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Ojo con el carpincho
Guardianes del Iberá. Una oenegé ambientalista que mezcla mediáticas performances y acción directa es la encargada de sacudir a la sociedad correntina. Denuncia a las arroceras ilegales y el rol que cumplen en el modelo extractivo. Explican cuál es la sed que alienta el saqueo de la mayor reserva de agua dulce del planeta, que ellos dicen custodiar.
“En el Iberá hay 10 arroceras, todas ilegales, que ocupan unas 7.000 hectáreas. Son ilegales porque según la legislación el agua es propiedad de los correntinos, no de los privados que la contienen en sus campos. Por eso tienen que obtener la concesión del agua, un permiso del Estado, y pagar un canon. Para obtener esa concesión tienen que realizar estudio de impacto ambiental y una audiencia pública. Ninguna lo hizo. Esas 10 arroceras toman agua para inundar sus campos, que además dejan contaminada por las fumigaciones. Lo que consumen esas arroceras en 3 meses es lo mismo que lo que consume toda la capital de Corrientes, 500.000 habitantes, en dos años”.
Por esas cosas Emilio Spataro es de los que sostienen que las guerras por el agua no son una cuestión del futuro, sino del presente. “Es como decirle a los iraquíes que la guerra del futuro es por el petróleo. La guerra por el agua es hoy. Las empresas forestales roban el agua. no van a venir ejércitos a llevarse agua en bidones para saciar la sed del mundo. La sed es la de las empresas capitalistas por llevarse materias primas y sostener un sistema de vida de consumo creciente, a costa de los recursos naturales de regiones como ésta”.
El caso es singular. Emilio tiene 26 años, ecologista desde los 12, ha militado junto a movimientos piqueteros y experiencias sociales, grupos ambientalistas, pueblos originarios, intervino en acciones para liberar a presos de la UTD de Mosconi, trabajó en distintos momentos para Greenpeace y desde hace dos años está en Corrientes, enviado por un grupo de oenegés coordinado por la Fundación Banco de Bosques.
Puso en marcha la Campaña Salvemos al Iberá, que derivó en la organización Guardianes del Iberá, que ya cuenta con unos 400 voluntarios en la provincia. Otra derivación es el Comando Carpincho, que tiene incluso un Carpinchomóvil levemente destartalado con la imagen del roedor más grande del mundo en el techo, realizada por el escultor Fernando Pugliese. Le salió mucho más simpático que los bichos y santos que hizo para Tierra Santa, en Buenos Aires.
El Comando Carpincho mezcla performances mediáticas que evocan a Greenpeace (un tapón rojo y gigante como de bañera, en pleno Iberá, exigiendo “No roben el agua” o el paso del Carpinchomóvil como carroza en el Carnaval correntino), con acciones directas de colaboración con campesinos desplazados por terratenientes para recuperar sus tierras, como lo hicieron en Yahaveré (en conflicto con la hacienda San Eugenio, de la familia Macchiavello, ejecutivos de Laboratorios Roemmers).
Carpincho fusilado
Los Carpinchos proponen una “guerrilla simbólica” en sus páginas de Internet: “Una forma creativa de subvertir lo existente. A través de afiches creativos, juegos de palabras, ad-busters (logos modificados) y otras técnicas, podemos mostrar el absurdo de muchas de las posturas de nuestros adversarios y dejar en claro la simpleza de lo verdadero”.
La policía correntina aparentemente no propicia las formas creativas, y con su propio criterio de acción directa organizó un operativo con 60 efectivos que encarcelaron a 14 integrantes del Comando Carpincho (9 mayores, 5 menores) en abril pasado, cuando los jóvenes habían armado un pequeño campamento como protesta contra las fumigaciones, en la entrada de una arrocera. “Yo estuve tres días preso. Les pusieron esposas y les pegaron a chicos de 16 ó 17 años, y les hicieron cosas del tipo frenar la camioneta donde los llevaban o matar a tiros a un carpincho, como forma de amenaza o de amedrentamiento”.
Dolor de huevos
El grupo y Emilio Spataro, tienen una fluida relación con Conservation Land Trust (CLT) y el propio Douglas Tompkins: “Pero la verdad es que el tema Tompkins es un dolor de huevos porque distrae permanentemente las discusiones hacia su figura, en lugar de debatir lo que está pasando. Come minutos de aire, centímetros en los diarios y tiempos en las charlas, aclarar sobre lo que no es y lo que es. Mientras, estamos perdiendo cientos de hectáreas semanales de pastizales a manos de las forestaciones, miles de millones de litros de agua por las arroceras; mientras hay gente que está siendo fumigada por la actividad arrocera. Denunciamos esto no porque nosotros estemos en contra de la producción en sí misma, sino porque se está llevando a cabo de una forma intensiva y desmedida, una expoliación de los recursos naturales. Y realmente el poder -aquellos que manejan poderes fácticos viejos y nuevos en la provincia, aquellos que tienen poder sobre las personas, sobre el medio ambiente- ha sido muy hábil en construir un chivo expiatorio alrededor de la figura de Douglas Tompkins. Por eso es un dolor de huevos”.
Siguiendo con la metáfora del dolor, ¿cómo caracteriza Emilio lo que hace Tompkins? “Nosotros nos paramos ante la realidad desde una postura de activismo ambiental de acción directa, de organización social y de base, con una postura ecosocial. Tompkins y CLT, tienen una postura de trabajo de conservación de tierras propias, que dicen que tienen intención de donar a Parques Nacionales, o de promoción del turismo para crear alternativas de desarrollo local. Son distintas concepciones de cómo afrontar la crisis ambiental”. También duda sobre el modelo de acción mediático de muchas oenegés. “Aquí vino Natalia Oreiro para Canal 7, vino CQC; todo bien con la televisión, permite difundir el tema. Pero si no están las comunidades movilizándose, no pasa nada. Por eso también hicimos el Encuentro de Pueblos Fumigados a principios de junio, para crear lazos entre diferentes poblaciones que se organizan para enfrentar y defender lo mismo”. Intervinieron la Red de Salud Popular Ramón Carrillo del Chaco, los Vecinos de La Leonesa – Las Palmas de Chaco (donde los arroceros comandados por punteros y diputados oficialistas casi linchan al doctor Andrés Carrasco antes de una charla sobre las fumigaciones), el Cepronat, el colectivo de médicos de Pueblos Fumigados, entre otros.
Criollos vs extranjeros
Se acusa a Tompkins de estar en estas áreas porque está el agua dulce, lo que implica un control de un recurso estratégico. Emilio Spataro responde: “Ningún análisis serio demuestra eso. Yo milito hace muchos años y sé que las intenciones de alguien no son medibles. Mientras nos hablan de esta novela, están saqueando los recursos y la proyección es que el saqueo se va a intensificar, con concentración de tierras en pocas manos y de manera cada vez más violenta”. ¿Tompkins no simboliza un modelo de extranjerización de la tierra? “Nosotros también estamos en contra de la extranjerización. Pero Tompkins de hecho está donando las tierras: ya lo ha hecho en Chile y en Santa Cruz. Pero una de las 10 arroceras ilegales del Iberá es de George Soros, lo mismo que el proyecto Ayuí y lo mismo que la cantidad de tierras para el monocultivo forestal. Tenemos información de que hasta la Universidad de Harvard está invirtiendo en Corrientes en forestación para pasta de celulosa”.
De todos modos Emilio analiza lo que llama “negatividad” de la imagen de Tompkins: “Con cientos de años de imperialismo y todos los desastres que han hecho, ¿por qué no desconfiar? Me sorprendería que no hubiera desconfianza, que en muchos casos es generada por los grupos arroceros, políticos y medios, para confundir sobre el verdadero problema. Pero usemos la desconfianza para entender lo que está ocurriendo. No hay veracidad en ninguna de las denuncias que le hacen a Tompkins. No es un foco de conflictos. No expulsa ni directa ni indirectamente población rural, sus campos son de tranqueras abiertas. Cualquiera puede ir a comprobarlo. Pero a la vez, nosotros no creemos que el cambio vaya a venir por sumar filántropos. No estamos en contra, pero lo que queremos es un modelo de participación ciudadana y de organización de base que lleve adelante la lucha ambiental. Y que incida en la gestión de los territorios. Para nosotros lo mejor sería que Tompkins done pronto las tierras, y así podemos poner la discusión real en el foco”.
En algún momento el ex piquetero Luis D’Elía propuso expropiar las tierras de Tompkins. Emilio se asombra: “¿Vas a expropiarle y pagarle a un tipo que te las está donando?”.
El Iberá tiene 1.300.000 hectáreas, el 15% de la provincia de Corrientes. Unas 600.000 son fiscales (con categoría de parque provincial, aunque en general coinciden con lagunas, esteros, bañados, ríos, todo lo anegable). Las otras 700.000 hectáras son tierras privadas, que tienen categoría de reserva. De las 138.000 hectáras que tienen Tompkins y CLT en la provincia, 114.000 pertenecen directamente al Iberá y serán donadas, según se sabe, de aquí a cinco años.
Plata para excluir
Otro argumento de los que critican las acciones de los grupos ecologistas en esa zona es que el arroz es un alimento crucial para el futuro. Spataro describe el modelo: “Lo que discutimos no es la producción, sino quién produce, para quién, y quién se lleva la ganancia, y con qué sustentabilidad ambiental y social. Las arroceras aquí tuvieron siempre entre 50 y 200 hectáreas y trabajaban de 50 a 100 personas, con bajo consumo de agua y sin agroquímicos. De 400 arroceras que teníamos hace 20 años pasamos a 90. De esas, 10 están en el Iberá y son totalmente ilegales, con superficies de 1.000 hectáreas cada una, por lo menos. Hay unas 100.000 hectáreas de arroz, pero los índices de pobreza e indigencia no se movieron. Sólo aumentó el salario del empleo público, por inflación. El arroz no aportó nada, salvo agroquímicos, contaminación y apropiación de cursos de agua por parte de grandes corporaciones argentinas y extranjeras”.
El argumento de Emilio es que nada de lo que ocurre es espontáneo: “Uno mira más allá y se ve que en algún momento las directrices de organismos financieros internacionales como el Banco Mundial o el FMI, estimularon todos los cambios de legislación que se concretaron durante el menemismo con respecto a minería, forestación, soja. A este sector de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, parte del Paraguay y el Uruguay, y sur del Brasil, le tocó las plantaciones de pino y eucaliptos para pasta de celulosa y la producción arrocera. Materias primas para el consumo de los países industrializados. Y ese contexto es el que sigue vigente”.
¿Se puede modificar ese panorama? “Sí. Que el Estado deje de ponerle plata a los grupos trasnacionales y locales, como Clarín, Soros y demás, que representan un modelo excluyente. Frenar Ayuí es crucial, porque de lo contrario se va a armar un circuito totalmente oligopólico. Que se fomente la agricultura familiar y cooperativa, sustentable en el tiempo, con una relación permanente del agricultor con su tierra. Ahí aparece una cuestión de identidad y cultura asociada a la forma de uso de la tierra. Yo sé que parece difícil pensar en eso. Pero estamos seguros de algo: con resistencia las cosas pueden cambiar”.
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Qué tiene un rico en la cabeza
Douglas Tompkins. En la década del 90 llegó a la patagonia chilena y compró las mejores tierras. Luego, pasó a Argentina donde acumuló estancias en zonas estratégicas. Dice que su proyecto es conservar la biodiversidad y donar al Estado esas tierras salvadas de la depredación del modelo extractivo. Se declara enemigo del monocultivo sojero y la minería. Y amante del chamamé. ¿Un excéntrico, un visionario o un gringo de última generación? Pasen y lean.
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Bailando por un Facebook
Turros Bailando Piola. Alguien subió un video para burlarse y terminaron cosechando dos millones de visitas. Ahora tienen fans que los adoran y hacen giras por el conurbano.
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