Nota
Miguel Benasayag: homo sapiens 2.0
Argentino exiliado en Francia, tiene media docena de títulos y otros tantos doctorados, pero su mayor experiencia la adquirió como integrante del ERP. Esa mezcla le permite una mirada única sobre temas inquietantes: cómo se modificó el cerebro de la especie humana y qué tipo de ser originó el sistema de poder actual, dominado por la macroeconomía y la técnica.
Argentino exiliado en Francia, tiene media docena de títulos y otros tantos doctorados, pero su mayor experiencia la adquirió como integrante del ERP. Esa mezcla le permite una mirada única sobre temas inquietantes: cómo se modificó el cerebro de la especie humana y qué tipo de ser originó el sistema de poder actual, dominado por la macroeconomía y la técnica. Temas difíciles que explica con humor y ejemplos criollos. De los genes a Macri.
Estudió Medicina, luego psiquiatría, antropología, espistemología y neuro-fisio-patología, entre otras cosas, pero su formación académica la recibió en el ERP-PRT, que completó con un posgrado en Cárcel y un doctorado en Exilio. Miguel Benasayag es científico y militante, dos formas de adquirir conocimiento que construyeron un estilo propio, muy particular. Para escucharlo hay que deslumbrarse primero con sus definiciones expuestas con carisma y humor, afrontar el desasosiego que producen sus revelaciones sobre la actualidad global a escala humana y celebrar cuando el militante recupera el timón del charla y la ilumina señalando no arriba, no el horizonte, sino este pedacito de suelo que pisamos hoy, a partir del cual podemos construir un destino diferente.
A esa tarea de crear juntos, acá y ahora, una forma de vida mejor él la llama “construir un zócalo”.
Así estamos.
Glup.
¿Cómo llegamos tan abajo?El viaje es largo y su ruta fue construida con la promesa de un falso destino final: el Progreso.
Si tengo que explicarlo con mi nivel de colectivero de la línea Ciudadela-Púan, anunciaría las siguientes paradas:
- Sociedad feudal: gobierno de las almas. Pastores al poder, controlan los rebaños. Parada Michael Focault, ramal 1.
- Sociedad moderna: gobierno de las poblaciones. El Estado al poder, controla a los ciudadanos clasificados según su potencia productiva: sexo, raza y clase. Nace el biopoder. Parada Michael Foucault, ramal 2.
- Sociedad posmoderna: gobierno de las subjetividades. El mercado al poder, controla cómo somos y queremos ser. Nace la sociedad de control a cielo abierto. Parada Gilles Delleuze esquina Félix Guattari.
- Sociedad transgénica: gobierno de la especie. La ciencia y la técnica al poder, gobiernan los genes. Señoras y señores: llegamos a destino. Parada Miguel Benasayag.
Bajen y lean.
Lo nuevo
Mi doble formación en las llamadas ciencias duras y en las ciencias humanas trato de aplicarla para comprender los cambios de paradigmas entre lo que Focault llama la modernidad y lo que está pasando ahora. Hoy ese cambio es de mutaciones reales: lo vivo está cambiando. No se trata solo de que hoy otro paradigma cultural, tampoco es un cambio de cartografía, sino de territorio, de la materialidad del mundo. Estamos viviendo un cambio absolutamente radical y mayor. Lo que investigo, entonces, desde un laboratorio y cruzando diferentes investigaciones, saberes y disciplinas, responde a una pregunta: veamos qué es lo que empieza ahora, qué está emergiendo.
Pedrito tiene celu
En general la idea que uno tiene es que los seres humanos son objetivamente los mismos aunque vivan en sistemas diferentes. Mi trabajo investiga, en distintos niveles, cómo un ser humano que vive en un sistema no es fisiológicamente igual a otro que vive en una constelación moderna. Y la pregunta es ¿por qué? Lo que está pasando ahora, el cambio que está sucediendo ahora, es un cambio radical en la materialidad del Hombre, en la especie humana. Todos los biólogos que trabajan e investigan la evolución humana están convencidos de eso. Hay algo que está pasando a nivel biológico y que está marcado por las técnicas de la inmediatez y la comunicación, entre otras cosas. Por ejemplo: la idea naif dice que Pedrito antes no tenía un celular y ahora Pedrito tiene un celular. Y punto. Lo que yo estudio es si Pedrito sin el teléfono celular es el mismo Pedrito, pero con teléfono. Culturalmente, por supuesto, es más evidente que hay una diferencia. Mi trabajo es investigar qué cambió en el cerebro de Pedrito: si anatómica y neuronalmente es el mismo.
Pedrito tiene compu
Pedrito ahora tiene una computadora. Perfecto. Po otra parte sabemos que la plasticidad neuronal está relacionada con mecanismos de reciclaje. Un ejemplo: las conexiones y las neuronas que se ocupan de la lectura. El hombre de las cavernas no las necesitaba. Y no es que antes de que se inventara la escritura estaban ahí aburriéndose, esperando que se invente el libro: se ocupaban de otra cosa. ¿En qué? En desarrollar una cierta capacidad de cazador, en la atención y detección de los peligros y potencialidades del medioambiente. Ahora ya sabemos que esas zonas utilizadas por el cerebro del hombre de las cavernas, a partir de la escritura y de la lectura silenciosa, se reciclaron. La especie humana toda perdió en ese reciclaje habilidades que eran imprescindibles para el hombre de las cavernas. A nivel anatómico esto puede verse: el cerebro del hombre de la modernidad es más liso que el del hombre de las cavernas. Ese alisamiento representa un proceso que llamamos de desterritorialización. ¿Qué significa? Que el hombre moderno se transforma en un tonto con respecto al medioambiente. Pero ojo: lo que una especie pierde otra especie se lo apropia. Es lo que llamamos co-evolución. Todo lo viviente está relacionado. ¿Qué está pasando ahora con el cerebro de Pedrito desde que tiene una computadora? Bueno: que desde la lectura silenciosa no se veía una transformación análoga a nivel cerebral. Estamos con el cerebro más lisito. Es decir, más desterritorializados.
Se me prendió una neurona
Cuando las computadoras aparecen, aparecen sobre todo mecanismos de cálculo y de memoria. Y de repente la especie humana empieza a delegar esas funciones en la computadora. Poco a poco, el cerebro se va transformando: pasa de ser un cerebro esculpido – con recuerdos, olvidos, traumas, intensidades diferentes- a un procesador de información. ¿Qué significa esto? Que estamos otra vez ante un proceso de reciclaje neuronal. En el laboratorio estamos viendo ahora mismo cómo se produce ese reciclaje neuronal, vemos muy bien cuáles son las neuronas que se alumbran y cómo esas neuronas se prendían antes por otra cosa. ¿Po qué? Porque se está produciendo una reorganización del cerebro humano. ¿Cómo? Se está transformando en un aparato de procesar información, pero de una manera especial: esa información en ningún momento hace mella, no esculpe, no marca. Simplemente es flujo, pasa.
Mutantes
Si la tendencia actual pudiera afirmarse, nuestro cerebro terminaría siendo totalmente liso. Pero constatamos que la tendencia actual no se completa, por emergencia de síntomas y disfuncionamientos. O sea: hay algo que disfunciona, rompe el proceso. Pero también notamos que los núcleos subcorticales que se ocupan de las coordenadas espacio-temporales se atrofian. Eso parecería ser una tendencia afirmada. Es decir: no es que el tipo ese que está ahora cruzando la calle ya no sabe dónde está el Obelisco. Lo que seguro no sabe es dónde está el Norte o el Sur, la derecha y la izquierda de su medio ambiente. Ese es el proceso irreversible: vamos perdiendo de a poco la noción de espacio porque la noción cerebral que nos ayuda a situarnos territorialmente se atrofia. Son ejemplos tontos, ya lo sé, pero los uso para dar una idea simple de algo enorme: la raza humana está mutando. La idea tonta es creer que una mutación significa que ahora van a nacer bebés con tres orejas, pero las mutaciones no necesitan ser anatómicamente tan explícitas para tener el efecto de cambiar a toda la especie.
Ser transgénico
¿Es lo mismo una especie humana territorializada que una desterritorializada? Es decir, ¿es lo mismo que seamos seres con conciencia de nuestro espacio vital o no? Nuestra respuesta es clara: no es lo mismo. Y lo demostramos con nuestras investigaciones. El mundo de la desterritorializacion de lo viviente construye un viviente diferente: el viviente transgénico.
Apartheid genético
¿Esto es bueno o malo? ¿Es mejor o peor? Veamos. Hoy en día hay todo un mambo con las llamadas nanotecnologías, la manipulación genética y todas esas tecnologías derivadas de las corporaciones biotecnológicas que nos plantean escenarios muy complejos. Por ejemplo: ponele que en tal lugar hay un problema de salud concreto creado por la contaminación que producen los agrotóxicos de Monsanto. OK. La corporación biotécnológica está en condiciones hoy de ofrecerte una modificación genética que te hace inmune al veneno de Monsanto. ¿Esto qué significa? Que están las puertas abiertas para que se produzca una modificación de lo vivo. Ya lo sabemos a nivel de las semillas de la soja, por ejemplo. Pero a nivel de lo humano lo que representa es nada menos que la posibilidad de romper la unidad de la especie. Un aparheid genético.
Lo que se rompe
Todo esto se hace en nombre del bien, del progreso. Pero los científicos ya sabemos lo que pasa después, las consecuencias: al cabo de una cierta cantidad de mutaciones manipuladas se rompe la unidad de la especie. No te reproducís con cualquiera. Es lo que pasa en las plantas y algunos animales genéticamente modificados.
Lo anormal
Vemos ahora que representan estos cambios a nivel de sistema, de organización social. El fenómeno fundamental de estos tiempos es que hay una organización automatizada del poder, aquello que Focault llamaba “la estrategia sin estrategas”. Esa forma de poder que funciona de manera autónoma está representada por lo que llamamos la macro economía y la técnica. Son las dos cosas que hoy ordenan la realidad. Los nuevos lugares sagrados. Es cierto que hay canallas horribles, políticos corruptos, especuladores inescrupulosos que están destruyendo el mundo y se aprovechan hasta de sus escombros. Pero no hay nadie que esté dirigiendo ese proceso. Pongamos un ejemplo: Magnetto, el malo de la película de estos días. Por más hijo de puta que sea Magnetto, el problema estructural no se llama Magnetto. Él está al servicio de esta combinatoria macro económica. Y si el mañana no quiere hacer más la hijoputez que está haciendo hoy, lo rajan y ponen a otro. Los canallas horribles lo único que pueden hacer es ocupar puestos importantes adentro de una estrategia sin estratega. El poder lo tiene la macroeconomía y la técnica y lo ejerce creando focos de valores. Todo lo que la técnica hace posible se transforma en normatividad: es “normal” porque así es el “progreso”.
La mentira del progreso
El progreso sin un mito -en el sentido antropológico, y con materialidad objetiva- no tiene ningún sentido. Para que alguien pueda decir “hay progreso” tiene que saber que ayer estaba en Chacarita, hoy en Medrano y que, en realidad, a dónde quiere llegar es a Leandro N. Alem. Para que haya progreso primero tiene que haber un trayecto con un objetivo. Es muy importante darse cuenta que hoy cuando nos dicen que tal avance técnico-cientifico es un progreso lo que nos están diciendo es una mentira ideológica.
El nacimiento de la política
La política nace en la modernidad occidental en el momento de la sacralización de la sociedad: hay un desplazamiento de los lugares sagrados hacia la sociedad. La sacralización de lo social le da al hombre – como promesa, como devenir- todos los atributos de cualquier sacralidad: todo le está permitido, no ya, sino cuando llegue el momento. Entonces aparece la idea de que si el Hombre es el sujeto sagrado, tiene que poder decidir de todo. Tiene que poder decidir del fin de la injusticia, de la escasez, dela enfermedad… La política es eso.
El desteje
Hoy en día, ese Hombre de modernidad está desterritorializado de él mismo: se está destejiendo. Y la política manifiesta este desteje en la perdida de potencia de la relación de las personas con sus instituciones. Está pasando exactamente lo mismo que en el Renacimiento, cuando la Iglesia le dice a Galileo: “Te vamos a matar: la Tierra no se mueve” pero las naves del Vaticano navegaban con las cartografías de Galileo. Estamos en ese punto.
Macri y los mediocres
Ahora tenemos a las iglesias modernas – los partidos y sus candidatos-, demostrando que hay que ser muy ignorante para ser político. Y que están muy al pedo. Porque, ¿de qué se ocupa un candidato? Solamente de ser elegido. Si sos muy inteligente olvídate de ser candidato. Para ser candidato tenés que ser un mediocre total. Tenés que querer aprovecharte del poder y esas cosas… Es rarísimo que hoy aparezca un Mandela , aunque es cierto que de vez en cuando aparece un tipo decente. ¿Qué pasa entonces? Esos tipos y tipas, cuando están del otro lado, se dan cuenta de que no es posible hacer nada; o muy poco. No es que traicionan: no pueden hacer nada. Entonces, claro, van a hacer alguito para mantener un consenso, pero no tocar la macroestructura : eso es lo imposible. El secreto que mejor conocen los políticos mediocres es la impotencia. Y les rompe las pelotas que la gente lo empuje, lo empuje… porque no pueden, no pueden. Macri no puede y está chocho. Ese es el secreto del mediocre.
El apartheid social
¿Cuál es la diferencia entre Macri y los otros? Macri tiene una diferencia fundamental que le da una potencia enorme. Macri, como todos los políticos neoliberales, sabe que mañana no va a haber agua para todo el mundo; sabe del desastre. Entonces dice: hay que construir barrios cerrados, ciudades cerradas, hay que construir ya el apartheid social que haga que nosotros, los privilegiados, podamos seguir viviendo.
El arte como resistencia
Donde hay poder hay resistencia, es cierto. Lo que nosotros vemos que resiste a esta fuerza horizontal de la técnica y la macroecnonomía, lo único que vemos que resiste son los cuerpos. Los cuerpos de los bichos, de las plantas y los nuestros también. Pero esa resistencia no se puede comprender como heroica y positiva. La resistencia a eso no son 5 hippies o 3 izquierdistas haciendo tai chi: la resistencia hoy es el desarrollo del cáncer. La resistencia se expresa en la no-viabilidad de esas vidas. La gente se muere de cáncer, la gente se vuelve loca… Lo único positivo de del sufrimiento de esos cuerpos se expresa en el arte. En el teatro y danza en particular, cuando manifiesta esta resistencia, este despedazamiento de los cuerpos, cuando nos recuerda que así no puede ser: no es posible. Ese arte no está dando pistas sobre las nuevas formas de asociación que podrían emerger en este proceso de resistencia que nos enferma.
Hormigas y cucarachas
El otro día escuchaba en la radio a Víctor Hugo. Él tiene una periodista que se ocupa de ecología que informa sobre el desastre. Victor Hugo siempre le dice: ´No hay que dejar de hacer, pero tampoco ser tremendista. Todo sistema se autoregula´. Entonces y así el único problema que no deja dormir a Víctor Hugo en paz es el cretino de Magnetto. Lo que no sabe Víctor Hugo –y si lo supiera capaz que le provocaría un insomnio mayor que Clarín- es que por supuesto que el ecosistema se va a autoregular, pero no tenemos ningún contrato firmado con nadie para que esa autoregulación nos incluya. Las hormigas y las cucharas, sí.
Demagogia cero
Ojo: yo pienso que hay que juzgar a los militares y meterlos en cana, lanzar la Ley de Medios, pero, a la vez, trabajar en un plano más profundo. Para usar una metáfora médica: estoy de acuerdo con las curas paliativas del sida; pero hace falta que alguien se arremangue ya y empiece a estudiar la posibilidad de una vacuna.
Izquierda y desarrollo
Mientras puteamos a Magnetto se está creando en la gente la ilusión de que si este hijo de puta no estuviera más la vida, nuestra vida, sería mejor. Y eso es gravísimo: canaliza la potencia de la gente en un problema que es periférico con respecto al engranaje real. ¿Es una crítica al gobierno? OK Entonces soy opositor y voto a la izquierda. La izquierda gana. Ojo: digo que la verdadera izquierda gana, la más radical. Perfecto. ¿Qué piensa esa izquierda? Que sin desarrollo de las fuerzas productivas no hay posibilidad de justicia social. Seguramente tendrá todas las justificaciones teóricas para pensar eso, pero hay un problema: si sigue este tipo de desarrollo, el planeta explota. Ningún partido, ni por más radical de izquierda que sea, puede hoy decir: “O encontramos nuevos modos de consumo, intercambios, de compartir, o esto se va al carajo”. Y esa es la cruel verdad de estos tiempos. Pero, ¿quién gana una elección diciendo: “Si llegamos al poder van a tener que olvidarse de usar el aire acondicionado y la 4 x 4 se la van a meter en el culo”. No los vota nadie.
La enfermedad del trabajo
No hay más trabajo para todos. Es un hecho. Marx no lo sabía porque no tuvo en cuenta la finitud del modelo productivo en relación al crecimiento poblacional. Pero también es un hecho que la puerta de entrada al cáncer y la locura es el trabajo Hablo del más formal y mejor pago: el corporativo. El sistema enferma y enloquece desde ahí. Esa es otra cruel verdad de estos tiempos. Y así La Verdad se va transformando en algo cada más complejo y difícil. Una amenaza enorme. Yo, que adoro a Sartre, sé que prefirió ocultar el desastre que era la Unión Soviética para “no desesperar a la clase obrera”. Terrible error. Todo el trabajo de base que hacemos, todos los espacios que construyamos, tienen que lograr la potencia de cambio de la que es capaz la gente sin que sea a costa de ocultar la verdad, por más compleja y desesperante que nos parezca. Porque quizás esa complejidad sea la base de la potencia de nuestra acción.
Lecciones de ayer
El conflicto siempre es múltiple. Y hay una gran conflictualidad en Argentina. Conflictualidad quiere decir que no hay dos bordes, sino muchos. Lo aprendí en los años 70, con el feminismo, la contracultura del rock, el hipismo, las pequeñas comunidades, las luchas revolucionarias… La represión, ¿qué hizo? Atacar esos niveles de conflictualidad -culturales, artísticos, sociales-, hasta llegar al enfrentamiento armado. Y cuando llegó ahí, ya habían ganado. Y nosotros -para hablar solamente de lo que conozco, del ERP- caímos en la trampa de ir al enfrentamiento de Los Malos vs Los Buenos. En vez de retroceder y decir: «Bueno, paremos a pensar. Acá el nivel de conflictualidad está desapareciendo y estamos quedando reducidos a una sola cosa». Nosotros, que solidariamente imprimíamos el diario del Frente de Liberación Homosexual, nosotros, para quienes el Che Guevara era el tipo que había defendido el arte surrealista no figurativo frente a la bosta del realismo socialista, nosotros caímos en la trampa de enfrentar el buró político del bien contra el buró político del mal. Aparecieron entonces los grados militares, los uniformes, y toda una manga de horrores que llevaron a decir: «El tipo que canta canciones de protesta tiene que agarrar los fierros». ¿Por qué? Porque así los dirigentes podían dar libre curso a su deseo totalitario de enfrentamiento. Esto es lo que acabo de co-escribir con mi ex comandante Luis Mattini, en un libro donde explico esta posición y él me contesta. Y no lo escribo para renegar de esa experiencia: de todos los doctorados y diplomas que tengo, considero que lo más importante lo aprendí en los años de militancia en el ERP y los años de cárcel.
Pensar el somos
¿Qué haría ahora si estuviese militando en Argentina? Lo primero que haría es decir: «Paremos de decir pelotudeces. Lo segundo, es dejar de pensar en función de la dupla esperanza/desesperanza. Y pensar la acción en función de potencia concreta. Por último, pensar qué queremos ser juntos. El “somos”. Si el somos es la suma se hombres y mujeres absolutamente impotencializados, serializados, el desastre es inevitable. No hay que ceder al nihilismo nazi estilo Macri que proclama “la armonía es para pocos” ni caer en el horror moderno que dice “Como ustedes tienen hambre no hay otra: rompamos la montaña y saquemos oro”. Hay que pensar en términos de la alegría que produce la acción, la potencia concreta. Y pensar ese “somos” más allá de hombres y mujeres, incluso más allá de la especie humana. Pensarla en términos de ecosistemas.
El zócalo
Lo que tenemos que crear en un zócalo común. Pero concretamente ¿Con quiénes? Para encontrarlos recurro a Marcuse, cuando nos habla de la potencialidad de los márgenes: desclasados, villeros, pobres, inmigrantes. Ese es el eje de mi militancia. Ahora mismo, por ejemplo, estoy trabajando en París con inmigrantes islámicos. Y es un desafío. Estamos hablando de una cultura que no solo oculta a las mujeres tras un velo: les cercena el clítoris. ¿Cómo construir con esas personas el zócalo? Tratamos de ver que, en realidad, los cuerpos son un problema que tenemos en común. Eso saca al occidental del lugar de avance que, efectivamente, la lucha del feminismo y los homosexuales había logrado, para mostrar que hoy tanto Occidente como Oriente tienen en común un zócalo horrible: el odio total de los cuerpos. Uno trata de borrarlo técnicamente y el otro, religiosamente.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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