Nota
¿Qué privacidad?: apuntes sobre cibervigilancia y derechos humanos
En una charla que se dio en Mu, punto de encuentro, el científico y filósofo Miguel Benasayag, para responder sobre el rol del periodismo citó una frase de Marcel Proust: “Los hechos no penetran al lugar donde están depositadas nuestras creencias”. Lo que Benasayag quería decir era que la información nunca es suficiente como para alertar o movilizar a la masa social si no penetra en ese lugar misterioso entre el sentido común y el imaginario colectivo.
En una charla que se dio en Mu, punto de encuentro, el científico y filósofo Miguel Benasayag, para responder sobre el rol del periodismo citó una frase de Marcel Proust: “Los hechos no penetran al lugar donde están depositadas nuestras creencias”. Lo que Benasayag quería decir era que la información nunca es suficiente como para alertar o movilizar a la masa social si no penetra en ese lugar misterioso entre el sentido común y el imaginario colectivo.
Un buen ejemplo de esa insuficiencia ocurre con el caso de la cibervigilancia: las revelaciones de Snowden, resumidas en el libro del periodista británico Glenn Greenwald, desnudaron los mecanismos de vigilancia que EE.UU, a través de la NSA (Nationaly Security Agency) y con la excusa del terrorismo, ejercía sobre sus propios ciudadanos y sobre los de otros países como Brasil, Venezuela o México. Lo que hasta entonces era una sospecha que podía ser catalogada como un delirio más del fascinante mundo de las teorías conspirativas se volvió un hecho real, palpable, medible. Y con alcances más grandes de lo que cualquiera podría imaginar.
Además de la complicidad con los proveedores de servicios de internet y las empresas que manejan los cables submarinos, Snowden demostró cómo la NSA desarrollaba- ¿y lo sigue haciendo?- sistemas para recavar datos de usuarios de AOL, Facebook, Twitter, Google, Skype, Microsoft. Servicios y redes que sin embargo seguimos usando y aportando datos personales cotidianamente.
¿Los hechos revelados por Snowden no penetran el lugar de nuestras creencias?
El jueves 12 de noviembre, a las 17:00 Hacks Hackers- grupo de hackers, programadores y periodistas- organizó el encuentro “Cibervigilancia, BigData y Derechos Humanos” en el Centro Cultural Kirchner.
El periodista Esteban Magnani comenzó resumiendo las revelaciones de Snowden y recordó una de las afirmaciones de Julian Assange en su libro Cuando Google encontró a Wikileaks (Capital Intelectual, 2014): la frontera entre las corporaciones 2.0 y el sistema de vigilancia de Estados Unidos es muy difusa. Assange había sido entrevistado por el presidente de Google Eric Schmidt, su mujer Lisa Shields y dos socios: Scott Malcomsom y Jared Cohen. “En aquel momento, la delegación era una cuarta parte de Google y tres cuartas partes del Departamento de Política Exterior de Estados Unidos, pero yo eso aún lo ignoraba”, dice Assange en su libro luego de enterarse que salvo Schmidt, el resto ocupaba cargos en organismos estatales dedicados a las relaciones internacionales.
Magnani culminó su exposión planteando interrogantes sobre la soberanía digital, que serían retomados durante las exposiciones siguientes:
- ¿Es la criptografía el único método seguro para evitar vigilancia cibernética?
- ¿Alcanza con tener satélites y cables de fibra óptica propios?
- ¿Es el software libre una salida?
Por su parte, Natalia Zuazo, politóloga y periodista, autora del libro Guerras de Internet, habló sobre la videovigilancia, el sistema más moderno- no por eso más efectivo- de vigilancia urbana que en Argentina está cristalizado en el “modelo Tigre” implementado por las políticas de seguridad de Sergio Massa. En Tigre hay 1.300 cámaras (cuestan entre $15.000 y $30.000 cada una) para 380.00 habitantes (una cámara cada 292 personas). Sin embargo en el municipio el 60% de la población vive en barrios cerrados, por lo cual la mayoría de las cámaras operan sobre el 40% restante.
La video vigilancia se trata, dirá Zuazo, de una vigilancia sobre los cuerpos a través de la imagen: cámaras de seguridad, Google Street view, entre otros.
Según la periodista, existen a grandes rasgos dos grandes causas por las cuales se implementan estas tecnologías de control: en Estados Unidos por el terrorismo, en América Latina por la inseguridad.
Sin embargo, no sólo no existen datos ni estadísticas que permitan establecer la eficacia de este sistema sino que tampoco existen datos que permitan determinar con qué criterio se aplican. No tiene que ver con las estadísticas de delitos ni con la cantidad de población, asegura Zuazo.
La ciudad con más cámaras (entre privadas y públicas) es Londres y le siguen Beijing y Chicago. En Ámerica Latina la lista la encabeza San Pablo, que tiene 12 millones de habitantes y 1.5 millones de cámaras de seguridad (una cámara cada ocho habitantes).
Según Zuazo, la implementación de estos sistemas de vigilancia viene de la mano con un rasgo de época donde la política se aplica con un criterio efectista- “capacidad de gestión”-, donde la solución técnica suplanta la ideología, o incluso la solución técnica es la ideología.
“Una de las preguntas más filosóficas que me hago es cómo ofrecemos el control de nuestros cuerpos sin cuestionarlo”, razona Zuazo.
Existen tres empresas que se reparten las licitaciones para instalar cámaras: TIS (Telefónica Ingeniería de Seguridad), Ubik2 y Global View. Esta última maneja el 80% del negocio. Según Zuazo no hay un debate ni una decisión política clara de por qué se las dan a estas empresas- más allá del lobby- y al mismo tiempo se ha comprobado que las cámaras son vulnerables, por lo cual no hay seguridad sobre qué ocurre con esas imágenes.
Por último, la periodista citó una entrevista que tuvo con un encargado de prensa de Massa para entender la relación entre política, seguridad y medios de comunicación. Allí, el asesor le comentó que los medios tienen libre acceso a las imágenes de las cámaras. Razona Zuazo: “La política, el Estado, financia cámaras, los centros de monitoreo entregan imágenes a los medios, y los medios lo devuelven en forma de marketing, mostrando que en Tigre se detienen ladrones gracias a la tecnología”.
¿Por qué los medios pueden acceder libremente a esas imágenes? ¿Hay legislación sobre ese acceso?
Assange y después
El periodista Santiago O´Donnell, autor de los libros Argenleaks y Politileaks, habló sobre la filosofía y el modo de actuar de Julián Assange, a quién pudo entrevistar en reiteradas ocasiones.
“Una de las ideas más importantes de Assange es la siguiente: las empresas son demasiado opacas y los ciudadanos somos demasiado transparentes””, dice O´Donnell. Los usuarios entregamos datos cotidianamente a empresas demasiado oscuras como para saber qué hacen con ellos. Son empresas con fronteras poco claras respecto al Estado y a las agencias de seguridad. Para Assange el flujo debería ser inverso: empresas transparentes que otorgan sus datos e individuos opacos, con su privacidad protegida.
O´Donell criticó que Assange opere con mayor intensidad contra Estados Unidos y no tanto contra otros países igual o más represivos como Rusia o China. Si bien Wikileaks hizo revelaciones importantes que dañaron los sistemas de seguridad de esos países, no fueron tan considerables como con EEUU, por lo que Assange, consciente o no, termina jugando un rol geopolíticamente favorable para esas potencias.
El periodista habló también del sistema SIBIOS que utiliza información biométrica de los ciudadanos, como la huella digital, supuestamente con el mismo fin que las cámaras de vigilancia: mayor seguridad.
O´Donnel comentó el caso de Pakistán, que vendió los datos de su sistema SIBIOS a una consultora que resultó trabajar para el departamento de inteligencia de Inglaterra, lo cual demuestra la vulnerabilidad de los datos personales en manos del Estado. O´Donnell: “Imaginen lo que hizo la última dictadura con la tecnología que tenía y lo que podría llegar a hacer un régimen autoritario con toda esta información de los ciudadanos”.
Por último, el periodista habló de su conflicto con el diario Página 12, al no poder publicar libremente la información que tenía. Concluyó: “Es más fácil conseguir información que publicarla”.
Cerraron el encuentro Ewen Macaskill y David Blishen, ambos periodistas de The Guardian, el diario que publicó las revelaciones de Snowden (hablaron en inglés y no había traductor). Macaskill fue el primero en conocer a Snowden junto a Glenn Greenwald en esa histórica reunión que tuvo lugar en un hotel de Hong Kong y que quedó inmortalizada en el documental Citizen Four.
El periodista de origen escocés comentó que Snowden publicó solo el 1% (más de 60.000 documentos) de la información que tenía, porque era la que implicaba a ciudadanos comunes que estaban siendo violados en nombre de la lucha contra el terrorismo. Esto habla del alcance y la dimensión abismal del sistema de vigilancia de la NSA.
Habló también de que lo que más le interesa a los servicios de vigilancia es la metadata (la manera en la que se almacena la información) más que el contenido.
La conclusión general fue la vulnerabilidad de los ciudadanos frente la era digital y la falta de debate y cuestionamiento sobre sistemas que controlan nuestros datos y nuestra vida.
Natalia Zuazo remató: “La pregunta no es qué es la privacidad, porque eso cambia según la época. La pregunta es quién la controla”.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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