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Ley de Medios: otro round, con final abierto

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Cuando el presidente de la Corte Suprema agradeció a todos el esfuerzo realizado y anunció que el tribunal comenzaba a deliberar, la sala de audiencias quedó inmersa en un clima teatral. Los defensores de la posición del Grupo Clarín tendían a mostrar gestos adustos y escapaban a las preguntas, mientras que del lado oficialista se recuperaba un muy cauto optimismo, siendo que 24 hora antes todos daban la batalla por perdida. En este núcleo se sintetizaba el momento con tres palabras. “Ahora o nunca”.

Ley de Medios: otro round, con final abierto

La audiencia del viernes. Foto: Télam


Clarín centró sus argumentos en que no es un monopolio, y que limitar su posición en el mercado implica afectar la libertad de expresión de un medio crítico. Los representantes oficiales sostuvieron lo contrario: toda desconcentración de grupos corporativos es la que garantiza la pluralidad de voces.
Clarín planteó que se perderán puestos de trabajo y aumentarán las tarifas al público. El gobierno respondió que al contrario: las tarifas ya son altas, bajarán en todo caso por la mayor competencia, y tener una empresa concentrada (con cable, tv, radios, etc) brinda menos puestos de trabajo que tener muchas empresas y medios en funcionamiento.
La sesión consistió en 17 preguntas efectuadas al grupo que defendía la argumentación del multimedio, y 36 a los representantes gubernamentales que defendieron la constitucionalidad de la Ley aprobada hace ya 4 años y sometida a eternas cautelares y demoras para evitar la adecuación del Grupo Clarín a esa norma a la que ya se han adecuado el resto de los medios audiovisuales.
Hubo datos demostrativos de la concentración de mercado actual, según informaron a la Corte los representantes oficales: hay 1117 licencias en manos de 709 licenciatarios. Clarín tiene 237. El segundo es el grupo Uno, con 49. El tercero tiene 18, 12 de ellas en sociedad con Clarín. Más de 600 tienen una sola licencia.
Un curioso argumento de los representantes del grupo fue el de considerar a Clarín el único medio crítico actualmente, y el único que además realiza periodismo de investigación, desvarío sobre el que la Corte no efectuó repregunta alguna.
Periodistas por la mitad
Al comenzar la audiencia había la mitad de periodistas de la jornada anterior. Desde el comienzo, se retiró el sillón destinado al juez Raúl Zaffaroni, enigmáticamente ausente por un viaje al exterior. El resto de los jueces habían ingresado al recinto a las 10:03, cuando Ricardo Lorenzetti dio comienzo a la audiencia. Hizo una serie de consideraciones sobre cómo se resolvió el mecanismo de los “amicus” y agregó: “Pareciera que la cuestión es sencilla: cada parte sostiene que la solución es muy simple y es decidir en su favor. Pero lo que la Corte tiene aquí es un caso. Los principios constitucionales están claros, las posiciones también, pero nosotros tenemos la necesidad de indagar cuestiones muy concretas”.
Clarín, pase al frente
Primero fue el turno de Clarín. Pasaron al frente diez personas. Al frente del micrófono se ubicó Damián Cassino, abogado del Grupo.
El secretario de la Corte fue leyendo cada pregunta, con la mirada atenta de Lorenzetti, quien fue el único de los jueces que repreguntó y manejó el micrófono.
La primera pregunta: “La ley 26.522 (Art 1) declara que busca desconcentrar la propiedad de los medios de comunicación y aumentar la pluralidad de voces en beneficio de derecho a la información del público. En el mismo sentido, la Constitución protege la competencia (arts 43 y 42). ¿Por qué la actora sostiene que se afecta la libertad de expresión?”
Cassino comienza a responder con argumentos como“Afecta la sustentabilidad”, o “hay que entender cómo están estructurados los servicios”.
Cuando comenzó a citar un caso concreto de Cablevisión, Lorenzetti lo frenó: “Sobre eso le vamos a preguntar luego. Concretamente sobre la pregunta, sobre la afectación directa”.
Cassino reformula y pasa. Lorenzetti pide la próxima pregunta. No es un buen comienzo para el multimedio.
Nueva pregunta “¿Cuál es su opinión respecto del derecho de los ciudadanos a recibir una información proveniente de una pluralidad de fuentes informativas que compitan entre sí?”
Quien respondió fue María Angélica Gelli, constitucionalista. Dijo que están de acuerdo en ese punto con la Ley “pero los medios arbitrados no favorecen la pluralidad”,  y agregó que “no se usa la totalidad del espectro, que es infinito y abiertos a todos”.
Preguntó la Corte si de mantenerse la conformación actual del Grupo Clarín en lo que respecta a la titularidad de licencias, se va a garantizar la pluralidad y diversidad de voces y opiniones. Respuesta obvia de Cassino: “Entendemos que hay mucha pluralidad”.
Internet & Cable
Los profesionales del Grupo Clarín sostuvieron que limitar a un medio en la escala (el tamaño y la diversidad de medios que posee) es atentar contra la libertad de expresión. Si se reduce la escala de la empresa no podría sostenerse, ni invertir. Y por lo tanto, al limitar su escala, no puede competir en el mercado.
Más tarde los representantes oficiales refutarían ese argumento planteando que ningún grupo es tan grande como Clarín, todos se han adecuado a la Ley, y nadie se ha fundido.
Clarín: al reducir los ingresos (por ejemplo la cantidad de abonados al cable) se pierde competitividad. El economista Carlos Winograd planteó que la adecuación le hará perder al grupo hasta 10.000 millones de pesos.
La Corte planteó si la escala (el tamaño) del grupo no es en sí una barrera para que entren al mercado nuevos participantes. Cassino: “Con la tecnología que existe hoy en día es imposible que haya barreras de entrada al mercado. Por ejemplo, esta audiencia se está transmitiendo a través de Internet para todo el mundo”. Lorenzetti lo frenó: la Ley no regula el servicio de Internet. “Son indivisibles” dijo Cassino.
Toda la audiencia surfeó esas confusiones: “monopolio” no es “posición dominante”. Al decirle “monopolio” a Clarín se facilita que niegue esa condición, porque obviamente hay otros medios, lo cual no quita su posición dominante e incluso monopólica en muchas localidades en las que el control de la transmisión de fútbol fue el puente para fundir canales de cable y comprarlos a bajo precio para monopolizar los canales de muchas ciudades, como lo recordaron los representantes oficiales.
Cassino, apoyado también por el abogado Alejandro Carrió, dijo que en el mercado de las telecomunicaciones Clarín es el competidor más pequeño en comparación con Telecom y Telefónica, donde aparece claramente una posición monopólica o duopólica (y este tema quedará pendiente para los que realmente consideren que las corporaciones atentan contra la democracia).
Ante otras preguntas, los representantes del Grupo dijeron que donde se deje de dar el servicio de cable tampoco se podrá brindar el de Internet porque “son dos servicios con la misma infraestructura”.
Estado, pase al frente
El sector oficial se vio representado por la abogada Graciana Peñafort, una de las autoras de la Ley y Daniel Larrache del AFSCA, como pivotes de un grupo de unas 10 personas. Larrache informó que hay 14 adecuaciones y 15 tramitándose. “Es decir, 29 licenciatarios adecuados o en trámite de hacerlo”. Incluso se presentó el socio propietario del 40% de Cablevisión. Sólo Clarín rechaza la norma.
Los funcionarios desmintieron la hipotética pérdida de fuentes de trabajo. Peñafort recordó que la Ley se hizo en base a audiencias colectivas de las que participaron los sindicatos del sector: otro de sus objetivos es justamente ampliar la cantidad de fuentes de trabajo a partir de la desconcentración mediática. Larrache explicó que se han dado 600 licencias de radio, 200 a organizaciones sin fines de lucro, entre 15 y 18 a pueblos originarios.
Pregunta rara de la Corte: “Si se deseaba reducir la cantidad de licencias del Grupo Clarín, concedidas por el decreto 527/05 ¿por qué no se utilizó la misma vía, es decir un decreto dejándolas sin efecto?” Peñaforte advirtió que la pregunta era inorrecta porque el gobierno “no desea” reducir la cantidad de licencias sino evitar la concentración del mercado. Lorenzetti dijo que la pregunta se refería a los efectos de la norma. La respuesta, en todo caso, no quedó saldada, pero siempre resulta mejor que haya una ley y no un decreto para resolver estos temas.
Los números de la concentración, según Larrache; hay 1117 licencias en manos de 709 licenciatarios. Clarín tiene 237. El segundo es el grupo Uno, con 49. El tercero tiene 18, 12 de ellas en sociedad con Clarín. Más de 600 tienen una sola licencia.
Cuando Lorenzetti anunció la última pregunta la doctora Peñafort replicó en tono risueño: “Menos mal”.
Luego pasó el perito Néstor Alessandría que un tanto anémicamente defendió todas las posiciones del grupo, anunciando que se reducirá la oferta de Internet, se impedirá la inversión empresaria y señalando que poner un límite en el 35% del mercado es arbitrario.
Los representantes de Clarín luego esbozaron que lo que hay es un hostigamiento hacia lo que curiosamente llaman el “único” (?) medio crítico que existe actualmente, que gracias a su nivel económico es también el único (!) que realiza lo que la señora Gelly llama “periodismo de investigación”. Nadie le repreguntó a esta dama a qué llama ella periodismo de investigación, aunque tal vez sea mejor no saberlo.
Fue más eficiente el planteo de Cassini: “Si ya dieron 600 licencias, ¿para qué quieren las del Grupo Clarín? ¿Para silenciar una voz crítica?” Sugirieron además que la sustentabilidad económica de las empresas es indispensable para su independencia, y cuestionaron el manejo arbitrario de la pauta oficial.
La respuesta del gobierno quedó en manos de Martín Sabbatella, titular del AFSCA, que reiteró la necesidad de luchar contra situaciones monopólicas en defensa de la pluralidad de voces. Recordó que Clarín inició y logró un proceso de concentración económica durante la dictadura militar (mediante la turbia entrega de Papel Prensa).
Recordó también que el grupo, gracias a esa concentración, pudo crecer mientras el país se hundía en la segunda mitad de los 90. Dijo que es mentira que la Ley puede fundir a las empresas. “El socio de Clarín en Cablevisión se presentó voluntariamente y dijo que quería adecuarse a la norma, y no es porque tenga vocación suicida o de fudirse”.
“Nunca menos libertad de expresión, y nunca más concentración mediática.  Está en sus manos, ministros de la Corte, que la democracia pueda seguir avanzando, o que retrocedamos”.
 
Todas las preguntas de la Corte Suprema a las partes, aquí: https://www.cij.gov.ar/adj/pdfs/ADJ-0.839659001377796628.pdf
La presentación que preparó el AFSCA y sólo pudo emitir parcialmente, aquí: https://www.afsca.gob.ar/wp-content/uploads/2013/08/29-08-2013_audiencia-publica_WEB.pdf

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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