaparecido durante un mes y medio en Trelew. El cuerpo destrozado de César fue encontrado en julio, justo cuando el caso estaba siendo denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Era sobrino de Bruno, un testigo protegido asesinado tras declarar contra la policía. Pero el poder judicial no considera que César Molsalvez haya desaparecido fozadamente, ni la familia contó con un perito de parte que estudiara el cuerpo.

César Monsalve
Sólo logró que el forense Carlos Alsina, convocado por la defensa, pudiera ver las fotos del cadáver. Aquí publicamos el informe de Alsina, que revela las irregularidades de una autopsia que parece hecha para que nada pueda saberse. Contra las teorías mediáticas del fiscal Fabián Moyano que se comprobaron falsas, sobre que el chico había muerto por consumo de drogas o por causas naturales, el informe del forense Alsina plantea: “La víctima pudo morir por asfixia mecánica, lesiones por armas de fuego o arma blanca punzante” y agrega que “pudo existir ataque sexual previo”.
En Chubut sigue creciendo la cantidad de chicos muertos por la policía, pero que siempre aparecen suicidados o víctimas de “muerte natural por causas indeterminadas”.
El triple enigma: la nota en Mu que investigó el caso El informe pericial del Caso Monsalve (en formato .doc)
Ni disculpas
Cintia Monsalve relata: “Lo que hizo la Fiscalía a cargo de Fabián Moyano es nefasto. Él salió a decir que mi hijo se había escapado y no que lo habían secuestrado. Cuando apareció el cuerpo dijo que había muerto por drogas, ensuciando a César, y después los propios estudios de la policía demostraron que no tenía ninguna sustancia de ese tipo en el cuerpo. Pero ni disculpas pidió. A mi hijo no me lo van a devolver con disculpas. Pero todo lo que hemos investigado demuestra que fue un crimen”.
Cintia siente decepción: “No puede haber persona más cruel en la tierra que un fiscal que tendría que investigar y no investiga. Siempre me decía que yo tenía que estar tranquila. Claro, te quieren tranquila para que no hagas nada, y así la policía sigue en la impunidad. Porque a mi hijo me lo mató la policía”.
El argumento de Cintia, que vive en un barrio obrero de Trelew, es el que cualquier vecinos conoce: “En la calle las cosas se saben. Si hubiera sido alguien que no es de la policía, enseguida todos lo sabrían. Pero acá nadie vio nada, nadie sabe nada, todo es muy cerrado. Cuando pasa eso, es porque está metida la policía”.
Quién hace desaparecer
Bruno Rodríguez Monsalve, hermano de Cintia, había sido asesinado en 2012 pese a que era testigo protegido por su declaración sobre la violación y vejaciones cometidas por policías contra un adolescente en la Comisaría 2°. En Trelew llaman a esa sede “la Comisaría del horror”.
La abogada Verónica Heredia: “Después del asesinato de Bruno, desaparece César. La hipótesis de la desaparición debe ser rebatida por el Estado. Si el Estado no investiga, está siendo partícipe de la desaparición. El cuerpo apareció justo cuando se estaban haciendo las denuncias internacionales, y cuando medios como la revista Mu estaban en Trelew investigando el caso. Pero la justicia federal, el juez Hugo Sastre y el fiscal Fernando Gélvez, no toma el caso como desaparición y lo devuelve a la justicia provincial”. La paradoja es que se considera que no fue una desaparición, sin haberla investigado como tal. La desaparición forzada sólo puede ser producida por fuerzas estatales. La inacción estatal para investigarla, como se sabe bien en la historia argentina, termina siendo parte del delito. En uno de los actos reclamando justicia, la Comisión contra la Impunidad
El informe del forense Alsina plantea: “La víctima pudo morir por asfixia mecánica, lesiones por armas de fuego o arma blanca punzante” y agrega que “pudo existir ataque sexual previo”.
Comisión contra la impunidad
Natali Narváez integra la Comisión contra la Impunidad de Trelew: “Según la investigación, parecería que un buen día César decidió morir por su cuenta. No que lo mataron. El forense Diego Rodríguez Jacob es el mismo que dijo que Julián Antillanca había muerto por coma alcohólico, y no por la golpiza y tormentos propinados por la policía”, tema que siempre deberían reflexionar quienes se enternecen ante las demandas policiales: se trata de trabajadores capaces de torturar, matar y violar chicos de modo sistemático. Los que no son así, si no lo son, podrían ayudar a que el horror no siga siendo la ley cotidiana, cosa que no ocurre. Hay silencios que son mafiosos.
Natalí: “En dos años, desde el crimen de Julián Antillanca, murieron también Maxi Almonacid, Bruno Rodríguez Monsalve, César Monsalve, y hace dos semanas Angelo Vargas”. Angelo apareció ahorcado en la Comisaría 2°, obvio. “Lo habían llevado por una contravención que es por estar medio borracho. Te tienen y te largan a las 7 de la mañana. ¿Por qué iba a suicidarse? Además, es imposible el ahorcamiento, porque Angelo medía 1,80 y apareció ahorcado con una cuerda de un metro, arrodillado en el piso”. Todos estos casos se suman a Braian en Neuquén, el caso Solano en Río Negro y la cantidad de situaciones detectadas también por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuenta la doctora Heredia: “Son las nuevas desapariciones, las de jóvenes pobres en manos de una policía que queda impune en la medida en que el Estado no haga algo para detener la impunidad y la violencia”.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani