Nota
La barbarie de la civilización: Lorena Cañuqueo

La activista y antropóloga mapuche repasa las raíces históricas del enfrentamiento permanente del Estado argentino con su pueblo y puntualiza por qué se perpetúan la persecución y el hostigamiento. La relación entre racismo y extractivismo. La desigualdad social y económica como trasfondo. La especulación inmobiliaria y política. El poder fascista que se teje en la zona de Bariloche. Y una pregunta: ¿a quién le sirve el “conflicto mapuche”? Por Francisco Pandolfi.
De fondo, el lago Nahuel Huapi, azul, imponente. Lo rodea un turismo que no para en ningún momento del año; edificios lujosos; hoteles ostentosos. A trescientos metros de ese espejo de agua bellísimo que atraviesa Río Negro y Neuquén, se levanta, bien escondido, el Centro Mapuche Bariloche. Allí están encerradas como presas políticas cuatro mujeres mapuche, luego de la represión y desalojo del 4 de octubre pasado a la Lof Lafken Winkul Mapu, ejecutado por obra y gracia del Comando Unificado del Ministerio de Seguridad de la Nación, tras la orden de allanamiento de la jueza subrogante Silvana Domínguez, del Juzgado Federal de Bariloche.
¿Qué hay de fondo, además de ese paisaje cautivante, en aquel violento desalojo y en la actual prisión domiciliaria? A orillas del Nahuel Huapi, y luego de haber visitado a Celeste Ardaiz Guenumil, Romina Rosas, Luciana Jaramillo y Betiana Colhuan Nahuel, procesadas por el delito de “usurpación por despojo”, charla con MU Lorena Cañuqueo, activista mapuche, docente, licenciada en Comunicación Social y doctoranda en Antropología, para intentar deshilvanar los porqués, los quiénes y los cómos de un hostigamiento histórico y permanente.
(EX)TRACCIÓN A SANGRE
«No se puede entender la densidad de los conflictos territoriales sin focalizar en el modelo extractivista”, arranca, como un primer eje a desarrollar. “Desde hace mucho tiempo viene instalándose este sistema; acá, antes había experiencias como la industria forestal, la inmobiliaria, que en esta región siempre fueron súper importantes para el sostenimiento del neoliberalismo. A partir de los noventa se profundiza la extranjerización de la tierra, y eso se conjuga con que hoy en el marco global se demandan recursos que están en la Patagonia: agua, aire, tierras que no están pobladas y minerales”.
Lorena es miembro de la Lof Mariano Epulef, del paraje Anecón Chico, Río Negro, emplazado a 120 kilómetros al este de San Carlos de Bariloche. “En la zona de mi comunidad hay proyectos de extracción de oro, uranio, plata; como en otras regiones de la meseta también las hay de litio. Y como sucede en Catamarca, San Juan, en tantas otras provincias de la Argentina y en América Latina.
El extractivismo sin el racismo, sin la estigmatización de las poblaciones que se oponen a ese modelo, no es viable”.
Ahí, la también integrante de la Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena en Argentina verbaliza otro eje insoslayable: el racismo. “Acá somos los mapuche, pero en otras regiones son otros pueblos indígenas, los campesinos, los ambientalistas, los colectivos que sufren la sanción del poder y que se construyen así como enemigos de la modernidad, del desarrollo; es un cuento repetido. Así como el extractivismo significa la profundización de un modelo neoliberal, también se profundizan las tensiones sociales. O sea, es necesario reforzar el estigma de las poblaciones para que se genere mayor polarización”.
Agrega: “La sociedad en Bariloche siempre fue muy racista. Tiene un modelo local imaginario muy arraigado a la civilización y la barbarie, y a la selección bien fina de qué tipo de migrantes se busca, replicando el modelo hegemónico nacional. Acá el chileno es la peor mierda que hay. Es el migrante menos deseado, porque el deseable responde al ideal europeo civilizado. El modelo extractivista refuerza las desigualdades y también profundiza esos modelos que ya existen. Porque no es de ahora la idea de que el indio es extranjero, peligroso, terrorista; tiene un arraigo histórico. Desde la colonización a esta parte nos moldearon de una manera: hay indígenas y no indígenas, con lo que se potencian las arbitrarias condiciones de identidad que se les asignan a los grupos. Cierra la idea: “Que somos indios salvajes, violentos, atrasados es un discurso re viejo, que hoy se reactiva porque tiene arraigo en el sentido común social, ahora reforzado por el encasillamiento de indio flojo, vago, borracho. Una descripción cercana más a la barbarie que a la civilización, que viene a horadar los cimientos de la Nación. Entonces, para mí lo que está sucediendo con la comunidad Lafken Winkul Mapu condensa todo este escenario, porque en ese territorio hay proyectos inmobiliarios muy grandes”.
TIERRA, AVIONES Y EL GOLF
Las hectáreas desalojadas del territorio ancestral –que habían sido recuperadas por la comunidad en noviembre de 2017, en medio del asesinato de Rafael Nahuel– son alrededor de 30. Lorena compara: “Cualquier persona que transite por Bariloche ve la cantidad de emprendimientos inmobiliarios que hay, uno tras otro, a los cuales ni la clase media argentina puede acceder, porque es económicamente imposible. Sin embargo, los únicos cuestionados somos los indios”.
Profundiza: “Hay un sistema desigual en términos de la distribución de la tierra, que refuerzan los modelos económicos que vienen de larga data. Testaferros, magnates como Joe Lewis que son la cara visible de corporaciones muchísimo más grandes que exceden la imaginación de cualquiera sobre el capital, que mueven en el mundo, y que tienen incidencia política dentro de los gobiernos latinoamericanos. Además, hay un modelo de Estado que en sus discursos habla del cuidado del ambiente y en la práctica no es así”.
La Lof desalojada está dentro del territorio enmarcado como Parque Nacional Nahuel Huapi, cuyo intendente, Horacio Paradela, aún no accedió al pedido de entrevista realizado por MU en noviembre pasado. Lorena sí prefiere hablar: “Nos venden que están preservando el medioambiente a través de los Parques Nacionales cuando vemos a diario la cantidad de emprendimientos turísticos que dentro de los Parques violan permanentemente cualquier tipo de preservación, porque extraen material, talan bosques, contaminan el lago, no tienen un cuidado armonioso con la naturaleza. El bosque nativo está lleno de hosterías, hoteles, cuartos privados, helipuertos, miles de hectáreas en manos extranjeras donde en áreas de frontera no debería suceder… pero después los extranjeros somos nosotros. Los que venimos a degradar la soberanía somos nosotros, no las corporaciones ni las sociedades anónimas. Acá hay gente que viene de sus países de origen a pasar algunas horas una vez al año, y hay comunidades que fueron desplazadas de esos lugares para que pudieran hacerse campos de golf”.
Para ejemplo, un caso testigo: “Mientras estaban desalojando la comunidad, llegó un mega avión con el emir de Qatar, que tiene tierras en la naciente del río Chubut, cuando las nacientes de agua son del pueblo argentino, según rige en la Constitución Nacional. Pero lo cierto es que si querés entrar a la naciente, no podés. Entonces, ¿la soberanía la violan los mapuche?”
Lorena está sentada sobre la arena, repleta de piedritas. Delante, el esplendoroso Nahuel Huapi. Detrás, un edificio. Se da vuelta, lo señala y parece hablarle: “Este mega edificio no son módulos habitacionales, sino turísticos. Hace seis años había familias campesinas que habían venido a Bariloche buscando otra oportunidad económica de vida y andá a saber dónde fueron a parar tras ser desalojadas. Esto pasa todo el tiempo y nadie lo desnaturaliza. Un caso similar es la comunidad Lafken Winkul Mapu, formada por gente que se fue de Bariloche y que era la clase, ni siquiera proletaria, sino de lumpenaje para la visión de la sociedad moderna. Fueron a recuperar la tierra y resulta que esa comunidad es la violenta… ¿Y todo este modelo en que se cimienta el turismo patagónico? Por eso no se pueden buscar las explicaciones de lo que está sucediendo con la comunidad solamente en las condiciones coyunturales del presente; hay que buscarlas en términos históricos y dentro de lógicas globales”.
PLAN TRANSNACIONAL
El Pueblo Mapuche es uno solo, tanto en Gulumapu (Chile) como en Puelmapu (Argentina). A todo el territorio ancestral preexistente a ambas naciones se lo denomina Wall Mapu. Al hablar de lo global, Lorena suma complejidad a la situación. Y hace una ligazón indispensable: “A Rafa (Nahuel) lo matan en noviembre de 2017, y en septiembre había venido a Bariloche el subsecretario del Interior de Chile, Mahmud Aleuy, quien coordinaba el permanente estado de excepción que hay en la región de la Araucanía. Allí está nuestra gente luchando contra las forestales, la industria maderera extractivista que es terrible, como la soja en Argentina. Es una máquina de chupar hasta lo más ínfimo que tiene un árbol y destrozarlo en mil partes para vender. Ese tipo se reunió con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y a los muy poquitos días se publicó el informe RAM, que era un chiste, un recorte arbitrario donde se muestran hechos sin demostrar autoría; una payasada. Lo mismo que pasaba en Chile, lo hicieron acá en 2017 y ahora lo volvieron a hacer: armaron fuerzas de seguridad especiales para intervenir, hostigar, violentar a un grupo de gente desarmada que estaba huyendo cerro arriba; inflaron un conflicto e inventaron una imagen, un imaginario, lo mismo que en la Araucanía.
Lamentablemente, la comunidad está siendo utilizada para crear ese imaginario, el encapuchado peligroso, el terrorista, sin ningún elemento contundente”.
Las relaciones no terminan ahí. La organización Consenso Bariloche, constituida por empresarios del poder concentrado, con fuertes vínculos en Juntos por el Cambio y en el gobierno de Río Negro, viene fomentando un clima antimapuche. “En la Araucanía hay un referente que se colocaba en lugar de la víctima del ‘conflicto mapuche’, y eso mismo están haciendo acá, con el empresario Diego Frutos, cercano al PRO. Se trata de la versión bizarra de una película que ya se contó en otro lugar. Este modelo no lo inventó el servicio de inteligencia argentino ni tampoco el chileno; se creó con los pueblos indígenas de Colombia y Ecuador, se importó hacia la Araucanía y ahora lo están llevando a cabo en la Patagonia. Se ve bien cómo funciona en el imaginario social la construcción del enemigo interno a la Nación, un enemigo que además tiene rasgos indígenas. Ese vocero de la Araucanía, que se presenta como víctima del conflicto mapuche, representa un conglomerado de empresarios madereros, que se articularon como empresarios víctimas. Y que no solamente consiguen que haya un estado de militarización permanente en la región, sino que logran que se les bajen los cánones de exportación, que haya ciertas garantías que otros empresarios no tienen; o sea, un montón de beneficios que van ligados a ese mote de víctima a cambio de una serie de cosas. Es un negocio redondo. Entonces, es importante pensar: ¿a quiénes les sirve el conflicto mapuche? Si mataron por la espalda a un pibe de 22 años (Rafael Nahuel) que estaba en un proceso de recuperación de tierras; y al poco tiempo matan a otro pibe jovencito (Elías Garay) y hieren a su compañero (Gonzalo Cabrera) en otro proceso de recuperación; si nosotros tenemos dos muertos y un intento de asesinato, ¿a quién le beneficia ‘el conflicto mapuche’? Si ahora tenemos gente que anda escapando de la represión de las fuerzas federales de seguridad y no podemos acceder al rewe, ¿a quién le beneficia el ‘conflicto mapuche’? Cada vez que se activa la idea del fantasma del terrorismo mapuche, de la violencia y qué sé yo cuánto, nosotros vemos retroceder nuestros derechos. Entonces insisto con esta pregunta: ¿a quién le sirve el ‘conflicto mapuche’? A nosotros, seguro que no.
INSUMOS INDÍGENAS
Además del empresariado, ¿quiénes son los accionistas de ese “negocio redondo”? ¿Quiénes son los cómplices, por acción u omisión? Lorena amplía el mapa: “Se alimenta de una maquinaria de propaganda muy importante. Sin los medios de comunicación hegemónicos esto no funcionaría, son parte esencial. El Grupo Clarín tiene sus articuladores locales, como Bariloche 2000 y El cordillerano, que son los diarios que leen mis vecinas. También tiene Canal 6, que es el único de aire que hay acá. Ellos son los responsables de la construcción de una imagen, de la cara tapada, vestido con ropa oscura como símbolo del extremismo mapuche. Es la misma imagen que utilizan en Chile, es la misma imagen que utilizaron en Colombia; ni siquiera renuevan el vestuario”.
¿Qué otros actores son insoslayables?
Si esta serie de emprendimientos inmobiliarios se sigue haciendo, así como la persecución a nuestro pueblo, es porque hay leyes que les aseguran la impunidad. Hay un Estado que no solo no devuelve las tierras que nos robaron, sino ni siquiera la pequeña parte que estamos demandando, y que calan en lo más hondo de la espiritualidad mapuche, que es un pueblo que se está re armando, que viene de un proceso de genocidio. ¿La respuesta son balas? ¿En serio? ¿Balas en vez de una política de reparación a largo plazo? Es grave lo que está pasando y la decisión política debe estar enmarcada dentro de la retórica de memoria, verdad y justicia que a este país tanto le costó conseguir. Muchas de esas personas víctimas del terrorismo de Estado están en el poder ahora, tienen lugares de decisión. No estamos pidiendo que se entienda una historia ilegible, incomprensible. No. Acá hay suficiente proceso de movilización política, social y de plasmar en políticas reales el proceso de reparación de la dictadura que pueden servir como insumos para asimilar las demandas indígenas.
¿Qué se reclama con el lema Memoria, Verdad y Justicia?
Se pide la reparación al genocidio de los indígenas y políticas concretas como la restitución del rewe (altar donde la Machi, autoridad ancestral mapuche, puede ver enfermedades y tratarlas). Reconocer que hubo un genocidio no solo sirve para que la historia no se repita, sino porque hay consecuencias y efectos bien concretos. Ese genocidio no incide solo para los pueblos originarios, sino para el conjunto de la sociedad, porque nadie acá se puede comprar un lote de tierra si no tenés un ingreso exorbitante en dólares. Entonces, parte de la desigualdad estructural del genocidio tiene que ver con quién puede y quién no acceder a la tierra que nos robaron a nosotros.
En cuanto a la decisión política, Lorena Cañuqueo describe un laberinto que parece no tener salida: “A la decisión política no puede acceder cualquiera; sus marcos son sumamente elitistas y eso tiene un origen. No hay que olvidar que la Conquista del Desierto no solamente significó la anexión de la Patagonia a lo que todavía no era Estado argentino, sino que creó un modelo económico profundamente extractivista. Y cuando se quiso hacer una reforma al impuesto sojero este país colapsó por impulso de la Sociedad Rural. Cada vez que la sociedad argentina se cuestiona los modelos, se les saltan los tapones a los dueños reales del país”.
¿Cuál creés que es el rol del Pueblo Mapuche, en este contexto y pensando a futuro?
Seguir tensionando a partir de nuestra sola existencia y la enunciación del proceso histórico, visibilizando los orígenes de una sociedad profundamente desigual. Porque si la gente común empieza a entender que hay condiciones estructurales de su vida cotidiana, falta de acceso a derechos que tienen relación directa con el despojo a los pueblos indígenas, ya está: ahí se jodió al actual modelo y podremos vivir mejor.
Ésta nota se hizo gracias a suscriptorxs.
La suscripción digital de lavaca te permite acceder de forma prioritaria a todas las notas de la Mu, a otros contenidos y a descuentos en libros, cursos y talleres que dictamos en lavaca. Todo por 350 pesos. Si te interesa asociarte, podés hacerlo desde éste link.

Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 3 semanasMu 209: Una de terror

Derechos HumanosHace 1 semanaA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 3 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

ActualidadHace 1 semanaMendoza en caravana hacia la capital provincial contra el proyecto minero San Jorge

NotaHace 2 semanasEncuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia





























