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Policía, narcos, (in)justicia: las infinitas trampas detrás de los femicidios

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Familiares Sobrevivientes de Femicidios de distintos puntos del país hicieron una asamblea en San Luis durante el 35º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. Sus relatos, que incluyen desapariciones en plena democracia, tejen la radiografía de la violencia que arrasó con la vida de sus hijas, la impunidad a la que se enfrentan y las deudas que el Estado sigue teniendo para construir el Ni una más. 

Por Florencia Paz Landeira, desde San Luis. 

Familiares de víctimas de femicidio llegaron desde todo el país hasta la provincia de San Luis para aunar su lucha por justicia y por respuestas concretas a las demandas que desde hace años el Ejecutivo nacional decide ignorar. 

Participaron de diversos talleres durante todo el fin de semana, pero decidieron convocar a una Asamblea de Familiares de Víctimas de Femicidios, Trata e Impunidad para visibilizar los rasgos comunes y sistemáticos de estos crímenes y violencias, pero también del hostigamiento de gobiernos, jueces y fiscales y las barreras estructurales que enfrentan en la búsqueda de justicia. Un entramado policial, judicial y estatal que trabaja para garantizar la impunidad.

Cada una de sus palabras fue escuchada por decenas de personas presentes, y fueron abrazadas por otras familias.

El arte de excarcelar femicidas

Luna Ortiz tenía 19 años cuando fue drogada, alcoholizada y violada en reiteradas ocasiones por varios hombres mientras le suministraban drogas. Su cuerpo fue  encontrado sin vida en la casa de Isaías Villarreal, quien la había contactado a través de las redes sociales. Allí Villarreal y dos hombres más la drogaron, alcoholizaron y la trasladaron en un raid en el que la intercambiaban como mercancía.

La investigación de la muerte de Luna se fragmentó en distintas causas y cuando tendría que ser un solo proceso. Una de esas causas es la que el fiscal Marcelo Fuenzalida, de la Unidad Funcional de Instrucción Violencia de Género San Isidro, caratuló en 2019 –dos años después del femicidio– como  “abandono de persona seguido de muerte con suministro de estupefacientes a título gratuito”.

Por esa acusación se condenó a Villarreal a 14 años de prisión y se imputó a Pablo Paz Gutiérrez por abuso sexual seguido de muerte. Dos años después, en marzo de 2021, los jueces de la Sala I de la Cámara de Casación Penal de La Plata, Daniel Alfredo Carral, Ricardo Ramón Maidana y Ricardo Borinsky, hicieron lugar al pedido de la defensa y catalogaron el femicidio de Luna como “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal en concurso real con homicidio imprudente”.

Y así, este año, el femicida Villareal consiguió la excarcelación. 

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Marisa, de rojo, y el abrazo con otras participantes del encuentro.

Marisa, mamá de Luna, habla en la asamblea: «Tengo tristeza pero también quiero agradecer porque nos entretejimos y nos organizamos para llegar hasta acá. No hay acceso a la justicia y eso es lo que se repite en todos los casos. La causa de Luna está dividida en 5 partes, ninguna con carátula de femicidio. La muerte de Luna no fue por abandono, fue un femicidio. El que la vendió a Luna como una mercancía hoy vive a cinco cuadras de mi casa. Ahora nos dicen que necesitamos otra pericia que tenemos pagar desde nuestros bolsillos. Mientras el fiscal juega a favor de los femicidas”.

Marisa resumió así lo que vive: “Todo esto es violencia institucional. Estamos cansados de que sigan revictimizando a nuestras pibas. Por todo esto necesitamos al feminismo”

Sobre el rol del Poder Judicial y el Estado, Marisa dijo: “El Poder Judicial hace lo imposible para que nunca podamos hacer justicia por Luna. La idea es que estemos acá para dejar en evidencia el encubrimiento por parte de policías, jueces y fiscales de la trata y el narcotráfico que está implicado en el crimen de nuestras pibas. Nos faltan el respeto a los familiares. Estamos cansados de seguir exigiendo justicia y que nos cierren las puertas en la cara. Nosotros vamos por un Nunca Más. Que no nos falten más pibas. Tiene que ser la lucha que nos una a todas como fue por el aborto que logramos la ley».

El rol narco  

Policía, narcos, (in)justicia: las infinitas trampas detrás de los femicidios
Lisette Fernández: su hermana Micaela fue asesinada. Tenía 14 años. Su madre Nancy quiso mover la causa, denunció la complicidad policial, y también fue víctima de los femicidas.

Desde Tigre, Provincia de Buenos Aires, también llegó Lisette Fernández, una joven con su familia atravesada por la violencia. 

Cuando en 2013 su hermana Micaela Fernández desapareció, su madre Nancy fue a la Comisaría 6ª de Talar pero no le quisieron tomar la denuncia. Micaela había sido secuestrada y violada por varios hombres. Cuando apareció días después con golpes, cortes en la cara y el pelo cortado, Nancy insistió en denunciar lo sucedido. Y volvieron a negarle el derecho a denunciar, pero no solo eso: horas después fueron a detenerla a su casa y la llevaron a la comisaría, donde fue torturada. El 17 de febrero de 2013 su hija Micaela fue asesinada en la casa de un hombre, Dante “Pato” Cenizo, conocido en la zona por su relación con el narcotráfico. 

Micaela Fernández tenía 14 años cuando fue asesinada.

Un año más tarde, el segundo crimen.

Por denunciar las redes de complicidad policial, buscando a los responsables y tratando de conseguir justicia, también torturaron y asesinaron a la mamá de Micaela, Nancy Fernández. Fue el 2 de mayo de 2014. La encontraron en su casa semidesnuda, violada y asfixiada. Tenía 36 años.

Lisette Fernández, tenía 12 años cuando asesinaron a su hermana, 13 cuando asesinaron a su mamá. Cuando cumplió la mayoría de edad, tomó el reclamo de justicia. «La única manera de que haya avances en las causas es luchando. Las compañeras siempre estamos ante la ausencia del Estado y la justicia. Nos cuidamos como no lo hace nadie más», dijo ante la asamblea que la escuchaba atenta. 

¿Quién mató a Cecilia?

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Susana y Daniel, los padres de Cecilia Basaldúa. Un joven inocente (un «perejil») que logró ser absuelto, mientras los verdaderos culpables siguen amparados por la impunidad.

Cecilia Basaldúa tenía 35 años. Tras 20 días desaparecida en Capilla del Monte, Córdoba, el 25 de abril de 2020 su cuerpo sin vida apareció con signos de abuso sexual y estrangulamiento. La fiscal a cargo de la investigación del crimen fue Paula Kelm. La familia denuncia que se encargó desde el primer momento de manipular la causa: los testimonios, las pruebas, las líneas de investigación.

Por ejemplo: la última persona que vio a Cecilia con vida fue Mario Mainardi, dueño de la casa donde ella se estaba alojando, pero no fue investigado como sospechoso. El único que llegó a juicio fue Lucas Bustos, joven que fue detenido por la fiscal, aun cuando la única prueba en su contra era el testimonio de oficiales de la policía que dijeron que lo habían escuchado confesar el crimen. La fiscal no esperó resultados de pruebas de ADN ni obtener algún otro indicio que demostrara siquiera algún encuentro entre Lucas y Cecilia. Cerró la investigación y la elevó a juicio.

La familia de Cecilia no acompañó la acusación contra Bustos, considerado el clásico “perejil” utilizado en la causa para lograr la impunidad de los verdaderos responsables. Bustos terminó absuelto por falta de pruebas. Ahora la familia de Cecilia motoriza un nuevo proceso para que se investiguen las responsabilidades de quienes hospedaban a Cecilia, y también las de la policía y la fiscalía.

Susana, mamá de Cecilia Basaldua, habló emocionada: “Les agradezco a las mujeres por nuestra fortaleza y nuestra presencia. No tengamos miedo, sigamos luchando. La fiscal que intervino en el caso de nuestra hija es corrupta y encubridora. Tenemos que pelear contra toda una trama de policías, fiscales y jueces que juegan para la injusticia. Investigamos más nosotros como familiares que ellos. Por lo que escucho acá, todos los casos son iguales. Pero no tenemos que bajar los brazos. Yo voy a estar en todos los juicios, en todas las marchas, los vamos a tirar abajo».

Desaparecida en democracia

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El concepto del “desaparecido” suele relacionarse con tiempos de la dictadura, pero hay también desaparecidxs en democracia.

Mariana González está desaparecida desde el 8 de marzo de 2014. Nelly, su madre, llegó a San Luis desde San Miguel de Tucumán: «La justicia no nos ha ayudado en nada. En noviembre de 2013 ella denunció que había sido golpeada y abusada por un grupo de hombres involucrados en narcotráfico. Ella tenía una adicción a los calmantes después de un accidente que tuvo en 2010 por el que tenía una prótesis en el tobillo. La causa está caratulada como abuso sexual. Pero para las pobres no hay justicia. Todo es lento. Nadie la busca. Están sentados atrás de un escritorio y nos mandan a nosotros a buscar y a investigar. Es mucha injusticia y mucho daño». 

Cita en febrero: red contra la muerte

Al cierre fue Marisa, mamá de Luna Ortiz, quien volvió a tomar la palabra y convocó a organizarse para que familiares de todo el país viajen en febrero a Mar del Plata para acompañar el juicio por Lucía Pérez.

“Queremos casos ejemplares, queremos sentar jurisprudencia”, dijo.

“Queman nuestros campos para seguir con sus negocios, nos violentan a las mujeres cuando salimos a reclamar y nos faltan el respeto a las familias cuando pedimos justicia por nuestras pibas. ¿Cómo puede ser tanta violencia? Sigamos armando esta red en contra de la muerte».

Policía, narcos, (in)justicia: las infinitas trampas detrás de los femicidios
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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