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León Rozitchner y las desapariciones en democracia

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Ante los casos de Julio Ángel Gerez y Jorge Julio López –de quien no se sabe nada desde hace más de cien días-, el filósofo habla del efecto psíquico del resurgimiento de la figura simbólica del desaparecido. También señala las consecuencias peligrosas de las conmemoraciones que alumbran sólo el horror pero no profundizan en las causas que le dieron lugar. «No se puede separar a la economía de los instrumentos y agentes del terror que la hicieron posible», subraya. El subsuelo tenebroso del Estado, el temor de los intelectuales y la vocación de fracaso de la izquierda. La salida colectiva como única herramienta para superar al miedo.
– ¿Se sorprendió con las desapariciones de López y Gerez?
– En última instancia no debería extrañarnos, porque el desparecido sólo es el extremo límite del quitar la vida a un ser humano. El gatillo fácil es también un eufemismo macabro, aunque obsceno en su ironía, para disfrazar el asesinato de cientos de niños y adultos cuyos autores, policías, permanecen impunes y protegidos por la justicia. Lo que sí extrañó es la vuelta de la figura simbólica del desaparecido, propia del genocidio militar, y justo cuando se los está juzgando. La amenaza social tiene allí un siniestro modelo para aterrar a la gente que resiste. Su efecto psíquico es eficaz: al desaparecido tenemos que darle nuestra propia existencia para poder imaginar su ausencia. Pero al ponernos en su lugar se produce una extraña confusión: darle vida con tu propia vida para llenar su ausencia hace que sea la tuya ahora también la amenazada. Al ocupar imaginariamente el lugar de un resistente la amenaza de muerte también te alcanza. Cada ciudadano ve reaparecer de nuevo el poder siniestro del terror, y la sociedad vuelve a quedar aterrada. La libertad que se ha ido ganando poco a poco vuelve de golpe a perderse.
– ¿Por eso prendió tanto la teoría del shock emocional cuando desapareció López?
– La teoría del shock emocional, disfraz psiciologista de la tragedia, es más tranquilizadora. Es una forma de no dar crédito a la realidad de un país donde su sociedad vive la inquietud de una amenaza constante. La propia familia de López no quería creerlo y esa negación expandida contribuyó también a que la gente lo negara. Pero el miedo a las fuerzas represivas que el Estado cobija se reaviva. Si hasta el concejal (Hugo) Cantero, cuando fue el móvil policial a buscarlo porque habían encontrado a su amigo Gerez, tuvo que llamar al gobernador (Felipe) Solá para saber si era cierto, porque tenía miedo de subirse al patrullero y que también a él lo desaparecieran. Las fuerzas que debieran protegerte son las que pueden matarte. La magnitud de esta amenaza tiene una gravedad enorme: cada uno se convierte en un blanco bajo la apariencia de vivir en democracia, pero ésta sigue organizada por el modelo genocida.
– ¿ A qué tiene miedo usted?
– No sé, es medio difuso. Pero yo también estoy dentro del sistema. A mí me corresponden las generales de la ley como a cualquiera. En ese sentido no escapo a lo que todos sienten. También en los sueños nos persiguen.
– En marzo, cuando se cumplieron los 30 años del golpe, una multitud salió a la calle, todos los medios de comunicación hicieron sus programas de homenaje y, sin embargo, ahora la sociedad no reaccionó de manera masiva ante la desaparición de dos personas.
– Es el terror expandiendo su eficacia al campo de los medios: varios de sus propietarios fueron cómplices del terror para obturar la verdad de lo que sucedía. Lo que pasa es que todos esos homenajes de los medios tienen una doble inscripción. Cuando vos ves en la televisión todo lo horrible que pasó, esas imágenes que muestran, ocultan al mismo tiempo que revelan: no nos dicen por qué se produjeron esos hechos, quienes fueron sus promotores nacionales e internacionales, los poderes económicos, religiosos y políticos que los prepararon en una estrategia a la que Menem y sus secuaces le dio su acabado: la venta de todos los bienes nacionales, la destrucción de una cultura de creación y resistencia, la miseria de millones. Al mismo tiempo, con esos relatos limitados a describir los hechos espantosos vuelve a surgir la amenaza, porque la gente queda atrapada por el impacto de los más terrible. Eso queda grabado. No los prepara para enfrentar a los responsables. Y en la figura del nuevo desaparecido sólo ratifican las imágenes del horror pasado, porque se les oculta su persistencia necesaria en el neoliberalismo, que es otra forma normalizada del genocidio en su producción de miseria, de enfermedad y de hambre. Repentinamente se ratifica lo traumático. Cada vez que la TV o la prensa te pone una imagen de terror para –se dice- demonizarlo, tiene un doble sentido. Esa es la estrategia: por un lado lo condenan, pero por el otro te hacen sentir de nuevo lo temido en la imagen que destella. Ocultan el fundamento del terror persistente en lo que muestran, porque no esclarecen lo que están mostrando. Es el efecto siniestro y tenebroso que se expandió por toda la culta civilización de occidente al inaugurar el año nuevo cristiano mostrando cómo un hombre era colgado en la horca. Otra que el crucificado.
– Esta doble inscripción da lugar a un debate político que siempre se da sobre este tipo de hechos: están los que dicen que no hay que dar a conocer las amenazas e intimidaciones porque hace el juego a los provocadores y aquellos que sostienen que hay que denunciarlos para aislarlos.
– Indudablemente, el camino es el segundo. Los que callan se guarecen en el miedo: es claro, si no hay reacción desde el Estado y la población para ponerles coto, hacen como si no pasara nada. La impunidad se ve ratificada. Hay que denunciar y presionar al gobierno y a las instituciones que protegen a los asesinos. Tiene que crearse una fuerza social colectiva solidaria frente al crimen. Ya tampoco alcanza con salir con carteles a la calle, tiene que haber una actitud activa. Tampoco alcanza con mostrar por mostrar, la televisión hemos visto que es obscena. Fijate: mostraron a Kirchner, todo serio, dando su discurso en cadena sobre la desaparición de Gerez y después siguieron los canales, como si nada, con toda su estúpida frivolidad: hasta el propio Canal 7 lo hizo.
– ¿Qué significa que tres décadas después se utilicen los mismos mecanismos del terror?
– Son los mismos mecanismos, pero ahora los desaparecedores pasan a la clandestinidad: esa es la diferencia. Sin embargo la represión está enquistada y visible en las instituciones del Estado mismo: hasta el presidente lo dijo en su discurso. Existe como un poder dentro de la democracia que se encuentra en el subsuelo del Estado y de las instituciones. Un poder que subsiste y que nunca ha desaparecido. Pensá en la ley sobre la llamada policía privada que está por votarse en la provincia de Buenos Aires promovida por Solá, tan conmovido él por Gerez.
– ¿Por qué las instituciones del Estado no han podido sanearse en dos décadas de democracia?
– Porque el Estado fue cómplice, vivían juntos. En ese sentido, Kirchner estuvo bien al principio respecto de los derechos humanos del pasado, pero respetó a los grupos de poder económico que crecieron sobre fondo del terror militar y hasta los subvenciona. Su compromiso con el pasado -la privatización del petroleo- define su presente. Miden el desarrollo del país por los grandes números de la economía, pero a la mayoría de la gente ese goteo de las ubres repletas no sacia ni el hambre de alimentos, ni de educación, ni de salud de las mayorías . Los de abajo no reciben salarios adecuados, no hay medicina social, no hay viviendas, hay trabajo en negro y mal pagado.Casi todos los profesionales de todas las profesiones se han convertido en empleados explotados y sometidos de las empresas privadas, que se han comprado todo. En ese sentido, Kirchner sigue el modelo clásico sin atreverse a recuperar lo que sobre fondo del terror nos expropiaron. No es verdad que si a la Nación le va bien económicamente, también le vaya bien a la mayoría. La riqueza la recibe cierto sector, que no supera los tres millones de habitantes. Mientras tanto, los precios aumentan, es muy grave lo que pasa, por ejemplo, con la medicina: no sólo en los hospitales públicos sino también en la medicina privada. No basta con haber ordenado sacar el cuadro de Videla del colegio militar. Nuestra economía neoliberal, que es la gran genocida, es la que atenta ahora contra los derechos humanos.
– Tras los casos de López y Gerez se puede decir que la bestia no está tan desarmada
– Sí, pero eso ocurre porque no hicieron mucho para lograrlo. Comenzaron, pero se quedaron ahí. No cambió la policía, no cambió la justicia, no cambiaron ni los medios de comunicación, ni la educación, ni la salud pública. ¿Qué pasa con el petróleo, con los ferrocarriles, el gas, la electricidad, los teléfonos, con toda la riqueza expropiada que el genocidio hizo posible? Eso no se toca. Son muchso miles de millones los que las empresas envían a sus centrales europeas o norteamericanas. Ese es el gran despojo. No se puede separar a la economía de los intrumentos y agentes del terror que la hicieron posible.
– Pero estas desapariciones se dan justo cuando la justicia comienza a actuar y condena a cadena perpetua al Turco Simón y a Miguel Etchecolatz.
– No, yo no digo que no se haya hecho nada, pero las limitaciones están en no realizar transformaciones sustanciales. Si se los juzga es porque al mismo tiempo ya no los necesitan del mismo modo. Los medios de sometimiento, control y represión también se transforman y se actualizan con los cambios políticos. Con Daniel Scioli como candidato, por ejemplo, no promovemos una transformación real del sistema: su persona es un desafío a la inteligencia pública. Por eso no pueden pedir -ni tampoco buscan- un apoyo desde abajo. Saben que de todas maneras tendrán los votos, porque no queda otra.
– ¿Cómo vio la reacción de los intelectuales frente a estas dos nuevas desapariciones?
– No podemos englobar a todos sino a la mayoría. Ellos también interiorizaron la persecución. Su modo de distanciarse es preocuparse, por ejemplo, por la excelencia académica. La vida cotidiana a “la ciencia” le pasa de costado, como también a los profesionales que la universidad prepara para las empresas. Si orientan el saber científico o teórico hacia la realidad que se vive, son desplazados y quedan excluidos. No son vistos como productores del “saber objetivo”. ¿Quién les va a dar una beca? ¿Quién les va a permitir escribir en revistas con referato? ¿Quiénes van a ser nombrados profesores titulares? ¿Qué medios los van a tener en cuenta? Mejor dejar la crítica de lado.
– Habló del miedo de la familia López, de su miedo, del de los intelectuales, del de la sociedad, ¿Qué mecanismos existen para superar el terror?
– Para vencer el miedo individual la mayoría tiene sólo una única salida: la creación de un poder colectivo cuya fuerza viva venza nuestro individualismo tenebroso, que permita sentir que cada uno está contenido por los otros. Y que esa participación puede tener un efecto real para modificar nuestras condiciones de vida y hacerlas más humanas.
– ¿Usted percibe a algún actor social que haya podido escapar del miedo?
– Nadie escapa al miedo, salvo quienes impunes lo producen o lo gozan. Al miedo se lo enfrenta: Lopez y Gerez son actores sociales. Bastante gente privada y colectivamente lo han hecho (las Madres por ejemplo), los que han levantando comedores populares, los organismos de derechos humanos, los que intentan elaborar vacunas en el Malbrán a pesar de la política oficial que las boicotea, los que trabajan y denuncian el estado de las instituciones públicas, los que salen a la calle para sentirse que no están solos y denunciar hechos aberrantes, la Correpi por ejemplo, y muchos otros.
– ¿En el 2001 se había logrado romper el miedo?
– Sí, porque la pequeña y algún sector de la burguesía mediana también salieron a la calle. Ni la amenaza del estado de sitio pudo detenerlos. Por un momento, aunque fugaz, se produjo una unidad inesperada y espontánea. Sus consecuencias fueron dispares, pero fue una experiencia inesperada la que vivieron muchos ciudadanos: una conquista breve que marca el imaginario político del país. Duró quizás, de manera visible, lo que un lirio. Una esperanza mustia de la omnipotencia imaginaria que se expresó en el pedido de que se fueran todos los políticos. Pero la izquierda, que casi siempre está presente y estimula a veces, en este caso aceleró la verificación de la fantasía transformadora. Yo estuve en las asambleas del Parque Centenario, y era lamentable ver cómo se peleaban por el micrófono y cómo querían bajar línea revolucionaria a los vecimos. Hay mucha vocación de fracaso en la izquierda. Espantan a la gente, pero no se dan cuenta: confunden el deber-ser con el ser. Es lo mismo que pasa con la Universidad, disolvieron la base estudiantil y se convirtieron en una patota fuerte por lo aguerrida, ante la indiferencia de la enorme masa de estudiantes. No vieron nunca a la Universidad como un poder real de transformación política. Como están preocupados en hacer la revolución afuera, perdieron un poder transformador posible y mayoritario adentro. Ya pocos los tienen en cuenta para las propuestas populares y políticas en serio. Pero lo más notable es que el peronismo hizo su enroque: luego de perder el cetro del poder político volvieron a ocuparlo saltando por encima de De la Rua.
– ¿Cree que Gerez apareció por la presión política o para reforzar el miedo?
– Para mí la desaparición de Gerez se produce por lo que viene ahora, el próximo juicio público contra Von Wenick, el primer hombre de Iglesia latinoamericano que será condenado y mostrado universalmente como un torturador y asesino, avalado por la curia para estimular el genocidio. Creo que con la desaparición de Gerez intentaron parar ese juicio público que está próximo. No creo que fuera obra de Patti, quien será un asesino y un torturador, pero era muy obvio que lo terminaba perjudicando a él. Que no podía ser obra suya, aunque sí de la cofradía que en función de intereses mayores y más poderosos le pasaron por encima.

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

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Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI

Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.

El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos. 

El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas
Atilio Benedetti, UCR-Entre Ríos, principal promotor del proyecto, expone en la reunión del pasado martes.

Exposiciones sin consenso

El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.

En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.

Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.

Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.

La evidencia del modelo

Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para  relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.

Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.

Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.

Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.

María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.

Antecedentes que enferman

Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós. 

Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.

Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.

Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.

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Sabrina Ortíz presentó una iniciativa para frenar la Ley del Cáncer.
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