Nota
Soberanía, nutrición y salud: la mesa está servida
Carpas de salud por aquí, carpas de nutrición por allá, una lista de unos 1.500 inscriptos, una vuelta a la manzana (a la verdadera) con una cooperativa agroecológica entregando frutas orgánicas como recuerdo.
Carpas de salud por aquí, carpas de nutrición por allá, una lista de unos 1.500 inscriptos, una vuelta a la manzana (a la verdadera) con una cooperativa agroecológica entregando frutas orgánicas como recuerdo y, para agregarle una cuota emotiva, el nombre del científico Andrés Carrasco como pilar fundamental para conmemorar el Día Mundial de Salud en la Facultad de Medicina de la UBA. Así se organizaron además las Segundas Jornadas de Salud, Nutrición y Soberanía Alimentaria, este 7 de abril.
La referencia a Carrasco, el biólogo molecular, expresidente del CONICET que confirmó en 2009 las consecuencias devastadoras del glifosato en la salud, el que fue perseguido y hostigado por las corporaciones del agro, de la academia y por parte del propio Estado por ese mismo estudio, podía leerse en cada una de las carpetas que los organizadores repartieron a miles de personas durante todo el día, junto con un ejemplar de la revista Mu en cada caso.
“Gracias a él, nada volvió a ser igual”, planteaba el texto. “Organizaciones sociales, campesinos, familias fumigadas y activistas tomaron su trabajo como una prueba de lo que vivían en sus territorios”.
La jornada tuvo el fuerte impulso del reciente fallo de la Organización Mundial de la Salud, que confirmó lo que hace más de una década vienen denunciando pueblos fumigados, organizaciones sociales y académicos: el glifosato provoca cáncer y daño genético en humanos.
1500 inscriptos
“La convocatoria fue una conquista”, explicaron los organizadores. Se arrancó con más de 1200 inscriptos que fueron sumándose a cada una de las charlas y actividades, hasta llegar a los 1.500 con el correr de las horas. “Es un logro haber instalado estos temas en la Facultad, y que el decano (Sergio Luis Provenzano, uno de los disertantes en la apertura), más allá de las diferencias, avale el trabajo de Carrasco y reconozca que fue perseguido por sus investigaciones”, festeja Pablo Rubino, coordinador estudiantil del Centro de Estudiantes.
Rubino subraya que el motor de la jornada fue la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CaLiSA), dictada por la especialista en nutrición Myriam Gorban, una eminencia en la temática, que denuncia la concentración empresaria que controla los precios, que distribuye y vende los alimentos, lo cual no deja de ser una forma de control social sobre las comunidades, sin contar el enigma (o la certeza) sobre la falta de calidad de lo que comemos. Ese es el concepto de soberanía alimentaria: es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos.
Gorban habla del derecho humano a la alimentación y critica la conversión de los alimentos en meras mercancías. “La currícula de las facultades, en general, está muy esquematizada, y no se avanzó ni profundizó en la comprobación de los efectos que este tipo de producción provoca en la salud y el medio ambiente. Por eso la Cátedra no está apuntada sólo al estudiante universitario que cursa regularmente, sino al ama de casa, a la docente, a los estudiantes. A un colectivo”.
Recuperar la producción
Un sonido extraño para la jornada trepó por los escalones del Aula Magna de la UBA: la música de los almuerzos de Mirtha Legrand sorprendió a algunos y desató la sonrisa en los avisados. Cerca de las 14 comenzó la mesa llamada “Del campo al plato. Almorzando con todxs”, que contó con la participación de productores familiares de alimentos agroecológicos, docentes de CaLiSA e integrantes de la Cooperativa Iriarte Verde.
Antes había tomado la palabra la doctora Alicia Barchuk, doctora en Ciencias Agropecuarias e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). “El 50 por ciento de nuestra dieta está basada en la producción de granos”, remarcó. “Imaginen el riesgo que significa. Tenemos que recuperar nuestra producción agroecológica”.
Barchuk realizó una profunda crítica a las corporaciones del agro (Monsanto, Syngenta, Dow & afines) y a los mitos que buscan instalar con el modelo del monocultivo, a saber: “alimenta al mundo”, “es barato y eficiente”, “se preocupa por el ambiente”, “no existe otra forma de producir alimento”. Las consecuencias, esgrime la investigadora, son las mismas: degradación del suelo, contaminación y efectos nocivos sobre la salud. “Tenemos la responsabilidad de revertir esos mitos”, recalcó.
Tomando nota
El encuentro fue vasto y profundo, y los temas tendrán continuidad en la propia Cátedra de Soberanía Alimentaria que encabeza Miryam Gorban. En la última mesa ella participó con la periodista Soledad Barruti (autora del libro Malcomidos) y el cocinero y conductor de televisión Martiniano Molina. “Lo primero que el modelo de producción tiene como herramienta es la inconsciencia sobre los procesos productivos de los alimentos”, comenzó Barruti. “Ahí está el lado oscuro de los alimentos, lo que no se difunde”.
Además, la periodista sostuvo que ese modelo de producción atenta contra la biodiversidad y la salud. “Comemos siempre lo mismo. Cada vez se produce menos y hay más comida procesada. Es un modelo que industrializó nuestro paladar”, sentenció. Molina defendió también el paradigma de un alimento sano como nuevo eje de la vida cotidiana. Y Miryam habló de la necesidad colectiva de comprender y asumir la idea de la Soberanía Alimentaria: algo que estuvo en el pasado de millones de familias, y que tal vez represente uno de los pocos futuros sanos y posibles.
El Aula Magna estaba llena. Todos escuchaban, todas tomaban nota. Y sobre sus rodillas, sus mochilas o los asientos, descansaban los programas con una frase de Andrés Carrasco, nada mejor para sintetizar la jornada: “Saben que no pueden tapar el sol con la mano. Hay pruebas científicas, y sobre todo, hay centenares de pueblos que son la prueba viva de la emergencia sanitaria”.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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