#NiUnaMás
Justicia por Ludmila: el femicidio que moviliza al Oeste
Ludmila Pretti tenía 14 años. Su cuerpo fue encontrado semidesnudo y dentro de una bolsa en la casa de un joven de 19 años en Francisco Álvarez, que a pesar de ser sospechoso logró fugarse de la comisaría. El femicidio -al menos el octavo en Moreno en lo que va del año- rebalsó la bronca contenida y generó una serie de movilizaciones que prometen continuar. Los números que dan contexto a la violencia machista en la Provincia. Y la palabra de las mujeres organizadas en el Oeste que aseguran que el Estado es responsable y la justicia, cómplice: “Tiene que ver con el enojo y la bronca; sabemos que si no salimos a la calle lo más probable es que no se haga nada. No hay nada que alcance. Hay un nivel de hartazgo bastante alto. Desde que pasó el femicidio de Camila hay una necesidad inmediata de salir a la calle, y seguiremos”.

Ludmila tenía 14 años y había desaparecido el sábado a la noche, cuando salió con amigos. Su cuerpo fue encontrado el domingo por la noche, semidesnudo dentro y de una bolsa, entre dos colchones, en una casa ubicada a cinco cuadras de la suya, en el barrio Villa Escobar de Francisco Álvarez, Moreno, Provincia de Buenos Aires.
La causa está a cargo del fiscal Federico Soñora, de la UFI N°4 del Departamento Judicial Moreno-General Rodríguez, y está caratulada como «homicidio agravado».
El principal sospechoso es Cristian Adrián Jerez, de 19 años, quien alquilaba la casa donde se halló a Ludmila. Jerez se presentó el domingo en la comisaría; estando ahí dijo que iba a buscar su DNI, pero escapó. El hecho encendió la indignación de la comunidad que se movilizó a la puerta de comisaria, donde fue reprimida. Luego de horas de estar prófugo, fue detenido el lunes durante la noche.
Karen, de la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres de la regional zona oeste, relata a lavaca que los primeros mensajes sobre el femicidio de Ludmila empezaron a llegar el domingo a la noche, instantáneamente se armó un grupo de whastapp y se organizó la movilización del día siguiente a la comisaria para pedir justicia. Así la respuesta fue inmediata. “Tiene que ver con el enojo y la bronca; sabemos que si no salimos a la calle lo más probable es que no se haga nada. Es el octavo femicidio que hay en Moreno en este año. No hay nada que alcance. Hay un nivel de hartazgo bastante alto. Desde que pasó el femicidio de Camila hay una necesidad inmediata de salir a la calle”.
Camila había desaparecido el sábado 4 de abril en Moreno, su cuerpo fue hallado once días después. Durante la búsqueda organizaciones feministas de la zona se manifestaron en la calle, intervinieron el barrio con carteles y fotos. Desde entonces los femicidios continuaron, inalterables, y sin respuestas eficientes para frenarlos.
La provincia de Buenos Aires tiene más de 16 millones de habitantes, casi el 39 por ciento de la población argentina, y la mayor tasa de femicidios del país. El Observatorio de violencia Patriarcal Lucía Pérez registró 70 femicidios en el territorio bonaerense durante el 2020, 50 de esos femicidios durante la cuarentena.
Además el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad Sexual bonaerense presentó el informe: “Análisis sobre los intentos de femicidios identificados en la Línea 144 PBA” desde el 1ro de enero al 31 de mayo de 2020. En ese periodo se recibieron 161 casos que pueden caracterizarse como intentos de femicidio, el 78% de las llamadas fueron efectuadas por las propias personas en situación de violencia. En el 94% de los casos la modalidad de la violencia fue “violencia doméstica”, es decir intrafamiliar. Este dato es especialmente alarmante en el contexto en que la consigna es #QuedateEnCasa, sobre todo si se complementa con el dato del vínculo: en el 92% de los casos, el agresor es la pareja o ex pareja.

Karen pone en contexto histórico la necesidad de salir de la virtualidad para ocupar el espacio público. “Sabemos que en el oeste las redes sociales nos quedan cortas, no son suficientes, no nos sirve sacar un hashtag, una foto y que se viralice, sino ponemos el cuerpo en la calle no va a haber investigación, ni búsqueda de justicia”. También queda claro donde dirigir el reclamo, por eso la movilización se convocó muy rápidamente frente a la comisaría. “La bronca se generó por que el sospechoso fue, declaró, y dijo voy a buscar el DNI y se fue, siendo una persona sospechada de femicidio, es increíble el nivel de inoperancia y de complicidad. Los mismos pibes y pibas salen a buscarlo, fueron ellos quienes motorizaron la búsqueda. Por otra parte la policía para reprimir accionó muy rápido”.
Durante la movilización en la plaza Libertad frente a la comisaría local la policía respondió con represión y deteniendo a quienes ahí estaban, todos ya están en libertad indica Karen. En ese momento la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, publicaba en redes sociales un video en el que declaraba haberse reunido con el padre de Ludmila, a quien estaban acompañando. “Es increíble que esto siga pasando”, dice en el video difundido como “mensaje a la comunidad” en el que también suma: “venimos siguiendo más de 500 casos por violencia de género, entregando botones antipánico, sin embargo esto sigue pasando”. En el video también pidió tranquilidad.
En la Ciudad de Buenos Aires Periodistas Argentinas convocan a sumar una vela en memoria de las víctimas de femicidios y travesticidios. Hoy, a 30 años del femicidio de María Soledad, la invitación es a sumar una vela en las escalinatas de Tribunales. Dice la convocatoria: “No las olvidamos, no los perdonamos. El Poder Judicial es cómplice. El Estado es responsable”
En la misma línea se dan las movilizaciones en Moreno, relata Karen: “Muy rápidamente les pibes y amigues de Ludmila se organizaron en hacer carteles. Hubo un impulso concreto de señalar a la policía, de querer dejar, más allá de la corporalidad en la calle, una huella que diga: ojo que acá hay cómplices de femicidas. Que quede marcado, porque seguimos alertas y estamos actives”.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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