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El maestro ignorante

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¿Cómo conducir una escuela? Abraham Gak todavía es recordado por sus 14 años como rector en el Pellegrini: lo que se enseña y lo que se aprende del conflicto. ▶ LUCAS PEDULLA

El maestro ignorante

A sus 87 juveniles años, este señor es una clase itinerante.

Cada recuerdo, opinión y anécdota son modos de entender la educación.

Abraham Gak fue entre 1993 y 2007 rector del colegio Carlos Pellegrini. Es tal vez uno de los constructores de la memoria colectiva que explotó en abril cuando el estudiantado tomó la escuela durante casi dos semanas contra dos preceptores, por violencia machista. Uno de ellos fue ascendido pese a que en 2007 había golpeado a dos alumnas. Y el otro acorraló a una chica de 14 años intentando besarla.

Profesor honorario de la UBA, integrante del Grupo Fénix, Gak habla de transgresión educativa en su despacho de Defensor del Pueblo de Morón. Transgresoramente, había sido tapa de la MU Nº 10 en 2007, con una gorra de béisbol al revés y haciendo el ya clásico fuck you con el dedo mayor de su mano apuntando al conservadurismo educativo.

¿Cómo analiza la toma?

Me sorprendió la claridad, serenidad y fuerza de estos chicos. Independientemente de la opinión que me merezcan los personajes del contexto, veo el lado positivo de las tomas de escuelas. Y se lo decía muchas veces a los padres, que me miraban raro: es un proceso de aprendizaje ciudadano de los chicos. Porque implica pensar, reunirse, debatir acciones, consensuar. Los chicos van tomando decisiones como lo hacen los adultos día a día. Y eso produce una socialización: tienen que opinar, intercambiar ideas. El tema es si es justo lo que hacen. Otra sorpresa es cómo se transmiten de generación en generación determinadas culturas y situaciones. Como una memoria oral, porque nadie la escribe. Me asombró la duración del conflicto, más de una semana, con importante apoyo de los padres, que entendieron qué pasaba con sus hijos.

No hay autoridades que interpreten estas tomas de ese modo. ¿Fue un aprendizaje con los chicos?

Me hacían tomas, y yo podía no estar de acuerdo, pero defendía las causas. A veces me enojaba, eso no significaba sanciones. Discutíamos políticamente la conveniencia. Y, además, me quedaba toda la noche. A veces me turnaba con los vices, pero nunca los dejé solos. El tema es cuando los chicos perciben que el adulto realmente se preocupa por ellos. Ahí toman confianza, aunque no les guste lo que uno piensa. Esa fue la llave maestra de la cuestión. Y el respeto a la palabra. Siempre que había alguna sanción, nuestro contrato era darnos la mano: un pacto a cumplir. Igual, mil veces me hicieron sentadas en la oficina. Me cantaban de todo.

¿Recuerda algún cantito?

Había una canción que me mandaba a la puta que me parió. Una vez me metí en el medio y encaré a un chico, ya grande, de cuarto o quinto de año, que cuando venía la parte de la “puta que te parió” me vio y cambió a “viva el rector”. Nos reímos tanto.

¿Cómo resolvía esas cuestiones?

Hablando. Enojándome. ¿Sabés las veces que los eché de mi oficina? Cuando me decían “no, usted miente”, les contestaba: “Se van”. Después volvían.

No era la relación con un burócrata. 

No, existía un respeto mutuo que surgió de forma natural. Algo muy importante es entender los casos. Había situaciones muy particulares que requerían un trato diferencial. Por ejemplo, yo me enteraba de que una chica estaba embarazada antes que los padres. Y juntos, elaborábamos una estrategia.

Pero lo natural es la respuesta burocrática.

A mí no me gustaba el chico que no hace nada para contrarrestar. Me acuerdo de un chico, hijo de un famoso político, lo pescaron fumando. Había que sancionarlo, pero yo había establecido que el alumno tenía derecho a un descargo. El pibe me presentó un trabajo de cinco páginas. Los padres ni estaban enterados. El argumento era: “La escuela le dedica al tema adicciones mucho tiempo y lo considera una enfermedad, pero yo soy fumador y me están sancionando por estar enfermo, por mi adicción”. La respuesta era perfecta. Hablé con él, le expliqué que lo tenía que sancionar levemente pese a esa respuesta tan acertada, y terminó siendo un aliado que pedía que yo no renuncie en momentos conflictivos que hubo más tarde. 

Amor al margen

Los estudiantes tomaron el colegio en 2007 para evitar que Gak fuera removido. Los padres apoyaron. “Quisieron imponer a las nuevas autoridades”. Aquel antecedente está encadenado con las tomas de este año: “Esa administración entregó la escuela al sindicato de la UTE. Fue un desastre y de ahí surgió este personaje: una muy mala persona”. El personaje es Héctor Mastrogiovanni, sumariado en 2007 por golpear a dos alumnas. Gak recuerda otra situación. “Le iniciaron un sumario a un profesor que era delegado gremial: 17 padres lo denunciaron por acoso sexual. El gremio lo defendió siempre y la propia UBA tapó el caso. Una vergüenza”. ¿Y el docente? “Sigue dando clases. Durante mi período no, pero le seguían pagando”.

Una precisión: “Hay que reconocer que la mayoría de los alumnos son de clase media, vienen de casas donde entran libros, donde para ingresar tuvieron que hacer un esfuerzo voluntario en el ingreso”.  

Los chicos lo decían: “Si esto pasa acá, qué pasará en otros colegios”.

Nosotros también tuvimos chicos abandonados, padres que peleaban adelante de los hijos hasta en la escuela. Pero el rol educativo no es solamente transmitir conocimiento sino también la convivencia. Y que sepan que hay otro futuro para ellos.

¿Cómo ve las cosas hoy?

Hay dos cosas que me llegan. Una es el ausentismo de los profesores. Y otra es que no hay nada creativo. Increíble: a los pibes les das la oportunidad y te mueven montañas. Me acuerdo un concurso de arte que se les ocurrió una vez, sobre los dibujos que hacían en los márgenes del cuaderno cuando se aburrían. Lo presentaron así: “El arte nace en los márgenes, como la revolución”. Pero la mayoría de los docentes cae en la rutina. Supongo que es por comodidad y a veces les agarra una rabia contra los chicos. No los soportan.

La relación hecha conflicto. 

Y así no se puede, porque el adolescente le pide al docente algo más.

¿Por ejemplo?

Entendeme. Quereme. Escuchame. Sobre todo, eso: escuchame. Imaginate cómo hay que hacerlo cuando hay situaciones de chicos golpeados, o con padres alcohólicos. El año 2001 fue terrible. Había un alumno que se levantaba a las 4 de la mañana para trabajar en una verdulería, llegaba 7:30 al colegio, y dormía debajo de un puente. O chicos que quedaron solos porque no quisieron irse con sus padres al exterior. Entonces hablar, escuchar, no es chamuyo. Parecerá novelesco, pero yo amo a esos chicos y esas chicas. Hablo de un amor leal, afecto. Fue la mejor época de mi vida. Ocupé y ocupo cargos, pero nada comparable a esos 14 años. Además, notabas todos los cambios: la palabra oportuna o un acto en un momento determinado podía marcar a un chico. Eso era un privilegio. Y también aprendí mucho. De su capacidad creativa. De la honestidad de los chicos.

Batalla futura

¿Cómo ve esta época?

Hay mucha violencia. Desde el fútbol hasta la vida diaria. Esa violencia se puede profundizar, y la educación va a pasar un período de reducción presupuestaria, límites en el desarrollo y falta de libertad. Viene una epoca difícil y una mirada muy autoritaria sobre la educación, donde los chicos van a resistir, con todo lo que eso significa.

¿Cómo se educa en ese contexto?

Es una época muy conservadora de los adultos. Hay un espíritu represivo y una actitud machista muy clara. El discurso de igualdad es falso. Y hay mucho desprecio: se sigue pensando que los pobres son así porque quieren serlo, no por condiciones económicas que los condicionan. Creo que la situación va a empeorar, la desocupación va a crecer y los chicos van a estar frente a situaciones familiares graves donde siempre son víctimas. Y no sé si están dispuestos a serlo. Van a reaccionar con mayor violencia que antes. No lo van a aceptar. Porque hoy las cosas se valoran distinto que hace 20 años atrás. Se sabe quiénes son los responsables. Y a los sectores de poder no les interesa la gente.

¿Y frente a eso?

Es necesario que los docentes entiendan la situación. A muchos no les interesa. Pero estamos empezando una especie de batalla por sobrevivir muy jodida. A eso vamos. En lo que yo sigo confiando es en los chicos.

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La mayor filtración de documentos de la historia tuvo, en Argentina, una edición que también hará historia. Qué hay detrás de la manipulación informativa y cómo precipitó que se difunda globalmente toda la lista. Una respuesta: la creación del Consorcio de Periodismo de Investigación Autogestivo, coordinado por revista MU, Tiempo Argentino y Redcom, que nuclea a 26 carreras de comunicación de todo el país. ▶ CLAUDIA ACUÑA
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