Nota
Ley de Medios: otro round, con final abierto
Cuando el presidente de la Corte Suprema agradeció a todos el esfuerzo realizado y anunció que el tribunal comenzaba a deliberar, la sala de audiencias quedó inmersa en un clima teatral. Los defensores de la posición del Grupo Clarín tendían a mostrar gestos adustos y escapaban a las preguntas, mientras que del lado oficialista se recuperaba un muy cauto optimismo, siendo que 24 hora antes todos daban la batalla por perdida. En este núcleo se sintetizaba el momento con tres palabras. “Ahora o nunca”.

La audiencia del viernes. Foto: Télam
Clarín centró sus argumentos en que no es un monopolio, y que limitar su posición en el mercado implica afectar la libertad de expresión de un medio crítico. Los representantes oficiales sostuvieron lo contrario: toda desconcentración de grupos corporativos es la que garantiza la pluralidad de voces.
Clarín planteó que se perderán puestos de trabajo y aumentarán las tarifas al público. El gobierno respondió que al contrario: las tarifas ya son altas, bajarán en todo caso por la mayor competencia, y tener una empresa concentrada (con cable, tv, radios, etc) brinda menos puestos de trabajo que tener muchas empresas y medios en funcionamiento.
La sesión consistió en 17 preguntas efectuadas al grupo que defendía la argumentación del multimedio, y 36 a los representantes gubernamentales que defendieron la constitucionalidad de la Ley aprobada hace ya 4 años y sometida a eternas cautelares y demoras para evitar la adecuación del Grupo Clarín a esa norma a la que ya se han adecuado el resto de los medios audiovisuales.
Hubo datos demostrativos de la concentración de mercado actual, según informaron a la Corte los representantes oficales: hay 1117 licencias en manos de 709 licenciatarios. Clarín tiene 237. El segundo es el grupo Uno, con 49. El tercero tiene 18, 12 de ellas en sociedad con Clarín. Más de 600 tienen una sola licencia.
Un curioso argumento de los representantes del grupo fue el de considerar a Clarín el único medio crítico actualmente, y el único que además realiza periodismo de investigación, desvarío sobre el que la Corte no efectuó repregunta alguna.
Periodistas por la mitad
Al comenzar la audiencia había la mitad de periodistas de la jornada anterior. Desde el comienzo, se retiró el sillón destinado al juez Raúl Zaffaroni, enigmáticamente ausente por un viaje al exterior. El resto de los jueces habían ingresado al recinto a las 10:03, cuando Ricardo Lorenzetti dio comienzo a la audiencia. Hizo una serie de consideraciones sobre cómo se resolvió el mecanismo de los “amicus” y agregó: “Pareciera que la cuestión es sencilla: cada parte sostiene que la solución es muy simple y es decidir en su favor. Pero lo que la Corte tiene aquí es un caso. Los principios constitucionales están claros, las posiciones también, pero nosotros tenemos la necesidad de indagar cuestiones muy concretas”.
Clarín, pase al frente
Primero fue el turno de Clarín. Pasaron al frente diez personas. Al frente del micrófono se ubicó Damián Cassino, abogado del Grupo.
El secretario de la Corte fue leyendo cada pregunta, con la mirada atenta de Lorenzetti, quien fue el único de los jueces que repreguntó y manejó el micrófono.
La primera pregunta: “La ley 26.522 (Art 1) declara que busca desconcentrar la propiedad de los medios de comunicación y aumentar la pluralidad de voces en beneficio de derecho a la información del público. En el mismo sentido, la Constitución protege la competencia (arts 43 y 42). ¿Por qué la actora sostiene que se afecta la libertad de expresión?”
Cassino comienza a responder con argumentos como“Afecta la sustentabilidad”, o “hay que entender cómo están estructurados los servicios”.
Cuando comenzó a citar un caso concreto de Cablevisión, Lorenzetti lo frenó: “Sobre eso le vamos a preguntar luego. Concretamente sobre la pregunta, sobre la afectación directa”.
Cassino reformula y pasa. Lorenzetti pide la próxima pregunta. No es un buen comienzo para el multimedio.
Nueva pregunta “¿Cuál es su opinión respecto del derecho de los ciudadanos a recibir una información proveniente de una pluralidad de fuentes informativas que compitan entre sí?”
Quien respondió fue María Angélica Gelli, constitucionalista. Dijo que están de acuerdo en ese punto con la Ley “pero los medios arbitrados no favorecen la pluralidad”, y agregó que “no se usa la totalidad del espectro, que es infinito y abiertos a todos”.
Preguntó la Corte si de mantenerse la conformación actual del Grupo Clarín en lo que respecta a la titularidad de licencias, se va a garantizar la pluralidad y diversidad de voces y opiniones. Respuesta obvia de Cassino: “Entendemos que hay mucha pluralidad”.
Internet & Cable
Los profesionales del Grupo Clarín sostuvieron que limitar a un medio en la escala (el tamaño y la diversidad de medios que posee) es atentar contra la libertad de expresión. Si se reduce la escala de la empresa no podría sostenerse, ni invertir. Y por lo tanto, al limitar su escala, no puede competir en el mercado.
Más tarde los representantes oficiales refutarían ese argumento planteando que ningún grupo es tan grande como Clarín, todos se han adecuado a la Ley, y nadie se ha fundido.
Clarín: al reducir los ingresos (por ejemplo la cantidad de abonados al cable) se pierde competitividad. El economista Carlos Winograd planteó que la adecuación le hará perder al grupo hasta 10.000 millones de pesos.
La Corte planteó si la escala (el tamaño) del grupo no es en sí una barrera para que entren al mercado nuevos participantes. Cassino: “Con la tecnología que existe hoy en día es imposible que haya barreras de entrada al mercado. Por ejemplo, esta audiencia se está transmitiendo a través de Internet para todo el mundo”. Lorenzetti lo frenó: la Ley no regula el servicio de Internet. “Son indivisibles” dijo Cassino.
Toda la audiencia surfeó esas confusiones: “monopolio” no es “posición dominante”. Al decirle “monopolio” a Clarín se facilita que niegue esa condición, porque obviamente hay otros medios, lo cual no quita su posición dominante e incluso monopólica en muchas localidades en las que el control de la transmisión de fútbol fue el puente para fundir canales de cable y comprarlos a bajo precio para monopolizar los canales de muchas ciudades, como lo recordaron los representantes oficiales.
Cassino, apoyado también por el abogado Alejandro Carrió, dijo que en el mercado de las telecomunicaciones Clarín es el competidor más pequeño en comparación con Telecom y Telefónica, donde aparece claramente una posición monopólica o duopólica (y este tema quedará pendiente para los que realmente consideren que las corporaciones atentan contra la democracia).
Ante otras preguntas, los representantes del Grupo dijeron que donde se deje de dar el servicio de cable tampoco se podrá brindar el de Internet porque “son dos servicios con la misma infraestructura”.
Estado, pase al frente
El sector oficial se vio representado por la abogada Graciana Peñafort, una de las autoras de la Ley y Daniel Larrache del AFSCA, como pivotes de un grupo de unas 10 personas. Larrache informó que hay 14 adecuaciones y 15 tramitándose. “Es decir, 29 licenciatarios adecuados o en trámite de hacerlo”. Incluso se presentó el socio propietario del 40% de Cablevisión. Sólo Clarín rechaza la norma.
Los funcionarios desmintieron la hipotética pérdida de fuentes de trabajo. Peñafort recordó que la Ley se hizo en base a audiencias colectivas de las que participaron los sindicatos del sector: otro de sus objetivos es justamente ampliar la cantidad de fuentes de trabajo a partir de la desconcentración mediática. Larrache explicó que se han dado 600 licencias de radio, 200 a organizaciones sin fines de lucro, entre 15 y 18 a pueblos originarios.
Pregunta rara de la Corte: “Si se deseaba reducir la cantidad de licencias del Grupo Clarín, concedidas por el decreto 527/05 ¿por qué no se utilizó la misma vía, es decir un decreto dejándolas sin efecto?” Peñaforte advirtió que la pregunta era inorrecta porque el gobierno “no desea” reducir la cantidad de licencias sino evitar la concentración del mercado. Lorenzetti dijo que la pregunta se refería a los efectos de la norma. La respuesta, en todo caso, no quedó saldada, pero siempre resulta mejor que haya una ley y no un decreto para resolver estos temas.
Los números de la concentración, según Larrache; hay 1117 licencias en manos de 709 licenciatarios. Clarín tiene 237. El segundo es el grupo Uno, con 49. El tercero tiene 18, 12 de ellas en sociedad con Clarín. Más de 600 tienen una sola licencia.
Cuando Lorenzetti anunció la última pregunta la doctora Peñafort replicó en tono risueño: “Menos mal”.
Luego pasó el perito Néstor Alessandría que un tanto anémicamente defendió todas las posiciones del grupo, anunciando que se reducirá la oferta de Internet, se impedirá la inversión empresaria y señalando que poner un límite en el 35% del mercado es arbitrario.
Los representantes de Clarín luego esbozaron que lo que hay es un hostigamiento hacia lo que curiosamente llaman el “único” (?) medio crítico que existe actualmente, que gracias a su nivel económico es también el único (!) que realiza lo que la señora Gelly llama “periodismo de investigación”. Nadie le repreguntó a esta dama a qué llama ella periodismo de investigación, aunque tal vez sea mejor no saberlo.
Fue más eficiente el planteo de Cassini: “Si ya dieron 600 licencias, ¿para qué quieren las del Grupo Clarín? ¿Para silenciar una voz crítica?” Sugirieron además que la sustentabilidad económica de las empresas es indispensable para su independencia, y cuestionaron el manejo arbitrario de la pauta oficial.
La respuesta del gobierno quedó en manos de Martín Sabbatella, titular del AFSCA, que reiteró la necesidad de luchar contra situaciones monopólicas en defensa de la pluralidad de voces. Recordó que Clarín inició y logró un proceso de concentración económica durante la dictadura militar (mediante la turbia entrega de Papel Prensa).
Recordó también que el grupo, gracias a esa concentración, pudo crecer mientras el país se hundía en la segunda mitad de los 90. Dijo que es mentira que la Ley puede fundir a las empresas. “El socio de Clarín en Cablevisión se presentó voluntariamente y dijo que quería adecuarse a la norma, y no es porque tenga vocación suicida o de fudirse”.
“Nunca menos libertad de expresión, y nunca más concentración mediática. Está en sus manos, ministros de la Corte, que la democracia pueda seguir avanzando, o que retrocedamos”.
Todas las preguntas de la Corte Suprema a las partes, aquí: https://www.cij.gov.ar/adj/pdfs/ADJ-0.839659001377796628.pdf
La presentación que preparó el AFSCA y sólo pudo emitir parcialmente, aquí: https://www.afsca.gob.ar/wp-content/uploads/2013/08/29-08-2013_audiencia-publica_WEB.pdf
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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