Nota
Estado Islámico: la política del caos permanente
La irrupción espectacular y cruenta del Estado Islámico, el ejército que comenzó la guerra santa (yihad) en Siria y prosigue ahora en Irak, está profundizando la desestablización de Medio Oriente, la región más sensible del mundo. Sobre su origen y financiación hay interpretaciones diferentes, pero todas apuntan al papel, directo o indirecto, de Occidente. Por Raúl Zibechi.
La tremenda decapitación del periodista estadounidense James Foley, sobreexpuesta en los medios, como si estuvieran siguiendo un guión macabramente diseñado por los yihadistas, forzó a la Casa Blanca a intensificar su escalada contra la organización, iniciada el 8 de agosto. La acción fue definida como “un atentado terrorista contra Estados Unidos” por el viceconsejero de Seguridad de la Casa Blanca, Ben Rhodes.
Sobre la organización pesan todo tipo de sospechas, siendo una de las más opacas que se conocen. Llama la atención que mientras el Estado Islámico operaba principalmente en Siria, buscando derrocar al régimen de Bashar al Assad, Occidente no se inmutó. Ahora que extiende su guerra a Irak, se produce una fuerte reacción de Estados Unidos e Inglaterra, con una serie de bombardeos que pretenden debilitarla.
Existe un amplio abanico de explicaciones sobre el Estado Islámico: desde la participación de los Estados Unidos en su origen y financiación, hasta considerarla como consecuencia de las intervenciones militares en Irak (1990 y 2003) y en Afganistán luego del 11 de Setiembre de 2001. En todo caso, sea por la vía de los servicios secretos o como reacción a la política imperial, parece evidente que las potencias occidentales tienen buena parte de la responsabilidad en la existencia de la organización militar yihadista más importante y poderosa, con 50 mil combatientes en Siria y unos 10 mil en Irak.
FACTURA CIA. El 18 de agosto el investigador Thierry Meyssan, editor de Red Voltaire, lanzó una bomba: el Estado Islámico fue una creación del senador John Mc Cain. A primera vista el reportaje parece algo exagerado, quizá por el tono y las acusaciones directas, pero está acompañado de fotos aparecidas en varios medios y de datos de prensa occidental que deberían disipar cualquier dura.
La primera acusación hace referencia a un informe consultado por el autor que señala que “el 4 de febrero de 2011 la OTAN había organizado en El Cairo una reunión para iniciar la ´primavera árabe´ en Libia y Siria. Según el informe, John Mc Cain había presidido la reunión” (Red Voltaire, 18 de agosto de 2014). En esa reunión se definió la ofensiva contra el régimen de Muammar Gadafi que comenzó días después del cónclave.
Pero el hecho más importante es la presencia de Mc Cain en Siria en mayo de 2013, de forma ilegal, cerca de la ciudad de Idleb, donde llegó desde Turquía. De la citada reunión se difundieron fotos en las que aparece McCain conversando con Ibrahim al-Badri. “A su regreso de aquel sorpresivo viaje, John Mc Cain afirmó que todos los responsables del Ejército Sirio Libre son ´moderados en quienes se puede confiar´. Sin embargo, Ibrahim al-Badri (alias Abu Du’a) figuraba desde el 4 de octubre de 2011 en la lista de los cinco terroristas más buscados por la justicia estadounidense, con una recompensa de hasta 10 millones de dólares para quien contribuyese a su captura. Y desde el 5 de octubre de 2011, el nombre de Ibrahim al-Badri había sido incluido en la lista del Comité de Sanciones de la ONU como miembro de al-Qaeda” (Red Voltaire, 18 de agosto de 2014).
La novela sigue: “Un mes antes de su encuentro con el senador estadounidense John Mc Cain, Ibrahim al-Badri, bajo el nombre de guerra de Abu Bakr al-Bagdadi, había creado el Estado Islámico en Irak y el Levante, siendo todavía miembro del estado mayor del ‘moderado’ Ejército Sirio Libre. Bajo ese nombre reclamó la autoría del ataque contra las cárceles de Taj y Abu Graib, en Irak, ataque que hizo posible la fuga de entre 500 y 1.000 yihadistas que se unieron a su organización. Aquel ataque estuvo coordinado con otras operaciones casi simultaneas en otros ocho países diferentes”.
En resumidas cuentas, Mc Cain forjó una alianza con el actual líder del Estado Islámico o estuvo detrás de su creación. Las dos preguntas siguientes son: ¿Actuaba por cuenta propia, a espaldas de la Casa Blanca? La segunda, ¿porqué Estados Unidos impulsa a un grupo como el Estado Islámico?
Mc Cain no es sólo el dirigente de la oposición republicana, sino también presidente del International Republican Institute (iri), que en opinión de Meyssan es la “la rama republicana de la CIA”. Creada por el presidente Ronald Reagan, el iri es en realidad una agencia intergubernamental cuyo presupuesto es aprobado por el Congreso de Estados Unidos como parte de una línea presupuestaria que depende del Departamento de Estado. Desde ese lugar, “el senador ha participado en todas las revoluciones de color organizadas en los últimos 20 años” (Red Voltaire, 18 de agosto de 2014).
La segunda cuestión es más compleja. Es cierto que Al Qaeda fue una creación de la inteligencia estadounidense, como ha quedado claro después de los atentados del 11 de setiembre de 2001. Pero ese aserto suena demasiado general para el caso del Estado Islámico. El Congreso de Estados Unidos aprobó en enero de este año financiación para esa organización y para la filial de Al Qaeda en Siria, denominada Frente al-Nusra, siempre según Meyssan.
El objetivo concreto sería crear una situación caótica, según revela la página Consortiumnews, del célebre periodista estadounidense Robert Parry, galardonado por haber revelado el escándalo “Irán-Contras” cuando trabajaba para Associated Press en la década de 1980.
LA ESTRATEGIA DEL CAOS. El análisis parte de preguntarse en qué consistió la victoria en la guerra de Irak proclamada por George W Bush en 2009, junto a los demás neoconservadores. Recordemos brevemente, que la invasión a Irak se realizó con el argumento de las armas de destrucción masiva que poseía el régimen de Saddam Hussein, nunca encontradas. Que el Eje del Mal proclamado por los neocons quedó desvirtuado al ir apareciendo otros “males” que, con los años, pasaron a convertirse en el principal enemigo de Washington: Siria primero, luego Ucrania, en seguida Rusia. Lo que muestra una política exterior poco consistente.
Pero la contradicción mayor, si es que cabe, consiste en haber proclamado “victoria” en 2009 para volver a atacar el mismo país apenas cinco años después. Por eso la pertinencia de la pregunta sobre qué entienden los neocons por triunfo.
“La guerra de Irak fue un éxito rotundo –por lo menos para los neoconservadores- porque se rompió la piedra angular del arco de estabilidad de la región” (Consortiumnews, 20 de agosto de 2004). El régimen de Hussein era el principal baluarte contra el yihadismo en la región, siendo su principal apoyo Arabia Saudí, con lo que quedaron abiertas las puertas a “una guerra permanente en Medio Oriente”.
La “banda de los cuatro” neocons (Bush, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz y Dick Cheney), crearon con la invasión de Irak “un vacío de poder” que trastoca la estabilidad regional durante largo tiempo. El caos no es un accidente pasajero, sino un objetivo buscado, perseguido minuciosamente, para lo que se derriban regímenes estables, aún ex aliados fieles como lo fue el Irak de Hussein para Estados Unidos.
La ganancia en este caos controlado, es que la primera potencia militar se convierte en el único principio de orden, caprichoso, pero orden al fin. Veamos dos ejemplos: se está tejiendo una alianza entre Irán y Occidente para combatir juntos al Estado Islámico, algo impensable meses atrás (Russia Today, 23 de agosto de 2014). El diario británico The Independent informa que “las autoridades estadounidenses han compartido con el gobierno sirio datos de inteligencia sobre el paradero de líderes islamistas a través del bnd, un servicio secreto alemán” (Russia Today, 23 de agosto de 2014). Además, el Pentágono se dispone a bombardear bases del Estado Islámico en Siria, con el beneplácito de Al Assad. Estados Unidos empieza a colaborar con dos de sus enemigos principales en la región.
Para Robert Fisk, este gran desorden comienza con la invasión estadounidense de 2003 a Irak, cuando la población rural perdió la forma de ganarse la vida y fue sumida en la pobreza. Los medios occidentales no enfocan la vida cotidiana de las poblaciones en Medio Oriente, imponeindo sus prejuicios. “Cientos de miles de musulmanes sunitas viven en la zona del califato y no han huido por su vida”, escribe Fisk. “Es obvio que el califato no les parece tan terrible a ellos como a nosotros” (La Jornada, 22 de agosto de 2014).
Para esos millones, la crueldad del asesinato del periodista Foley, apunta el periodista británico, es pan de todos los días. No de ahora, sino desde que empezó la aventura colonial más de dos siglos atrás. “Sospecho que sus raíces (del Estado Islámico) están en los deobandis, uno de los muchos grupos sunitas fundados tras el Motín Indio (1857); una rebelión musulmana que aplastamos con nuestra usual brutalidad” (La Jornada, 25 de agosto de 2014).
Se refiere a la historia larga, por un lado, volando un siglo y medio atrás, para explicar las razones de la actual insurgencia. En paralelo, relativiza la mirada colonial actual, que coloca la brutalidad y la violencia en un solo bando, ya que la considera apenas una reacción a siglos de opresiones y salvajadas.
GANADORES Y PERDEDORES. Diversas fuentes aseguran que en el Estado Islámico militan entre diez y veinte mil “extranjeros”, una porción nada despreciable del total de combatientes. Entre ellos habría unos “dos mil europeos”, unos 700 franceses, entre 400 y 500 británicos y hasta 30 españoles (Russia Today, 23 de agosto de 2014).
En rigor, señala Fisk, deberíamos hablar de “ciudadanos británicos musulmanes de origen paquistaní o indio”. Hijos o nietos de inmigrantes, nacidos en Europa, donde hicieron sus estudios, se socializaron y conocieron por dentro un mudo que rechazan racionalmente, por lo que se integraron al yihadismo. Tienen “un profundo conocimiento de la ciencia”, repite Fisk. No estamos ante campesinos pobres o pobladores miserables de las periferias urbanas. Son ingleses y franceses cultos, que hicieron una opción política. La compartamos o no.
Por último, el califato está provocando un potente realineamiento geopolítico. Muestra de ello, reflexiona el sociólogo Immanuel Wallerstein, es que el primer ministro de Irak, Nouri al Maliki, fue derrocado porque no integró a los sunitas al gobierno, alentando indirectamente la rebelión; Estados Unidos fue forzado a violar su promesa de retirarse completamente de Irak; y el gobierno turco cerró su frontera, abierta a las fuerzas que combatían a Al Assad.
Este realineamiento, señala, tiene ganadores y perdedores. El primer ganador es el propio califato, que cuenta con “la fuerza militar más entrenada y comprometida de la región”. El segundo es Al Assad, ya que la oposición contará con menos apoyo exterior. El tercero son los kurdos, “que han consolidado su posición dentro de Irak” y recibirán más armas de Occidente (La Jornada, 23 de agosto de 2014).
El principal perdedor es Estados Unidos, ya que suma a los evidentes límites de su capacidad militar, “la inconsistencia de sus posiciones públicas con respecto a Irak, Palestina y Ucrania”. Irán, Hamas y Rusia pueden ver sus posiciones también fortalecidas, aunque aún domina la incertidumbre respecto a estos actores.
Todo este análisis suena provisional, aunque plausible. La cuestión de fondo, es la apuesta al caos, a la desestructuración total y completa del orden existente. Como si el Pentágono (quien en realidad maneja los hilos de la política estadounidense) hubiera llegado a la conclusión de que siendo el caos sistémico inevitable por el declive de la superpotencia, más le vale anticiparse produciendo un tipo de caos del cual podrían beneficiarse si son capaces de anular también a sus potenciales enemigos, sobre todo a Rusia, en esta etapa. El caos actual en Libia parece incomodar mucho menos a Occidente que los problemas que le presentaba el régimen de Gadafi.
Sólo así puede comprenderse el profundo viraje que supone, después de haber impulsado la guerra civil y el terrorismo en Siria, que en este momento “las potencias mundiales contemplan a Assad como baluarte contra el Estado Islámico” (Haaretz, 22 de agosto de 2014). Puede ser una improvisación de la política exterior occidental. Pero hay también suficientes datos para pensar que estamos ante una apuesta por el desorden, algo así como soltar un virus para infectar las zonas que se desea aniquilar, corriendo el riesgo de perder su control y aceptando un posible efecto boomerang. ¿No fue así, introduciendo drogas de forma masiva en los guetos negros, como el fbi planificó la destrucción del levantamiento de las Panteras Negras?
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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