#NiUnaMás
#NiUnaMenos: un grito urgente que recorrió todo el país
En un nuevo aniversario, las movilizaciones en Argentina no se detuvieron a pesar del aislamiento social, preventivo y obligatorio. En Mar del Plata, y con la presencia de las familias de Lucía Pérez y Agustina Fredes, la marcha fue con barbijo hasta Tribunales para también exigir justicia por los femicidios de Claudia Repetto y Belén Rivero. En Córdoba, el pedido de verdad y justicia por Cecilia Basaldúa, asesinada en abril, fue uno de los gritos más urgentes, en una movilización que recorrió todas las instituciones del Estado en el municipio. Las acciones también se replicaron en Bariloche, Rosario, Salta y San Luis. Marta Montero, mamá de Lucía, subraya a lavaca: “Que tengamos que salir a la calle para decir que no nos maten más es tristísimo”.

“La calle es el lugar en el que tenemos que estar”, afirmó a lavaca Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, asesinada en Mar del Plata en el 2016, horas antes de concentrarse frente a los Tribunales marplatenses para después marchar hacia el monumento de la Plaza San Martín.
“Si los femicidas siguen transitando libremente la ciudad, nosotres estaremos en las calles exigiendo justicia”, fue la consigna con la que se convocó a movilizar con barbijo y con distanciamiento social este 3 de junio, nuevo aniversario del grito Ni Una Menos en Argentina. Marta llevó la foto de Lucía, mientras Guillermo y Matias, papá y hermano de Lucía, llevaron la bandera en la que se lee: “Lucía, tus pasos por esta vida quedarán marcados en nuestros corazones”. Blanca, mamá de Agustina Fredes, caminó con la foto de su hija en el pecho, mientras desde una campera estampada también se gritaba justicia por Nancy Segura, asesinada en 2017.
Fue Marta quien dio el contexto de la marcha: “Mar del Plata es una ciudad sumamente violenta con la mujer. Se caracteriza por ser un lugar de muchísima violencia, ¿Cuántos femicidios hubo antes y después de Lucía? Se la conoce como ciudad feliz, ¿feliz de qué?, porque no creo que una familia a la que le matan a una hija pueda seguir siendo feliz, es una ciudad feliz para algunos, porque acá el Estado no se hace cargo, ni la justicia se hace cargo”.
Frente a esa falta de respuesta, la propuesta fue encontrarse frente a Tribunales, para señalar así su responsabilidad. En lo que va del año, en la ciudad balnearia hubo, al menos, dos femicidios: Claudia Repetto, de 53 años, que estuvo desparecida 27 días y fue su familia la que terminó deteniendo al femicida, Ricardo Rodríguez, que caminaba por la ciudad; y Jordana Belén Rivero, de 28 años, arrojada desde un balcón por su pareja Bernardo Bara.
“Que tengamos que salir a la calle para decir que no nos maten más es tristísimo”, subrayó Marta, que aún espera la anulación del fallo por el cual el poder judicial dejó impune el femicidio de su hija. “Salir a pedir al Estado que se haga presente, que no nos maten, salir por nuestros derechos. Lo vamos a seguir haciendo porque nada ha cambiado: si algo hubiera cambiado no estaríamos en la calle”.
Capilla del Monte: la marcha que recorrió las instituciones estatales
“Soy Lucía y Micaela, soy Ada, soy Susana y soy Florencia, soy la niña que subiste por la fuerza, soy la madre que ahora llora por sus muertas y soy esa que te hará pagar las cuentas”, cantaron en San Marcos Sierra, Córdoba, las mujeres que salieron a marchar contra las violencias machistas.
“En Capilla cantamos el mismo tema, fue muy emocionante”, contó a lavaca Liliana Martín, del Movimiento Plurinacional de Mujeres de Capilla del Monte, que movilizó a las 11 de la mañana. Este 3 de junio, por tercera vez, pintaron un banco de rojo en el Jardín de la Memoria “para mantener la memoria de las víctimas de femicidio en nuestra localidad”. El banco rojo representa para ellas “un emblema universal del lugar ocupado por una mujer que fue víctima de femicidio por ‘aquellos que decían amarlas’”. Desde ahí arrancaron la marcha con postas en distintas instituciones: Comisaría y Juzgado de Paz, Hospital, Escuela, Municipio, Consejo deliberante y terminaron en el Servicio local de asistencia a víctimas de violencia.

“A pesar de que hace un frío brutal y hoy sin sol, estuvo muy concurrida, quedamos felices”, apuntó Liliana. “Recordamos todos los femicidios de Capilla que no son pocos. Lo que se siente estar con las compañeras es impresionante porque estamos convencidas que la red de mujeres es lo que nos sostiene y este Ni Una Menos fue notorio y muy importante”.
Y aseveró: “Ya no hay excusas para seguir escondiendo bajo la alfombra todo lo que pasó en Capilla y lo que sigue pasando. Sentimos que solo nosotras movilizadas logramos cosas. Por ejemplo, el intendente y los concejales se sienten obligados a participar, no nos coartaron en ningún momento y la marcha salió perfecta”.
En la marcha participaron familiares de Yamila Garay y Sabrina Ochoa, asesinadas por sus parejas; los hijos de Sabrina pintaron una bandera que fue una de las que encabezó la marcha. En cada posta reclamaron lo que era inherente a cada una de las instituciones y expusieron demandas propias de la localidad, que leyeron en voz alta, y que el Movimiento Plurinacional publicó en su cuenta de Facebook.
Sobre la situación actual, enfatizaron en el comunicado: “La pandemia profundizó todas las desigualdades estructurales que afectan principalmente a mujeres, niñes e integrantes del colectivo LGBTIQ. Sabemos que para las víctimas que conviven con su agresor, el hogar no es un lugar seguro. Los femicidios son los únicos delitos que no descendieron desde el inicio de la cuarentena, por eso es urgente que se declare la emergencia”.
Liliana explica que la sociedad de Capilla del Monte agradece la organización y las acciones del Movimiento, pero que por otra parte “de golpe sale gente que dice está todo bien pero no tenemos que ensuciar el espacio público porque hicimos unos esténciles en el piso”. Y subraya: “Es como si la gente no quisiera ver, y eso es lo peor que nos puede pasar”.
-¿Cómo hacen con esa negación de la sociedad que no quiere ver?
-Nos queda insistir y contestar que peor es que las calles estén manchadas de sangre. Es el mismo discurso de “tenía la pollera corta”, “por algo fue”, “con quien se juntaba” eso es parte de por qué ocurren los femicidios. En el fondo el pensamiento patriarcal siempre va a terminar en ese lugar, que la culpa en parte la tenía la víctima.
-¿Qué acciones tomar desde lo político para transformar lo social?
-Queremos avanzar en que el poder político nos escuche y los estamos haciendo cargo de un montón de cosas. Nos queda insistir y romper los ovarios y las pelotas de los que estén como funcionarios. Se derogaron ordenanzas que tenían que ver con las violencias contra las mujeres y pedimos que se restituyan. Les exigimos al Concejo y al Ejecutivo que trabaje con la comunidad, entre ellas con las escuelas donde no se está implementando la ley de Educación Sexual Integral. No se pueden meter en las escuelas pero sí pueden decir que nos están matando y están abusando de nuestras niñas, que hace falta la ESI. Es todo un entramado que lleva mucha energía.
Verdad y Justicia por Cecilia Gisela Basaldúa fue uno de los reclamos más fuertes en Córdoba de este Ni Una Menos 2020. La desaparición y femicidio de la joven viajera en abril, golpeó a toda la comunidad de Capilla del Monte. El único detenido es un joven de 23 años, pero la familia está convencida de que es un “perejil”. Además, el caso de Cecilia destapó una olla a presión: la violencia institucional de la Policía local y la inoperancia patriarcal del Poder Judicial, por la lentitud de la investigación y porque aún no están los resultados del ADN en el cuerpo de Cecilia. Además, el abogado de Lucas Bustos, Sergio Sánchez, declaró en una entrevista al medio local FM 91.7 Sierras de Córdoba que un presunto testigo incógnito sabría detalles del femicidio de Cecilia sobre cómo y quiénes la mataron, y que por esto se encuentra aterrorizado y duerme con una escopeta bajo el brazo por miedo a su integridad física.
Para la movilización en Capilla del Monte, Daniel Basaldúa, papá de la joven, mandó un audio desde Buenos Aires, en el que agradecía la vocación, el apoyo y el acompañamiento de la gente y en especial del Movimiento Plurinacional. Pero, además, enfatizó contra quienes fueron las últimas personas que vieron a Ceciliia, y apuntó contra la fiscalía de Cosquín a cargo de Josefina Gómez y las irregularidades en la investigación: “Nos hubiera gustado que la justicia se encuentre de nuestro lado, sintiéndonos desamparados por la ausencia del Estado. Nos encontramos con maltrato de la fiscalía, siendo mal recibidos y mal atendidos cuando fuimos en busca de respuestas, con nula empatía hacia nuestra persona que cargábamos con el dolor de una perdida tan significativa. Exigimos una investigación a la altura del caso y que se esclarezcan los procedimientos altamente viciados por parte del juzgado y de la policía, principal actor que se encargó de desviar nuestros reclamos”.
El grito en todo el país
A las cinco de la tarde en Villa Gobernador Galvez, Santa Fe, la Multisectorial de Mujeres de la ciudad junto a familiares de Erica Vanesa Olguín se manifestaron en la Plaza de la Madre y exigieron el fin de la violencia machista. Al mediodía Erica fue rociada con alcohol y prendida fuego por su ex pareja. Fue su hija de 7 años quien pidió ayuda a una vecina que llamó a la policía. Erica está internada, con el 70 por ciento de cuerpo quemado, en el hospital Provincial de Rosario. En la capital santafesina también hubo movilización, fue en la Plaza San Martín, y reclamaron la emergencia nacional en violencia machista y mayor presupuesto para políticas públicas.
Las acciones se replicaron en puntos de todo el país. En Salta con bombos y banderas se marchó a la Plaza 9 de Julio. En Piedra Buena, Santa Cruz, donde el 15 de abril fue asesinada Jesica Natalia Magalí Minaglia, la colectiva Insurgentes realizó una acción con carteles con los femicidios y transfemicidios que ocurrieron del 2008 a 2020 en la provincia. Luego con las manos pintadas de violeta, intervinieron una glorieta de la ciudad. A su vez, en el centro cívico de Bariloche, organizaciones feministas exigieron políticas públicas que frenen la violencia, llevando pañuelos verdes por el aborto legal, seguro y gratuito y el nombre de mujeres víctimas de femicidios. A distancia estaban unidas por lazos rojos. En el sur, al igual que en Santa Cruz y Rio Negro, hubo movilizaciones en Chubut: en Puerto Madryn la marcha terminó en el palacio municipal bajo la consigna «nuestros derechos no están en cuarentena»; en Comodoro Rivadavia la movilización incluyó la lectura de un documento que denunció «la violencia machista en todas sus modalidades, así como la complicidad del Estado”.
En San Luis la marcha fue a la Plaza Pringles, y uno de los carteles resumió el grito que se escuchó en todo el país: “Para que no seamos invisibles nunca más”.
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Un mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Este lunes se está cumpliendo un mes del triple narcofemicidio. La causa que investiga el asesinato de Brenda (20), Morena (20) y Lara (15) tiene nueve personas detenidas y tres prófugas. Una de ellas es Alex Ydone Castillo, acusado de ser el dueño de los 30 kilos de cocaína que habrían sido robados, posible móvil de los brutales asesinatos.
Lo increíble: Castillo estaba preso pero fue excarcelado “por razones humanitarias” durante la pandemia del coronavirus, según lo reveló el periodista de Infobae Federico Fahsbender En su artículo se detalla que Ydone Castillo había sido detenido en Argentina por una circular roja de Interpol –emitida desde Perú, su país de origen– por “un movimiento de 51 kilos de cocaína”. Fue la Sala II de Casación la que lo excarceló. Desde que quedó en libertad, el gobierno peruano tampoco envió en los plazos pertinentes el pedido formal de extradición. Y siguió libre.
Los otros dos prófugos de la causa del triple narcofemicidio son David González Huamani (“El loco David” o “El Tarta”, por tartamudo) y Manuel Valverde (tío de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”), que está detenido en Perú a la espera de un juicio de extradición.
Los narcos robados
A Huamani, Celeste Magalí Guerrero (una de las detenidas que mayor información aportó) lo reconoció dentro de su casa del barrio Villa Vatteone. Fue una de las personas reconocida por tener guantes de látex. Huamani también aparece en la declaración de Víctor Sotacuro, detenido en Villazón, frontera con Bolivia, acusado de manejar el auto de apoyo a la Chevrolet Tracker blanca que levantó a las chicas en las calles de Ciudad Evita el 19 de septiembre. Sotacuro dijo que fue Huamani quien lo contrató para hacer los viajes de esa noche y que le pidió que le llevara ropa para cambiarse. Sotacuro declaró que lo fue a buscar a Varela y lo llevó hasta la 1-11-14, en el Bajo Flores, y dijo que Huamani estaba sucio de barro, al igual que otros dos hombres que se subieron a su auto. La mamá de Morena lo señaló como el que maneja la droga en Las Antenas, un barrio de Lomas del Mirador, y en la Palito, en San Justo, dos localidades de La Matanza.
Según una de las hipótesis de la investigación, los prófugos Castillo, Huamani y Valverde integran la organización cuya droga había sido robada. Sobre ellos pesan órdenes de captura internacional. Esa línea también busca a otros tres sospechosos, todavía no identificados, pero que en el expediente aparecen como “NN Paco”, “NN Nero”, y el “canoso de la Glock”, en referencia al arma que llevaba un hombre que Guerrero ubicó en su casa, bajándose de la camioneta con Pequeño J, en las calles Río Samborombón y Chañar.
Quiénes están en prisión
Hasta el momento las nueve personas detenidas son:
- Daniela Ibarra (19) y Maximiliano Parra (18), quienes encontraron limpiando con lavandina la casa de Varela.
- Celeste Magalí Guerrero (28) que alquilaba la casa. Su declaración aportó múltiples detalles que la justicia debe corroborar. Por un lado, explicó la estructura del clan, con jerarquías divididas en “Abuelos”, “Papás”, “Tíos”, “Pequeños” y “Mulos”, según el orden de importancia en la organización. Según su declaración, Pequeño J, que era presentado como el líder de una banda narco transnacional, en realidad tenía un rol menor, aunque lo ubicó en la escena del crimen. También declaró cómo esa noche fueron a comprar artículos de limpieza y bidones de nafta.
- Miguel Villanueva Silva (25), pareja de Guerrero. A ambos los detuvieron en un hotel alojamiento. Ella declaró que, al llegar a la casa de madrugada, lo vio con la mano ensangrentada y, según dijo, le confesó que había matado a una de las chicas al intentar escaparse. Un kiosquero del barrio de Florencio Varela dijo que Silva había ido a comprar con otro chico y que le dejó una mancha de sangre en la reja del comercio, que su mujer terminó limpiando.
- Ariel Giménez (29), uno de los acusados de cavar la fosa en la casa.
- Víctor Lázaro Sotacuro (41). Al principio se creía que solo era remisero pero, según Guerrero, tiene un lugar importante en la estructura. El hombre declaró que nunca estuvo en la escena, que no era el dueño de la droga robada, que tampoco era el jefe de la banda y que su apodo no era “El Duro”, como había dicho Guerrero. De todas formas, según La Nación, Sotacuro pagaba las cocheras en las que se estacionaban los cuatro vehículos de la banda: la Chevrolet Tracker blanca (que fue incendiada), el Volkswagen Fox blanco que manejó, un Renault 19 gris y un Chevrolet Cruze negro. Sus abogados pidieron un careo con Guerrero por supuestas “contradicciones”.
- Florencia Ibáñez (30), sobrina de Sotacuro, acompañante en el Volkswagen Fox, fue detenida luego de salir de los estudios de A24, donde defendió a su tío y dijo que habían pasado por el recorrido de la Tracker de casualidad. El fiscal Arribas dijo que Ibáñez reconoció que el móvil de los femicidios había sido un robo de un cargamento de droga que pertenecía a su pareja, el prófugo Alex Ydone Castillo.
- Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, 20 años. Guerrero lo ubicó en su casa con Sotacuro y el “canoso de la Glock”. También dijo que Pequeño J había llamado a Villanueva para pedirle la casa para una fiesta. Está detenido en el penal de Cañete, en Perú, a la espera de la extradición. La declaración de Guerrero lo rebajó en la estructura: hoy está acusado de organizar dealers. Según la investigación, el abuelo y el papá de Valverde también se dedicaban al negocio narco. Su padre fue asesinado. Una cámara de seguridad ubicó a “Pequeño J” el 6 de septiembre a la salida de un pool de Flores con Lara y otra joven.
- Matías Ozorio (28), ladero de Pequeño J. Su historia es increíble y grafica una época: el periodista Carlos Burgueño contó que el joven tenía un trabajo en relación de dependencia en el Hospital Italiano –obra social, aportes, vacaciones, aguinaldo–, lugar del que se hizo echar, según sus familiares, para cobrar una indemnización que invirtió en el mundo cripto. Entre sus apuestas estuvo $Libra, bendecida por el presidente Javier Milei, cuyo desplome hizo a Ozorio perder todo y pedir un préstamo a un transa. Ya no se despegó de lo narco. Según Guerrero, fue una de las tres personas que cavó los pozos en la casa de Varela. Como Pequeño J, fue detenido en Perú. Guerrero también declaró que Ozorio le traía cocaína en 100 o 120 envoltorios que ella vendía a un valor de $10.000 cada uno.
Vínculo de confianza
Según publicó La Nación, el fiscal Carlos Arribas describió: “Tras producirse la referida sustracción cuyos autores fueran presumiblemente allegados o conocidos las víctimas, fue que mediante maniobras de engaño, y ardides y aprovechándose de su especial condición de vulnerabilidad, integrantes de la organización mencionada precedentemente, en su mayoría de sexo masculino, lograron establecer un vínculo de confianza con las tres jóvenes, por lo que el 19 de septiembre de 2025, a las 21.29, consiguieron las jóvenes abordaran una Chevrolet Tracker blanca con dominio que había sido robado, en la que viajaban al menos tres personas. El vehículo contaba con el apoyo de un Volkswagen Fox blanco en el que circulaban al menos otras dos personas de la organización y de Chevrolet Cruze negro”.
Según las publicaciones, todavía no está claro quiénes integran el grupo que habría robado el cargamento de cocaína. Pero la descripción de la estructura hace presumir que la causa está próxima a pasar a la órbita de la Justicia Federal.
Ya pasó un mes.
Las familias de Brenda, Lara y Morena siguen exigiendo justicia.
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Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por Evangelina Bucari
Fotos: Carlos Luna @un_chino.of
Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.
La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

La bandera en la marcha.
Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.
En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

La presencia mapuche en el acto por Azul.
Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.
“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.
La violencia avanza
El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia.
Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.
Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.
“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.
Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.

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Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.
Por Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
En silencio.
La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar.
Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común.
“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.
Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?
De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En silencio, nadie habla.
Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.
Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En silencio, la ronda termina.
Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Las bengalas se encienden.
Las familias se abrazan, se descargan.
Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
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