Nota
San Salvador contaminada: los vecinos tenían razón
Dos estudios de dos universidades nacionales detectaron la contaminación con agrotóxicos en tierra, agua y aire en San Salvador, Entre Ríos. Se constató, además, que las principales enfermedades son las respiratorias, y la primera causa de muerte es el cáncer de pulmón. Casi la mitad de los tumores diagnosticados ocurrieron en los últimos 5 años. Todas las muestras de agua presentaron plaguicidas, incluyendo el glifosato. Las investigaciones avalan lo denunciado por los vecinos durante años con censos caseros y marchas. Los informes completos.

Joan, una de las víctimas fatales en San Salvador, Entre Ríos por tumor cerebral
“En San Salvador está pasando algo grave, preocupante y que está relacionado con la alquimia a la que está siendo expuesta la población en los últimos 20 años. Los vecinos no estaban exagerando” el doctor e investigador Damián Verzeñassi, responsable académico de la Práctica Final de la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario: “Hay una proliferación química que se ha liberado con una irresponsabilidad absoluta, con una falta de control por parte de Estado”.
La Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, junto al Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA) de la Universidad de La Plata, realizó un perfil de morbimortalidad en San Salvador, municipio de Entre Ríos, además de estudios de la calidad de tierra, aire y agua del territorio a pedido del intendente Marcelo Berthet.
La investigación fue una respuesta a las demandas y movilizaciones vecinales que alertaban sobre el aumento de enfermedades y muertes por cáncer y su posible vinculación con el modelo productivo regional, que combina agrotóxicos y fumigaciones. “El resultado de nuestro trabajo muestra lo que significa tener convivir con aire, tierras y suelos con una carga química de gran magnitud”, plantea Verzeñassi, de la Facultad de Ciencias Médicas rosarina que organizó un Campamento Sanitario para realizar el relevamiento.
¿Qué dicen los resultados de los informes? “La principal causa de muerte en San Salvador en los últimos 15 años es el cáncer, principalmente de pulmón. La enfermedad crónica más referida tiene que ver con lo cardiovascular”. Otro de los datos: en 80 hogares hubo 84 casos diagnosticados de cáncer.
El doctor en Química, integrante del EMISA e investigador del Conicet Damián Marino, describe a lavaca lo que se encontró en San Salvador: “Hay campos y terrenos baldíos con galpones de acopio, venta y almacenamiento de granos. En esos suelos hay plaguicidas. Además, los dos arroyos principales tienen plaguicidas, y los valores presentan riesgo para la vida acuática. Todo expresa el patrón típico de un pueblo fumigado”.

La Facultad de Ciencias Médicas de Rosario realizó un Campamento Sanitario en San Salvador, Entre Ríos
Soja y la nube
San Salvador es un municipio entrerriano de 14 mil habitantes, a 56 kilómetros de Concordia y 200 de Paraná. Es la Capital Nacional del Arroz pero sólo quedan 8.000 hectáreas de ese cultivo, contra más de 30.000 de soja. “Estamos rodeados de fumigaciones”, dice Liliana, la mamá de Lía Yano que tenía 23 años cuando murió en abril de 2013 de un cáncer en el sistema nervioso central, después de parir a una beba llamada Milagros.
La inquietud por cientos de casos de enfermedades y muertes se materializó en un censo casero realizado por los vecinos y las vecinas, que activó la alarma: los registros indicaban que desde 2010 casi la mitad de las muertes eran producidas por diversos tipos de cáncer. Sin discriminación: bebés, niños, adultos, ancianos.
La revista MU acompañó parte de estos relevamientos de las universidades de Rosario y La Plata, en los que se podía escuchar en boca de los propios vecinos muchas de las problemáticas de salud de la población. El “polvillo” de los molinos arroceros, “las fumigaciones” y “las cloacas” aparecían como tres de los principales focos señalados. Uno de los encuestados describió que hay días que la ciudad “queda como flotando” por el polvillo. “Es una nube que envuelve al pueblo”, decía el hombre, 37 años. Otros manifestaban que los campos de soja estaban “muy cerca del pueblo”.
Marisa, docente de música, 42 años, esposo camionero, dos hijos mellizos –uno camionero, el otro trabajador en un molino arrocero-, fruncía la nariz cuando le preguntaban si había olores desagradables en el barrio: “Acá se sienten olores de todos lados. Hasta dentro de la casa”. Tomaban agua de canilla hasta que se enfermaron: “Tuvimos cuatro internados. Diarrea y vómitos. Dijeron que era un virus. No era algo de la comida porque mi hijo había comido en casa de mi mamá, yo en la escuela y mi marido en la ruta”.
El intendente, empujado por las denuncias vecinales, pidió los estudios
Lo que el viento no llevó
La investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario aplicó la metodología de muestreo aleatorio: encuestaron una casa cada cuatro, por sorteo. Así los investigadores eliminaron cualquier duda o acusación de sesgo y, lo que es más importante, establecieron una muestra representativa. Damián Marino, de La Plata, subraya que ambos grupos trabajaron de forma independiente: “Nunca nos vimos ni nos consultamos cómo iban nuestros estudios. Por eso nos sorprendió la coincidencia entre los mapas: las mayores concentraciones de contaminación coincidían con las zonas con más casos de enfermedades crónicas”.
Una de las principales preocupaciones de vecinas y vecinos era la cercanía a los campos sojeros, las fumigaciones y el polvillo que desprenden los molinos.
Verzeñassi: “El aire está cargado de partículas que tienen una química que no es la que uno esperaría encontrar en la ciudad. Esa química está asociada al proceso de producción de los molinos, que ventilan polvillo. Pero hay otro problema: en el polvillo analizado aparece glifosato. ¿Qué es lo extraño? Que en los molinos no se usa ese herbicida”.
¿Cómo se interpreta ese hallazgo? Verzeñassi: “El problema no está solamente en la liberación de partículas a partir del sistema molinero, sino mucho antes, en el proceso de producción de materia prima para esos molinos. En los alrededores de San Salvador hay campos arroceros y sobre todo sojeros. Dicen que en el arroz no se usa glifosato, pero estos son resultados. En el caso del arroz el glifosato se tira sobre la tierra para que no crezca nada más que la planta. Eso queda en la cáscara, que es la que rompe el molino en el proceso. Y el polvillo viene de esa cáscara, cargada con esa alquimia. Entonces, lo que a partir de este estudio uno puede pensar, es que el problema no es el molino solamente”.
Marino: “La partícula es un vehículo que moviliza plaguicidas en el aire. Si esto fue por el barbecho del arroz, si lo aplicaron al final del ciclo, o si la partícula una vez que entró en el aire absorbió la deriva de un campo de soja, no lo puedo decir, porque hacen falta iniciar estudios más complejos. Pero sí encontramos eso. Y todo esto es consecuencia de un tipo específico de modelo productivo”.
Verzeñassi agrega: “San Salvador es uno de los ejemplos más contundentes de lo que significa el modelo de producción. La pregunta es: ¿por qué puede pasar esto ahora? Hoy aparece el cáncer en esta magnitud porque acá hay un proceso previo de acumulación y de construcción de la enfermedad, que por lo menos lleva entre 15 y 20 años. Lo nuevo, lo que no había en San Salvador, era la soja y su paquete químico. Todo eso se viene acumulando en los últimos 15 años. Y Acá tenemos los resultados”.
Los resultados
La población relevada incluyó 828 hogares investigados al azar, que representan el 20,8 por ciento de viviendas habitadas tomando como referencia las casi 4 mil que figuran en el Censo 2010.
Al analizar la cobertura de salud, el 65% contaba con obra social o prepaga al momento del relevamiento, pero a la hora de utilizar los servicios de salud de la localidad de San Salvador:
- El 32,7 por ciento de la muestra utiliza solo el sistema público.
- El 37,3% solo el sistema privado.
- El 26,8% utiliza ambos sistemas.
Cerca del 50 por ciento de los que usan sólo el sistema público local no utilizan ningún servicio por fuera de este. Por el contrario, más del 40 por ciento de los que utilizan sólo el privado es el que también accede a la prestación de servicios fuera de San Salvador. La investigación subraya que las diferentes modalidades de atención en salud “es un impedimento para la adecuada notificación y registro de las enfermedades que no son de denuncia obligatoria o que no son consideradas como factor de riesgo para las principales causas de muerte”.
En los 12 meses previos a la realización de la encuesta, en 387 hogares (casi el 50 por ciento), 584 personas tuvieron algún problema de salud. Se relevaron 684 referencias de problemas que incluyen 195 patologías diferentes.
Los problemas más frecuentes:
El informe alerta sobre la “gran relevancia” que adquieren los problemas respiratorios, ya sean infecciosos o de origen alérgico. “Los únicos que no corresponden a patología respiratoria en estos diez más frecuentes son las diarreas y la dermatitis atópica”, dice el estudio. Pero todo queda mejor evidenciado cuando se agrupan las patologías: allí se observa que el 47 por ciento de los problemas de salud en el último año corresponden al aparato respiratorio.
80 hogares: 84 casos de cáncer
Otra manera de poder interpretar cuáles son los problemas de salud de la población es a través del análisis de las causas de fallecimiento. En el periodo comprendido por los últimos 15 años se recibió la referencia de 199 decesos. Según el informe: “Los tumores malignos llamativamente toman la delantera por sobre las enfermedades cardiovasculares con un no despreciable 39,7%, duplicando prácticamente a las segundas. Recordemos que a nivel nacional las principales causas de mortalidad son (ordenadas de forma decreciente) las enfermedades del sistema circulatorio, los tumores, las enfermedades respiratorias y las externas. En la provincia de Entre Ríos según un informe del Ministerio de Salud las principales causas de mortalidad en el año 2009 repiten el orden antes descrito para toda Argentina”.
Según el estudio, entre 2000 y 2014, en 80 de los hogares visitados se refirieron 84 diagnósticos de cáncer. En el siguiente gráfico se observan estos diagnósticos agrupados en rangos de 5 años, “donde se observa una tendencia al aumento conforme al paso del tiempo”. El dato no es menor: “El 46,4% de los diagnósticos referidos se encuentran entre 2010 y 2014”
En ese sentido, el informe relaciona: “El cáncer de pulmón dentro de las primeras tres causas de muerte en una población que además refiere problemas respiratorios crónicos como causas frecuentes de morbilidad es coherente con la referencia a los “agrotóxicos/fumigaciones” y “arroceras/molinos arroceros/polvillos” como fuentes de contaminación más importantes”.
Verzeñassi razona: “¿Cómo el cáncer no le va a llamar la atención a los vecinos? La pregunta es: ¿por qué puede pasar esto ahora? Cuando le preguntás a esa misma gente cuáles son las fuentes de contaminación que identifican en la ciudad, primero dicen agroquímicos y fumigaciones, y después arroceras y polvillos. Cuando estos datos lo cruzás con datos ambientales del EMISA, podés ver que, efectivamente, en el aire en San Salvador existe un problema. ¿Cuál es la mayor fortaleza de este trabajo? Primero, entendemos que podemos darles una respuesta a los vecinos y vecinas de San Salvador que se movilizaron y generaron una corriente que hizo posible que un intendente nos pidiera el campamento. A partir de ahí dijimos: los vecinos tienen razón. En San Salvador está pasando algo grave, preocupante y que está relacionado con la alquimia a la que están siendo expuestos en los últimos 20 años. No estaban exagerando”.
Crimen sin castigo
Andrea Kloster es una de las vecinas de San Salvador que, a través de la organización Todos por todos se movilizó por las calles para exigir respuestas sobre qué es lo que les está pasando. No le sorprenden los resultados: “Era lo que todos decíamos. Lo que más me preocupa es el ahora: una cosa es no accionar si ignorás lo que sucede, pero otra cosa es ignorar lo que ya sabés. Las universidades están avalando lo que nosotros denunciábamos”.
¿Hubo reacciones luego de los informes? “Veo todo muy pacífico. A la presentación habrán ido, como mucho, 10 personas. Los concejales nunca abrieron la boca. Ni siquiera se tuvo en cuenta aquí como noticia. Hubo una reunión socioambiental a la semana y se dijo que se iba a hacer lo posible, pero hay cosas inmediatas que se pueden hacer que no tienen que perder ni un mes más. Por ejemplo, sacar los depósitos de veneno. Hay muchas cosas acá que, como quedó demostrado en los informes, tienen glifosato. Tampoco el Poder Judicial toma las denuncias. Nadie se hace responsable ni tampoco hay una pena por hacerle daño al otro”.
Andrea aporta otro dato: “Los arroyos están contaminados pero cuando se hizo el relevamiento las autoridades decían que no sabían por qué estábamos tan preocupados por el agua. Es increíble la liviandad con la que hablan de cosas graves. Ahora son datos científicos: que el 75 por ciento de las personas tenga problemas respiratorios, o que la principal causa de muerte sea el cáncer de pulmón, son hechos graves. Muchos acá tienen naturalizado vivir así. Pero es imposible quedarse tan callados”.
¿Qué hay en el agua?
El EMISA de La Plata realizó muestreos en 21 sitios distintos durante cuatro jornadas distribuidas en abril y en noviembre. Tomó muestras de aguas (de red, pozo y superficial), suelos, sedimentos y material particulado sedimentable. En todas las matrices ambientales muestreadas se determinó la presencia de 31 plaguicidas de “uso histórico y relevancia agrícola actual” como glifosato, 2,4D, endosulfán y clorpirifos, entre otros.
El detalle:
- Hebicidas: glifosato y su metabolito ambiental AMPA, Atrazina, 2,4 D, Trifluralina y Acetoclor (La Atrazina, por ejemplo, es de los productos elaborados en Atanor de San Nicolás, que fue clausurada por orden judicial).
- Fungicidas: tebuconazol, epoxiconazol.
- Insecticidas: organoclorados (Aldrin, Edosulfan, DDT, DDD, DDE, Dieldrin, Endrin, Heptacloro, Heptacloro epóxido), organofosforados (clorpirifos, Diazinon, Paration, Metilparation, Malation) y piretroides (cipermetrina, Lambdacialotrina, Permetrina).
“En suelos y sedimentos se detectaron concentraciones principalmente de glifosato y AMPA, siendo los sitios más impactados los correspondientes a áreas urbanas (baldíos, veredas de galpones y expendedoras de agroquímicos)”, dice el informe. Agrega que el agua superficial, principalmente la muestra correspondiente al Arroyo Cañada Grande, presentó concentraciones de clorpirifos, cipermetrina y endosulfan por encima de los niveles guía recomendados por la SSRR para la protección de la biota acuática”.
Marino: “El arroyo viene de distintas fuentes. Es colector de toda la contaminación de los campos. Tanto en el sedimento como en el barro del fondo, es el principal receptor de los plaguicidas de los cultivos. Con esta información hay que buscar políticas provinciales. No se habla de dejar de producir, sino de cambiar la tecnología. La primera conclusión que saco es que se perdió tiempo en actuar. Pero la más dura es: dejemos de perder tiempo ya. Y es importante también la respuesta de la población: en la medida en que no tomen los informes como algo propio, no va a pasar nada”.
A la espera de la política
Verzeñassi: “La combinación de los estudios nos da herramientas para pensar que, donde cambió el modelo de producción, se encuentran este tipo de sustancias químicas y de enfermedades. Este trabajo demuestra la importancia de que el Estado esté atento al planteo que hacen los vecinos. Porque uno cuando está en lugar de toma de decisiones tiene que hacer un equilibrio muy grande entre todos los actores que intervienen en la construcción de una sociedad. No podemos salir a plantear que esto debe ser usado para salir a clausurar molinos, porque en general, además, la mayoría de los dueños de campos en San Salvador viven allí, y respiran el mismo aire”.
Concluye: “Lo más urgente es ver qué tipo de políticas implementa un Estado para empezar a ayudar a que el industrial o la persona que tiene un espacio de producción pueda hacer una conversión hacia un modo de producción saludable. El problema hoy es que hay una proliferación química que se ha liberado con una irresponsabilidad absoluta, con una falta de control por parte de Estado”.
Los informes completos
- Informe Ambiental en San Salvador
Facultad de Ciencias Exactas UNLP (en formato .pdf) - Informe Socio-sanitario en San Salvador
Facultad de Ciencias Méditas UNR (en formato .pdf)
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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