Nota
Entrevista con Francisco Ferrara: El campo en movimiento
«Nunca antes como ahora, el sistema avanzó tanto sobre la vida y por eso es necesario generar respuestas», así explica el resurgimiento de los movimientos campesinos Francisco Ferrara, autor de Los de la Tierra. De las Ligas Agrarias a los movimientos campesinos, el libro que Tinta Limón lanzará en marzo. Autor de una obra clásica que en los 70 visibilizó la organización política de los pequeños productores, el psicólogo social recorrió ahora las agrupaciones rurales y descubrió cómo se organizan, qué reclaman y cómo se relacionan con el poder. El pragmatismo, la defensa del medio ambiente y el mandar obedeciendo. De los revolucionarios armados de los 70 a los funcionarios kirchneristas de hoy, las organizaciones del campo son analizadas en esta entrevista con lavaca.
Lo que en su momento iba a ser una reedición, se convirtió en un nuevo trabajo de investigación: Los de la Tierra. De las Ligas Agrarias a los movimientos campesinos. Así se llama, el nuevo libro del psicólogo social Francisco Ferrara que editará en marzo el sello Tinta Limón.
Desde hace tiempo que Ferrara estaba tentado en volver a publicar Qué son las ligas agrarias: historia y documentos de las organizaciones campesinas del Nordeste argentino, un libro clásico agotado que el había escrito en 1973, después de haber estado preso tres años por tomar la Facultad de Filosofía y Letras durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. Pero habían pasado más de 30 años y la fotografía ya no era la misma.
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Ferrara siempre hizo de la investigación una militancia. Cada vez que pudo renegó del academicismo meramente observador, un modelo que considera arcaico y burocrático. ´´Yo pensaba de maneras más viva. Sé la comodidad que supone interpretar los hechos a la distancia, sentado en una biblioteca, pero en ese pasaje se pierden las vivencias de los humanos. Una cosa es la realidad y otro un cuadro sinóptico´´, sentencia.
Con ese espíritu recorrió y se mezcló con los nuevos movimientos campesinos, que comparten las formas cooperativas de producción, comercialización y preservación de sus semillas orgánicas, entre otras cosas como la lucha por la propiedad de la tierra y la defensa del medioambiente y los recursos naturales.
El resultado es un libro de dos partes. En la primera se reproduce aquél mítico trabajo de los 70, donde el autor hurga en los orígenes de las agrupaciones campesinas de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones. En la segunda, en cambio, descubre las nuevas formas de organización que aparecen como reacción a los embates de una dictadura atroz y de un neoliberalismo que arrasó con el pequeño productor.
– Tras el terrorismo de Estado y el neoliberalismo, ¿qué sobrevivió de las ligas agrarias?
– Las ligas fueron un proceso de masas increíble, eran miles y miles en esos campos. Había multitudes en el interior del Chaco, de Formosa, de Misiones, que organizaban marchas, grandes concentraciones y lograron llamar mucho la atención. Pero, a la vez, no dejaron de pasar por las mismas cuestiones que marcaron a fuego todos esos años. En el interior de las ligas, incluso, se expresó de manera muy viva la discusión sobre la toma del poder, sobre si el camino era la lucha armada o no. Y algunos núcleos importantes decidieron tomar esa vía, entonces el grado de exposición de estos movimientos fue muy alto. Las ligas fueron seriamente golpeadas, diezmadas.
– Pero las ligas agrarias no nacieron mirando el poder como un lugar a tomar.
– No, las ligas nacieron como un trabajo misional del Movimiento Rural de la Acción Católica. Fue un trabajo de estructuras de la Iglesia que venían con la impronta de Medellín, un evento importante del Consejo Episcopal Latinoamericano, y con la fuerza del tercermundismo. Es interesante ver el tránsito de esos jóvenes católicos, que arrancan con una posición evangelizadora, misionera y como al calor de su participación y su relación con los movimientos campesinos comienzan a aparecer en ellos un montón de cuestiones políticas que ni imaginaban.
– También hubo un factor económico en el surgimiento de estos movimientos.
– En aquellos tiempos uno de los ejes de su lucha era pelear por el precio de sus producciones: algodón, yerba, té, tabaco. Porque siempre eran perjudicados por los monopolios que acopiaban e imponían las reglas de juego. En ese contexto, los jóvenes de la Acción Católica se acercaron para evangelizar y realizar trabajo social de alfabetización, cuidados sanitarios, etcétera. Pero terminaron definiendo en sus documentos, allá por los 70, a la lucha de masas como la sistematización de la experiencia china. Después de todo, eran los ejes que se debatían también en la vida política, sindical y de los otros movimientos sociales. Y, como decía, también había que zanjar la división de la lucha armada. En el libro de los 70 yo fijaba posición, decía que ese camino iba para mal. Yo planteaba la opción de lo que se llamaba la autodefensa de masas, un método que va despegando acciones al compás de las posibilidades del sector y no por la decisión de un grupo que se despega. Cuando te despegas de la masa se reduce tu fuerza. Como pasó en muchos movimientos, la gente que componía la base quedó inerme, fue barrida y desaparecida. Encima, en el medio del campo la impunidad es mucho mayor. Cuando matan a un tipo en el monte, nadie se entera.
-¿Costó mucho reponerse de la represión?
– Fueron años terribles, donde la gente no quería hablar, encontrarse ni mirarse. Hubo un desmantelamiento muy fuerte de todo lo que había sido aquella organización fervorosa y reivindicativa. En un punto, la recomposición sindical fue mucho más fácil porque el movimiento obrero tenía una historia y una tradición institucional que no tenían las ligas agrarias, que eran movimientos relativamente nuevos. Una de las criticas que se hace hoy la gente del Movimiento Agrario Misionero es que en aquella pelea por los precios, terminaban por incluir a un solo tipo de campesino, que eran aquellos que tenían producción, pequeña tierra y posibilidad de pelear un precio. Los que estaban por debajo de eso, como el que producía para el autoconsumo, quedaba afuera. Ahora están más atentos y abiertos, platean cosas que eluden ese tipo de dicotomías. El tema ya no pasa tanto por los precios sino por un conjunto de cosas que afectan a la tenencia de la tierra, a la biodiversidad, a la expansión en el campo del modelo capitalista a gran escala. Los años 90 también fueron terribles para el campo, así como uno puede medir el desastre por la tasa de desocupación urbana, en el campo puede mirase a través de la tasa de expulsión de sus habitantes y por las conversiones de pequeñas parcelas en unidades mayores, en función de las necesidades del capitalismo.
-¿Por qué empiezan a resurgir los movimientos campesinos?
– El sistema genera las condiciones de su contrapartida. Nunca como ahora el sistema avanzó sobre la vida, envenenando el aire, la tierra, los ríos, abusando de los agroquímicos. Nunca se conoció una agresión tan intensa, nunca se conoció tal grado de concentración de la tierra, nunca se estableció un grado de monocultivo tan fuerte como el que se impone con el modelo sojero. Son cosas nuevas, que están arrinconando la vida. Entonces es necesario dar respuestas. Sería torpe luchar por el precio sin dar pelea por el medioambiente, el agua, la tierra, que están asociados a lo vital, a la posibilidad de susbsistencia.
-¿Qué herramientas tomaron estos nuevos movimientos de las viejas ligas agrarias?
– Una cosa que es propia de esos sectores es su modo de organización. En la militancia, la vida se juega mucho más que en el área urbana, porque viven en colonias, porque hacer un encuentro implica compartir todo un día en el que se come el asado, se cocina, se charla, se toma mate. En la metrópolis vas a militar un par de horas y te volvés a tu casa. No hay una cosa tan intensa de confluencia, donde los chicos dan vueltas mientras la señora mata un pollo. La vida y la actividad política forman un todo y eso se da igual que antes. Es una característica que ves en el MOCASE de Santiago del Estero, en APENOC de Córdoba, en la Red Puna de Jujuy, el ACOCAL de Salta, en el Cinturón de Huertas del Gran Buenos Aires, en la Unión de Trabajadores Sin Tierra de Mendoza.
– ¿Y qué cambió?
– Hay pilas de cosas que han cambiado y que le proponen a estos movimientos un abanico de respuestas y de posibilidades de trabajo. La cuestión del precio cambió por la de la comercialización, por ejemplo. Si el Movimiento Agrario Misionero vende sus yerbas en los canales del sistema, se lo chupan. Hay dos grandes cuellos de botella, uno es en el acopio de los molinos yerbateros y otro en la venta en los grandes supermercados: pasar por uno o por otro implica desaparecer o entregar tu producción. Entonces, crearon sus propio sistema de distribución. Detectaron en Buenos Aires unos tres mil compradores personales, después trabajan con distintos grupos en las universidades. Y así lograron vender por fuera de los supermercados. Otro ejemplo: los cabriteros de Córdoba, que se dieron cuenta de que cuando venían a comprarles los cabritos, se les llevaban los mejores y eso implicaba una selección genética. Cada vez se empobrecían más sus majadas. Hacen un esfuerzo vital para evitar eso, un trabajo bárbaro de concietización, porque es mucho más fácil venderle a un fulano que viene con la camioneta que hacer reuniones, armar stocks colectivos, realizar trabajos determinados.
-¿Qué potencia tienen hoy estos movimientos?
– Hay que ver cómo se la mide. Numéricamente no son muy importantes. Sin embargo, lo son porque son la única alternativa real al modelo. No hay otros, en ese sentido son muy importante. Están siendo testimonios del rostro más devastador del capitalismo. Ahí está el fenómeno de las ferias francas misioneras, otra forma de comercialización que crearon, donde ponen en contacto al productor con el vendedor. Y ahí se dan cosas interesantes que exceden el hecho mismo de la comercialización. En Posadas, por ejemplo, vienen a vender productores de otros pueblitos, y resulta que se encuentran con sus antiguos vecinos que se fueron a vivir a la ciudad. Es un trama vital, ahora se están planteando cómo puede intensificarse eso, cómo armar un lugar donde compradores y vendedores puedan comunicarse mejor. Hoy la impronta es distinta, es la necesidad de defender la vida. Este diálogo entre compradores y vendedores antes hubiera sido impensable, para ellos hubiera sido una boludez.
– ¿Considera este cambio como una evolución de los movimientos o como un retroceso, debido a que la realidad los arrinconó tanto que los obligó a comenzar desde bien abajo?
– La realidad les propone esos temas y ellos comienzan a responder. Se da una cosa mixta, evolucionaron de una manera tal que son capaces de encarar cosas como la comercialización o el trato entre vendedores y compradores porque el sistema hizo necesarias ese tipo de respuestas.
– ¿Hoy ya no se plantean la toma del poder?
– El poder hoy no es un tema en la medida que era entonces. Está claro que para ellos poder es llegar a una oficina del Estado para que les den un préstamo o para que los atiendan. Pero no está planteado como objetivo a alcanzar para lograr la mejoría social. Hubo intentos de armar frentes con movimientos de desocupados, pero los resultados no fueron buenos. Siguen siendo organizaciones más bien reivindicativas que otra cosa. Ahora tal vez habría que hacer una salvedad, que es el efecto que está teniendo el gobierno cuando pretende incorporar a estos movimientos.
– ¿Cómo responden ante estas situaciones?
– El Movimiento Campesino Indígena aceptó la dirección del Programa Social Agropecuario. Ellos dicen que no se van a dejar joder pero empiezan a estar en una pulseada que antes no se imaginaban. Hay que ver que son capaces de conseguir. Ellos argumentan que les permite desarrollarse en una determinada cantidad de lugares que de otra manera no podrían. El Movimiento Agrario Misionero, por ejemplo, apoyó a Rovira, el candidato oficial que buscaba la reelección indefinida. Hablando con los tipos del movimiento te dicen que había tanta mierda de un lado como del otro, que era tan malo Rovira como los Puerta o Macri que se escondían debajo de la sotana de Piña. En rigor no había una opción ideológica pura y clara, entonces respondieron según sus intereses y necesidades y podía ser que el oficialismo le financiara un gran secadero. Entonces, con los ojos cerrados apoyaron a Kirchner-Rovira. Es crudo.
– ¿Qué implica este nuevo pragmatismo?
– Al no tener en estos movimientos un fuerte peso la definición política-partidaria, la política pasó a ser algo menos rígido y se mueven en torno a situaciones que se configuran de una u otra manera y van viendo.
– ¿ Por qué se da la paradoja que los movimientos no se plantean el acceso al poder y el poder los va a buscar para integrarlos al gobierno?
– Este gobierno no tiene nada, por eso copta. No tiene un partido detrás. Lo que tiene es lo que pudo conseguir a través de la coptación o de los negocios políticos. Para el gobierno es fundamental enganchar distintos tipos de movimientos, no tiene otro capital político
– ¿Y qué pueden brindarle los movimientos campesinos al gobierno?
– Apoyo en una elección diciendo votemos a este hijo de puta porque si viene el otro hijo de puta perdemos lo que tenemos..
– ¿Los dirigentes campesinos que asumen en la función pública, lo hacen a título personal o en representación de sus organizaciones?
– Lo han discutido intensamente y ponen al movimiento como garantes.
– ¿A partir de este tipo de relaciones con el Estado hubo retracciones y pérdida de radicalidad en estos movimientos?
– Todavía es bastante reciente para sacar conclusiones. Pero ojo, porque algunos movimientos de trabajadores desocupados, como Barrios de Pie, que tiene a Jorge Ceballos en un cargo de la tercera línea del gobierno, ha crecido mucho. Hay tipos muy lúcidos que dicen que esto va mientras vaya así, que cuando se empiece a poner jodido se van a la mierda. Yo tuve que hacer un tránsito para poder entender estas cosas, tuve que cambiar mi cabeza. ¿El riesgo es cierta cosa de despolitización? Depende, no creo. Uno tiene que ser fiel a la defensa de los valores sociales que luchan contra la explotación, contra la prepotencia del ejercicio del poder. Eso es lo que quiero tener claro todo el tiempo.
– ¿La lógica de formar parte del Estado para ver qué beneficios se obtenían cómo se pensaba en los 70?
– Era una lógicaposible en el 73, a través del cambio político. Antes había una dictadura militar y era imposible hacer nada con cualquier gobierno. Pero sí se apostaba al cambio político con el camporismo, con el peronismo revolucionario que permitiría un acceso a los espacios del poder. En definitiva, la relación con el poder es un problema constante, vos lo resolvés y lo vas gestionando en función de la realidad que te toca. En este momento no hay una relativa debilidad en las alternativas superadoras del kirchnerismo y eso le da un espacio al gobierno en el que se mueve muy bien.
– ¿Son homogénos los nuevos movimientos campesinos?
– No, algunos sectores son mas pobres que otros. Hay improntas en los movimientos Está la Unión Sin Tierra de Mendoza y hay otroas agrupaciones donde predominan los chacareros, que tienen cinco, diez, doce hectáreas. En Salta, donde el poder latifundista está imbricado en el poder político, los integrantes del movimiento están en la lona. En Córdoba y Misiones, en cambio, se da una integración mixta.
– ¿A pesar de esas improntas disímiles el patrón de organización es similar?
– Todos funcionan mediante la horizontalidad, con todas las dificultades que eso tiene. La horizontalidad exige que uno sea capaz de hacerse cargo. Por lo general uno ve la tarea de los capanga, de los caciques, pero no ve que uno finalmente los promueve. Si queremos horizontalidad nos tenemos que hacer cargo de nosotros, si nos distraemos de eso, generamos las condiciones para que fulano o mengano se conviertan en los dirigentes. El eje de autonomía y horizontalidad llegó a niveles interesantes desde el 2001. Creo que todavía son tiempos breves para darle verdadera dimensión.
– ¿Cómo se conjuga esa política horizontal y no delegativa con la unción de dirigentes en funcionarios de un gobierno?
– Ese es un buen modelo para debatir. Si este compañero que asume un cargo es capaz de sostener su disposición a discutir asambleariamente lo que esta haciendo y si los compañeros son capaces de discutir lo que hace el compañero-funcionario sería un modelo interesante a debatir. Sería, si se quiere, el mandar obedeciendo del zapatismo.
– ¿Y se da ese debate?
– Está planteado así, pero todavía es muy reciente para ver el funcionamiento. Pero no se trataría de rendir cuentas al gobierno, sino al propio movimiento.
Nota
Otra ronda más: 43° Marcha de la Resistencia, 47 años de lucha

Un día como hoy de 1976, Ernesto Casariego, bancario, delegado gremial de la Caja de Ahorro y Seguros, fue detenido por un Grupo de Tareas de la ESMA. Continúa desaparecido. Un día como hoy, de 1976, Patricia Dillon y Luis Alberto Ciancio, militantes del Partido Comunista, estudiantes universitarios y padres de un bebé de ocho meses, fueron detenidos y desaparecidos. Ese bebé se llama Federico Ciancio y estuvo presente junto a cientos de personas hoy en la 43° Marcha de la Resistencia de Madres y Abuelas alrededor de la Pirámide de Mayo, la última antes del próximo 10 de diciembre en el que ocurrirán dos cosas: asumirá el presidente electo, el negacionista Javier Milei; el mismo día en el que en 1977 desapareció Azucena Villaflor, fundadora de Madres. Efemérides que hablan de la memoria en presente, en otra crónica de la ronda de los jueves.
Por Francisco Pandolfi
“Nuestra lucha no tiene fecha de vencimiento”, reza una bandera llena de pañuelos chiquitos, medianos y grandes. Dentro de uno, una consigna eterna: Memoria, Verdad y Justicia. La bandera está colgada en las rejas que enmarcan a la Pirámide de Mayo, esa que las Madres contornearon marchando, una y otra vez, desde el 30 de abril de 1977.
La de hoy, no es una ronda más, en el último día hábil previo a la asunción de Javier Milei como presidente, el próximo domingo 10 de diciembre.
El 10 de diciembre tampoco es un día más. A la conmemoración del Día de los Derechos Humanos, se le suma la desaparición en 1977 de Azucena Villaflor, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo. En esa jornada asumirá Milei.
Un 10 de diciembre de 1981, las Madres decidieron, en medio de una dictadura cívico militar que seguía haciendo estragos de todo tipo, organizar la Primera Marcha de la Resistencia, que duró 24 horas… 24 horas caminando alrededor de la Pirámide de Mayo exigiendo por la aparición con vida de sus hijas y sus hijos.
Esa fusión entre corporalidad en la calle y creatividad, puede marcar un camino para lo que se viene.
A 46 años de la primera ronda de las Madres, esta, la número 2382, no es una ronda más.
A 42 años de aquella primera Marcha de la Resistencia, esta, la número 43, no es una marcha más. No es una resistencia más.
Se siente en el aire, en el andar; se siente en las miradas, en la necesidad de estar hoy (y siempre); se siente en lo que se ve y en lo que se dice.
Jorge Gudiño tiene un bigote de esos que en los setenta no eran la excepción, sino la regla. Mantiene una mirada pícara, como de complicidad. La está sosteniendo a upa a su pareja, Gloria Domínguez, que se ríe a carcajadas. Tiene una risa que se está por salir de la foto. Esa foto que ahora lleva colgada Marcela, hermana de Jorge y cuñada de Gloria, desaparecidos desde el 15 de septiembre de 1976. “Hay que seguir luchando. Hay que seguir hasta que nos digan dónde está cada compañero”. ¿Cómo llegarles a quienes votaron a Milei? “Milei les va a llegar antes que nosostros, porque los va a hacer bosta. Todos lo vamos a sentir”.
El domingo por la mañana asumirá su mandato en el Congreso de la Nación un presidente elegido habiendo negado al terrorismo de Estado y a los 30 mil desaparecidos. Que habló de una guerra y de simples “excesos” de parte de las “Fuerzas del Estado”. La vicepresidenta que asumirá a su lado, Victoria Villarruel, es hija, nieta y sobrina de militares; mantiene una relación estrecha con genocidas presos por delitos de lesa humanidad; tildó de “personaje siniestro” a la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; y ya avisó que se imagina a la ESMA, el mayor centro clandestino de detención y hoy espacio de memoria, como un lugar para ser “disfrutado” por el pueblo argentino. En este contexto, la Unión del Personal Militar Asociación Civil ya le pidió a Milei que cierre la secretaría de Derechos Humanos.
Fernanda tiene 36 años, y lleva en brazos a su bebé de 9 meses. A su lado caminan su hija de 4, su compañero y su cuñada. Es de San Martín de los Andes. “No podíamos no estar acá. Peligra que cambie… peligra que desaparezca el recuerdo”, dice, con los ojos que rompen en llanto. ¿Cómo se sale? “Con unión, el individualismo no lleva a ningún lado. Y con respeto. El camino de la violencia es una cagada”.
Mientras camina la marcha, se leen los nombres y apellidos de detenidos-desaparecidos.
Medrano, Hugo José.
(Presente)
Medos, Hugo.
(Presente)
Meilán, Julio Reynaldo.
(Presente)
Meléndez, Graciela.
(Presente)
Hay gente preocupada, hay gente que llora. Y ahí está Norita Cortiñas, marchando en silla de ruedas junto a Mirta Baravalle y Elia Espen, con una sonrisa de lado a lado. “Venceremos”, dice. “Venceremos”, refuerza. “Venceremos”, asegura. Detrás, algunas banderas de organizaciones de izquierda, como el MST, el Partido Obrero, la Izquierda socialista. Ninguna cercana al oficialismo saliente.
MEJOR HABLAR DE CIERTAS COSAS
María tiene 26 años. Un mate en la mano y un termo que sostiene entre su torso y el codo. Una de las calcomanías pegadas reflejan por qué está acá: “Nunca Más”. “Vine por la memoria, para no olvidar que la lucha debe seguir siendo colectiva”. Hace una autocrítica: “Estamos mirando para adentro y hay que volver a las calles. Empecé a venir el jueves pasado porque los derechos ganados se tambalean. Vienen por todo, o eso es lo que dicen desde el discurso. Milei no ganó porque la mayoría está en contra de los derechos humanos, de las Madres y las Abuelas. Quienes no votamos a Milei debemos acercarnos a quienes sí. No sirve de nada ese discurso de que no se me acerque nadie que lo votó. Al contrario, más que nunca hay que dialogar con esas personas. Con ímpetu, que no prepondere el silencio, hay que hablar de ciertas cosas asumidas por algunos, porque para otros no están tan saldadas. Debatirlas para reafirmarlas, pero hablarlas al fin”.
Las banderas y los carteles que rodean a la Pirámide de Mayo son una especie de proclama colectiva, de freno, de blindaje a lo que se puede venir: “Ni un solo genocida suelto en las calles”. “Cárcel común perpetua y efectiva”. “Apertura de todos los archivos 1974-1983”, “Que digan dónde están”, “Nunca destruirán la memoria”.
Florencia lleva colgada una foto de su tía, Raquel Rubino, desaparecida el 23 de junio de 1976. Camina junto a su hija Morena, que está por celebrar los 14. “La historia me marcó, a mí y a mi familia. Mis papás no pudieron hablar por todo lo que sufrieron y yo pude recién a los 25. Mi hija es la que me hace hablar, la que me anima; ella es mi motor, de quien aprendo. Estamos acá porque hay un peligro real de perder lo logrado. Habrá que poner mucho el cuerpo, habrá que pensar ideas junto a las nuevas generaciones. La juventud está muy del lado de Milei”.
More la escucha y dice: “Quise venir porque hay que aprender de lo que pasó; me da curiosidad. En la escuela hablamos sobre estos temas, pero muchos de mis compañeros no se animan”. Agrega: “Hay que empezar a hablar más, porque lo que pasó, no puede volver nunca más”.
Melia, Daniel.
(Presente)
Melili, Horacio.
(Presente)
Memo, Claudio César.
(Presente)
Méndez, Orlando.
(Presente)
Santiago Morales tiene 33 años. Es sociólogo y especialista en infancias. Mientras marcha, hace pensar: “Empieza un nuevo momento de la historia de nuestro país. Fundamentalmente para una generación como la mía y las que vienen detrás. Un porcentaje grande de la sociedad con ideas pseudo progresistas creímos que éramos mayoría, y que la mayoría de la sociedad estaba a favor de la ESI, de la lucha por las mujeres, de la distribución de la riqueza y si vos mirás con una lectura diacrónica de la historia, en el siglo XX siempre las ideas de cambio fueron absoluta minoría. Te encontrás que por lo general lo que hubo fueron dictaduras, y por lo tanto sociedades que acompañaban desde el consenso, por temor, por represión, y también porque se creía en eso. Pienso que lo que pasa ahora es la confirmación de un nuevo comienzo de resistencia, y donde hay que construir un proyecto distinto de lo que se viene haciendo en los últimos 20 años, proyecto que estuvo basado más en la retórica y menos en la materialidad de la vida cotidiana; nos encontramos defendiendo derechos que no tenemos. Y esto le sucede a las amplias mayorías”. Completa: “La foto del presente es contundente, porque decimos que debemos defender los derechos y tenemos un 45% de personas en pobreza, un 65% de niñas y niños en pobreza. Entonces, esto no se puede sostener”.
¿Qué no puede faltar en este proyecto de vida? “Las ideas nuevas definitivamente deberán ser pensadas con las nuevas generaciones dentro, construirlas con ellas, que son las grandes ausentes en este proyecto político actual. Estoy diciendo una obviedad, ¿no? Que en buena medida la juventud haya apoyado a Milei, para nada quiere decir que se volvió de derecha, sí quiere decir que han estado afuera de la construcción de un proyecto colectivo en el presente. Votaron a Milei porque se sintieron en buena medida estafados. Un mundo adulto que te dice ‘tenés derechos, defendelos, seguí votándome a mí, que hace un montón de tiempo estoy en el ejercicio del poder garantizando los derechos que supuestamente vos tenés’. Pero en su vida cotidiana no pueden acceder a esos derechos: no les alcanza la guita, la policía los caga a palos, la escuela no es buena, no pueden alquilar, si tienen laburo es precarizado. Con esas limitaciones se encuentran los jóvenes. No hay una derechización de la juventud, lo que hay es una necesidad de cambio. Ante dos alternativas, continuidad y cambio, eligieron cambio”.
Carlos Loza es sobreviviente de la ESMA. En el acto de cierre de la marcha, dice ante una multitud: “No hay vuelta atrás en cuanto a los juicios, nuestras declaraciones son incontrastables. Seguiremos parados en el ejemplo de nuestras Madres, baluartes en esta lucha. Lo que viene no es nuevo y es siniestro; la historia nos lo enseñó. La represión de los setenta fue para acallar a quienes peleamos contra el ajuste, y el momento de hoy es similar a lo que ocurría en 1975, cuando Celestino Rodrigo asumió como Ministro de Economía. Lo primero que hizo fue devaluación, tarifazos, ajustes y recortes de salarios. O sea, esto ya sucedió, aunque estábamos mejor organizados. El 5 de junio de 1975 asumió Rodrigo y el 27 de junio estábamos en esta plaza, puteándolo tanto que tuvo que renunciar. Entonces, las empresas leyeron que su plan solo se podía aplicar con genocidio y ahí fue que empezaron a frecuentar Campo de Mayo”.
El resto, es historia, y es presente.
Un día como hoy, el 7 de diciembre de 1976, Ernesto Casariego, bancario, delegado gremial de la Caja de Ahorro y Seguros, fue detenido por un Grupo de Tareas de la ESMA. Continúa desaparecido.
Un día como hoy, el 7 de diciembre de 1976, Patricia Dillon y Luis Alberto Ciancio, militantes del Partido Comunista, estudiantes universitarios y padres de un bebé de ocho meses, fueron detenidos y desaparecidos. Sus restos fueron encontrados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Ese bebé se llama Federico Ciancio y le dice a MU, como puede, con lo que le sale, un día como hoy: “Mis reflexiones de este momento pueden imaginarlas, es igual a como estamos muchos. Peléandole a la angustia y juntando fuerzas para la lucha que se viene”.
El jueves próximo, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.
Nota
Cecilia Basaldúa: gracias a la lucha familiar designan un nuevo fiscal en la causa

La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte llevó a Córdoba una carpeta con miles de firmas que reclamaban la designación de un nuevo fiscal. Lo lograron: después de la feria judicial tomará la causa Nelson Lingua. ¿Qué debe investigar? El rol de Mainardi y su círculo en el femicidio, la casa con manchas de sangre a pocos metros del lugar de hallazgo del cuerpo, la complicidad policial y el intento de la fiscal Paula Kelm de inculpar a un perejil. Todo lo que debe hacer una familia para conseguir justicia, cuando el Estado encubre.
Por Bernardina Rosini
desde Córdoba
Susana y Daniel Basaldúa entraron a la oficina del Fiscal General de Córdoba con una carpeta con miles de firmas de apoyo al pedido de designación de un fiscal para la investigación del femicidio de Cecilia de manera urgente. Lo lograron: fueron recibidos con la novedad de que después de un año y medio se hará cargo de la causa Nelson Lingua. Los padres de la joven asesinada en Capilla del Monte en 2020 estuvieron acompañados por decenas de personas, entre las que se encontraban sus abogadas, Daniela Pavón y Gisela Videla y el abogado de la Secretaría de Derechos Humanos Gerardo Battistón.
La lucha por un fiscal
Desde que el entonces fiscal a cargo, Reymundo Barrera, de Cruz del Eje, se jubiló, la instrucción quedó en punto muerto. Esta inacción motivó en junio pasado una primera reunión con el fiscal general Juan Manuel Salgado, sin resultados. Esta nueva reunión fue distinta, según Daniel Basaldúa expresó luego del encuentro: “Nosotros veníamos a exigir un fiscal que tome la investigación: por ese lado, saldo positivo. Venimos hace meses con una investigación que no tenía una persona a cargo y se la pasaban de mano cada 10 días. Vinimos con 3.000 firmas pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”.
El padre de Cecilia se muestra satisfecho con esta designación y con el compromiso que acompañó el Fiscal General de ocuparse personalmente que la investigación se mantenga activa y de informarse mensualmente de lo que vaya aconteciendo en la instrucción.


Lo que no se investiga
Desde el momento del hallazgo del cuerpo en abril de 2020 la familia de Cecilia sostiene que las líneas de investigación del crimen han sido deliberadamente manipuladas y material probatorio de contundencia, ignorado. Tal es es así que el juicio realizado en el año 2022 se sostenía únicamente en la confesión lograda a base de puños y amenazas por parte de personal policial a Lucas Bustos, un joven poblador rural sobre el cual no pesaba ninguna prueba siquiera que haya conocido a Cecilia.
Por el otro lado, las sospechas familiares recaen sobre Mario Mainardi, última persona que con certeza se sabe vió con vida a Cecilia y a quien nunca se investigó a pesar de que el luminol, sustancia que revela la presencia de rastros de sangre, diera positivo en 11 puntos de su casa; entre otros aspectos que lo implican y que fueron descartados exhibiendo cuanto menos, intencionalidad de encubrimiento, jamás investigados.
Estas cuestiones fueron nuevamente expresadas por el matrimonio Basaldúa y sus representantes ayer en el Palacio de Tribunales, en la oficina del Fiscal General. “Existe un claro interés de no investigar lo que propone la familia” afirma Daniela Pavón. La abogada comparte su preocupación por el tiempo perdido: “Semanas atrás hubo un incendio en una casa de Capilla del Monte que había sido señalada como un posible escenario del crimen”.


La casa
En medio de la pandemia los dueños de esa casa de veraneo se acercaron a chequearla y se encontraron que en una de las habitaciones estaba manchada de sangre. Los propietarios realizaron la denuncia, la policía se acercó y tomó muestras. La ubicación de la casa es a tan sólo 600 metros de donde fue encontrado el cuerpo de Cecilia el 25 de abril del 2020.
La fiscalía tenía el cuerpo de la joven por un lado y, a unos pocos metros, un cuarto de una casa abandonada manchado con sangre. Pero sin embargo no dió curso a la investigación y los análisis sobre las muestras extraídas de la casa nunca se realizaron. “Tememos que se haya perdido mucho material probatorio por falta de trabajo, de desidia de la fiscalía. Solicitamos hace mucho tiempo que se realicen las pericias y se tomen las muestras en ese lugar. Esperamos con ansias que haya un cambio de ritmo y de eficacia en la investigación con la incorporación y el liderazgo del doctor Lingua”, dice Pavón.

La corrupción
La construcción para intentar inculpar a un perejil realizada por la fiscal Paula Kelm y posteriormente el fiscal de Cámara Sergio Cuello en el juicio contra Lucas Bustos se deshizo por carecer de pruebas. Y si lo que se presenta claro y manifiesto es desestimado, la complicidad policial y judicial parece ya evidente.
¿Tomará el nuevo fiscal Lingua las líneas de investigación que señala la familia?
Mientras eso está por verse, Daniel y Susana participan hoy en la 17° Marcha de la Gorra en Córdoba capital y luego estarán en Capilla del Monte para seguir reclamando justicia en las calles.

Nota
Luna hace escuela: presentan una placa recordatoria de la joven asesinada, en reclamo de justicia

La joven de 19 años iba a la primaria n° 18 de Tigre, donde ayer se descubrió una placa para recordar su femicidio y reclamar justicia. El femicida Isaías Villarreal vive cerca de esa institución y de la casa de la familia Luna. El acompañamiento de las y los alumnos, de organizaciones sociales, del Ministerio de Mujeres bonaerense, y las palabras de sus padres.
«Es un momento importante: el Estado está reconociendo que es un femicidio. Falta que la justicia lo pueda ver”.
Marisa, mamá de Luna Ortiz, dice estas palabras frente a la escuela primaria n°18 de Tigre adónde iba su hija. Ahí, sobre la vereda y a metros de la puerta, se presentó ayer martes 6 de diciembre una señalización con la cara de Luna y una inscripción con una frase de la banda Callejeros que la recuerda: «Hoy desde el cielo me guian tus ojos a donde voy».


Del otro lado de la reja, alumnos y alumnas de 6to grado armaron guirnaldas de carteles que en letra imprenta piden que frene la violencia: «Si me querés no me grites», «mi vida tiene valor, mi cuerpo no tiene precio», «no más maltrato», «nos queremos vivas y libres».
«Es una reparación», dice Facundo, su papá, acompañado por otros familiares de víctimas de femicidios que viajaron desde distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, por vecinas, amigas de Luna, y por autoridades del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad bonaerense.
Luna Ortiz tenía 19 años cuando fue contactada por Isaías Villarreal el 2 de junio de 2017 mediante Facebook. Se encontraron y él la llevó a su casa, donde la esperaban otros dos hombres: ahí la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid en el que la intercambiaban como mercancía. Un día después, el 3 de junio de 2017, encontraron el cuerpo de Luna sin vida en la casa del propio Villarreal.
Dos años después, el fiscal Marcelo Fuenzalida, de la Unidad Funcional de Instrucción de Violencia de Género San Isidro, caratuló su muerte como “abandono de persona seguido de muerte con suministro de estupefacientes a título gratuito”. Ese año el TOC 7 de San Isidro condenó a Villarreal a 14 años de prisión. Pero en marzo de 2021, los jueces de la Sala I de la Cámara de Casación Penal de La Plata, Daniel Alfredo Carral, Ricardo Ramón Maidana y Ricardo Borinsky, dieron lugar a un pedido de la defensa y cambiaron la carátula a “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal en concurso real con homicidio imprudente” por lo que finalmente el femicida recibió una pena de 4 años y 11 meses.




Con el cambio de carátula, Villareal consiguió en 2022 la excarcelación. Desde entonces vive a pocas cuadras de la casa de donde vivía Luna, en el mismo barrio en donde ahora se la recuerda en la escuela.
Por eso Ailén, amiga de Luna, dice: «Para mí es plasmar que acá no está todo bien, que si él está en la calle no está todo bien, que él no es inocente de lo que hizo, que tiene que pasar y verle la cara hermosa que tenía y saber que no está todo bien, que nunca va a estar todo bien, y ojalá la justicia algún día revea el error que cometió».




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