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La mesa está servida

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¿Qué diría nuestro estómago si le diéramos de comer arroz con arvejas nueve días seguidos? ¿Qué diría un matemático si les damos a 98 niños 8 pizzas y 25 manzanas como almuerzo? ¿Por cuánto es divisible la hamburguesa? La situación en escuelas del conurbano, la desaparición del alimento, la comida en mal Estado, y cómo se logra que en los chicos ni siquiera se chupen la mandarina.
Un día hace tres años, Leticia Walther, docente de Villa Martelli, empezó a notar que lo que comían sus alumnos en el comedor del colegio era poco. No sabía si era consecuencia de una reducción en el presupuesto, un cambio en la dieta, o qué: sencillamente, no alcanzaba. Los chicos de jornada completa volvían con hambre a las clases. Y un viernes que no hubo comedor, uno se desmayó.

La mesa está servida

Este es el almuerzo para los chicos de la Escuela Primaria 7, de Villa Martelli. Al día siguiente, directamente, no enviaron nada.
Cuando mandan hamburguesas, son 56 para 90 niños

¿Qué seguridad? Emergencia, linchamientos y Pitágoras
¿Qué tipo de seguridad, o de inseguridad, es la que está en juego con el “plan de emergencia” en provincia de Buenos Aires? ¿Cómo se entrecruza con el anteproyecto del Código Penal o el fenómeno de los linchamientos? ¿Hay una agudización real del delito y la violencia? ¿Qué pasa en los barrios?

Selfie al plato
Leticia es maestra de 6° grado de la EP (Escuela Primaria) N° 7 de Villa Martelli, Vicente López. Empezó entonces una investigación sin métodos detectivescos ni las herramientas de una auditoría de gobierno: bajaba al comedor, comprobaba los platos, les sacaba fotos y revisaba las facturas de compra. “Esto se repite en los colegios de los barrios que rodean a Tecnópolis. Los pibes están acostumbrados a ser maltratados, entonces no cuestionan mucho. Capaz que te dicen que tienen hambre, pero no se van a quejar como reclamando un derecho”, relata. “Para esos pibes, el comedor significa quizá el único plato del día”.
Desde el 2011 a esta parte, la situación “fue empeorando poco a poco”. En los 12 mil comedores de escuelas bonaerenses comen diariamente 2,5 millones de alumnos.
Comida en mal Estado
Leticia cuenta cómo es la triangulación de presupuestos. “La provincia manda plata para los comedores a los municipios, y el municipio elige el proveedor. Desde que asumió Jorge Macri en Vicente López hubo un deterioro en todo el partido. El consejo escolar lo maneja el PRO, y el presidente es José Jaime del Frente Renovador”.
Según denunció el titular de la Asociación Bonaerense de Prestadores de Servicios a Comedores Escolares (Abpsce), Héctor Acevedo, el Ejecutivo mantenía una deuda de 600 millones de pesos que empezó a pagar en septiembre de 2013, pero que congeló en enero: la deuda con los proveedores se mantendría en 50 millones.
El actual titular del Consejo Escolar José Jaime vino a suceder a Silvia Romero, del PRO, quien debió renunciar ante una denuncia penal de SUTEBA por alimentos en mal estado entregados a comedores. “Fuimos a las escuelas con escribano público y se testificó que había comida vencida o en mal estado”, cuenta Walther.
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La mosca pone huevos
Un ejemplo literalmente asqueroso de los hallazgos: “Se abría un frasco de dulce y había huevos de mosca”, dice Leticia Walther. La causa detectó además casos de intoxicación por alimentos en mal estado y constató la falta de inversión y de transparencia en la gestión de fondos por parte de las administraciones provinciales.
Según este esquema, el año pasado el Ministerio de Desarrollo Social bonaerense resolvió aumentar un 25% el monto de la ración por cada chico: de cuatro a cinco pesos. Con Macri, la empresa proveedora de alimentos cambió sin licitación pública. “La empresa se disculpa, dice que prepara el servicio según los 5 pesos para cada chico. Pero nadie la obligó a firmar el acuerdo, que eso lo discutan con el Gobierno”, plantea Leticia.
Cómo dividir hamburguesas
Los resultados se ven día a día todos los días. Por ejemplo, este miércoles pasado: “No nos mandaron comida, directamente. No llegó nada”. Los docentes se las ingeniaron: “Los de la mañana se fueron sin almorzar. Y para los chicos de la tarde agarramos plata de la cooperadora y salimos a comprar fiambre y pan. Hicimos unos sándwich”. Los chicos de jornada completa pasan 8 horas en el colegio, y un sándwich autogestionado.
Más datos: en la Escuela primaria 7 entregan (cuando entregan) 56 hamburguesas para 90 cupos (niños). En la 13, 45 hamburguesas a repartir entre 65. En la 30, 88 hamburguesas para 120, y en la 8, 120 para 180.
La mesa está servida
Ni alfajores ni chupar mandarinas
Se envió a las escuelas polvo para hacer postres, pero no la leche (versión bonaerense de la metáfora sobre morder el polvo). Para compensar: 50 alfajores entre 100 chicos. El 9 de abril los alumnos de la Escuela Primaria 7 se fueron directamente sin comer. A la 13 mandaron unos sándwiches aplastados y / o rotos, con algo en el medio que simulaba ser una feta de jamón. De postre, mandarinas en mal estado, reventadas. En la Escuela 20 también se fueron sin comer, y no se salva ni el Jardín 916. “No hay cupos suficientes y la calidad es muy mala”.
O sea que la situación es mala, pero democrática: mala para todos.
La mesa está servida
600 millones de inseguridades
En el acuerdo firmado para levantar el último paro docente, además de las mejoras salariales, se contemplaron dos cuestiones relativas a la alimentación en comedores:

  • Que la Provincia establezca convenios con el Mercado Central para la compra de alimentos, para intentar resolver el acotamiento presupuestario con buenos precios y también para garantizar variedad y calidad.
  • Que se establezca un criterio para las redistribuciones presupuestarias del municipio. Leticia aclara: “Jorge Macri no hizo nada ilegal, digamos, porque no hay nada que regule las atribuciones de cómo gestionar los recursos”.
    La última partida por 600 millones de pesos destinados a “seguridad”, show mediático incluido, es una pista de cómo se gestionan esos recursos: “Esto es inseguridad para los pibes”, remata Leticia.

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    Orgullo

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    Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

    Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

    Eso es Orgullo.

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

    Eso es Orgullo.

    Orgullo

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

    Y no es Orgullo.

    Orgullo

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

    Orgullo

    Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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    Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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    (Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

    El podcast completo:

    Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

    Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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    Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

    Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

    Fotos Juan Valeiro

    El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

    Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
    Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

    El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

    Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
    Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

    La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

    Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

    La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
    Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

    Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

    1. “Que no te vendan gato por león”.
    2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

    Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

    Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

    Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

    Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

    Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

    Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
    Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

    Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

    Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

    La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

    Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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    Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

    Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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