Nota
Mapuches en Bariloche: radiografía de una persecución

La agencia Lavaca viajó al lugar en el que cuatro mujeres y nueve niñas y niños continúan bajo arresto domiciliario, pero fuera de su territorio de Villa Mascardi. El brutal operativo policial de desalojo tiene una respuesta en las paredes: “Libertad mapuche”. Los reclamos en una conferencia de prensa, el rol de la Machi (una de las detenidas), las contradicciones de la investigación, y el extraño récord de una pistola de juguete que ya fue secuestrada dos veces por la policía: antes, tras el crimen de Rafael Nahel; ahora, tras un desalojo injusto y violento. En la foto de arriba, de Euge Neme, se ve a las mujeres mapuches cuando, tras el desalojo, fueron trasladadas a la SENAF (Secretaría de niñez adolescencia y familia).
Por Francisco Pandolfi (desde Bariloche).
Alcanza con poner un pie en Bariloche para sentir las tensiones que, lejos de amainar, se potencian día tras día. Las calles hablan solas. “Libertad mapuche”, dice una inscripción tan atemporal como actual: aún permanecen detenidas cuatro mujeres –junto a sus nueve crianzas– con prisión preventiva domiciliaria. Domiciliaria pero no en su territorio (lof Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi) ni en sus rukas (casas) ni en su comunidad, de donde fueron brutalmente desalojadas el pasado 4 de octubre por el Comando Unificado que ordenó crear Aníbal Fernández, cabeza del Ministerio de Seguridad de la Nación, tras la orden de allanamiento dictada por la jueza Silvana Domínguez.
“Libertad mapuche” es mucho más que una proclama coyuntural. Es un reclamo histórico. Y un reclamo presente. Latente.
El monumento

Un par de horas después de arribar a Bariloche, que da la bienvenida con picos montañosos nevados y un frío primaveral, empieza una conferencia de prensa que denuncia una nueva persecución. El Centro Comunitario “10 de diciembre” está lleno de colores, de consignas y aloja a tres referencias del Pueblo Mapuche-Tehuelche allanados el último sábado: María Nahuel, Sixto Jones y María Isabel Huala.
“Más allá de este último hecho, se trata de una persecución que lleva más de 150 años. El Estado no está dimensionando lo que está haciendo, que es una vergüenza; con represión, balas, desalojos, echando culpas o buscando demonios internos, no parará –sino todo lo contrario– a esta violencia que sufrimos como pueblo y que sufren nuestros niños”, arranca Huala, con una voz suave, harta, firme. Una faja roja, su trarilonco, abraza la cabeza de Jones. Describe: “La gente sabe que esta tierra, estos árboles, estos lagos, están bañados de nuestra sangre. Esta persecución nos pasa hace 200 años y yo la sufrí desde muy chiquito… cada vez que veía un policía o un gendarme, tenía terror, porque se dedicaron a matar a nuestra gente. Por si fuera poco, debemos soportar un monumento del genocida más grande que tenemos acá. Es lo mismo que le pongan un momumento de Hitler a los judíos. Es criminal”.
¿Qué es una Machi?
María Nahuel lleva un pañuelo que le tapa el pelo, pero no la resistencia. Es mamá de Betiana Colhuan Nahuel, que además de ser una de las detenidas es la Machi de la comunidad: quien puede tratar y curar enfermedades.
En el despojo de principios de octubre, arrasaron con las rukas y con el Rehue (altar) de la machi, sitio sagrado en la cosmovisión mapuche. “Una vez más sufrimos un allanamiento, pero esta vez fue la primera en que mis nietos fueron golpeados y violentados. El sábado estábamos durmiendo cuando entraron con mucha violencia, nos rodearon la casa, nos apuntaron. Yo ya estoy acostumbrada a que me violente el Estado, a que no me respete”, denuncia María Nahuel, miembro de la comunidad lof Lafken Winkul Mapu.
¿Quiénes son terroristas?
Los ocho allanamientos fueron en simultáneo, en distintos puntos de la ciudad y ordenados por el Ministerio Público Fiscal de Neuquén, con la colaboración del Ministerio Público Fiscal de Río Negro y la policía de esta provincia. “Al entrar, lo primero que hicieron fue sacarme el celular. Ni siquiera pude llamar al abogado, sino que ellos mismos buscaron el número y lo llamaron. Se metieron a revolver y a revolear todo, le rompieron la cama a una de mis nietas porque se pararon arriba. Mis nietas no pueden dormir bien desde ese día, se despiertan llorando y gritando”, relata María Isabel Huala. El abogado al que hace referencia se llama Gustavo Franquet, y es uno de los letrados de las comunidades. Explica: “El marco de los allanamientos se da por el incendio de máquinas de Vialidad Nacional que ocurrió hace unas semanas, pero el caso presenta irregularidades puntuales. Por ejemplo, la orden de allanamiento decía que debía allanarse la casa de María Nahuel, donde tiene domicilio Matías Santana, su yerno, pero la orden era para buscar pertenencias de Santana y sin embargo se llevaron el celular de María Nahuel de manera injustificada e ilegal”.
Completa: “Inmediatamente después del incendio de las máquinas allanaron la comunidad mapuche Paicil Antriao, de Villa La Angostura, Neuquén, y ahora lo que hicieron en Bariloche fue allanar a todos referentes. Entonces, para decirlo gráficamente, están pescando con red; o sea, no tienen ni idea quiénes pueden haber sido las personas que quemaron esas máquinas, pero igual allanan a los mapuches. No tienen ninguna prueba, fue un allanamiento totalmente impune”.
Un tablón de madera sobre dos caballetes hace de mesa para la conferencia de prensa. Se lo puede ver tímidamente, bajo una tela colorida que lo cubre casi en su totalidad. La bandera mapuche está ahí, y también colgada en una pared del costado, y en otra pared de atrás. “No somos terroristas, somos mapuches”, expresa María Nahuel.
Agrega: “Queremos volver a nuestro territorio, que los pichis (niñas-niños) vuelvan a su territorio, porque hoy no tienen nada; nos han tirado todo abajo, pero empezaremos una vez más. Hoy nuestros pichis están acostumbrados a tener la mochilita armada por si el Estado los viene a sacar. Es lamentable, pero es así”.
El arma de juguete x 2

María es la tía de Rafael Nahuel, asesinado por el Grupo Albatros de Prefectura el 25 de noviembre de 2017, en otra de las represiones sufridas por la lof Lafken Winkul Mapu. Días después del crimen de Rafita, en un nuevo allanamiento, las Fuerzas de Seguridad por aquel entonces acicateadas por Patricia Bullrich, se llevaron un «arma» de la comunidad. Recuerda María Isabel Huala, y hace un paralelismo entre lo ocurrido hace cinco años y hace cuatro días: “Cuando nos allanaron aquella vez, se llevaron un arma de juguete, de cebita, con la que juegan mis nietos. Y ahora se llevaron la misma arma, reconociendo que no era real. Eso hace el Estado, nos persigue, nos violenta y se lleva las armas de juguetes de los nenes”.

Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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